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compran el tabaco al mismo precio que fuera de esta Provincia, siendo así quel Rey no tiene costo casi ninguno en conducirlo á estas tercenas ó estanquillos, como lo tiene para los de fuera; que este desembolso les es tanto más doloroso quanto que saven que en la Havana y Veraguas no hay estanquillos; y que siendo esta Provincia la que lo provee á S. M. á más baxo precio, por su suma pobreza y no tener otro renglón ó ramo de comercio, merece ser mirada con más benignidad. Esto es lo que me hace decir que la supresión de los estanquillos sería del agrado de estos habitantes, dexando á los cosecheros del tabaco la libertad de venderles todo el que no quisiese la Factoría. Así también cesará el contrabando y otros desórdenes á que por una parte los compele la miseria y por otra la costumbre de fumar desde sus tiernos años, obligando ésta á muchos á privarse de lo necesario para comprar tabaco.

Quitados los estanquillos y permitiendo á los cosecheros la venta del tabaco de desecho en los mismos distritos donde se cosecha, utilizarían aquéllos hasta la última oja y el consumidor lo compraría más barato, porque no haviendo más compradores que el Rey y los vecinos, surtido el primero de lo mejor, quedaba para éstos lo despreciable, que precisamente lograrían á muy baxo precio, que es lo que acomoda á su pobreza; y si hubiese algún pudiente que apeteciese del superior lo compraría en la Factoría: esto mejoraría la suerte de cosecheros y consumidores.

Que no se sigue perjuicio al Erario es evidente, por que el costo que regularmente ha tenido la renta de tabacos para la compra de este fruto y surtimiento de esta Provincia y la de León de Nicaragua a sido de ocho á doce mil pesos anualmente, y su entrada, en el distrito sólo de esta Factoría, de diez á doce mil; por consiguiente le ha quedado de ganancia lo producido en toda la Provincia de León de Nicaragua, que por ser más extensa y poblada que ésta será por lo menos del duplo. Esto prueba claramente dos cosas: la primera que aunque se supriman en Costarrica los estanquillos y se permita á los tabacaleros la venta en ella de lo que no reciba la Factoría, no por eso dexa de quedarle mucha utilidad á la Renta; y la segunda que solamente esta Factoría ha dado á la renta como dos mil pesos más al año de lo que ha desembolsado. Luego,

si á una Provincia pobre por naturaleza, como lo haré ver, se la estrahe anualmente más caudal del que le entra y por sólo este conducto, ¿podrá jamás ser feliz?

Pero antes de proponer otro medio más seguro á que esta Provincia floresca en pocos años, permítame V. M. haga una digresión que contribuye al intento y manifiesta las vexaciones que sufren estos cultivadores de tabaco. Aquí se sigue la práctica detestable, en mi concepto, de limitar el número de los cosecheros y señalar á cada uno el de matas que ha de cultivar; se les compele á que cada uno siembre en sitio determinado, aunque no siempre el mismo, y á la vista del cabo de la quadrilla. Hay también la costumbre, introducida de poco acá, que los cultivadores lleven el tabaco á la factoría para dar allí el beneficio, la injusta práctica de quemar todo el tabaco que no recive la Factoría.

y

De la limitación de cosecheros se sigue que si el ser tabacalero es provechoso al vasallo, no disfrutan todos del bien; y si adverso no se reparte el mal, que si fallecen ó se ausentan los matriculados para este cultivo, faltarán cultivadores, y si todos ó casi todos lo entienden ¿por qué no alternan?

De que sea determinado el número de matas resulta el inconveniente que si por algún evento es mala la cosecha no se colectará la cantidad de tabaco bueno para el abasto ó se completará con el malo. Si lo primero, lo padece el público, y si lo segundo, éste y el erario, porque ó no lo compran ó buelto tierra en poco tiempo lo pierde el Rey. Esta verdad se puede ver en los mismos libros de la Renta y por esto hay años de poca venta en los estanquillos.

De que siembren todos en un sitio se sigue el perjuicio que encontrándose siempre en los terrenos ciertas vetas poco favorables al cultivo, sea el que fuere, y ciertos parages más difíciles para labrar, el infeliz á quien le tocó uno de estos terrenos lleva ya consigo la pérdida y no saca para los costos de su trabajo.

De que los cosecheros beneficien el tabaco en la factoría se les hace notable daño, porque para beneficiarlo bien es preciso estarlo removiendo día y noche para que sude por igual, pues pasado aquel punto de crisis se pudre fácilmente y no queda de calidad, y otras circunstancias de que

me han informado los peritos, que no se pueden ó no es fácil practicar en la estrechura de los almacenes de Factoría.

Pero lo más tirano é injusto es quemarle al cosechero todo el tabaco que no recibe la Factoría. ¿Será posible, Señor, que no siendo las siembras de tabaco por cuenta y riesgo de la Renta tenga un dominio tan despótico sobre el sudor del pobre vasallo, como lo es quemarle su fruto sólo por que no le agrada? ¿No es tiranía que el infeliz cosechero vea con semblante sereno ir á las llamas su caudal y su trabajo? ¿No es injusticia atroz que sobre la desgracia del agricultor en no haver logrado buen fruto lleve él mismo, ó á su vista, su caudal, su sudor, su trabajo y sus vigilias á la hoguera, para que los devore un zelo mal entendido, un despotismo sin dominio y la tiranía é injusticia mayor? Pues así sucede, Señor, y sin que se les abone un maravedí por el fruto que les queman; y esta crueldad que clama al cielo, pide la más pronta y recta justicia de V. M.; porque aunque es verdad que la Renta anticipa al cosechero la cortísima cantidad de... para principiar su trabajo, esto no le da ningún derecho sobre el fruto sino el de venderlo al precio estipulado, como sucede con cualquiera refacciomista, mas no para que disponga despóticamente del trabajo del infeliz.

Los gravísimos puntos que contiene esta digresión me hacen proponer el siguiente proyecto, que sobre destruir todos los males expuestos, asegura la felicidad de esta Provincia en diez años.

PROYECTO 2.o SOBRE TABACOS

Permitame V. M. que sea esta Provincia la que surta de tabacos á este Reyno, el de México ó el del Perú, por el término de diez años, y que lo cultiven todos los que quieran, pero precisamente en los distritos de Cartago, Valle Hermoso y Eredia, que son reconocidos y experimentados por buenos para esta planta y que están á la vista de este Gobierno, de esta Factoría y de sus dependientes; que cada cultivador siembre cuantas matas pueda cuidar y que las beneficie donde y como les acomode; que quanto tabaco coseche cada uno lo presente en Factoría baxo

la pena de decomiso al que no lo hiciere y las demás que V. M. tenga á bien; que presentados los tabacos en determinado tiempo se escojan los mejores para el indicado abasto y el restante puedan expenderlo los cosecheros en los expresados distritos, sin pasar de la Garita del Río Grande, donde residen los guardas y único paso de los citados distritos para lo demás de esta Provincia y para las demás del Reyno, baxo las penas que V. M. juzgue conveniente.

Puesto el asunto en este estado, para qualquiera parte que se conceda el surtimiento quedaría el Rey beneficiado, porque mientras más abundante sea el fruto más barato se venderá y V. M. ahorrará los sueldos de los guardas que se aumentan en las cosechas. Y como en el caso propuesto serán muchos los cultivadores, ilimitada la siembra y fácil su beneficio, donde y como mejor le acomode, serán precisamente copiosas las cosechas por azaroso que sea el año; podrán ayudar la muger y los hijos y costándoles menos dinero y trabajo el cultivo y beneficio de su tabaco lo darán más barato.

Que sería beneficioso á la Provincia es claro, porque si acaso lo es ahora con sólo 8 ó 10 pesos que se distribuyen en la compra de tabacos y vuelven á entrar en la caxa de ellos con ventaja, ¡quánto más lo serían si se reparten 50 ó 100 pesos y sin que buelvan á entrar en la caxa como sucede hoy!

Si el surtimento que se se solicita lo concede V. M. para las Provincias de este Reyno, no deberán quexarse de esta gracia, porque ellas tienen otros ramos de comercio como el añil, las ropas que llaman de tierra, el comercio de ganados y de otros frutos de que esta Provincia no tiene salida por su situación geográfica, falta de Puertos y otras causas que se indicaron al principio y las que diré después. Si se concede para el Reyno de México ó del Perú, con mucho menor motivo podrán lamentarse, por que bien sabido es el grande y rico comercio que estos Reynos tienen en toda la monarquía; y ciertamente que á V. M. le vendría en más cuenta que esta Provincia proveyese de tabaco al Perú que no llevarlo de la Havana ni de ninguna otra parte por el mar del Norte, por los muchos costos y riesgos que corre en tiempo de paz y en guerra, como lo expuse á V. M. el año de 1797 6 98.

PROYECTO 3.0 SOBRE COMERCIO

No es fácil que se establesca en Costarrica ni por mar ni por tierra, ni por el norte ni por el Sur, por que para entablar un comercio marítimo es menester que haya buenos Puertos, que los Lugares que han de recivir y dar los cargamentos estén con la posible inmediación á aquéllos, que tengan consumidores y que los frutos para el retorno sean estimables y estén prontos los cargamentos. Veamos si hay esto en Costarrica.

En el mar del Norte no hay Puerto cómodo porque el de Matina no lo es en realidad, sino una ensenada muy desabrigada, batida de los vientos del Norte al Sur Este, que reinan casi todo el año, donde se levanta una marejada tan fuerte que los barcos no pueden mantenerse al ancla, y el que no se hace á la vela perece; donde las naciones bárbaras que habitan desde el cabo Gracias á Dios hasta el Rio Chagres traginan lo más del año y roban indistintamente las embarcaciones quando están ebrios. Por estas causas huyen los navegantes de estas costas, y tanto que en más de doze años que llevo de mando sólo dos buques han arribado por necesidad á Matina y de ellos pereció uno en la costa dando fondo.

El puerto de Mohin, que le sigue acia el Sur, es bien abrigado y tiene buen fondeadero, pero su entrada es estrecha y sólo aparente para Balandras y Goletas y otros barcos que calen poca agua: tiene también el inconveniente de los Yndios Bárbaros como Matina y de común con éste la distancia de los lugares que han de recivir y dar los cargamentos; por que de Mohin á Matina hay siete leguas de playa de arena árida y falta de agua para beber; y aunque en Matina están las haciendas de Cacao, no es el fruto solo y apreciable para la exportación, ni menos es el lugar que ha de consumir los géneros de importación. Esto lo ha de hacer Cartago y las demás Poblaciones tierra adentro, que la que menos dista 30 6 40 leguas de Matina y por caminos los más malos que he andado en España y América, de modo que aunque los Puertos del mar del Norte tubiesen todas las ventajas imajinables, no habría que esperar por ellos comercio alguno por los inconvenientes que presentan las distancias

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