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dejaban suponer que la dependencia de todo el Chile quedaba asegurada.

Este plan de conquista era ademas muy del gusto del cabildo de Santiago, y por propio interes. La medida de la riqueza de cada particular estribaba entonces en el número de los Indios que poseia como encomendero; y estos Indios no andaban numerosos, sobre todo al norte de Santiago, desde el valle de Aconcagua hasta el páramo de Atacama. Ya se habian quejado de la escasez de brazos para el trabajo, el ayuntamiento de la Serena, y las familias principales de esta poblacion, proponiendo que debieran cumplirse algunas excursiones á la parte de las cordilleras para recojer trabajadores; por tanto los deseos de unos, y las necesidades de otros allanaron al instante cuanto para la empresa pareció de útil y conveniente acopio, y se resolvió la expedicion.

En mejor y mas pronto resultado, fue esta determinada por tres distintos puntos invadiendo á la vez el valle de Coquimbo, el de Aconcagua y el de Villa-Rica, enteramente al sur de la Araucania. Capitaneaba la primera columna Francisco de Aguirre, con órden de adelantarse hasta Tucuman, y visitar la villa del Barco (1) fundada en este pais por el capitan Juan Nuñez de Prado á virtud de mandato del presidente y licenciado Pedro de la Gasca, cuya poblacion dejó sometida á Valdivia, desde que por ella pasó Francisco de Villagra, siendo en

(1) En ninguna historia de Chile, se haya impreso, ó ande manuscrita, parece el nombre de esta poblacion, como no sea en la que escribió José Perez Garcia, y despues Carvallo, repeticion casi literal de la de aquel; y ambos la señalan equivocadamente contra las márjenes del rio Illapel, cuando estaba en el valle de Tucuman. Ni podian estos autores hablar de un modo determinado, puesto que solo la vieron citada con vaguedad en varios acuerdos del ayuntamiento de Santiago.

seguida separada por el mismo Prado, de la dependencia de este gobernador. Era jefe de la segunda un capitan no menos entendido (1) que debia internarse cuanto posible fuera en las Pampas situadas frente á Santiago; en fin, acaudillaba Villagra la tercera, encargado de allegar hasta el Oceano atlantico, distante unas cien leguas de Villa-Rica, segun opinion de los Indios que en este pueblo se mantenian. Esta última columna cumplió su movimiento mucho antes que las otras dos (2). Para que el reconocimiento fuese mas completo, y mas uniforme la marcha de estas tres columnas despachadas por tierra, Francisco de Ulloa, capitan de luces y de aliento, marchó con dos bajeles y algunas tropas en direccion del sur de la ciudad Valdivia, dando con infinidad de puertos y de islas muy pobladas. Acaso llegara navegando hasta el estrecho y no regresara á Concepcion sino despues de la muerte del gobernador.

(1) Las cartas de Valdivia no dan el nombre de estè capitan.

(2) Los autores no hablan sino de la columna de Francisco de Aguirre; algunos detalles da Valdivia en sus cartas acerca de las otras dos.

CAPITULO XX.

Dichoso desenlace de la empresa. sistema colonizador de Valdivia. los Confines.

Mineraje.

El cabildo de la Concepcion reprueba el Funda este el pueblo de Angol, ó de Arribo de dos buques del Perú. Expedi

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Resta

Ca

cion del sur á las órdenes de Francisco de Villagra. - Sabe Valdivia la insurreccion de los Araucanos. Carácter de este alzamiento. Desavenencias entre los Indios á propósito de la eleccion de un toqui. · blece Colocolo la armonía y hace que el nombrado sea Caupolican. lidades y mérito de este cacique. — Su ardid para tomar la plaza de Arauco, y suceso fatal que produjo. Marcha contra la de Tucapel y la asedia. Estado desesperado de la guarnicion, - Abandona esta la plaza y se retira á Puren.

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(1552-1553.)

Conquistado el Tucuman y las Pampas limítrofes al Chile propiamente dicho, sin duda iba Valdivia á verse dueño absoluto de todo el círculo que el virey del Perú le tenia señalado por límites de su gobierno, y con una como soberanía secundaria, cuya dominacion alcanzaba muchedumbre de tribus, que la diferencia de usos y costumbres mantenia separadas. Como de todas sus empresas saliera segun habian sido los deseos, como á su imperiosa voluntad todo parecia ceder sin grande esfuerzo, en fin, como la fortuna le continuara risueña sus veleidosos favores, llegó á formar tan exajerado juicio de sus armas, y del valor de su jente, que se figuró indestructible su poder, afirmado para siempre jamas, y en su loca fantasía ya no rayaba sino la posibilidad de

dar á sus dominios esa respetable importancia que otros paises de América tenian adquirida (1).

Por desgracia pecaba de muy grave su sistema de colonizacion, y tenia que acarrear en su dia un gran cúmulo de tribulaciones, porque establecidos los pueblos á largas distancias unos de otros, el amparo recíproco habia de ser tardo, difícil, acaso imposible; pero nada de esto se tomó en cuenta, deslumbrado como le tenian los repetidos triunfos, y la bien figurada sumision de los naturales. Mil Españoles cuando mas, diseminados en tan vasto territorio, donde pululaban hombres así de temer en consideracion al número, como por su salvaje y característica osadía!... ¿No debió reparar el gobernador que su poder disminuia cuanto mas terreno abrazaba, porque necesitaba desmembrar sus fuerzas, y por tanto debilitarlas? En tal caso viera las funestas consecuencias que arriesgaba el pais, sobre todo si despertando los Araucanos corrian reclamando con feroz imperio esa santa é independiente libertad que en sus pechos habia visto grabada Valdivia, en mas de una ocasion.

á

No eran de este temple los indíjenas de la parte norte, y por consiguiente tampoco habia causa para temerlos, aunque Michimalonco proseguia tenaz en su empeño de recobrar la independencia, y no anduvieran olvidados los horrores que en la Serena cometiera; porque al cabo,

(1) El felice suceso, la victoria,

La fama i posesiones que adquirian,
Los trajo á tal sobervia y vanagloria,
Que en mil leguas diez hombres no cabian.

Sin pasarles jamas por la memoria

Que en siete pies de tierra al fin avian

De venir á caber sus hinchazones,

Su gloria vana, i vanas pretensiones.

(ARAUCANA DE ERGILLA. Canto primero.j

si todo esto no fuera digno de un absoluto desprecio, no pedia á lo sumo sino una prudente vijilancia; pero los Indios del sur merecian distinto trato su aguerrida continencia, sus manejos, su porte siempre equívoco, harto daban en que entender; demasiado recordaban lo que anteriormente habian hecho; y con ello dijeron tambien al entendimiento de los hombres que sabian pensar, todo cuanto eran capaces de hacer. Inquieto y receloso hubo de sentirse el mismo Valdivia respecto á este particular, siendo de atribuir á su recelo el aglomeramiento de pueblos que puso en este pais activo y belicoso, como para estrechar y encadenar mejor á sus hijos, pues que en el resto de la nacion las poblaciones eran tan raras que casi se mantenia desierta.

Con elojio hablaramos del sistema colonizador de Valdivia á verle sobrado número de brazos para poblar, y poner sus pueblos bien guarnecidos: en tal caso la conquista de todo el pais y la dominacion de la arrogante Araucania eran ciertas, seguras; pero sin esa condicion locura el aspirar á tan grandioso fin. Del Perú venian algunos refuerzos, mas de tarde en tarde; la madre patria estaba muy distante para esperar en los que ella pudiera suministrar; debió pues Valdivia usar de las armas existentes en Chile concentrándolas en un solo punto; cuyo círculo hubiera podido abrir poco a poco labrando con á cautela y prudencia una dominacion tan fácil de hacer, como de conservar. Y tal fue el parecer de muchas personas de viso y de sano juicio, solo que este dictámen no podia aunarse con la índole inquieta y ambiciosa del gobernador, empeñado en hacer sus conquistas tanto y mas sonadas en el continente europeo como ya lo eran las que Cortés y Pizarro habian acabado. Así es que le

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