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blica cuidó de su porvenir. Se dió al ejercicio de las armas desde que se lo permitió la edad, y hay quien dice que se halló en las guerras de la Italia; pero como en aquella época de aventuras y de prodijios, era la América la que absorviera toda la atencion de la Europa, como allí vieran los entusiastas un vasto teatro de gloria y de singulares proezas, el desgraciado Almagro entró en el movimiento jeneral, con el firme propósito de llegar á distinguirse entre los demas hombres, que todo se lo prometia él de su cáracter, de su osadía y del valor que jamás desmintiera.

Marchó, pues, á la América, y cúpole gran parte de las expediciones del intrépido conquistador Vasco Nuñez de Balboa, adquiriendo tambien en ellas un caudal que supo ir mejorando sucesivamente, aunque no era la pasion de riquezas la que mejor asiento ocupara en su pecho, donde no ardia sino el amor de la gloria; y tal el frénesi por adquirirla que, á fin de tributarle ofrenda de mayor consideracion, hasta misereaba en cuanto á su persona correspondia, al par que era un maniroto cuando venia ocasion de sacrificarse por la ventura y bienestar de sus compañeros de armas. Gran parte se le debe de la conquista del Perú, á la cual contribuyó con la mitad del numerario que se consideró menester, y con su propia espada; pero estaria escrito en el libro del destino, como este hombre, que tanta gloria diera á su patria, fortuna tanta á Pizarro y á todos sus secuaces, tuviera por premio una oprobiosa muerte, á una edad, y en el lleno de dolencias harto capaces de excitar el respeto, la veneracion de los encarnizados enemigos, cuanto mas la de compañeros testigos de sus hazañas y de su noble desprendimiento.

¡Desgraciado! ¡ Expuesto su cadáver durante el dia, sirviendo de escarnio á la curiosidad de un populacho vil y desmoralizado! ¡ Casi en carnes.... y la gratitud calla tímida; y la piedad ensordece; y nadie osa venir ofreciéndole una triste mortaja!.... Un negro, uno de sus antiguos esclavos, se allega al anochecer al cadalso, recoje respetuoso el cuerpo de su señor, y corre á depositarle en una capilla de la iglesia de la Merced.

Almagro murió á fines del año 1538, á los sesenta y seis años de vida, segun varios autores, bien que no falta quien le da mas de setenta. Mantúvose celibato, pero tenia un hijo que llevó su mismo nombre, y fue enviado á Lima, donde, de acuerdo con los partidarios de su padre, allí señalados con el apodo de Chilenos, tramó la conspiracion que trajó á Francisco Pizarro el mismo fin que él habia aplicado á su antiguo socio, á aquel á quien sin duda era deudor de su personal engrandecimiento.

CAPITULO XII.

Emprenden nuevas conquistas otros cabos españoles.

Encargásele á Valdi

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- Su salida

divia la de Chile. · Cuanto le cuesta el hacerse con soldados. del Cusco, y su llegada á Atacama en donde rompe el acuerdo celebrado con Pedro Sanchez de Hoz, quedando dueño de la expedicion. Entra en el valle de Copiapo y le declara posesion de la corona de España.-Su marcha á través del pais. Batalla en el valle de Chile. Llega á las llanuras de Mapocho.

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(1539-1541.)

El triunfo de Pizarro en las Salinas, sobre descartarle de un rival que le disputaba el gobierno del Perú, hubo de traerle tambien el gran número de oficiales y de soldados que seguian la bandera de Almagro; mas como reconociera cuanto importaba un severo castigo en los principales delincuentes, así para el mantenimiento de la disciplina, como para impedir nuevas revueltas, determinó que los vencidos, diseminados entre los vencedores, pasasen á emprender nuevos descubrimientos y conquistas para la corona de España; medida muy acertada pues que con ella se precavia contra nuevas guerras civiles que el resentimiento, ó el deseo de venganza, suelen promover, con el furor que siempre visten las reacciones.

Gomez de Alvarado fue encargado de la conquista de Guanuco; de la de Conchuco Francisco de Chaves; Pedro de Vergara marchó á la de Bracamores; á Juan Perez de Vergara se le ordenó la de Chachapoyas; la de Mullubamba cupo á Alonso de Mercadillo, y por fin la del alto Collao á Pedro de Candia.

Todavía pensó Pizarro en cargar de nuevo contra Chile,

HISTORIA.

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no obstante el terrible revés y los desastrosos resultados de la primera tentativa; porque allí era donde la fama se empeñaba en mantener inagotables tesoros, hasta tal punto pregonados que el rey de España, deseando poseerlos, hizo que don Pedro Sanchez de Hoz pasase desde la península al Perú, encargado particularmente de la conquista de doscientas leguas de pais al sur del precedente.

No reconoció Pizarro en ese sujeto las prendas necesarias al intento de una obra tan importante, y por consiguiente echó mano de Pedro de Valdivia, hombre muy capaz, y cuya fidelidad se habia probado en la airada contienda que con Almagro se acababa de cumplir. En efecto, era Valdivia el caudillo que para semejante empresa mejor convenia, porque sobre muy militar, y traer practicado este arte desde su niñez, habiendo asistido á las guerras de Italia, á la toma de Milan, y á la batalla de Pavia, en que fue hecho prisionero el rey de Francia Francisco I°, se hallaba ya en América desde 1535, distinguiéndose en la conquista de Venezuela, y por último pasando al Perú desde que se hizo teatro de las singulares proezas, en busca de las cuales andaban él y otros guerreros con el mismo anhelo, el propio entusiasmo que en las guerras contra Granada se mostrara; con igual deseo de señalarse en prodijios de valor.

En mas de un lance debió probar el suyo Valdivia, puesto que le vemos maestre de campo de Pizarro desde que el levantamiento jeneral de los Indios, con Manco Inca á la cabeza, puso al jefe español en la necesidad de diseminar todas sus fuerzas, distribuyéndolas entre sus hermanos, para que cada uno, en distinta direccion, fuera contra las facciones peruanas. Así es que una vez

resuelta la conquista y colonizacion de la Nueva Toledo que Almagro abandonara, Pizarro se sirvió de Valdivia en uso de las facultades que se le tenian conferidas por real cédula de 1537, aunque, no queriendo parecer opuesto á la voluntad soberana, causa cierta de comun descontento, le asoció el ya nombrado Pedro Sanchez de Hoz, quien hubo de tomar el formal compromiso de procurarse á sus expensas en la ciudad de Los-Reyes, cincuenta caballos, doscientas corazinas, y un buen surtido de objetos para el equipo de los soldados; y todo esto en el espacio de cuatro meses, segun así se estipuló en 28 de diciembre de 1539.

Con admirable actividad empezó Valdivia las levas, para la proyectada campaña, desde que se le comunicó el cargo superior de la expedicion contra Chile, pero los desastres de la primera vivian todavía en el angustiado pecho de los moradores del Cusco; eran tambien la mayor parte antiguos compañeros del desventurado Almagro, y por consiguiente, no solo se negaban al llamamiento de Valdivia, aunque conocida andaba en él la fama de soldado activo, bizarro y lleno de juicio, sino que reprobaban con desabridez el empeño de esta segunda empresa, ponderando, á par que la estrema pobreza del pais, la sin igual valentía de los Chilenos, quienes, si por fortuna pudieran ser vencidos, jamás consentirian mantenerse subyugados.

Vestian estos clamores un tono de tan singular convencimiento, que ni los sectarios de Valdivia lograban fruto alguno en sus dilijentes esfuerzos tras brazos que vinieran á ayudarlos en la conquista, ni la ambicion española salia del profundo letargo en que el desengaño y los reveses la habian hundido. De suerte que, al cabo de inau

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