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II

El movimiento insurreccional separatista de 1810, encarnó un nuevo período, literario de faces patrióticas i revolucionarias.

Prepara el desarrollo de la revolucion como precursor ilustre, el eminente filósofo Juan Martínez de Rozas, a quien denomina el historiador de la independencia Frai Melchor Martínez «el fundador i maestro de la revolucion chilena».

Escribió como obra de propaganda, El Despertador Americano, i con el seudónimo de José Amor de la Patria, el Catecismo Politico Cristiano.

El fraile chileno Camilo Henríquez, fundó La Aurora de Chile, primer periódico que inicia la revolucion con las campañas emancipadoras.

A partir de ese momento histórico, la prensa periódica i política ocupa el primer lugar en la historia de la literatura de la independencia.

El Semanario Republicano, El Monitor Araucano, El Censor, constituyen las tribunas de propaganda de los escritores revolucionarios que impulsan la sociedad nueva hácia un período de reforma fundamental.

Manuel José Gandarillas, Diego José Benavente, Antonio José de Irizarri, i otros, forman la opinion pública con sus escritos.

Pero esa literatura se resiente de las inquietudes i la falta de uniformidad de un réjimen que se organiza i de una sociabilidad que funda sus primeras instituciones.

Ese período se prolonga en medio de las zozobras de una política vacilante i azarosa que se impregna con el humo de la pólvora de los combates.

La polémica política se hace tan ajitada como las batallas i la patria vacila bajo la planta de los combatientes.

Arreboles de sangre cruzan el espacio cargado de nubes i estalla el rayo de las tempestades políticas i sociales.

En 1825, el padre Silva publica su famoso panfleto titulado Los Apóstoles del Diablo, en el que anatematiza el espíritu innovador de los revolucionarios de la pluma i de las letras.

El Mercurio, aparece impreso en una hoja de papel de carta, en 1827, redactado por el publicista don Pedro Félix Vicuña, que funda una literatura de controversia i una estirpe intelectual histórica.

En 1839, lanza como bandera de combate en medio del fragor de la batalla de la política reaccionaria, El Diablo Politico, el fogoso tribuno popular i periodista Juan Nicolas Alvarez, cuya celebridad ha cruzado los tiempos con ese famoso nombre de gue

rra.

La literatura periodística revistió caractéres trájicos, fundándose periódicos como El Hambriento, cuyo título define toda una situacion de polémica i de combate escrito.

Se vió envuelto en la vorájine de la prensa, tambien como periodista el ruidoso estadista don Diego Portales, que representó el réjimen dominante de su tiempo.

III

En 1842 sacude la sociabilidad chilena el movimiento literario que inicia el verdadero desarrollo intelectual de Chile.

Fué un estallido del pensamiento nacional, en me

dio de las preocupaciones todavía dominantes del pasado.

El eminente pensador José Victorino Lastarria, funda El Semanario de Santiago i la Sociedad Literaria de Santiago, bajo cuyos auspicios se revelan poetas i escritores de la mas alta intelectualidad.

Descuella el inspirado poeta Salvador Sanfuentes, que canta la leyenda i la tradicion chilenas, en poemas tan hermosos como El Campanario.

La sociabilidad chilena penetró en un período de franco desenvolvimiento moral.

La prensa, las bellas artes, la educacion, la poesía, la novela, la oratoria, todas las manifestaciones del talento i de la cultura, tuvieron representantes esclarecidos.

La inspirada poetisa Mercedes Marin de Solar, fué la musa de esa nueva éra de progreso i de evolucion de la sociedad chilena.

Jacinto Chacon, Antonio García Reyes, Santiago Lindsay, Manuel Camilo Vial, Francisco Marin, Ventura Marin, i otros, abrieron los surcos con su pluma en los que la semilla del pensamiento debia jerminar produciendo flores lozanas i primorosas.

Andres Bello, José Joaquin de Mora, Juan García del Rio, Domingo Faustino Sarmiento, Vicente Fidel López, Juan Cárlos Gomez, Bartolomé Mitre, Juan Bautista Alberdi i tantos mas pensadores americanos i europeos. empujaron la sociedad chilena hácia su desenvolvimiento intelectual desde la cátedra i la prensa, con el diario, el periódico i el libro. Un filósofo de 20 años, de cabeza olímpica i palabra elocuente, escritor i tribuno poderoso, Francisco Bilbao, conmueve al pueblo chileno en 1844, con su obra de crítica fundamental La Sociabilidad Chilena.

ANTOLOJIA CHILENA

2

Publica su hermosa obra en un periódico que es una predestinación: El Crepúsculo.

Esclama con arrogante convencimiento i altiva independencia: «sociedad», ¿qué has hecho de nuestro pasado, de la herencia gloriosa de la revolucion? ¿Somos ciudadanos de nuestro tiempo i de nuestra patria i venimos a pedirte cuenta de nuestro destino i de nuestro porvenir?»

Los espíritus reaccionarios se sintieron conmovidos i se alarmaron con el levantado pensamiento del valiente reformador i lo procesaron para amor. dazarlo.

Lo llevaron al jurado i lo acusaron de blasfemo, de inmoral i de sedicioso.

El se defendió victoriosamente en un alegato que ha pasado a la historia como el mas notable que se ha hecho en América de la soberanía de la razon i del pensamiento.

Su libro fué quemado en la plaza pública por mano del verdugo i sus cenizas se aventaron a todos los horizontes.

La Inquisicion resucitó por un momento para destruir la obra de un jenio vindicador i rebelde, ya que no podia aniquilar a su autor.

De aquella pira brotó la luz de la verdad i la razon, i se esparció en ondas sonoras por el espacio de la América, alumbrando a las jeneraciones a traves de las edades. El reformador salió proscripto de su patria i fué al Perú i al Ecuador a combatir por la abolicion de la esclavitud. Mas tarde levantó su tienda i fundó su hogar en el Plata, uniendo su destino a una hermosa beldad arjentina.

Escribió El Evanjelio Americano i redactó La Voz del Nuevo Mundo, descansando de sus fatigas i luchas imponderables en la hospitalaria tierra ar

jentina que le brindó hogar, patria i una apacible tumba.

La reaccion colonial pugnó por apagar los destellos del jénio i detener el curso de las ideas evolutivas en la sociedad chilena.

IV

Una jeneracion intelectual brillante sucedió a la primera que dejamos enunciada.

Talentos esclarecidos comunicaron nuevo vigor a la literatura i podemos citar nombres preclaros que son orgullo de la intelectualidad en Chile.

El esclarecido historiador don Diego Barros Arana. los publicistas Miguel Luis Amunategui i Benjamin Vicuña Mackenna; los oradores parlamentarios, Juan Bello, Manuel Antonio Tocornal i Alejandro Reyes; el novelista Alberto Blest Gana; los poetas Eusebio Lillo, Guillermo Matta, Adolfo Valderrama, Martin José Lira, Eduardo de la Barra, Manuel J. Olavarrieta, Hermójenes de Irizarri, Luis Rodríguez Velasco, Guillermo Blest Gana i José Antonio Soffia; los diaristas Justo Arteaga Alemparte, Isidoro Errázuriz, Ignacio Zenteno i Manuel Blanco Cuartin.

De esta época nos quedan libros tan hermosos, como los escritos por José Antonio Torres, Adolfo Valderrama, Hermójenes de Irizarri, Augusto Orrego Luco i Eduardo de la Barra.

La historia de este período intelectual se narra en los Recuerdos Literarios de Lastarria, la Poesía Chilena de Valderrama i El Desarrollo Intelectual de Chile, de Augusto Orrego Luco.

El poeta José Antonio Soffia canta esa poesía lírica, tierna i delicada, que es la espresion de los sen

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