Imágenes de páginas
PDF
EPUB

como él decia entónces, á la inspiracion divina que le aseguraba coronar sus esfuerzos, persistió en las pretensiones.

Salió, en esto, la corte de Simancas encaminándose contra Granada, á cuyo punto le siguió el célebre Genovés, entrando á parte en muchos lances, y hasta en la toma de aquella capital, que tan inm arcesibles glorias reportó á las armas castellanas. Este importante suceso produjo en toda la España una relijiosa veneracion por sus reyes, y fue celebrado con fiestas y regocijos de todo jénero, en tanto que la corte, establecida en Santa Fe, daba, entre muestras de lucido aparato y suntuosa pompa, un justo desahogo al lleno de sus satisfacciones. Perdida la atencion de Cristoval en el anchuroso espacio de su jigantesco proyecto, si acaso logró distinguir esas demostraciones de jeneral contento, fue solamente para presumir inoportunas á sus fines aquellas circunstancias; y como se viera olvidado y desatendido, resolvió pasar á Francia, y probar sus pretensiones en esta corte. Salió con este objeto de Santa Fe, sin que los ruegos, ni las reiteradas instancias de sus amigos, lograran de-tenerle; pero hablaron estos inmediatamente á la reina con tal eficacia que se despachó un mensaje ordenando regresase Colon á la corte, y alcanzado á dos leguas de ella, hubo de obedecer, no sin desconfiar de la realidad de la voluntad soberana; de quien en breve recibiera distinguidas pruebas de aprecio, y la solemne promesa de adherir á su súplica, y aceptar sus condiciones.

Fernando, cuyas miras ambiciosas tanto halagara en sus principios el proyecto de Colon, mirábale ya con indiferencia, porque, consecuente con su política incierta y recelosa, le pareció oportuno dejar como definitiva la

sentencia de los doctores de Simancas; pero diósele á la empresa un carácter puramente relijioso, y esto le decidió á tomar una parte, sino directa, porque se habia de ejecutar á espensas de la Castilla, bastante á promover y facilitar los medios de realizarla.

Firmáronse, en consecuencia, convenios harto lisonjeros para Colon, y como dejara sentado Toscanelli que los primeros descubrimientos habian de ser la isla de Cipango (el Japon), y los misteriosos reinos de Cathay, y de Mangi, tan maravillosamente bosquejados por Marco Polo, y que tantos tesoros rindieran al comercio de Génova y de Venecia, cuya opinion fuera entónces de comun asentir; los monarcas españoles ministraron al ilustre marino recomendaciones para que el gran Khan se dignase dispensarle su soberana proteccion hasta el feliz término del viaje.

Todavia fueron mas señaladas y positivas las mercedes con que Isabel honró á su digno ahijado, cuyas luces y extraordinarios juicios la traian enajenada, pues queriendo probarle, no tanto el interés con que asistia á la empresa, sino el que sentia en obsequio del porvenir de su familia, hizo á su hijo Diego paje del príncipe Juan, heredero presuntivo de la corona; honra reservada hasta entonces para los jóvenes de ilustre cuna, y que llevó al alma noble y jenerosa del marino un puro gozo, un sentimiento de eterna gratitud.

Tales fueron los auspicios que acompañaron á Colon hasta el puerto de Palos, en Andalucía, cuyo punto le fue destinado para disponer lo necesario á su importante, y no menos arriesgada empresa.

CAPITULO III.

Da Colon con nuevas dificultades. Logra vencerlas con los jenerosos esfuerzos de Martin Alonso Pinzon, y sus dos hermanos. Su partida del puerto. Descontento de la tripulacion : esta se rebela. Colon el primero que descubre tierra.

Merced á la paciencia, á la perseverancia, y á las luces de Colon, ya prevaleció la idea que en su mente traia despues de veintidos años, y por cuyo triunfo consagró diez, sustentándola con el fuego de un irresistible convencimiento, contra los violentos ataques de los seudo-sabios, cuya preocupacion, vanidad y amor propio, tan humillados dejaran los exquisitos conocimientos cosmográficos del descubridor de un nuevo mundo.

Como quiera, no ha agotado todavia el célebre Colon el cáliz de sus amarguras. Un terror pánico se apodera de toda la tripulacion, cuyos temores no logran disipar las astutas razones de un jefe tan práctico y versado en la naútica, que demuestra cuanto aquellos son infundados, cuanto los peligros disminuyeran desde el descubrimiento de la brújula, y la aplicacion del astrolabio al arte de navegar; ni tampoco la elocuente persuaviva con que concurrió á robustecer esos argumentos el Prior del convento de la Rábida, F. Juan Perez. Y problamente quedara la expedicion sin efecto, á no venir Pinzon y sus hermanos, ofreciendo liberales sus personas y haciendas, en obsequio de una empresa que de dia en dia daba con nuevos obstáculos.

Eran los Pinzones intrépidos y ricos pilotos de Palos, y pasaban por muy entendidos en el arte de la navega

cion, entóncés tan difícil. Sobrado prácticos para dar un justo precio á las ideas de Colon, y, por otra parte, predispuestos de antemano en favor de una empresa que tanto los preocupara, sin esfuerzo entraron en ella; y se presume que, á instancia suya, se obligó Colon á pagar á los marineros la octava parte de los gastos ; cuales fueran las condiciones, no es cosa averiguada. Sábese que aquella familia gozaba mucho crédito ; que poseia varios bajeles; y que tenia á su servicio un muy completo marinaje de probada fidelidad y sumision, todo lo cual sirvió para vencer dificultades, y llevar á efecto un proyecto que parecia cada vez mas problemá– tico.

En el temor de que no se tuviera por muy dispendiosa la ejecucion de su plan, excesivamente modestas habian sido las pretensiones con que Cristoval se acercara á los reyes de España; así es que estos no le otorgaron sino tres carabelas, la mayor de algunas ciento y veinte toneladas, y con cuya mezquina escuadra el célebre Genovés se arrojó audaz á merced de ese misterioso y soberbio océano, mansion, segun pública fama, de los horribles monstruos que aun se ven en los mapas de la antigüedad, y alma de las furiosas tempestades que el espanto se entretuvo en describir.

De aquellas tres carabelas, cuya forma irregular hacia la navegacion lenta é insegura, una sola se viera con cubierta, y en ella entró Colon, dándole el nombre de Santa Maria, bajo cuyo amparo se puso con relijioso respeto. Reservóse la comandancia de las dos restantes para los Pinzones, siendo capitan de la Pinta, Martin Alonso, á cuyo lado iba en calidad de pilotin su hermano Francisco; y de la Niña, Vicente Yañez Pinzon,

otro hermano de aquellos; y cerrado ya, á fines del mes de julio, el número de los ciento y veinte hombres que habian de componer la tripulacion, se aplazó el viaje para los primeros dias de agosto.

Supuesto el carácter sagrado con que convino vestir esta expedicion, fue preciso tributarle nuevamente algunos ejercicios de fervorosa piedad, llevando á los corazones la consoladora uncion de la fe contra los grandes riesgos, y haciendo teatro de esta santa ceremonia el convento de la Rábida, donde Colon hospedara á su paso del Portugal para la España, y al cual concurrió procesionalmente toda la marinería, que mantuvo un muy devoto recojimiento, en tanto que el Prior F. Juan Perez pedia al omnipotente el patrocinio divino para una empresa, cuyo objeto era propagar la relijion.

Tras esta reverente plegaria, cada marinero llevó al tribunal de la penitencia el arrepentimiento de sus culpas; recibió despues el sacramento de la eucaristía, y así reconciliados todos con el redentor del mundo, se volvieron al puerto en el propio órden con que á estos actos asistieran, determinando la partida para el subsiguiente dia, es decir, para el viernes 3 de agosto, en el cual dió vela la escuadra, una hora ántes de salir el sol, entre los ayes y lamentos de los habitantes de Palos, y de otros pueblos, que se despedian angustiados de aquellos de sus parientes ó amigos, unidos ya á la suerte del intrépido Genovés. Un secreto presentimiento parecia anunciar ser aquel el último adios; eran por lo mismo las demostraciones del dolor tan agudas que penetraban el ánimo de los marineros, infundiéndoles desaliento y pesar; pero Colon, cuya sagacidad descubriera cuan funestos resultados pudieran acarrear tantas y tan punzantes con

« AnteriorContinuar »