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la tercera parte de su Nobleza de la Andalucía. Permítalo aquí la seriedad mas circunspecta.

Estando sobre Sevilla
El Rey Fernando Tercero,
Ese honrado Garci Perez
Iba con un caballero :
Solos van por un camino,
Solos van por un sendero,
Siete caballeros Moros
A ellos venian derechos,
Dixo aquel á Garci Perez:
No es bien que los aguardemos;
Que dos solos pocos somos
Para siete caballeros.
Respondiera Garci Perez:
No es aqueso de hombres buenos;
Mas si vos quereis seguirme,
A todos los romperemos.
No quiso su compañero :
Las riendas vuelve, partiendo.
Pidió Garcia sus armas,
Que las lleva su escudero.
Don Lorenzo Gallinato
Y el Rey están en un cerro..
Don Lorenzo dixo al Rey:
Veo solo un caballero,
Que si los Moros lo atienden,
El bará un hecho muy bueno.
Vereis, si no le conocen,
Un escogido guerrero.
A punto va Garci Perez,

I

Su camino va siguiendo:
Los Moros en un tropel
Ademanes van haciendo:
Pásase por medio de ellos,
Sin que le conozcan miedo.
En las armas le conocen,
Y no osáron atendello:
El se va por su camino,
Las armas da al escudero.
Echa menos una cofia
Que traia so el capiello:
Acuerda volver por ella
Fasta do se puso el yelmo.
El escudero llorando,
Le dixo, non fagais eso,
Que la cofia vale poco,
Y podeis perderos, cedo.
Espera aqui, no te cures,
Que es cofia de muncho precio,
E labrada por mi amiga;
Non la perderé, si puedo.
Volviendo por do viniera,
Alcanza los Moros presto:
Ellos , que bien le conocen,
No osáron atendello.
Alli hallara su cofia,
Vuélvese con ella ledo.
Dixo el Rey á Don Lorenzo:
¡Ay Dios, qué buen caballero!¶

ERA 1286, AÑO 1248.

Habiase cumplido la tregua de seis meses con los Moros de Carmona, y entregáronse con favorables condiciones: suceso próspero, porque respecto de su forta

leza pudiera ser muy embarazosa ó muy sangrienta su expugnacion, y fué á entregarse en ella Don Rodrigo Gonzalez Giron, primer Alcayde de su Alcázar á tiempo que la Reyna Doña Juana venia de la ciudad de Córdoba, y entró en Carmona, donde el Giron la salió á recibir, y pasó á acompañar al Rey en el exército , que hasta la Católica Doña Isabel no se sabe de otra Reyna.

2 Salian espías de la ciudad á reconocer el exército; y un dia que la mas gente habia ido á diversas facciones salió un caballero Moro con pretexto de reducirse, con que tuvo lugar de advertir la soledad del Real: volvió apellidando su gente, asegurando que era llegada la sazon en que serian vencedores: mas escarmentados de otras salidas, no se fiáron del informe para esta en que muy á su ventaja pudiéron haber hecho muy dañoso efecto. Pero intentáronlo otra vez con igual motivo, saliendo en persona Axataf á tiempo que el Santo Rey habia pasado de la otra parte del rio, adonde estaba el Maestre de Santiago; y dexado encargada la defensa de los Reales con poca gente al Infante Don Henrique, á Don Lorenzo Suarez, y á Arias Gonzalez Quixada, que aunque muy inferiores en número de soldadesca, peleáron con tal bizarría, que no solo rechazáron al Moro, sino le siguieron con tal destrozo, que unos de los infieles se apresuráron á encerrarse en los muros, y otros fuéron obligados á arrojarse al rio, donde perecian á manos de la gente de los barcos christianos; con que fué de todas maneras grande el estrago de este dia, en que el Infante Don Henrique hizo gloriosa su fama y Don Lorenzo Suarez, y Arias Gonzalez ganáron no desigual lauro.

3 No eran menos continuas, ni sangrientas menos las refriegas, de que eran teatro las aguas de Guadalquivir, entre las armadas infiel y christiana, de que á veces desembarcaba gente para surtidas por sus riberas con varios sucesos; pero casi siempre mejores por los Christianos, mediante el valor y destreza de su Almi

re

rante Don Ramon Bonifaz, cuyo mas particular estudio era contraponer sus ardides al con que los Moros le solicitaban quemar sus baxeles, contra que dispuso la resistencia de ciertos gruesos maderos, que fixados en el rio, impedian el acercarse á las suyas á las embarcaciones enemigas: si bien todo lo tocante á esto se lee en la Crónica con tan obscuras narraciones , que no pudiéndolo colegir ni explicar con claridad, paso por sus sucesos con ligereza; porque refiere acometimientos sistencias, extratagemas, celadas , que dificultando el entender cómo fueron, atestiguan solo quan porfiadamente se dispuso en el rio la fortuna de esta guerra, hasta que llevando en todo lo mejor los Christianos, y tomadas á viva fuerza unas embarcaciones militares que llamaban Zambras, con que los Moros los invadian, debiéron de quedar tan superiores, aunque despues de muchos sangrientos lances, que no se habla mas de baxeles hasta que sucedió el rompimiento del puente.

4 El Infante Don Alonso vino al exército del reyno de Murcia, aunque no con mucho gusto suyo, llamado de su padre, á quien Don Rodrigo Gonzalez Giron aconsejó que lo hiciese venir; pero traxo lucida gente, y muchos Aragoneses que le dió su suegro el Rey Don Jayme, con Don Alonso, Infante de Aragon, su hijo, y Don Pedro, Infante de Portugal, Conde de Urgel en Cataluña. Estaba el Infante ya con el renombre de Sabio por su mucha aplicacion á los estudios, muy introducido por su padre en las cosas del reyno; y conociéndolo así el Pontífice Inocencio IV, á ambos habia dirigido á Desiderio, Legado suyo, con una Bula dada en Leon á 30 de Marzo, sobreescrita al ilustre Rey de Cas tilla y Leon, y al noble varon Alfonso, su primogénito: exhortándolos á la perseverancia contra los infieles, y á dotar magníficamente las Iglesias y Obispados que conquistasen: insértala en sus Anales Oderico Reynaldo, y añade: Porque era dignísimo Alfonso del apostólico patrocinia, por lo mucho que babia merecido con su padre en el ampliado culto de la Religion Christianas noiden spa C

TOMO I.

5 Varias mercedes hizo San Fernando y el Infante Don Alonso este año, cuyos privilegios tienen la fecha en el Real sobre Sevilla. A 27 de Enero confirmó al Orden de Santiago, donacion que le habia hecho Don Sancho, Rey de Portugal, de Mertola, Ayamonte y otros lugares de la raya, que estaba dudoso á quál Corona tocaban para quando se conquistasen. A 25 de Febrero al de San Juan dió tres mil quinientos maravedis chicos de juro en las salinas de Sevilla, si la ganase, ó cambiárselos en heredades. A 15 de Mayo á la Iglesia de Santa Maria de Astorga y á su Obispo Don Pedro de ciertas tierras y heredades por el servicio particular en este asedio. A 20 de Mayo al de Santiago á Monte Molin con sus términos al mismo á 26 de Julio licencia para poblar las tierras que tenian en Zamora cerca de Santa Susaña, y que los que allí poblasen no tuviesen otro Señor sino al Maestre. A 24 de Setiembre al Concejo de Madrid sobre ciertas diferencias que tenian con Segovia sobre el Real de Manzanares, que se lee en la Historia de Diego de Quintana: de que en los que fuéron rodeados confirma con los demas Ricos Omes Don Pedro Ponce; que advierto, porque algunos dicen que era ya muerto, y Don Sebastian Gutierrez, que aún no habia sucedido su fatal desgracia.

6 Habiendo ido lo mas de la nobleza á recibir al Infante Don Alonso, cuya venida fué á principio de Marzo , porque señalan las Historias á seis meses del asedio, advirtieron los Moros la falta de gente, y expuesto á sus asaltos el campo, que para hacer á su salvo el daño posible observaban las ocasiones: en esta se atreviéron diez Moros de á caballo á llevarse unas vacas de la estancia del Prior de San Juan: salió á cobrarlas el Prior con hasta veinte caballeros de su Orden, y dos que acaso se hallaban en su compañía, que el Conde Don Pedro de Portugal dice, eran Don Rodrigo Frolaz y Don Pedro Mendez de Acevedo; y habiéndoselas quitado, y entregándoselas á un escudero que las retirase, aunque era bien retirarse igualmente, se hubiéron de

empeñar adelante por guarecer algunos peones que se habian avanzado. Con que se logró el fin de los enemigos, que era llevarlos á dar en una emboscada, en que, siendo tan pocos, necesitáron de todo su ardimiento para no quedar muertos los mas, como lo quedaron algunos con el Comendador de siete filas, hasta que fuéron socorridos por los Obispos de Córdoba y de Coria Don Gutierre y Don Sancho, porque la empresa sagrada ponia la espada en la mano á los Prelados con justo motivo. Poco despues el Infante Don Henrique, los Maestres de Calatrava y Alcántara, y Don Lorenzo Suarez saqueáron los arrabales de Venahoar, que hoy se llama de San Bernardo, y el de Macarena, de que sacáron mucho ganado, preseas y ropa: estaban muy fortificados, y rodeados de hondas cavas, con que no fué sin costa de mucha sangre: á muchas semejantes facciones dieron empleo los opulentos contornos, y sus muchísimas y ricas alquerías: otra vez estrechado el asedio, acercados los alojamientos, y ya numeroso el exército con la gente que traxo el Infante Don Alonso, y poco despues Don Rodrigo Gonzalez de Galicia, y Don Diego Lopez de Haro.

7 Engrosado el exército con la gente que traxo el Infante Don Alonso, que se habia alojado en un olivar cerca de Sevilla, pareció al Santo Rey estrechar el asedio, acercándose a la ciudad, como lo hizo, aunque es bien dudoso en qué parte puso ahora su Real quartel, por las pocas señas que nos dan las Historias ; pero siempre parece que estuvo de la otra parte del rio Guadaira, cuyas aguas y puente interpuestas adelante, diéron lugar á algunos sucesos de que se infiere, donde se siguieron muchos sangrientos trances, que el ardimiento del Infante dispuso, para dar á conocer el valor de su gente, y de la que de Aragon y Portugal le habia seguido y llegó tambien dentro de dos meses el Señor de Vizcaya Don Diego Lopez de Haro con muy lucidas tropas de sus Estados, á que se señaló quartel cerca de la puerta de Macarena, y con él ó cerca á Don Ro

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