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jos de reconcentrar fuerzas, fue á desmembrarlas plantando nuevas colonias en el seno mismo de la orgullosa é indómita Araucania.

Dictadas las reformas administrativas en Santiago, y determinado un extenso reglamento de policía, que hubo de someter á la aprobacion de la audiencia real del Perú, se puso Valdivia en camino para la Concepcion, donde entró á fines de 1552. En los primeros dias de enero de 1553, ya tenia á su disposicion cuanto creyó serle de necesidad para penetrar en el interior del pais, y levantar nuevos pueblos, cuya conservacion y defensa le parecia asegurada en un corto número de hombres, á los cuales se les distribuian grandes suertes de tierra y algunos Indios, pues esto era, en verdad, lo que mas querian los colonos, y en ellos fundaban sus mayores esperanzas. Como el cabildo de la Concepcion conociera á fondo la índole y el carácter de los naturales, no titubeó un instante en abrirse con el gobernador diciéndole, cuan inconducente le parecia la fundacion de nuevas colonias, y las desgracias á que se los exponia; pues que dispersos los habitantes en destacamentos tan pequeños, su resistencia habia de ser sumamente debil, é imperfecta, dado que se los atacara con teson. Estas observaciones, hijas de un temor fundado, tambien las apoyaron varios militares de nota, mas en nada rebajaron la resolucion de Valdivia, cuya entereza no dejó de escocer á los concejales considerándose desdeñados.

El gobernador partió, pues, á la ejecucion de su plan caminando contra el curso del Biobio, y quedó sumamente encantado al descubrir la famosa vega de Angol, pues le parecia no haber visto nunca tan hechicera perspectiva, ni lugar mas á propósito para un nuevo estable

HISTORIA.

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cimiento ó pueblo, bajo el nombre que el mismo sitio llevaba, y que mas tarde se llamó Angol, ó los Confines. Fue el primer edificio, segun costumbre, un fortin; en seguida vino la distribucion de terrenos entre las personas que habian de componer esta colonia; y por fin, la eleccion de concejales, pareciendo en estos el ya recordado licenciado las Peñas, que la fatalidad llevaba errante de pueblo en pueblo.

Vuelto Valdivia á Concepcion para terminar el reglamento concerniente al mejor estar y trato de los Indios, por los cuales siempre sintiera un solícito interes, se le anunció el descubrimiento de ricas minas de oro en los oteros inmediatos á Confines; y ya se beneficiaban tambien las de Quilacoya con fundadas esperanzas de buenos rendimientos, solo que los trabajos iban lentos y sin constancia, y por lo mismo de muy poca monta los frutos; pero en ello no hacian los colonos sino conformarse con las órdenes del gobernador, opuesto siempre al beneficio de los mineros, en tanto que no llegaran á verse las colonias con seguro porvenir, y sólidamente establecidas (1).

Con todo, ansioso de ver prosperar el pais que por suyo contaba, considerando que á este fin convenia multiplicar los brazos europeos, pero que para atraérselos eran necesarias prendas que pregonasen la riqueza del suelo, y le diesen reputacion en el continente, dió de mano á su natural repugnancia, ordenando se echasen los moradores á la explotacion de las minas, ó en

(1) E como al presente no se saca oro sino en esta ciudad de Santiago é la >>Serena, atento á que no consiento se saque tan presto en las demas que tengo »pobladas á causa de asentar é cimentar bien los naturales, é que los vecinos se >>perpetuen en hacer sus casas é darse á sembrar é criar, por enoblecer la tierra >>para su perpetuacion, etc. >>

(Carta de Valdivia á Carlos V.)

busca de oro en polvo y pepitas, pudiendo cada uno emplear una parte de sus Indios, que alternarian con mas ó menos regularidad. Tambien Valdivia envió el gran número de los que poseia en sus encomiendas de Arauco y Tucapel; y si bien fueron muy satisfactorios los resultados que obtuvo, si este jénero de ocupacion llegó á hacer las delicias de todos los Españoles, pues creyeron ver afianzado un porvenir venturoso, del gobernador no podia alojarse la ambicion de las conquistas, ni su errado sistema de multiplicar pueblos y pueblos en daño de los ya establecidos, porque, como se ha dicho, las fuerzas se diseminaban, y quedaban mas expuestas al furor de sus salvajes y crueles enemigos.

Enteramente al sur de Rio-Bueno pensaba esta vez ir Valdivia, siempre con el fin de allegarse al estrecho de Magallanes, punto, en su sentir, muy importante para la consolidacion de las posesiones españolas en aquellas rejiones, y único paso para dar entrada al comercio de las especias, de que ya se tenia conocimiento en las islas del mar del sur. Esta era tambien la opinion de los miembros del cabildo de la Concepcion, y de otras poblaciones de la Araucania, mas objectaban sin embargo contra las conquistas, que decian ser inútiles, y expuestas, atendido el corto número de Españoles existentes en Chile; y se alzaran resueltos á impedirlas si la gratitud, si el prestijio del jefe conquistador, no tuviera el poder civil en la incapacidad de medirse con el poderio militar. Hubieron, pues, de ceder á las pretensiones de Valdivia y auxiliarle con cuanto convenia al caso.

No podia ser crecido el número de los soldados destinados á esta empresa, y aun pareciera insuficiente á no llegar con mucha oportunidad dos buques del Perú que

conducian algunos reclutas, y entre los pasajeros, la esposa del gobernador doña Marina Ortiz de Gaete y su hermana doña Catalina, que casó á muy poco con Lorenzo Suarez de Figueroa. Alderete fue quien aconsejó á aquella señora el paso á Chile, y tierna y sentimental fue la acojida que le hizo su ilustre marido; pero el público la recibió con muestras de imponderable contento, manteniéndose varios dias en fiestas y regocijos con un entusiasmo cada vez mas crecido y mas patente. Quizá se creyera que esta circunstancia, la edad algo andada ya en el gobernador, el descalabro á que su salud habia llegado tras una vida tan laboriosa y ajitada, le traerian á nuevas reflexiones, de que hubiera de resultar el total abandono de sus proyectos de engrandecimiento, porque al cabo con ellos nada tenia que prometerse como no fuera un muy feble destello mas de la celebridad á que sus importantes hechos le habian llevado; pero aun no sonaba para él la hora del descanso, y en su irresistible ardor por los combates, se entregó contento á la pasion de sojuzgar nuevas tribus, y afrontar con ánimo sereno los peligros.

Pronto salió para el Biobio, por disposicion de Valdivia, el bizarro Villagra (don Francisco) jeneral de los reales ejércitos, y su lugarteniente, quien llevaba órden para fundar contra aquel rio una ciudad que habia de llamarse Santa Marina de Gaete, en memoria de su ilustre compañera; él, por su parte, estaba ya disponiéndose para pasar á esta nueva colonia, con treinta hombres que al intento reservara, y en esto le cojió la noticia del alzamiento jeneral de los Indios, puestos á las órdenes del intrépido Caupolican.

Eran señores los Españoles de casi toda la Araucania,

y desde que la invadieron no fermentaban en los pechos de los naturales sino ideas de odio y de venganza. Acostumbrados á mandar y nunca á obedecer, en su dominacion no hacian sino meditar silenciosos, y con estudiado misterio, sobre el medio de reducir al polvo esas cadenas entre las cuales se encendia su orgullo, pues les parecian ignominiosas á par que insoportables, y era preciso no sosegar hasta el total exterminio de aquellos arrojados aventureros que á labrarles afrenta, inquietudes y disgustos vinieran.

Mandábalos todavia Lincoyan, cuyo carácter no respondia á la sublime mision que el amor de la patria inspiraba, pues ó por sobrado circunspecto, ó por falta de tino y de luces, en todas sus empresas habia sido desgraciado; con lo cual difundia temor, desaliento entre los suyos, casi desesperanzados del porvenir. En semejante estado de abatimiento bien habia menester de remover los animos de aquellos salvajes, para sacarlos del letargo en que infinitos reveses, y prodijiosos acontecimientos los tenian hundidos; por su cuenta tomó esta patriótica encomienda un anciano y virtuoso cacique de mucho nombre en el pais.

Este noble caudillo, llamado Colocolo, ansioso de recobrar la independencia nacional, sacando á su pais de tantas desgracias como le aquejaban, comenzó á rehacer el espíritu de sus compatriotas, invitándolos á una liga jeneral. Sus canas, la mucha experiencia que del mundo tenia, y mas que todo, como con su acendrado patriotismo se habia granjeado la estima y la confianza del pais, en donde gozaba de una prestijiosa influencia, de todas esas circunstancias hubo de echar mano á fin de convertirlas en provecho de su suelo natal. Se puso,

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