Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[ocr errors]

vino y vinagre, y dos de miel y aceite, y la mitad de dichos tributos cada plebeyo (1).

En otra escritura del año de 734 se leen las obligaciones que Alboacen, gobernador de Coimbra, impuso á los cristianos dé aquella ciudad, mandando que estos pagáran los tributos dobles que los moros.

Que por cada iglesia contribuyeran veinte y cinco pesos, de buena plata, y cincuenta por cada monasterio.

Que los cristianos tuvieran un conde de su propia jente, quien les administrára justicia conforme á sus leyes; pero sin poder› ejecutar las penas de muerte, antes de aprobarse la sentencia por el alcalde, ó alguacil moro, por cuya aprobacion habian de pagar cien pesos.

Que en los pueblos cortos pusieran ellos mismos sus jueces para la administracion de la justicia.

Que hiriendo, ó maltratando un cristiano á un moro, fuera aquel juzgado por las leyes de este.

Que si algun cristiano violentase á una mora, siendo soltero se volviera moro, ó se casára con ella, y siendo casado sufriera la pena de muerte.

Que si algun cristiano entrára en una mezquita de los moros, o blasfemára de Mahoma, sufriera la misma pena de muerte. Que los sacerdotes cristianos celebráran la misa á puerta cerrada (2).

Por algunos años hubo bastante diversidad en la suerte de los pueblos conquistados, segun habia sido mas o menos feroz el genio de los jefes militares á quienes se habian rendido, y mas ó menos obstinada su resistencia. Abderramen fijó las contribuciones en un quinto, ó veinte por ciento de todas las rentas de los propietarios en los pueblos tomados á viva fuerza, y solo un diezmo en los que se habian entregado voluntariamente (3).

A pesar del odio y menosprecio con que jeneralmente se mira á los mahometanos, si se examina su política en aquella conquista, se encuentra menos cruel, y mucho mas racional que la de los godos, y aun que la de otras naciones antiguas y modernas, tenidas por muy cultas y civilizadas. Porque muchísimo menor erà la carga de un diezmo, ó á lo mas un veinte por ciento de las rentas de los propietarios, que despojarlos enteramente de todos sus bienes, como acostumbraban los romanos, ó dejarles solo la tercera parte, como los godos.

Aun en la relijion, aunque los mahometanos eran no menos creyentes del alcorán que los cristianos del evangelio, sin embargo de eso permitian á estos el culto público de su relijion; el ser gobernados y juzgados como antes por condes y jueces católicos;

(1) Bibliotheca arábico-escurialensis. Vol. 2, pág. 105.
(9) Florez, España sagrada, tom. 10, trat. 33, cap. T.
Pacensis, Cron.

sus obispos y demás ministros del altar; sus templos, sus campanas para llamarse y congregarse para celebrar los oficios divinos; sus entierros solemnes (1); y aun observaban el consejo que les habia dado uno de sus califas, de respetar particularmente á los monges (2).

Tal vez esta diferencia en el trato, y consideracion á los vencidos fué la que mas contribuyó á afirmar el dominio de los mahometanos en España. Disgustados los pueblos con la dura opresion del gobierno gótico, poco deberían sentir el sujetarse á otro que les propusiera y conservára partidos y tributos mas suaves.

Todo cede al fin al interés personal. La mas firme adhesion á las leyes, usos y manerás á que estamos acostumbrados por la educacion, por el hábito, y el mas entusiasmado patriotismo, todo se entibia y se trasforma, cuando el espíritu, fatigado de los males y calamidades de la guerra, ó mas alumbrado por la experiencia y comparacion de los hechos y acaecimientos públicos, vuelve sobre sí, calcula y se desengaña de muchas preocupaciones que le parecian antes verdades evidentes, ó se resigna á un nuevo estado, que no han podido evitar su resistencia ni sus sacrificios.

Aquella política de los mahometanos acerca de las contribuciones, y su tolerancia relijiosa, no pudo dejar de influir en los aumentos de la poblacion y progresos de la agricultura, basa fundamental de la propiedad de las naciones.

En Asturias, Leon, Castilla y demás provincias y pueblos que habian permanecido sujetos á los cristianos, los reyes, señores y demás propietarios, siguiendo las máximas y preocupaciones de los godos, despreciaban la agricultura y artes mecánicas, no teniendo por honorífica otra profesion que la milicia. El campo se cultivaba por esclavos, ó colonos solariegos, que llenos de miseria y de ignorancia, solo podian pensar en sacar de la tierra lo mas preciso para pagar las rentas, y para el escaso sustento de sus familias.

Tal era la miseria de aquellos tiempos en las tierras de los cristianos, que el comer pan de trigo se tenia por un acțo positivo de nobleza, aun en la mas rica de sus provincias, cual era Cataluña. «El baile, siendo muerto, estropeado, herido, ó aprisionado, se dice en uno de sus Usages, si es noble, y come pan de trigo diariamente, reciba la misma satisfaccion que un caballero; pero el baile plebeyo no reciba mas que la mitad (3).

Los moros, al contrario, abriendo comunicaciones de los puertos de España con los de Asia y Africa; facilitando la estraccion de frutos; trayendo incesantemente colonos y artesanos útiles de

(1) Florez, España Sagrada, tomo 10, trat. 33, cap. 7.

(2) Conde, Historia de la dominacion de los árabes en España, prim. part, cap. 2.

(3) Usaje 13.

otras partes; no desdeñándose los propietarios de cultivar las tierras con sus mismas manos; exijiendo de los colonos rentas móderadas; estudiando las ciencias naturales, y aplicándolas á la agricultura, la pusieron en el estado floreciente, de que todavía hay vestijios en las hermosas vegas y huertas de Granada, Valencia y Murcia; y estendieron por toda la península la abundancia de frutos, riqueza y civilizacion de que habia carecido el gobierno desde los romanos, habiendo sido el Guadalquivir mahometano el manantial de donde las ciencias y artes útiles renacieron, y se propagaron á toda Europa (1). Pero el interés y el egoismo produjeron entonces los mismos efectos que en todas partes.

Las arbitrarias y frecuentes vejaciones de muchos príncipes y gobernadores mahometanos, y las mayores consideraciones que gozaban estos por su orijen y relijion dominante, inducian á muchísimos españoles orijinarios á abandonar la suya, y á abrazar el mahometismo. Y aun los que no apostataban abiertamente de la relijion católica, se conformaban en el traje, y en muchos usos y costumbres á las de los árabes, estudiando, hablando y escribiendo en la lengua de estos, y olvidando su idioma nativo.

«¿Qué cristiano lego, decia el ciudadano cordobés Albaro, á mitad del siglo IX, se encuentra hoy que entienda las sagradas escrituras y obras de los santos padres en latin? ¿Quién ama el evanjelio? Los jóvenes cristianos de la mas bella disposicion, por su figura, sus modales y su educacion, instruidos en el idioma arábigo, leen con ansia los libros de los caldeos, los traducen en el árabe, al mismo tiempo que ignoran y menosprecian las puras fuentes de las ciencias eclesiásticas. ¡Qué dolor! Los cristianos ignoran su lengua propia y el latin, de manera que en todo el clero apenas se encuentra uno de mil que sepa escribir cartas de mero cumplimiento, cuando se ven infinitos que saben esplicar eruditamente las frases caldeas (2).....

Aun los condes y obispos católicos no dejaban de familiarizarse con los cortesanos moros; y de servirles de instrumentos para vejar á sus mismos súbditos cristianos, como lo practicaron el obispo Ostejesis y el conde Servando (3).

[ocr errors]

Muchos, decia San Eulojio, rehusando huir, padecer, ú ocultarse con nosotros, prevarican, apostatan, detestan al crucificado (que dolor!), entregándose à la impiedad, sujetan sus cuellos á los demonios, blasfeman, murmuran y pervierten á los cristianos. Muchísimos tambien, que antes, estando en buen sentido, predicaban las victorias de los mártires, aplaudian su constancia, celebraban sus trofeos, ensalzaban sus tormentos, ahora, tanto sacerdotes como legos, mudan de opinion, sienten

(1) Casiri, vel Abate Andrés han demostrado el gran mérito literario de los árabes españoles, en la biblioteca arábigo-escurialense, y en la historia del Orijen, progresos y estado actual de toda la literatura.

(2) Indiculus luminosus, en el tom. 11 de la España Sagrada, p. 274. (3) Florez, España Sagrada, tom. 10.

de otra manera, juzgan que han sido indiscretos aquellos mismos á quienes reputaban antes por muy felices (1).

En el año de 1125 (2) salieron del reino de Córdoba buscando asilo en el de Aragon diez mil familias muzárabes, por lo cual ir ritados los moros destrozaron todas las que quedaban, ó ́matándolas, ó confiscándoles sus bienes. Lo mismo es regular que sucediera en otros pueblos. Los moros, aunque toleraban la relijion católica, castigaban y perseguian á los que blasfemaban de Mahoma, y á los que intentaban convertir á los mahometanos á la relijion de Jesucristo (3). Sin embargo muchos cristianos, por un santo heroismo arrostraban todos los peligros, predicando nues-. tros sagrados dogmas, y combatiendo las herejías. Este heroismo relijioso multiplicaba los mártires, y no pocas veces su buen ejemplo servia para la conversion de los infieles. Mas por otra parte, irritando á los gobernadores, solia producir terribles per secuciones, y que las familias católicas se vieran precisadas á emigrar, y refujiarse en otros reinos.

CAPITULO II.

Discordias entre los sarracenos favorables á la reconquista de España por los cristianos, Restablecimiento de la córte, y gobier no gótico por D. Alonso el Casto.

Los jenerales mahometanos, engreidos por sus conquistas, y discordes entre sí, meditaban apropiarselas, y coronarse con independencia de los califas, lo cual produciendo entre ellos celos, discordias, y sediciones, debilitó sus fuerzas, y les impidió acabar de apoderarse de toda España, y aun acaso de la Francia, en donde se habian ya internado, y llegado hasta Narbona (4).

En tales circunstancias los pocos españoles que habian quedado sin rendirse en las ásperas montañas de Asturias, y los Pirineos pudieron reunirse para resistir al enemigo comun, y dar principio á nuevos reinos que se establecieron sobre las ruinas del trono de Rodrigo.

Los primeros ocho reyes, desde D. Pelayo, apenas fueron mas que unos gefes militares, ocupados continuamente mas en la guerra que en el gobierno civil, sin domicilio fijo, ni aparato majestuoso (5).

Bra

Aunque su yerno D. Alonso I habia recobrado á Lugo, ga, Leon, y otras ciudades de Galicia ; Portugal, y Castilla, ni

(1) In Memoriali, lib. 2, cap. 15.

(2) Odericus Vitalis, citado por Bravo en el catálogo de los obispos de Córdoba, tom. 1, pág. 237.

(3) Florez, loc. cit.

(4) Zurita, Anales de Aragon. Lib. 1. Mariana, Historia de España. Lib..7, cap. 3.

(5) Risco, España Sagrada, tom. 37, trat. 73, cap. 17.~

ΤΟΜΟ Ι.

17

él ni sus sucesores se creian bastante seguros para fijar su resîdencia en alguna de ellas, por la inmediacion á los enemigos, y así vieron ordinariamente en Cangas de Onís, Pravia, ó algunos otros pequeños pueblos de Asturias (1).

D. Alonso II, llamado el Casto, fué el primero, que mejorando la ciudad de Oviedo, que habia empezado á edificar D. Fruela, fijó allí su córte; la adornó con templos, casas, baños, y otras tales obras públicas, y restableciendo el oficio palatino y las leyes góticas, dió alguna mas firmeza al gobierno, y mas decoro al trono y á la soberanía (2).

A consecuencia de aquel restablecimiento del gobierno y legislacion gótica, se celebró en Oviedo el año de 873 un concilio, al que asistieron doce obispos, el rey, su mujer é hijos, los grandes, y catorce condes (3), en el cual se acordo reconocer aquella silla por metropolitana; se asignaron varias iglesias para el sustento de los obispos privados de las suyas por los sarracenos; y se decretaron algunos cánones para mejor gobierno eclesiástico y civil de aquel nuevo reino.

Se elijieron con consentimiento del rey y de los grandes arcedianos, cuyo principal oficio habia de ser visitar todas las iglesias y monasterios, cuidar de su mejor arreglo, de que se celebráran cada año dos concilios; y de que se predicára y enseñára la doctrina cristiana.

Son muy notables las penas que se prescribieron contra los arcedianos neglijentes en el cumplimiento de sus obligaciones. Siendo siervos de la iglesia se debia privarles del empleo, castigarlos con 70 azotes, y devolverlos al mas inferior estado de esclavitud. Y siendo ingénuos, debian ser sentenciados por los obispos, acompañados de los condes y la plebe, á sufrir las mismas penas de privacion de la prebenda, setenta azotes y restitucion de que hubieran defraudado á las iglesias, conforme á los cánones y Fuero Juzgo (4).

lo

Mas estas penas tan terribles apenas podia llegar el caso de que se ejecutáran, á no ser muy pública y evidente la neglijencia y mala versacion de los arcedianos; porque si puestos en juicio no se probaban tales delitos, el obispo debia pagar de sus propios bienes lo que el reo, si fuera convencido, y además hacer penitencia por cuarenta dias á las puertas de la iglesia.

Algunos autores han dudado de la autenticidad de aquel concilio, á cuyos argumentos ha respondido el P. Risco, en su continuacion de la España Sagrada (5).

Pero que en aquel reinado se restableció el gobierno y lejisla

(1) Risco, España Sagrada, tom. 37, trat. 73, cap. 17.

Cron, Albendensis, n. 58. Cron. Sebastiani. En el tom. 13, de la

España Sagrada.

(3) Concilium Ovetense, ap. Aguirre, collectio maxima concilior., tom, 4. Acta Concilii Ovetensis ibid.

Tomo 37.

« AnteriorContinuar »