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escolta, con entrada de Soldados, de cuenta de mi R.' Hacienda en las poblaciones establecidas en las montañas del Norte de la Provincia de Costa Rica; y que habiéndose examinado este punto en Junta celebrada en 10 de Diciembre de 1767, se consideró en ella muy conveniente esta expedición, por que prometía el que escarmentados los Indios Infieles se conseguiría un fruto más ventajoso, con conocido ahorro de mi R.1 Hacienda en los muchos caudales que se consumían en la Subsistencia de los Misioneros y agazajos de los gentiles; pero habiendo pedido el Fiscal que antes de ponerla en execución se me diese cuenta, lo executaba así; en cuya consecuencia se le ordenó por Despacho de 27 de Octubre del mismo año informase con la mayor brevedad y justificación si por lo respectivo á las vivas misiones de la Provincia de Talamanca tenían algunos pueblos en donde sin particular detrimento podrían agregarse y distribuirse los Indios del de Térraba, pues de ser factible esta providencia ahorraría mi R.' Hacienda los Sínodos que satisfacía á los Misioneros del expresado Pueblo, y que entre tanto destinase desde luego una escolta de 10 ó 12 Soldados para custodia de sus habitantes. En este estado ocurrieron el Guardián y Discretorio del mencionado Colegio exponiendo en representación de 30 de Agosto de 1769 que estando trabajando en el Cultivo, Catequismo y reducción de los Indios infieles de las cuatro Naciones nombradas los Chánguenes, Donazas, Dolegas y Guaymiez, que habitan en la jurisdición de Panamá bajo del Gobierno de Santiago de Veragua, cuyas tierras confinan con las de Talamanca, se opusieron los Regulares de la Compañía, alegando pertenecerles este derecho, y así lo había declarado la Audiencia que entonces había en aquella provincia, por lo que desistieron de la empresa; pero por no haberse aplicado á ella los mencionados Regulares en tan larga serie de años, compadecido D." Félix Fran.co Vejerano, Gobernador de Veragua, del detrimento espiritual que padecían aquellos Indios por falta de operarios, informó de ello al Virrey de S.ta Fe, quien de acuerdo con los demás Tribunales R. libró Despacho para que se volviese á encargar el Colegio de las referidas Misiones, y en su virtud destinó inmediatamente dos operarios que empezaron sus apostólicas tareas

y en breve consiguieron la formación de dos pueblos; lo que hacían presente á fin de que fuese servido aprobar la referida asignación, concediendo el Sínodo de 200 pesos á cada uno de los Religiosos empleados en aquellas reducciones para su precisa manutención y vestuario, y 132 pesos más para vino, hostias y cera, entendiéndose esta gracia desde que empezaron el cultivo de los Indios, con otros auxilios que pidieron y era costumbre dar en los nuevos establecimientos. En otra representación de la misma fecha reiteró el referido Colegio la pretensión introducida en ese Superior Gobierno de que se hiciese una entrada con tropa armada en las montañas de Talamanca para extraer de ellas los Indios Apóstatas y gentiles que con invasiones y hostilidades causaban notables perjuicios en los pueblos ya conversos, mediante á que este pensamiento se hallaba apoyado con los informes del Gobernador de Costa Rica y aprobado en Junta de Ministros celebrada en esta Capital en 10 de Diciembre de 1767. Y en vista de estas instancias y de lo que acerca de ellas me hizo presente mi Con sejo de las Indias en Consulta de 10 de Mayo de 1770, fuí Servido, en cuanto á la primera, aprobar la asignación y entrega al Colegio de Christo Crucificado de las reducciones de las mencionadas cuatro naciones de Indios Chánguenes, Donazas, Dolegas y Guaymies de la Provincia de Veragua, previniendo por R.1 Cédula de 8 de Julio siguiente al Virrey de S. ta Fe dispusiese que por las Cajas de Panamá se contribuyese á los Misioneros, con el Sínodo correspondiente, los 132 pesos para vestuario y demás cosas necesarias y debidas en semejantes casos, procediendo con prudencia, de suerte que ni se faltase á lo decente ni se gravase á mi R.1 Hacienda con lo superfluo, y que de todo diese cuenta para su aprobación; y por lo que respecta á la segunda, relativa á la pretendida entrada con gente ar mada en las montañas de Talamanca, sin embargo de hallarse apoyada por la Junta de R.' Hacienda citada, en 10 de Diciembre de 1767, del Arzobispo que fué de esa Diócesis D." Fran.co Josef de Figueredo y del nominado Don Pedro de Salazar, con referencia á lo resuelto en otra celebrada en 5 de Junio de 1726, aprobada por R.' Cédula de 21 de Mayo de 1738, considerando lo arduo de esta empresa y la diversidad de circunstancias que ocurrieron

en aquel tiempo, en el cual se suponían los Indios dóciles é inclinados á la Religión, y al contrario después, feroces y bárbaros, y que por su agilidad y lo impenetrable del terreno hacían desconfiar de los efectos faborables de la expedición, fuí Servido resolver que ésta la executasen apostólicamente los Misioneros resguardados de alguna escolta; y que para tomar determinación sobre lo acordado en la referida junta del año de 1767 informasen con justi ficación, así mi R.1 Audiencia de ese Reyno como el Rve.do Arzobispo y los Cabildos Eclesiástico y Secular, de los terrenos en que se debería practicar, si los Indios de Talamanca se comunicaban con los Negros Mosquitos y Zambos y éstos impedían su reducción, proponiendo los medios que contemplasen adecuados y la utilidad y buenos efectos que podían prometerse de la insinuada expedición; á cuyo fin se les expidieron las correspondientes R. Cédulas en 8 del citado mes de Julio de 1770. En su contestación expusieron el Muy Rev.do Arzobispo y el Cabildo Eclesiástico de esa S. ta Iglesia, en cartas de 1.o de Marzo y 30 de Noviembre de 1771, la dificultad de evacuar el informe por la escasez de noticias y medios por donde adquirirlas de los terrenos que se intentaban reducir, añadiendo el primero que el proyecto de entrar á las Misiones con tropa, de cualquiera suerte que quisiera pintarse, jamás traería un Infiel á la Iglesia, y los que viniesen con esta ú otra violencia sería únicamente para hacer un plantel de Apóstatas que sirviese de oprobio á la pureza del evangelio. El Cabildo secular de esa Capital, no teniendo tampoco noticias, procuró adquirirlas de los Gobernadores de Costa Rica y Veragua D." Juan Fernz. Bobadilla y D." Félix Fran.co Vejerano, cuyos informes acompañó en testimonio con carta de 1.o de Julio de 777, reduciéndose el del primero á que la entrada á las montañas con tropa le parecía expuesta, por no ser fácil sorprender á los Indios que celan con la mayor vigilancia cualquier movimiento y por que en el pueblo de S." Fran.co de Terraba había muchos reducidos, que por tener sus Padres y parientes en la montaña les avisaban de cualquier novedad, además de ser muy sagaces en buscar la retirada, al paso que la tropa no tenía conocimiento de los caminos y veredas conducentes para asaltarlos; que cuando se determinase la entrada de

bería ser con 150 hombres escogidos que á principio de Marzo estuviesen juntos en S." Fran.co, parage á propósito para formar el real, y de allí dividir en varias partidas la tropa para entrar por distintos parages, llevando cada una algunos Indios Baquianos y un Misionero que dirigiese la marcha, en tal disposición que á un mismo tiempo llegasen todos á los Palenques que se quisiesen sorprender; y que aunque no tenía conocimiento topográfico de aquellos terrenos, consideraba á propósito el referido Pueblo de S." Fran.co y el de Boruca para la entrada y guardar los vastimentos y demás auxilios; que los Indios de Costa Rica no eran para esta empresa, por el miedo que tienen á los de la montaña, y aunque no faltarían hasta 150 que cumplirían, era mejor gente la de Santiago de Alange de Chiriquí, Provincia de Veragua, que viven en guerra continua con los Zambos y Mosquitos, por los daños que les causan, y en amistad con los de Atirro, San Fran.co y Boruca; que para precaber los daños que eran de temer en esta expedición le parecía conveniente el que se fundase entre S." Fran.co y Boruca un pueblo de gente escogida de aquella provincia y la de Veragua, armada de mi R.1 cuenta y mantenida de la misma, el primer año, mientras cultivaban su terreno, con un Comandante experto y 25 milicianos al Sueldo que hiciesen continuas correrías y escoltasen á los Misioneros en sus entradas, pues de este modo se defenderían aquellos dos pueblos de los insultos que padecen, y viendo los de la Montaña que se les cortaba la comunicación y que no podían tenerla con los Zambos y Mosquitos, se reducirían más fácilmente. El Gobernador de Veragua, después de describir el terreno de la provincia de Talamanca y referir las sublevaciones de las tres Naciones que la habitan, Cabécaras, Viceytas y Nortes Térrabas, su índole, carácter brutal y cobardía de ánimo, especialmente si oyen tiros de fusil, y la desidia en no aprovecharse del mucho oro de que abunda aquel terreno, contentándose con su cosecha de maíz, plátanos y algunas frutas silvestres, descendió á manifestar la suma importancia de su Conquista, así para precaber la ruina de tantas almas como para hacer comunicable la Provincia de Costa Rica con el mar del Norte, reedificando la Ciudad de Santiago de Talamanca que quemaron y destruyeron en

el año de 1610 y debelar de aquella Costa á los Zambos y Mosquitos, que sobre los demás perjuicios causan el de introducir por todas partes ropas de Famayca y Curazao; y también para sacar de las Montañas aquellas Naciones y situarlas sobre la Costa del Sur, formando pueblos y haciendo escala á las provincias de Tiera Firme, según estaba mandado por repetidas R. Cédulas; que el único medio de conseguirla era hacer una expedición para sacarlos de la montaña y situarlos en parages fértiles, cómodos y útiles sobre la Vanda del Sur, para que reducidos á vida Civil y política abracen mejor la religión, como ha sucedido en los de Buruca y Térraba; que para esta empresa contemplaba inútiles los proyectos y gastos propuestos en varias Juntas celebradas en esa Capital, principalmente las de 9 y 11 de Septiembre de 1716, aprobadas por R. Cédula de 21 de Mayo de 1738, respecto de que el transcurso de los años y variedad de circunstancias la hacían asequible con cien hombres armados de fusil, bayoneta y sable, acostumbrados á andar á pie y en montañas, 50 escogidos del pueblo de S." Josef de Orosí y otros 50 del de S. Fran.co, pertrechados de Lanzas y machetes, para conducir lo necesario y servir de guías; que el tiempo oportuno era el verano y necesarios seis meses para sacar de las montañas las tres Naciones; y por llegar apenas á tres esta estación en aquellos parages, en uno se podrían sacar los Térrabas y en otro los Cabécaras y Viceytas en esta forma: el primer mes para llegar á la montaña, el segundo para aprehenderlos y el tercero para sacarlos de ella; que para asegurar su establecimiento deberían quedar en cada pueblo que se formase 12 familias avecindadas que auxiliasen á los Misioneros; y que consistiendo el logro de estas Conquistas en la conducta del que las dirija, sería conveniente que éstos fuesen los Misioneros más prácticos, y que la entrada á los Térrabas se hiciese por el Camino de S." Fran.co con cincuenta Indios de aquel pueblo y cincuenta Soldados de la provincia de Alange, entrando al mismo tiempo por Atirro otros 50 Soldados de Costa Rica, con igual número de Indios de S." Josef de Orosí que atacasen por Cabécara á los Térrabas, con lo que no tendrían huída; y por este orden podría verificarse en el Verano siguiente la de los Cabécaras y Viceytas; que estas tres Naciones eran enemi

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