Imágenes de páginas
PDF
EPUB

sacrificios ella se granjeara en las costas del Africa; así es que, recordando que la bula del pontífice Martin V le declaraba dueña de las tierras descubiertas, y por descubrir, en toda la costa oeste del Africa y de la India, pronto pareció llamándose á derecho sobre las de Colon.

Era Fernando demasiado sagaz para no precaver semejantes pretensiones, y sobradamente activo para dejarse sorprender sin armas con que rechazarlas. Apenas si el almirante habia llegado á Barcelona cuando ya iban camino de Roma embajadores encargados de anunciar al papa los señalados beneficios que el todopoderoso acababa de otorgar á la corona de Castilla, destinada con especial esmero á la propagacion de la fe por que tanto suspiraban sus reyes; al paso que habian de instarle para que declarase buena y lejítima la posesion de los descubrimientos, por medio de una bula cual la que, por semejante causa, se le habia dispensado al rey de Portugal.

Esta novedad fue de sumo gozo para el papa español Alejandro VI, que aplaudió las pias intenciones del monarca castellano, y apeteciendo acrecer sus temporales poderes, respondió á la demanda con la famosa bula del 3 de mayo de 1493, por cuyo medio distribuyera, entre las coronas de Portugal y de Castilla, la mayor parte de nuestro globo; pero en ideal línea de demarcacion que abrazaba cien leguas al occidente del meridiano de las islas de los Azores, siguiéndole desde el polo ártico hasta el antártico, con declaracion de pertenecer al Portugal las tierras de la parte este, y las del oeste á la España (1).

(1) No por esto cedieron las discusiones diplomáticas entre las dos cortes, ántes llegaron á enredarse en términos que Alejandro hubo menester acallarlas

A qué argüir del derecho de sancion en esa tan estraña medida? Estaba en el formulario de la omnipotencia pontifical de aquel tiempo, y basta; con todo, no fue del gusto de Fernando, ni de su esposa, y túvoles algun tiempo preocupados é irresueltos; pero pronto volvieron á pensar seriamente en los preparativos de otra empresa, digna esta vez de la excelencia del objeto. Con este motivo se estableció en Sevilla una comision, especialmente encargada del despacho de los negocios del nuevo mundo, nombrando superintendente de ella al arcediano Fonseca, un tesorero, un interventor, con cuyos tres miembros se entenderia Colon hasta dejar cumplida la voluntad de los monarcas. Esta comision se dió á conocer mas tarde con el nombre de Compañía de las Indias, ó, Casa de contratacion de Sevilla.

El rey de Portugal aprestaba entre tanto, con cautelosa dilijencia, algunos bajeles, en ánimo de explorar secretamente los nuevos paises; mas como Fernando tuviera noticia de un proyecto que importaba desbaratar, ó, por lo menos, ganar por la mano, confirió á Colon y á Fonseca ilimitados poderes para que apresáran cuantas embarcaciones considerasen convenientes á la empresa, á reserva de un flete racional; apoderándose tambien de todos los enseres y municiones de boca y guerra necesarios al armamento, llevando la violencia hasta contra capitanes, oficiales y marineros, si no pareciere suficiente número de voluntarios; abuso que patentiza cuan despóticas y arbitrarias eran las leyes de la época.

Desde entónces data igualmente el desacertado jiro que los Españoles dieron á su sistema colonial, impri

promulgando otra bula en 1494, donde la línea de demarcacion se tuvo á 370 leguas oeste del meridiano de las islas de Cabo-Verde.

miendo en la organizacion mercantil el aspecto mezquino de que nunca logró curarse; porque, ya quisieran los monarcas reservar para la corona todos los beneficios de las futuras conquistas; ya entraran en las torcidas ideas que, del comercio y de la naturaleza de las nuevas colonias, prevalecian; ya, en fin, tomaran por norte la política con que los Portugueses gobernaban las importantes posesiones de que eran dueños en la costa occidental del Africa, donde el recelo, la mezquindad y la envidia, bosquejaron el tipo de las colonias modernas, en todo diferentes de las antiguas de Griegos y Romanos, ello es que ordenaron terminantemente que ningun Español pudiera embarcarse para el nuevo mundo sin el soberano permiso, el de Fonseca, ó el de Colon: medida impolítica, mantenida hasta de poco acá, y con la cual quedó sofocado el espíritu de la filantropía, el de la moral, no menos que el de la industria.

Supuesto ó verdadero, la conversion de los Indios era el principal colorido que á la expedicion se le dió, y el mismo Alejandro la encomendaba eficazmente en su bula; por tanto, no se descuidaron los reyes en hacer que recibieran el bautismo los seis isleños que el almirante dejara en la corte, y debia trasladar de nuevo á su pais natal. Réjia fue ciertamente esta ceremonia. Fernando concurrió al bautisterio en calidad de padrino del bizarro Goacanaric, honrado con el nombre de Fernando de Aragon; el jóven príncipe Juan se presentó en seguida pidiendo el ser de gracia, para otro ahijado suyo, que pensó guardar en Sevilla hasta que, versado en la teolojía, pudiera regresar á su patria en calidad de misionero: una muerte prematura vino á destruir esas piadosas miras.

Esa primicia de jentilidad indiana que el trono acababa de ofrecer á nuestra relijion, prometia venturosos resultados, y lisonjeras esperanzas, no menos para los nuevos vasallos, que para la propagacion de la fé por que tanto suspiraba Isabel, aunque encomendara constantemente el uso de las armas espirituales, la dulzura, la caridad, la persuasion, como mas eficaces que el prestijio violento de la fuerza; así es que, para corresponder á la pureza de sus nobles deseos de asentar en las nuevas colonias las santas verdades del evanjelio, la unidad relijiosa, sin la cual siempre peligran los vínculos de la amistad y de comunes intereses, dispuso fuesen en esta segunda expedicion doce eclesiásticos bajo el gobierno del benedictino fray Bernardo Boyl, sujeto de saber y de piedad, que el papa nombró su vicario apostólico. Debian estos sacerdotes instruir á los Indios, predicando la moral, la caridad, é iniciándolos, con paciencia y moderacion, en los misterios de la ley cristiana, sin dejar tampoco de ejercer las funciones de su ministerio con los cristianos transportados al nuevo mundo.

Por otra parte se le dió á la expedicion un gran surtido de cereales, simientes de toda suerte de hortaliza, plantones fructíferos, sarmientos, cañas de azúcar, ganados y animales domésticos, y una multitud de útiles de agricultura y de mecánica con que poder acelerar la prosperidad en las proyectadas colonias. Y como fuera sabido el gran precio y estimacion que daban los Indios á las chucherías europeas, hizo el comercio buena provision de aljófar, abalorio (1), espejos, cascabeles, etc., etc.,

(1) Chaquira le llaman en Chile, en el Perú, y en otros puntos de América; aunque no falta quien confunde en ese nombre abalorio y cañutillo.

prometiéndose que á manos llenas vendria el oro reclamando el cambio. De suerte que todas estas disposiciones espirituales y temporales, hijas de la voluntad de los monarcas, pusieron en concurrencia los dos grandes poderes, dando oríjen á la civilizacion, ignorada hasta entónces en aquellas incultas rejiones.

« AnteriorContinuar »