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Carta del ayuntamiento de Cartago al presidente de

Guatemala sobre la prohibición hecha por éste del comercio entre Costa Rica y Panamá.— Año de 1811 (1).

Exmo. Señor-El señor intendente de León comunicó á este Ayuntamiento el oficio de V. E. de 7 del inmediato Agosto, dirigido al N. A. de León, en que V. E. se sirve prohibir todo comercio de géneros extranjeros introducidos en este reino por los puertos menores de él, aunque vengan de otros puertos de América registrados, á menos que traigan muy calificada su procedencia de real habilitación ó de soberano permiso.

V. E. duda que el reino de Tierra Firme tenga éste, mas el Ayuntamiento está convencido de su certeza y protesta acreditar á V. E. el real permiso que tiene Panamá para la introducción de géneros Ingleses.

Esta provincia de Costa Rica es muy pobre. Aquí no hay fruto alguno precioso que pueda exportarse. Toda la subsistencia de ella está reducida á su cultivo, y la venta de los frutos es el único recurso que tiene para surtirse de géneros para su vestido.

Por la situación local de la provincia se halla distante esta capital de ella ciento y diez leguas de mal camino de Nicaragua, que es la población más inmediata que puede tener algún consumo de sus frutos. Esta enorme distancia hace que no puedan los tragineros sacar los frutos, pues no se les pagan ni aun los costos de que exportan á aquella villa; y así se ve que valiendo aquí tres pesos una carga de dulce é importando seis pesos el flete á Nicaragua, se llega á vender á este efecto en aquella villa á cinco ó seis pesos carga, siendo preciso para que suba algo más el precio que se encuentre muy escasa la plaza, lo que trae

(1) Archivos Nacionales de Costa Rica. -Sección Histórica.

una pérdida casi cierta al traginero. Lo que se ha dicho del dulce sucede con las papas, garbanzos y frijoles que antes se llevaban á Nicaragua y siempre con pérdida. Agregándose que no se pueden llevar carnes, untos, arroses, porque en estos renglones era aun mayor la pérdida, muy corta ó ninguna la venta de estos efectos, por lo que nunca se han sacado de esta provincia.

De pocos años á esta parte la necesidad de exportar los frutos hizo algunos vecinos fabricar canoas ó barquitos muy pequeños para llevarlos á Panamá. Allí han tenido salida y en retorno se han traido géneros de aquella plaza para surtir de vestido á esta pobre y remota provincia. Con la extracción se han aumentado las siembras que antes casi se reducían al consumo preciso de los habitantes. Va mejorando algún poco su situación infeliz, y esperaba este Ayuntamiento que esforzando al labrador y procurando facilitar los transportes de frutos á Panamá llegaría con el tiempo la provincia á toda aquella, aunque escasa, prosperidad de que es suceptible. Todas estas fundadas esperanzas de prosperidad se desvanecen como humo por la duda de V. E. sobre el real permiso con que los Panameños introducen géneros Ingleses y la prohibición de que se traigan géneros extranjeros, aunque sean registrados, de aquel puerto al de Punta de Arenas de Esparza. Con esto se quita de las manos al labrador el arado que nada le producirá no teniendo venta sus frutos, y los brazos robustos é industriosos del labrador se volverán ó de holgazanes inútiles ó de malhechores que busquen con los delitos la subsistencia que no les puede dar su antigua honesta ocupación.

No se puede considerar este retrato, que es el mismo á que se verá reducida esta provincia, sin compasión de toda alma sensible y humana. La de V. E. tiene estas prendas en grado muy relevante, y así espera este Ayuntamiento propenderá V. E. á alejar de la provincia tal desgracia, y suplica á V. E. se sirva permitir que estos vecinos puedan llevar libremente sus frutos á Panamá y que el retorno de ellos lo traigan en efectos de aquella plaza. El permiso de V. E. en estos términos nada tiene de contrario á las miras patrióticas de V. E.; por él no se hará otra cosa que permutar unos frutos con otros, no llevará el extran

jero ningún numerario y la introducción de sus efectos traerá el bien de promover la industria en cultivo y la abundancia en esta provincia, que se irá felicitando según fuere abasteciendo á Panamá. Esta gracia espera el Ayuntamiento de la benignidad de V. E. Nuestro Señor guarde la importante vida de V. E. m. a.s

Sala Capitular de Cartago y Octubre 3 de 1811.=Juan Francisco de Bonilla-Manuel Marchena Rafael Barroeta = José Lorenzo Carazo José Nicolás de Oreamuno = Miguel Ángel Núñez del Arco-Juan Pablo Jiménez José

María de Peralta.

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Carta del ayuntamiento de Cartago en favor del Gobernador D. Juan de Dios de Ayala.-Año de 1811 (1).

Señor El actual gobernador de esta provincia de Costa Rica don Juan de Dios de Ayala, por quien representa el ayuntamiento, único en toda ella, ha dado el lleno más cabal á las grandes atenciones de su ministerio, con general aplauso de estos habitantes; y como para su desempeño ha sabido conducirse por las máximas más suaves, prudentes y eficaces, hijas de su bella índole, ha logrado dignamente que la provincia le ame, respete y mire como oráculo en quien tiene depositada su seguridad, tranquilidad y recta administración de justicia.

Por una serie dilatada de experiencias se adquieren medios seguros para mandar; el expresado gobernador ha sido dos ocasiones interino de la provincia del Darién y doce años propietario de la de Veragua, de donde pasó á ésta de Costarrica. Aquella experiencia le ha facilitado la más pronta expedición en cuantos asuntos de gobierno se le presentan.

Es declarado enemigo del ocio, y aunque para desterrarlo de algunos se le presentaba á su industria el grande obstáculo de la mucha pobreza de esta provincia, que deseaba ver ocupada con utilidad, con su agradable estilo y buenos arbitrios logró que todos maniobrasen.

Después de haber prevenido y estar muy á la mira de que cada cual hiciese aquella labor que le permitiesen sus facultades, determinó que los seis barrios de esta ciudad y demás pueblos de su gobierno hiciesen un fondo, no de dinero sino de fuerzas materiales suficientes para derribar montañas en que verificar grandes sementeras de maíz. Reunió estas fuerzas, formando padrones de los hombres

(1) Archivos Nacionales de Costa Rica.-Sección Histórica.

robustos, y señaló terreno á cada barrio para que en comu nidad lo trabajasen y su fruto lo repartan por iguales partes; y no habiendo durado esta fatiga más de ocho días en cada común, distribuidos en dos á la semana, consiguió los fines que deseaba con general aplauso. Por el buen orden entablado en esta fatigas, voluntariamente remitían los más principales de esta ciudad mozos de trabajo á las labores, costeados de su peculio, haciendo el coronel de estas milicias don Juan Francisco de Bonilla que las compañías de su batallón practicasen iguales comunes, con cuya suave providencia se logra no sólo el suficiente abasto para ésta sino también el de otras provincias si lo necesitasen, á que se extienden las miras de vuestro gobernador.

Estas y otras operaciones nos aseguran de su verdadero patriotismo, amor y lealtad á V. M., con las demostraciones de alegría, que omite el ayuntamiento referir por no ser difuso, á ocasión que prestó solemnemente el juramento de obediencia á ese soberano congreso y los crecidos donativos con que ha concurrido distintas veces á V. M.

Ama muy particularmente á los indios, tratándolos con tal sagacidad que logra de ellos un respeto amor y obediencia sin ejemplar. Todos los domingos le visitan las justicias de éstos ratificándole aquellos respetos.

le

Se maneja el gobernador en los asuntos de real hacienda con tal celo y escrupulosidad que las causas que ocurren de esta naturaleza son el principal objeto de su atención, asesorándose, aun en los casos más leves, con el fin de conseguir su mejor acierto.

En los asuntos de litigios trata luego de cortarlos con la mayor prudencia, logrando por este medio evitar discenciones entre estos moradores que gozan de la mayor tranquilidad con las singulares provindencias que toma vuestro gobernador.

Este ayuntamiento hace manifiestas á V. M. las loables circunstancias que distinguen al gobernador, para tributarle reverente á la piedad de V. M. repetidas gracias por habernos enviado al mando de esta provincia un sujeto tan fiel y benemérito.

No dudó un punto el ayuntamiento en ofrecerle sus personas é intereses para las sostención y quietud de esta provincia, que prometemos á V. M., como sus represen

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