Imágenes de páginas
PDF
EPUB

PROLOGO.

El apego con que, desde mi tierna infancia, me entregué al estudio de las ciencias, vino á ser en breve una irresistible pasion por todo cuanto en la naturaleza es digno esencialmente de un atento exámen y de un análisis especial, y causa, al cabo, para que, despues de ocho años de constante asistencia á las universidades mas célebres de Paris, cayera yo en la tentacion de consumir otros muchos investigando las producciones de algun remoto clima que no pareciera muy andado.

Mis maestros hubieron de señalarme la república de Chile por una de las rejiones que podia mas cumplidamente responder á las exijencias de mi desmedida curiosidad, y como me cuadrara el consejo, resolví seguirle, comenzando desde entónces á notar cuidadoso, en tablas metódicas y analíticas, lo muy poco que de la historia y de la jeografía de aquella parte de la América se habia dicho. Este era el medio de traer mis ulteriores tareas á un sistema de órden que habia de hacerlas mas breves y muy menos

I. HISTORIA

a

penosas; pero una circunstancia imprevista se adelantó á mis deseos llevándome á las afortunadas costas de ultramar mucho ántes de lo que yo presumiera.

Entré en Chile á principios de 1829, dispuesto á reconocer su historia natural, su estadística y su jeografía; y como el gobierno de esta república comprendiera, desde mis primeros ensayos, cuan importante era la empresa, contento y jeneroso se llamó á parte en ella, dando con esto un saludable impulso á mis fuerzas, y el medio ventajoso de dejarme discurrir en el pais con cuanta atencion y confianza eran menester para tomar tantos apuntes locales como pedia el complicado bosquejo de la importante publicacion que desde este dia entro.

Si no es temerario el empeño, bien habrá de parecer audaz, pues se trata no menos que de señalar cronolójicamente los sucesos parciales y jenerales ocurridos en una de las partes del nuevo mundo, con las causas que los provocaron; hay que pintar la fisionomía del pais de suerte que sucesiva y ordenadamente asomen sus valles, sus campiñas y otros, sus cordilleras y vegas; se ha de hablar de las producciones naturales del suelo, de la calidad del terreno que las lleva, de los fenómenos atmosféricos que allí se cumplen, que así es de hacer para intelijenciarse en la esencia del clima, y en el porvenir y los límites reservados á la industria y á la agricultura; es indispensable el exámen crítico del estado actual de la civilizacion, distinguiendo muy

particularmente la de cada localidad; en una palabra, se ha de descorrer tambien el interesante cuadro donde luzcan los usos, las inclinaciones y costumbres de los tan altivos cuanto intrépidos Araucanos, que idólatras de su libertad é independencia, y merced á su heróico valor, han sabido guardar intactas hasta el dia sus rústicas instituciones, y con ellas su hereditaria dignidad. Ya se vé si es inmenso el campo que me propongo recorrer, y á cuyo fin he de llegar; que así me lo anuncia mi propia conciencia, mas que á primera vista parezca presuncion del amor propio...¡ Ojalá yo lo logre con el tino que la obra exije y merece!

Como quiera, cumple aquí una lijera reseña de mis viajes, una abreviada enumeracion de los materiales que han de formar el cuerpo de este vasto edificio; todo muy oportuno para disipar cualquier recelo, la mas leve desconfianza que alzarse pudiera contra hechos dignos ciertamente de igual fé, del justo crédito que á mí mismo me merecen.

Ya se ha dicho cual fue conmigo el puntoso porte del gobierno de Chile desde que notara el celo, la conciencia, la escrupulosa atencion, con que yo emprendí, en cuanto llegué á Santiago, la visita de aquel pais, reuniendo y copiando cuantos objetos de historia natural lograba ver; buscando, ademas, en los archivos, las noticias estadísticas que habian de llevarme al exacto conocimiento del suelo donde me hallaba, y de semejante patrocinio fue consecuencia el recomendarme oficial y eficazmente á todas las auto

ridades provinciales, aventajando así sobremanera mi posicion, siendo ademas motivo para que desde mis primeras pruebas distinguiera yo, no tan solo la valía del favor, si tambien los preciosos resultados que me esperaban al fin de la carrera; pero no tardé en tropezar con inconvenientes harto hechos para desalentar al hombre mas resuelto y tenaz.

Falto, en efecto, de instrumentos para determinar todos los fenómenos físicos que en aquellas rejiones ocurren, mal podia yo armonizar mis ensayos de historia natural, ni por consiguiente apreciar la influencia directa del clima en la distribucion y forma de los seres animados, ni sus relaciones recíprocas ó de dependencia. ¿Qué hacer? Atravesar segunda vez los mares, y procurarse en Europa todo cuanto para este jénero de trabajo se hacia de absoluta necesidad. No era pequeño el sacrificio, pero ni me faltó aliento para cumplirle, ni le doy por mal empleado; ántes merecí á esta medida, y á la noble jenerosidad del gobierno chileno (1), el hacerme con una hermosa y rica coleccion de instrumentos de física y de meteorolojía, debidos á la habilidad de los primeros artistas de Paris, ejecutados bajo la direccion de varios académicos, comparados con los del real observatorio; lo cual, sobre realzar su precio, dió á todos mis cálculos un órden enteramente comparativo, conduciéndome á descubrimientos dignos, en verdad, de la mayor confianza. Esplicaré mi idea.

(1) En Chile es de uso jeneral el adjetivo Chileno, pero la academia española dice Chileño.

De vuelta á Chile en 1833, restablecí, como era natural, mis tareas con el mayor ahinco, aunque siguiendo estrictamente un plan trazado esta vez de acuerdo con varios sabios de Paris, plan que consistia en recorrer una por una las nueve provincias de que consta la república, asentar sucesivamente en cada cual de las capitales mi observatorio, y recojer, de concierto con algunas personas intelijentes, una serie de observaciones siete y ocho veces repetidas por cada dia, y ademas renovadas, rectificadas sin cesar, durante mi permanencia en un mismo punto.

Escusado decir que de semejante tarea no podia resultarme sino el estudio perfecto del clima local, pero ni tenia tampoco otro objeto : para adquirir el de la jeografía, y de la naturaleza, convenia veredear por toda la provincia, cualquiera que fuese la estacion, ora trepando con atento y detenido empeño hasta vencer las mas encumbradas montañas, ora midiendo paso á paso el lecho de los rios desde su oríjen hasta su confluencia recíproca, alzando, por supuesto, la fiel delineacion de todos ellos; y esto es cabalmente lo que yo he cumplido, sacando, si se me permite la voz, el escuadreo del pais en todas direcciones, con el fervor, con la constancia y el entusiasmo propios de la juventud; al paso que las muchas personas que me acompañaban reunian el gran número de plantas, de animales y de minerales que tengo destinados para un tratado muy completo de la historia natural de Chile. Gracias debo á aquellos intelijentes auxiliares, pues

a.

« AnteriorContinuar »