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inútil mi trabajo, pues al cabo, bien considerado todo, me hago cargo que la necesidad de rebatir tales sofismas en defensa de la independencia de la Iglesia me conduciria naturalmente á su examen, aunque no estuviera por medio la comprobacion del probabilismo histórico de Masdeu. He aqui los célebres casos alegados por este autor, á los que, gracias al espíritu de partido de la cábala irreligiosa, debe tanta nombradía. Hablando de la atribucion propia de los Reyes de España para nombrar y deponer Obispos alega lo siguiente: "Las deposicio»nes, dice, de Obispos malos ó inútiles hechas >> directamente con autoridad real, como las de >> Sisenando, Menendez, Pelayo, Rodriguez y Diego Pelaiz, Obispos los tres de Santiago, >>echados de sus sillas en diversos tiempos, el » primero por el Rey D. Sancho, el otro por >> Bermudo II y el último por Alonso VI, jus>>tifican el derecho de nuestros Reyes." Estas noticias las estrae Masdeu (tomo 13, pág. 60) de la Historia Compostelana, de cuya compilacion debemos enterarnos ahora para venir en conocimiento del crédito que merezca.

20. El Arzobispo de Santiago Don Diego Gelmirez, que obtuvo la Silla el año de 1100, deseoso de ilustrar á la posteridad del modo posible, quiso que se formase una crónica de los sucesos ocurridos hasta entonces; y como no existian memorias ni documentos auténticos, mandó que se supliese este defecto con relaciones de ancianos y los rumores esparcidos por

los pueblos, dando á todo lugar segun su mérito, con el objeto de presentar siquiera una série cronológica de lo acaecido; pero encargando al mismo tiempo que se fuesen sentando en un libro nuevo los principales hechos que en adelante resultasen, y que archivándolo cuidadosamente sirviese para continuar la historia fundada en sus testimonios. La Compilacion Compostelana, compuesta en los términos referidos, corrió manuscrita en union del Cronicon Iriense, por cuya causa muchos autores respetables, Morales, Yepes, &c., habiéndola leido con poca detencion, graduaron con un mismo concepto las narraciones referidas de oidas que las trasladadas literalmente de los archivos; equivocacion muy disimulable en otro tiempo, pero vergonzosa despues que el Mtro. Florez la imprimió con la crítica é ilustracion que le distingue, de la que Masdeu se hubiera aprovechado si su objeto fuera consagrar la erudicion en obsequio de la Iglesia y del Estado. Pero lejos de esto, ni aun por el interés propio que le resultaria en calidad de crítico refrenó su mala fe, antes por el contrario, afectando una ignorancia de la que nadie le hará cargo, procuró confundir los tres casos de su testo como si procediesen de un mismo fundamento, siendo asi que los dos primeros pertenecen á las relaciones apoyadas en los rumores del pueblo, y puntualmente tan evidentemente falsos, que ni siquiera convienen con las épocas de los Reyes alli nombrados.

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Yo me guardaré bien de entrar en el pormenor de las referidas especies, pues además de que sería enredarme en el lazo armado por Masdeu á sus impugnadores para distraerles la atencion á controversias oscuras, me haria poco favor en dar importancia á semejante clase de objeciones, pues ya se sabe en general que los sucesos ó ejemplos alegados contra los principios canónicos y legislativos, si no se enlazan bien con documentos de tal modo que nos impongan del motivo de las escepciones, se desprecian como fábulas indignas de un crítico filósofo, Con todo, entre los tres ejemplares del testo de Masdeu, el de Diego Pelaiz se halla apoyado en los testimonios recopilados, y cuya relacion acreedora á nuestro examen, sacada de la Historia Compostelana, es la siguiente: "El Obispo de Santiago Diego Pelaiz, hombre ilustre por sus talentos y su estirpe, pero turbulento y complicado en rebeliones, habiendo incurrido en la indignacion de Alfonso VI, fue aprisionado de su orden en calidad de reo de estado. No obstante, llevando á mal los habitantes, añade la Historia Compostelana, la falta de Obispos, trató el Rey, para calmar los ánimos (*), de que se proveyese la mitra en persona mas digna y recomendable; con cuyo motivo, sabiendo que se habia congregado un Concilio en Usillos presidi

(*) Ut hanc à se injuriam amoliretur.

do por un legado del Papa, empleó todo su influjo para que Pelaiz renunciase, lo que en efecto consiguió, quedando elegido en su lugar. Pedro Cardiniense, el mismo que fue depuesto despues á consecuencia de haber declarado el Papa Urbano II la ilegalidad de la renuncia de Pelaiz por falta de libertad. El espediente continuó con mas empeño en adelante, hasta que por último mandó el Papa que hiciesen nueva eleccion el clero y el pueblo de Santiago, la que. verificada el 1.° de julio de 1100 recayó en el célebre D. Diego Gelmirez, ya citado, y es el mismo que, elevado á Arzobispo por el Papa Calisto II el año de 1120, acordó sabiamente la formacion de los anales compostelanos estraidos de registros auténticos."¿Quién habia de creer que un hecho tan claro y circunstanciado no serviria despues de testimonio irrecusable para acreditar que la disciplina observada en esta parte en la Iglesia goda de la monarquía de Leon era igual á la que hemos antes espuesto documentalmente de la monarquía árabe y la metrópoli tarraconense? ¿Quién tampoco imaginar que un caso tan autorizado, tan ruidoso y tan mañosamente urdido por el Rey contra Pelaiz no habia de ser recibido como una antorcha para columbrar la disciplina de aquellos tiempos en orden á la eleccion de los Obispos, ya que no siempre nos instruyen los episcopologios? Todo parece que concurria para haber desengañado á Masdeu si hubiera errado en sus juicios por equivocacion, pues en

primer lugar tenemos un poderoso monarca altamente ofendido de un Obispo rebelde en su concepto, al que sin embargo le guarda la mayor consideracion, y no vaca su silla sino en virtud de su renuncia aprobada en en un Concilio.

Tenemos además, que aun habiendo mediado tan poderosas causas y los trámites canónicos, todavia fue interpuesta apelacion al Papa, y obedecida la decision de Su Santidad; y últimamente, que sin hacerse ninguna innovacion en el estilo acostumbrado, el clero y el pueblo de Santiago usaron de su derecho de modo que resulta mas claro que la luz del mediodia, del mismo caso ponderado por Masdeu, que la disciplina antigua de la Iglesia hispana para la eleccion de los Obispos se habia mantenido sin interrupcion en todas las diócesis á cargo del clero y pueblo, á pesar del yugo sarraceno y las vicisitudes de la monarquía de D. Pelayo. Pues sin embargo se le escapó á un autor, al hacer relacion de este suceso, decir segun la frase vulgar: "El Rey D. Alonso depuso al Obispo Diego Pelaiz," y no necesita mas Masdeu, siguiendo su sistema, para asegurar que los Reyes quitaban y hacian Obispos á su arbitrio, porque en sentir de los pseudo-probabilistas, basta que las palabras de un autor puedan ser interpretadas en el sentido natural de los periodos para fundar una opinion; y asi continúa luego muy satisfecho: "Con igual constancia, dice, se mantuvo en

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