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Así es que apenas tomó tierra, cuando envió á Santiago el parte de su arribo, por medio del primer pescador que pareció en el puerto; y algunos dias despues ya tenia á su lado infinitos sujetos venidos para informarle de todo lo ocurrido en la colonia durante los diez y siete meses que ausente de ella estuvo.

CAPITULO XVII.

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Gobierno de Francisco Villagra en ausencia de Valdivia. Conspira Pedro de Hoz y muere decapitado.-Administracion de Villagra.-Vuelve del Perú Juan Dávalos Jufré, y Villagra pasa á este pais. Levantamiento de los Indios del norte. Incendio de la Serena. Cuarenta Españoles degolla

dos.

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Medidas para detener las consecuencias de ese suceso. Vuelta de Valdivia á Chile. Recibimiento que se le hace como gobernador del pais. Sus tareas gubernativas. Manda que Francisco de Aguirre pase á reedificar la Serena. Se abastece de cuanto es necesario para cumplir una expedicion militar á la parte del mediodia. - Medidas de precaucion para la seguridad y el órden de la ciudad. - Acontecimiento que por poco no le cuesta la vida.

(1547-1549.)

Con no poco sentimiento vieron los habitantes de Santiago la ausencia de su gobernador para el Perú, pero no carecia de importancia el motivo, y como en él se fundaran esperanzas de un mejor porvenir, hubo de celebrarse con toda suerte de regocijos públicos. Al nombre de Villagra, señalado para el gobierno interino de la colonia, hay que atribuir esta vez una parte de aquella comun demostracion que los colonos mantuvieron tres dias seguidos con el mayor órden, con verdaderas señales de un puro entusiasmo. Era, en efecto, Villagra un militar muy cumplido y experimentado, y como en muchos casos hubiera probado una inteligencia no comun en el arte de gobernar, en el que siempre se mostró atinado y prudente, todo el mundo aplaudia la eleccion; todos en fin descansaban en la sagacidad de este jefe provisorio, hasta que uno de los colonos salió con pretensiones al mando; las cuales, fundadas ó in

fundadas, cerca estuvieron de desconcertar la armonía que existia entre aquel puñado de hombres, cuyo misterioso instinto los llevó á ser casi los antípodas de su suelo natal.

Fue ese colono Pedro de Hoz, á quien el rey tenia encargada parte de la conquista de Chile por tierra, mientras que Camargo ejecutaria otra por mar (1).

Pizarro, que no debió notar en aquel ni la actividad, ni acaso los conocimientos necesarios al cargo de que venia revestido, dispuso se asociara con Pedro de Valdivia, y este fue quien quedó jefe absoluto de la expedicion, aun sin haber salido del Perú, como ya se ha dicho, por medio de un pacto que entre él y Hoz se firmó en Atacama (2).

Prestóse Pedro de Hoz á este sacrificio con aparente conformidad, pues que se supuso útil y necesario al buen éxito de la empresa; pero de distinto modo juzgaba él interiormente aquel acto, en su sentir violento; y aunque se decidió á participar de la conquista con semblante satisfecho, no supo esconder bastante el secreto de sus fines, mostrando por lo mismo cuanto convenia recelar de sus pasos, y atender con cuidado á su conducta ulterior. Mejor que ningun otro habia penetrado Valdivia las

(1) Llegó Pedro de Hoz al Perú con ese encargo, pero, como se vé, sus operaciones habian de ir á par con las de Alonso de Camargo, quien por disposicion del obispo de Plasencia D. Gutierrez de Varga, salió de los puertos de España con tres bajeles, dirijido al estrecho de Magallanes. El objeto de esta expedicion era, segun lo anhelaban los administradores del Perú, cuya conquista pareciera ya tan importante, el asegurar relaciones directas y continuas, si se llegaba á facilitar el paso de dicho estrecho; pero por desgracia naufragó en él uno de los tres buques; otro tentó el paso vanamente, y tuvo que dar vuelta á España, y el tercero, en el cual iba Camargo, pudo arribar á Arequipa aunque ya lleno de averías.

(2) Con los documentos justificativos irá tambien copia exacta de ese pacto. El orijinal existe en el archivo de las Indias de Sevilla,

intenciones de Hoz, á quien colmó de mercedes y de riquezas en inmensas posesiones y encomiendas, sin que por ello dejara él de andar taciturno, siempre como pensativo y lleno de algun proyecto, dando tambien en que entender durante el terrible conflicto en que la colonia se viera, pues ni concurrió á consolarla, ni á socorrerla; antes miró sus padecimientos con chocante indiferencia, atribuida por muchos al carácter indolente del sujeto, cuando solo era el fruto de un calculado resentimiento.

Como quiera, sospecharon mal de él los amigos del gobernador, y á fin de que en ningun caso pudiera exponerlos á la suerte de una intentona, le apartaron de todo empleo, de toda intervencion, cuyo carácter hubiera de traerle un influjo social de importancia, y quedó, por lo mismo, sin entrada entre los capitulares, sin accion en funciones así de honrosas como eran lucrativas, y hasta casi olvidado de la milicia; lo cual despertó en su alma ese odio mezquino que el débil suele convertir al instante en una implacable sed de venganza.

No fue otra cosa lo que Pedro de Hoz llegó á experimentar entonces. Pretenden varios historiadores que en la conjuracion de los Almagristas, cuando Valdivia pasó á Concon para hacer construir un buque, su parte tuvo tambien Pedro de Hoz, y que aquella quedó sin resultado por no tener este hombre entereza y denuedo; pero á vista de lo poco que hubieron de influir sus manejos en los ánimos, nada le convenia como aplazar, para mejor ocasion, el plan de ir á donde su vanidad y su ambicion le llamaban.

Demasiado conocia él cuanto respeto, cuan grande aprecio sentian los colonos por Valdivia, y no le era menos patente la sagacidad con que este sabia descubrir

cualquiera trama, para cargar en los criminales con inflexible severidad. Esto, por una parte, y su incapacidad para dirijir una conspiracion, por otra, llegaron á hacerle tímido y circunspecto, y acaso le tuvieran apartado de sus pretensiones, si el gobernador, al ausentarse de Chile, no viniera llamando á Villagra al desempeño de un puesto que Hoz creia ser de su inmediata pertenencia, ni reparara en otras injusticias que como de propósito ocurrieron para acabarle de exasperar.

Tambien parecia la ocasion oportunísima. El hombre de prestijio estaba ya ausente; en la colonia no faltaban descontentos, y el número de estos se aumentó con el modo algo ilegal de que usaba Valdivia para procurarse medios pecuniarios destinados á los gastos de su expedicion, aunque sabia siempre dorar estas demandas, trayendo á cuenta el bien público. Sin embargo, en una sociedad donde, por decirlo así, dominan el fastidio, los trabajos y las privaciones, el mas insignificante disgusto asoma presentando temores y riesgos, y suele concluir desquiciando el órden y la paz. Hartas pruebas tenia dadas Villagra de su saber y tino, y lo mismo de sus buenos deseos por la equidad y la justicia, mas esto sin prestijio no era suficiente, y el prestijio no es cosa que se granjea en un dia aunque uno se vea ejerciendo la primera autoridad. Era, pues, precaria la posicion del gobernador interino, y Pedro de Hoz quiso aprovechar de esta coyuntura para derribar el gobierno, y asentarse sobre las ruinas, valido del nombramiento que del rey recibiera con autorizacion de cumplir por sí la conquista de Chile. Fue ventura para la colonia el que, al querer ejecutar el plan á este efecto propuesto, se vió que la combinacion era soberanamente descabellada, y por

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