Imágenes de páginas
PDF
EPUB

circunstancias adoptaron los Españoles, irritando hasta tal extremo el carácter sensible de los Indios, que aun los que se les mantenian fieles y aliados debieron pensar en hacerles cruda guerra. La inquietud era, pues, universal, y todo indicaba como muy inmediato el dia de un alzamiento en masa, pues hasta en el mismo Santiago penetraban espias que contaban el número de los que podrian defender la ciudad, para atacarlos con mayor confianza y seguridad. La ausencia de Valdivia y de Villagra daba mucho aliento á los Indios; eran los dos jefes que mas terror les infundian; no se les ocultaba que en la colonia reinaban piques y desavenencias capaces de desquiciar la armonia social, y como era tan reciente el sacrificio de los cuarenta ó cuarenta y tres Españoles degollados en las provincias del norte, el patriotismo de los Indios habia subido de punto hasta la esperanza cierta de que era llegado el momento de purgar su pais de aquellos extranjeros audaz é injustamente en él posesionados.

Esa fermentacion, ese entusiasmo que los Indios mostraban por todas partes, como queriendo proseguir hasta el fin las ventajas con que comenzaron las hostilidades, llevaron al alma de los colonos una inquietud, un recelo desesperado, pues aunque contaran ya ocho meses de una tranquilidad no interrumpida, todavia guardaban todos los moradores recuerdos muy tristes de sus pasadas vicisitudes, de sus peligros y privaciones, y temian se renovaran esta vez si acaso no cayeran con mayor rigor. El cabildo, que siempre se mostró activo y vijilante, ansioso de contener los desastrosos efectos de una insurreccion jeneral, recurrió á medidas que pudieran infundir espanto y terror; y despues de haber autorizado al alguacil mayor Juan Gomez para que, sin distincion

de personas, hiciese obligatorio el servicio público, se le ordenó salir en busca de Indios de paz ó de guerra; y los infelices que caian en sus manos eran condenados al tormento, hasta declaracion de lo que supieran respecto á los proyectos de sus compatriotas (1).

Tal y tan violenta era entonces la posicion de los Españoles.

Corre en esto la noticia del arribo de un bajel á Valparaiso, en el cual venia el gobernador don Pedro de Valdivia, y al paso que el suceso, tan fausto como inesperado, llena de júbilo y de entusiasmo á la colonia, creyéndose salva de peligros y de temores al abrigo de un jefe que tan á propósito venia á decidir la suerte, que se entrega loca de gozo á todo género de regocijos, en los Indios se acrece, al contrario, el pavor; conocen por experiencia el audaz aliento de Valdivia, su prodijiosa actividad; piensan que con él no dejará de venir un número considerable de soldados, y desesperando de ver coronados sus esfuerzos, todos huyen zozobrosos y dispersos á lo mas recóndito de los bosques.

Mes y medio permaneció Valdivia en Valparaiso, á cuyo punto abordó, al cabo de doce dias, el bajel que en el Callao habia dejado; y pocos despues entró tambien en la propia ciudad su lugarteniente Francisco de Villagra, de vuelta de las provincias del norte, á las que habia corrido, como ya vimos, para apagar la revuelta de los Indios, y castigar su audacia. Tras la primer conferencia ocurrida entre estos dos jefes, Valdivia despa

(1) Dice el cabildo en acuerdo de 13 de marzo de 1549, acerca del alguacil mayor: «Y que pueda salir de esta ciudad siéndole mandado por nos á tomar » lengua de los que ai en la tierra, y para ello pueda tomar qualquier Indio » de qualquier repartimiento sea de paz ó de guerra, y lo atormentar y quemar » para saber lo que conviene se sepa en lo tocante á la guerra.

chó para Santiago á Jerónimo de Alderete, con los suficientes poderes y encargo de darle á reconocer por gobernador de Chile, en nombre de S. M., y de prestar, en el suyo propio, el juramento de costumbre ; cumplido lo cual se trasladó á la capital de cuyo recinto faltaba ya diez y ocho meses. Concejales, empleados civiles y militares, poblacion, todo el mundo salió al encuentro de este ilustre personaje, que fue recibido, el 20 de junio de 1549, con señaladas muestras de cariño y de singular respeto, acompañado, ante todas cosas, á la iglesia donde solemnemente se tributaron gracias de reconocimiento al Todopoderoso por tan feliz regreso, y seguido despues hasta su morada, en la que, cí presencia del cabildo, renovó el juramento que en su nombre habia prestado Alderete.

Con sobrado celo se habia dedicado Villagra, durante su administracion, al arreglo de la policía urbana; pero eran muy escasos los elementos de que al efecto pudo disponer por otra parte el carácter turbulento de los Indios le tenia enteramente distraido, y apenas si llegara á trazar las primeras y mas esenciales reformas de una administracion que la llegada de Valdivia y los recursos que traia consigo hicieron mas regular y mejor entendida. La hacienda sobretodo contaba ya tres empleados de nombramiento del licenciado Pedro de la Gasca, los cuales habian de dar á este ramo de administracion una forma metódica y expeditiva, haciendo de tesorero Jerónimo de Alderete, de contador Estevan de Sosa, y de veedor (1) Vicencio de Monte (2).

(1) Este nombre tuvieron en lo antiguo los miembros del consejo de hacienda.

(2) Víno á Chile de capitan de una galera con abastecimientos para la co

El licenciado Antonio de las Peñás era tambien un sujeto de mucha utilidad para la colonia, por sus esmerados conocimientos en el derecho, y por el tino con que de ellos solia usar. En los primeros años de gobierno, mas de una vez habia reconocido Valdivia lo mucho que le importaba tener á su lado un asesor, ó consejero, con quien poder resolver la gravedad de ciertos asuntos; y como esto le hiciera desear el hallazgo de una persona capaz de desempeñar tan importante encargo, parecióle muy á propósito Antonio de las Peñas, y el 8 de julio de 1549, le nombró justicia mayor, para que administrase la de toda la república, aunque con apelacion de sus acuerdos á la real audiencia de Lima, siempre que los negocios fueran de alguna importancia. Este juez prestó su juramento ante el cabildo, cuya corporacion intervenia en todos los actos gubernativos, y la ceremonia debió ocurrir en la iglesia; porque ya hemos dicho que en ella se celebraban las sesiones de los concejales, tres veces por semana, y despues de la misa mayor. Pero reconociérase entonces la inconveniencia de este santo lugar para tales reuniones, en las que acaso no se guardara la mesura tan escrupulosamente como era menester, ó fuera otro el motivo, ello es que se determinó concurrir en adelante á la casa de Francisco de Villagra, ausente ya de la colonia, y esta medida no fue del agrado de Antonio de las Peñas; antes pretendió que tales juntas debian celebrarse en su propia morada, y por tanto no quiso asistir á la que el cabildo habia escojido.

lonia. Acompañáronle su esposa y una hija, con otras seis señoritas hijas de otros conquistadores. « Para que casándose en esta tierra hiciesen vecindad y >> fun lasen nobleza con las personas principales de aquellos conquistadores. » (Título de encomienda de Aguirre.)

Entre otras disposiciones que dieron al gobierno político de la colonia una base mas lata y mas duradera; hay que contar las ordenanzas de policía y de minas; las que sirvieron de freno á la codicia de los mercaderes; las que atendieron á la conservacion de montes y plantíos, prohibiendo las cortas; y una, en fin, por la cual quedó la ciudad de Santiago declarada capital de todo aquel pais.

No se mostraba Valdivia menos atareado que el cabildo. Dejando á un lado las medidas de detalle, atendia á la organizacion en globo, echando mano de todo cuanto pudiera contribuir al fomento de su nueva sociedad; y como comprendiera que este venturoso resultado no se habia de lograr sin tener relaciones abiertas con el Perú, á merced de un punto intermedio, vino en resolver que la Serena fuese de nuevo reedificada. Francisco de Aguirre fue el hombre que el gobernador escojió para llevar á efecto este importante proyecto, y no hay duda que ningun otro podia responder tan aventajadamente como Aguirre, á las miras de su jefe.

Desde luego debia Aguirre atacar á los Indios, rechazarlos hasta lo mas extremo de sus guaridas, y hacer de suerte que nunca pudieran ofender, ni renovar el ejemplo de la atroz traicion con que incendiaron aquella aldea. El 26 de julio de 1549, salió de Santiago este caudillo, con una corta division (1), y despues de una multitud de refriegas, todas ellas desastrosas para los Indios, vino á levantar la nueva poblacion á orillas del rio de Coquimbo, mucho mas cerca del mar que la anti

(1) No señala Valdivia en sus cartas el número de los soldados que siguieron á Aguirre. Los autores andan en este punto discordes; pretenden unos que fueron treinta, otros suponen setenta, y en un título de encomienda de la familia de Aguirre se dice que ochenta.

« AnteriorContinuar »