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Comprendió perfectamente Valdivia las consecuencias del proceder, y sin perder instante se preparó á usar de violencia, dado que con la persuasion no viniesen los Indios á partido; y una vez que hubo arengado á su tropa marchó con ella á punto muy bien escojido, y harto inmediato al en que los Indios se hallaban reunidos. Cuando á la mañana del siguiente dia iba á romperse el ataque contra la asambleà toda, se le dijo al jeneral español que tres huerquenés, ó enviados, provistos de flechas, guarnecidas de un lazo azul, que era la señal de paz, demandaban parlamento. Queriendo dar á la negociacion cuanta importancia era del caso, se puso al instante en armas toda la milicia, rodeóse Valdivia de su oficialidad, y, descorrido con majestad y pompa el real estandarte, ocurrió la introduccion de los tres embajadores, precedidos de la banda de tambores y atabales. Anduvieron escasas las palabras, pero muy llenas de sencillez, diciendo los Indios que sentian no haber sido mas exactos en venir á rendir homenaje, en prueba de la amistad que con Almagro tenian de antemano pactada, cuya amistad renovaban, y prometian contribuir desde aquel dia con cuanto fuera menester al sustento de la columna.

Sintió Valdivia un contento interior casi difícil de reprimir, porque esta nueva prueba de paz y de sumision de parte de los habitantes arguia muy en favor de la empresa; pero sobradamente astuto disimuló cuanto pudo, y respondió á los tres Indios reprendiendo con aparente gravedad su inhospitalaria índole, y como si solo cediera á las vivas instancias de sus propios oficiales pronunció el perdon en nombre del rey Cárlos V, no sin exijir se le trajese un buen número de Indios destinados al trasporte de víveres y bagajes.

Dándose en seguida recíprocas muestras de paz y de concordia, pasaron los tres Indios embajadores á visitar el campo de los Españoles, que la curiosidad es característica de las tribus salvajes; y no supieron cual era mas de admirar si la gallardía de los caballos, el brillo de las armas, ó la orijinal variedad de los trajes, hasta que cumplidamente satisfecho su deseo, pensaron en probar la sinceridad de su sumision yendo en busca de cuanto la tropa habia menester para el sustento.

Como quiera, no respondian los naturales al principal objeto de los que seguian la expedicion, codiciosos todos y sedientos de ese oro que tantas empresas provocaba; y como este proceder, si acaso naciera de una inocente indiferencia, pudiera tambien ser resultado de calculado intento, los invasores se apresuraron á poner de manifiesto gran porcion de chaquira, de cañutillo, de cuentas de diferentes formas y colores, de agujas, y de otros objetos muy á proposito para deslumbrar y atraer la inocente curiosidad de aquellos rústicos habitantes, quienes al momento concurrieron al cambio con diferentes trozos de carbonato, de silicate de cobre, de insignificante precio (aunque grande le creyeran los Españo→ les, tomándolos por turquesas (1) merced al hermoso azul que vestian), y con oro en grano ó en polvo hasta en cantidad de unos. mil quinientos pesos.

Satisfecho ya Valdivia de la amistad de los habitantes de aquel pais, y ansioso de conocer otros nuevos, determinó su partida, y al instante se encaminó hácia las

(1) Pretende Ovalle que la palabra Copiapo significa sementera de turquesas, pero dudamos que así sea, no obstante creer probable que de ahí han tomado ocasion varios autores, despues de Herrera, para asegurar grande abundancia de turquesas en el valle de Copiapo.

provincias australes, con tanta mas seguridad, como que el cacique de la tribu habia surtido todos cuantos mantenimientos y enseres fueran de desear hasta llegar á la tribu inmediata, y ademas cuatrocientos ganapanes (1) para trasportar los equipajes, que los tamenes peruanos habian conducido hasta Copiapo, y estos fueron inmediatamente armados para entrar tambien en funcion, si la necesidad lo exijiera. Toda esta cautela necesitaba Valdivia, no obstante las muestras de sumision de los Copiapos, pues no desconocia que Almagro halló entre ellos un loco entusiasmo, cuando para él solo habia parecido una tarda y, por tanto, dudosa visita.

La marcha revistió tambien esta vez el pomposo y marcial carácter que tanto influyera en el ánimo de aquellos Indios meticulosos, y por entre los cuales se desfilaba con bandera desplegada, tambor batiente, y repetidos cañonazos, entre cuyo trueno se perdia el ventempi de los naturales, expresion de despedida hija, no de una afectuosa y sincera amistad, ántes de un odio, aunque concentrado, violento.

No fue larga la jornada primera, porque se perdió mucho tiempo en los preparativos de la marcha, pero continuóse á la madrugada del siguiente dia con direccion al valle de Huasco, á cuyo punto llegó la tropa sin ningun accidente; pasando en seguida por Petacas, Travesía, Boqueron, Yerbabuena, Carrisalillo, Portezuelo de Capote, hasta acampar en Paitanas, á cuyo punto concurrió dilijente el cacique Marcandei, nieto del que Almagro condenó á las llamas, ofreciendo á Valdivia, en su nombre y en el de otros varios personajes que le

(1) Entre los Peruanos y algunos otros pueblos de la América se llaman tamenes; en Chile mancun.

acompañaban, á mas de respeto y sumision, todo cuanto pudiera ofrecérsele durante su permanencia en el pais.

Ocho dias solamente se mantuvo Valdivia en este punto, y como al cabo de ellos se le dieran provisiones y brazos para continuar el viaje, licenció los tamenes de Copiapo, despues de haberles regalado algunas joyuelas, y se encaminó para Coquimbo por Quebrada Honda, Chañeral, Quebrada de los Choros, hasta Yerbabuena, en donde se le participó que el cacique Huelquemilla deseaba fuese á campar en una ramada que para toda su jente tenia ya preparada. Cuadróle á Valdivia la propuesta, y fue á sentar sus reales contra las márjenes del rio, no distante del mar sino unas cinco á seis leguas; pero al cabo de tres dias se volvió á poner en movimiento, dirijiéndose por las Lagunillas, Rio de Limari, y Rio de Chuapa, reparando, no sin extrañez é inquietud, que los habitantes no concurrian á ofrecérsele, ni con mantenimientos para la tropa, antes parecian en todo el tránsito desde aquel último rio hasta el de Longotoma, mas dispuestos a hostilizar, que no á alargar una mano hospitalaria, haciéndose por tanto muy necesaria la prudencia, una exquisita cautela en la marcha, y grande actividad y vijilancia de parte de las guerrillas avanzadas, á fin de reconocer el campo, tantear la intencion de los Indios, y precaver á la jente de emboscadas y de sorpresas.

Dos dias pasó Valdivia á orillas del Longotoma apercibiéndose para rechazar cualquier acometimiento de los Indios, pues con fundamento le esperaba desde que se le anunció la fuga del cacique con todos los hijos de aquella tribu, y no menos vijilante que activo, pasó durante la noche á espiar la conducta de los Coquimbanos, de la cual tanto desconfiara. Seguíale en esta nocturna

ronda don Pedro de Miranda, sujeto bastante práctico en la lengua del pais, y acercados á un cierto corrillo de salvajes, pudieron oir como los moradores del valle de Chile, hoy llamado Aconcagua (1), se andaban concertando, para oponerse esforzados á la invasion de los Españoles.

Esta novedad, enteramente de acuerdo con otros precedentes, hubo de aconsejar al jeneral la necesidad de proceder inmediatamente á la fundacion de su colonia, entre defensas capaces de resistir toda irrupcion y como se le hubiese ponderado aventajada posicion la risueña y fertil llanura de Mapocho, resolvió pasar á establecerse en ella; pero era preciso ejecutarlo dirijiéndose hácia el regazo de las Cordilleras, que solo así podia evitar el choque con los naturales; ó ir sino resueltamente á combatirlos, á ver si por medio de una cumplida victoria, y con un aparente terror, llegaba á intimidar el inconsiderado arrojo de tan numerosos, aunque débiles enemigos.

Este último plan fue el que prefirió toda la oficialidad de Valdivia en consejo que al efecto se tuvo, como que era el que mas se armonizaba con su intrépido y belicoso carácter; por consecuencia se emprendió la marcha contra los Chilenos ya reunidos en el vasto valle de Chile, segun razon dada por algunos espias, que cayeron en manos de las avanzadas españolas. Valdivia hizo algunos presentes á los espias, y se sirvió en seguida de ellos para decir al cacique Michimalonco, toqui ó jefe de los Indios, que se rindiese á tratos de paz y de amistad, de lo cual habria ventajas para ambos bandos, cuando la

(1) Valdivia le llama Conconcagua en su correspondencia con Carlos V.

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