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guerra no dejaba esperar sino desastres; pero el cacique no quiso responder, y fue ya necesario que Valdivia legalizara con las armas su tan atrevida cuanto injusta invasion.

Aparejados, pues, los partidos para el combate, al cual corrieron los naturales muy engalanados con vistosas plumas, provistos de flechas, de hondas y de mazas, y dada la señal, comenzó la funcion, que ciertamente no fue muy sostenida, ni era de esperar lo fuese entre enemigos demasiado numerosos por una parte, mal hallados con la disciplina, bisoños en la táctica, cuando en la contraria sobraban habilidad, valor, y gran superioridad en las armas así es que acosados los salvajes en todas direcciones pronto se declararon rotos, y en pavorosa fuga, no sin dejar en el campo gran número de muertos y de heridos, con otro no menos considerable de prisioneros, á quienes se les dió inmediatamente libertad, fuera de unos cuatrocientos que se reservó Valdivia, para trasportar los bagajes, y con esto poder licenciar á los Coquimbanos. .

Tras esta sangrienta refriega fueron los Indios á refujiarse en las breñas del seno de aquellas sierras, dejando de libre paso el rio de Aconcagua; pero quedó Valdivia en aquel campo el tiempo que se hizo necesario para aplicar á los heridos prisioneros los auxilios que su posicion reclamaba, con el mismo interes que el que se tuvo respecto á los Españoles que de aquella lucha salieran maltratados: cumplido lo cual se emprendió la marcha por Tapihue, cuesta de Zapata, Mallarauco, Talagante, etc., hasta llegar á la vasta y deliciosa llanura de Mapocho, en donde se habia de establecer la colonia.

No era posible dar con una posicion mas ventajosa,

ni de mas encantadora perspectiva; era una campiña de doscientas leguas de superficie, partida por medio de verdosos collados, y por entre los cuales corren dos caudalosos rios cuyo manantial rompe en la frente de las encumbradas Cordilleras con tan rápida declinacion, que convida con abundante riego á todo aquel vasto territorio, y por consiguiente con lozana vida á los productos de la agricultura.

CAPITULO XIII.

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Resuelve Valdivia establecerse á la falda del cerro Huelen. — Concédenle un término y toma posesion de él. - Funda la ciudad de Santiago. Instala

cion del cabildo y nombramiento de capitulares. — Estratajema de los Indios para deshacerse de los Españoles. — Noticia de la muerte de Pizarro, y cual sensacion causa. Valdivia nombrado gobernador de Chile por el cabildo y el pueblo. — Pasa á la embocadura del rio Chile para fabricar un bergantin. Conspiracion en Santiago contra la vida de Valdivia. - Vuelve este á la ciudad. - Cinco conjurados en la horca. Los Indios asesinan á los Españoles ocupados en la construccion del buque.

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( 1541.)

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Valdivia fundaba grandes esperanzas para el porvenir de su colonia, rejistrando con escrupuloso interés aquella inmensa llanura. Andaba en busca de un punto donde levantar su ciudad, y hubo de parecerle muy á propósito un terreno propio del cacique Huelen-Guala, contra las márgenes del rio Mapocho, cuya acertada eleccion aprobaron sus oficiales no menos que las personas de cierto viso en la expedicion. El terromontero de Huelen, que hoy se llama cerro de Santa Lucia, era ciertamente por su forma, como por su aislamiento y proximidad al rio, de una importancia suma, de una posicion militar harto aventajada para defendida cuando la necesidad lo mandase; pero Valdivia, siguiendo la política de la época, solicitó amistosamente la concesion de aquel terreno, empleando la persuasion, y no escasas promesas, todo con el fin de atraerse la voluntad de los naturales, y dar á la invasion un viso de legalidad cuya sancion descansaba en la intolerancia relijiosa.

Anunció, por consiguiente, una junta jeneral á que fueron invitados la mayor parte de los caciques del contorno, que concurrieron mas por temor que por voluntad, y la junta se celebró á principios de 1541. Valdivia desplegó esta vez cuanta pompa su aislada posicion le permitiera, poniendo toda su jente en armas, y colocándose con toda su oficialidad, relijiosos y sacerdotes que le seguian, en un lugar harto elevado para descubrir y dominar los contornos. Comenzó la ceremonia; los caciques eran recibidos á son de cajas y atabales, notándose entre los concurrentes las personas de HuelenGuala, dueño del terreno que tanto se ambicionaba, Gualaguala (1) cacique de la parte superior del rio Mapocho, Yncageruloneu, cacique de los cerrillos de Apochame, Millacura, cacique de las playas del rio Maypú, etc.; todos ellos con adorno de ricas y vistosas plumas en la cabeza, y en la mano un ramo de voyghe (2), símbolo de paz, y todos pasando por entre filas hasta tomar asiento al lado del jefe español, que presidia este parlamento (3).

Concluido el recibimiento, tomó Valdivia la palabra, y recitó de un cabo al otro el interminable discurso que, de órden real, habia formulado de antemano el doctor

(1) Tambien la dehesa se llamaba Gualaguala.

(2) Hoy lleva este árbol el nombre impropio de canelo, y los botanistas le llaman drymis chilensis.

(3) Ese nombre se ha dado á las juntas, ó reuniones diplomáticas habidəs entre los Españoles y los Indios. Llegaron á hacerse muy frecuentes despues, y eran de ley, por decirlo así, cada vez que ocurria la llegada de un nuevo gobernador á Chile, con el cual se renovaban las protestas de una paz que las vejaciones de los Españoles de la frontera por una parte, y la mala fe de los Indios por otra, hacian con frecuencia sospechosa. Ya tendremos ocasion de notar los resultados de cada uno de estos parlamentos, y lo que corresponde al ceremonial vendrá cuando pintemos los usos y costumbres de los Arau10

canos.

1. HISTORIA.

Palacios Rubios, para que los conquistadores supiesen como habian de hablar con ocasion de posesionarse de algunos terrenos. Allí se trataba de nuestra jenealojía; del poder espiritual y temporal de los papas, de la concesion que el uno de ellos habia hecho á los monarcas españoles de todos los paises de la América, y al que debian los Indios sumision y vasallaje, si no querian mas una guerra continua, durante la cual verian sus campos talados, sus mujeres é hijos traidos á la esclavitud. Estas amenazas venian doradas con palabras de caridad y de consuelo, que propendian á encarecer los placeres de la vida social, y el cuadro venturoso de un porvenir hasta entonces ignorado en aquellas rejiones; beneficios que solo serian adsequibles consintiendo el establecimiento de los Españoles para que, haciendo comunes con los naturales sus luces, sus esfuerzos, sus tareas y sus afecciones, llegaran á desarrollarse todos los elementos de la prosperidad. He ahí porqué, decia Valdivia, si se nos otorga el terreno que pertenece al cacique Huelen-Guala, se le darán en cambio, así como á sus Indios, las tierras de los Mitimaes del Inca en el término llamado Talagante.

Vino en apoyo de estas pretensiones el cura Marmolejo,cuyo discurso interpretó Fray Antonio Rondon, notando cuidadoso las ventajas de una relijion fundada en la moral y en la fraternidad, y la única que habia de conducirlos á la bienaventuranza.

El lenguaje no dejó de chocar á los caciques, y mas cuanto menos pensaban ellos en que aquellos extranjeros querrian establecerse en el pais, antes se habian figurado que la reunion no importaba otro objeto sino el de reclamar viveres y algunos Indios de carga para conti

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