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que forzosamente se ha de hacer en el sitio elegido, por su fertilidad, temperamento, riego y hermosura del terreno, y sobre todo lo demás que S. S. tenga por conducente, para que con toda verdad y pureza se informe al Muy Ilustre Señor Presidente de Goathemala y con pleno conocimiento pueda poner su permiso y licencia. Así lo proveyó y firmó el Ilustrísimo Señor Don Esteban Lorenzo de Tristán, Obispo de Nicaragua y Costarrica, mi Señor, en su Santa Visita de Cartago, á ocho días del mes de Noviembre de mil setecientos ochenta y dos años, de que yo su Secretario de Cámara y Gobierno doy fe. Esteban Lorenzo, Obispo de Nicaragua=Ante mí-Francisco de Paula Soto, Secretario.

El Teniente Coronel de Ynfantería Don Juan Flores, Gobernador interino y Comandante General de las armas de la Provincia de Costarrica, ha visto la presentación y padrón que el beneficiado Don Juan Manuel López del Corral, Cura por S. M. del Valle de Villa Vieja, presentó al Ilustrísimo Señor Obispo de Nicaragua el diez y ocho de Septiembre de este año, solicitando en beneficio de sus feligreses de los Barrios de La Lajuela, Siruelas, Targuases, Poás y Rio Grande una ayuda de Parroquia ú Oratorio público en que puedan congregarse á recibir el pasto espiritual que tanto se les dificulta para la distancia y pobreza en que viven; igualmente ha visto el Gobernador las diligencias é información seguida por dicho Señor Ilustrísimo, que afirman y califican la necesidad de erigir la ayuda de Parroquia y Oratorio que proponen aquellos vecinos, y últimamente conoce el Terreno escogitado; y sobre todo dice lo siguiente: que halla indispensable poner en el terreno señalado en estas diligencias una ayuda de Parroquia para los cinco Barrios nombrados, y que en ella debe subsistir un Coadjutor que esté pronto á la administración; y de todo lo propuesto acerca de esta subsistencia no se le ofrece otro reparo que el que aquellos vecinos, en el todo, á caso no podrán por sus indigencias cumplir con el Subsidio que ofrecen en la escriptura de obligación que contienen estas diligencias. El terreno es especial y combida, así por su benigno temperamento como por la her

mosura y abundantes aguas que le circumbalan, á poblarse á caso en mayor número de vecinos que la Villa Vieja, por que la fertilidad de sus Campos y la inmediación á los atos de ganado es superior; y sobre todo lo que más urge y estrecha á esta diligencia es el ausilio espiritual de las almas que el mismo Gobernador en el tiempo de la epidemia tocó ser impracticable, aunque el celo del Cura y coadjutores sea extensibo; que es cuanto le consta y puede decir en el asunto, que deberá ponerse en la consideración del Muy Ilustre Señor Presidente, Gobernador y Capitán General de este Reyno, para que resuelva lo que fuere de su Superior agrado. Juan Flores.

En la Ciudad de Cartago, á veinte y siete días del mes de Noviembre de mil setecientos ochenta y dos años, el Ilustrísimo Señor Don Esteban Lorenzo de Tristán, Obispo de Nicaragua y Costarrica, mi Señor, habiendo visto estos autos y el informe puesto por el Señor Gobernador interino de esta provincia Don Juan Flores, dijo que estos autos originales, con la correspondiente consulta, se pasasen á manos del Escelentísimo Sor. Don Mathías de Galbes, Presidente de la Real Audiencia de Goathemala y vice R. Patrono de estas Yglesias, para que en su vista y de la urgentísima necesidad que padecen los vecinos de La Alajuela, Siruela, Targuás, Puás y Río Grande, dé su permiso y licencia á fin de que puedan erigir y lebantar la Yglesia ayuda de Parroquia que solicitan para su beneficio espiritual; y para los efectos que haya lugar sáquese testimonio de estas diligencias que queden en el archivo de la dignidad Episcopal: así lo mandó y firmó S. S. Ilustrísima, por ante mí su Secretario de Cámara que doy fe. — Esteban Lorenzo, Obispo de Nicaragua-Ante mí-Francisco de Paula Soto, Secretario.

En atención á que el Escelentísimo Señor Don Matías de Gálbez ha pasado de Virrey y Capitán General de Nueva España á la Ciudad de México, remítanse estos autos, como está mandado, con la correspondiente consulta, al Muy Ilustre Señor Don Joseph Estachería, Briga

dier de los Reales Ejércitos y nuevo Presidente de Goathemala, en quien reside el Vice R.1 Patronato de estas Yglesias. Así lo mandó y firmó el Ilustrísimo Señor Don Esteban Lorenzo de Tristán, Obispo de Nicaragua y Costarrica, mi Señor, en la Ciudad de León, á once días del mes de Mayo de mil setecientos ochenta y tres años, por ante mí su Secretario, que doy fe. Esteban Lorenzo, Obispo de Nicaragua Ante mí-Francisco de Paula Soto, Secretario.

Muy Ilustre Señor Presidente Don Joseph Estachería= Muy Ilustre Señor Muy Señor mío: Estando ya próxima mi salida para el nuevo destino de Durango, á donde la piedad del Rey me traslada, no puedo omitir ser molesto á V. S. haciéndole presente el deplorable estado en que hallé la Provincia de Costarrica cuando pasé á mi Santa Visita de Cartago. Los autos originales que acompaño darán á V. S. una breve y reducida idea de las miserias, trabajos y desconsuelos espirituales y temporales de todos sus habitantes.

Desde la Villa de Nicaragua hasta Cartago se cuentan largas ciento y treinta leguas pobladas de haciendas y con muchos miles de almas que las habitan, pero todas viven á el antojo de su albedrío y como les acomoda para tener una vida licenciosa y un livertinaje que se juzga independiente de las Santas Leyes de Dios y de su Yglesia.

En el basto espacio que corre desde la Montaña de Nicaragua hasta la Villa Vieja de Heredia paga el Rey ciento y veinte y dos leguas, que por lo anche se extienden á más de cincuenta y cuatro. En todo este terreno hay solamente tres Curatos: el de Nicoya, el de la Ciudad de Esparza y el de la Villa Vieja de Eredia, todos tres de rentas reducidas y que no sufragan para la manutención y congrua de muchos coadjutores y Ministros; de modo que en todos tres Curatos se encuentran solamente seis ministros, los tres Curas y los tres coadjutores, que cada uno de ellos tiene más de veinte leguas para la administración; y como las haciendas están salpicadas por todo el terreno, es indecible el trabajo con que estos pobres y mal dotados Sacerdotes administran su pertenencia.

Pero no es menor el trabajo y desconsuelo de la feligresía por la falta de Yglesia y Santuarios que en todo aquel largo camino se padece; por que solamente hubo en lo antiguo una Ermita, ayuda de la Parroquia de Nicoya, en el Guanacaste; otra Ermita, ayuda de la Parroquia de Esparza, en Bagases; otra Ermita en el sitio de Las Cañas, y últimamente la de la Ciudad de Esparza; pero todas cuatro Yglesias hundidas, indecentísimas y sin rentas ni medios algunos para conservar permanente el divinísimo Sacramento del Altar y darle el debido culto: solamente se conserbaban en las dichas arruinadas Ermitas los Santos Óleos de Catecúmenos para los baptismos y el de enfermos para la extremaunción de los moribundos.

De esta raíz han nacido por consecuencias precisas unos perjuicios que no se oyen en los pueblos Cristianos: el primero que en todo este Siglo ningún moribundo ha tenido el Consuelo espiritual del Viático para la hora de la muerte; el segundo que por la falta de Yglesias y Ministros ni oyen Misa los días festibos ni la explicación de la doctrina á sus Párrocos, por razón de la distancia; el tercero que no cumplen con los preceptos anuales de confesión y comunión, y son muchísimas las almas que en aquel terreno no confiesan y comulgan en muchos años.

Este dolor me fué más penetrante en los dilatados Valles de la Villa Vieja de Eredia, donde abunda la necesidad para el vestido, especialmente en las mugeres, que encontré muchas, como V. S. verá por los autos, que sólo para bautizarse habían entrado en la Yglesia; y confirmé en La Alajuela dos mozas jóvenes, la una de diez y ocho años y la otra de diez y seis, que en toda su vida habían entrado en la Yglesia; y ambas llevaban en sus brazos el testimonio de su fragilidad en dos hijos que publicaban su delito y á el mismo tiempo lo disculpaban con su pobreza y desnudez.

No fueron menores estos desconsuelos y desdichas en la Capital de Cartago y Villas de su circunferencia. La Yglesia Parroquial de Cartago la hallé cerrada, abandonada y todo el Ministerio Parroquial se administraba en la Ermita de la Soledad, por que la Yglesia mayor amenazaba ruina. La de la Villa Nueva de San Joseph estaba toda su Capilla mayor abierta, de modo que en la Misa.

que celebré para abrir la Santa Visita se apagaron por tres veces las velas del altar por la violencia del ayre que le entraba.

Me pareció obligatorio, en conciencia y justicia, ocurrir á tan públicos y escandalosos daños, y no me retiré de aquella Provincia sin tomar todas las providencias que me fueron posibles para remediarlos. Me empeñé para muchos años, ó por decirlo mejor, me empobrecí para toda mi vida; pero con mucho gusto mío, porque reedifiqué la Yglesia de Cartago, le hize ternos y la dejé en uso y corriente. Hice lo mismo en la Yglesia de Villa Nueva y en las dos Ermitas de el Guanacaste y Bagases, dejando en todas las Yglesias permanente el divinísimo para consuelo espiritual de tantos miles de almas.

Solamente me quedó que remediar la extrema necesi. dad de los infelices habitantes de los cinco Barrios de La Alajuela, Siruelas, Puás, Targuás y Rio Grande, situados en el hermosísimo Valle de Heredia. Remedié todo aquello á que alcanzaron mis facultades: les compré tierra, como verá V. S. por los autos; pero la licencia y permiso para la erección de Yglesia ayuda de Parroquia es pribatibo de las facultades de V. S.

No quisiera retirarme de este Obispado sin dejar este consuelo á aquellas Pobres y míseras obejas; y por lo mismo ruego á V. S. por las entrañas de Jesucristo que les conceda este alibio espiritual que solicitan. Nuestro Señor guarde á V. S. muchos años. León, á veinte y cinco de Septiembre de mil setecientos ochenta y cuatro.= Muy Ilustre Señor- Beso la mano de V. S. su atento Seguro Serbidor y Capellán Esteban Lorenzo, Obispo de Nicaragua.

Real Palacio, cuatro de Octubre de mil setecientos ochenta y cuatro. Al Señor Fiscal de lo Civil con los documentos que acompaña. (Hay una rúbrica)=Ignacio Guerra Marchán.

Muy Ilustre Señor El Fiscal de S. M., en vista de este oficio del Ilustrísimo Señor Obispo de Nicaragua y de los documentos que acompaña relativos á la miserable situación y desconsuelo espiritual en que se hallan los veci

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