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que cuando los Obispos defienden la indepen dencia eclesiástica, atacan, invaden y deprimen el derecho sagrado de los tronos; y por lo misahora que llega la época clara y distinta del aparecimiento de las regalías en el teatro de la historia nacional, me cabe la mayor satisfaccion en examinar radicalmente este punto, para vindicar al obispado español de las calumnias con que han intentado vulnerarle los revolucionarios, y patentizar á V. M. con una sencilla relacion quiénes son los que en realidad han combatido y deprimen los derechos reales de la Corona de España.

6. Sin embargo, aunque preparados con las noticias precedentes nos introduciríamos con oportunidad en la época de su origen primiti vo, ha sido tal el artificio empleado contra el clero por los revoltosos, que se hace preciso antes de todo esplicar la palabra regalía, y la doble inteligencia con que la acomodan nuestros adversarios en el desarrollo sucesivo de sus planes.. La regalía, pues, en general, segun el Diccionario de la lengua, es la preeminencia, prerogativa ó escepcion particular y privativa que, en virtud de suprema autoridad y potestad, ejerce cualquier soberano ó estado, como el batir moneda, &c., &c. Tomando por tipo esta definicion, y dejándola en el lugar que se merece para Diccionario, lo primero que ocurrió á los políticos al analizarla fue el investigar si la palabra regalía es una voz colectiva, de significacion fija y constante, ó mas bien indefinida

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y susceptible de mas o menos estension en sus atribuciones; pero como en el primer estremo, tanto respecto al sultan como al rey de los franceses, al emperador de Rusia como al de Inglaterra, asi en el siglo VI como en el XVIII, deberian ser iguales las regalías, se convencieron todos los inteligentes de que la voz regalía equivale descomponiéndola á derecho real, cuya sig. nificacion queda vaga si no se espresa á continuacion la clase en que se ejercita el derecho real á que se refiere. Calificada filosóficamente de este modo en su justo valor la palabra regalía, y separada de las abstracciones metafísi→ cas que tanto perjuicio han causado aun á las ciencias naturales, se ventiló despues si los derechos llamados regalías procedian esencialmen→ te del trono, ó mas bien el trono los recibia del Estado; pero como en el primer caso deberia llevar siempre un carácter fijo en cualquier tiempo y en cualquier monarquía, y la histo ria general nos instruye de todo lo contrario, pasa por opinion unánime entre todos los políticos, que los pueblos bajo una forma ú otra depositaban en sus reyes mas o menos prerogativas, segun los usos, tradiciones ó constitu ciones que los gobiernan; y es tambien máxima admitida, que para evitar los caprichos de la -arbitrariedad en los monarcas y el tumulto no menos temible de los pueblos, deben estar determinados espresa y nominalmente todos y cada uno de los derechos y preeminencias reales, ora sea el gobierno representativo, absoluto, misto

ó despótico, pues tambien el Alcorán marca sus límites á los sultanes. En consecuencia, cuando á la nacion reunida en Cortes le plugo exami nar la cuestion de Jas regalías en su relacion política y civil, aprovechándose del conocimiento del derecho público y del progreso de las luces, dividió los tres poderes, legislativo, ju dicial y ejecutivo; y coartando muchas prerogativas que hasta entonces poseia la Corona real, las fijó definitivamente para que en adelante sirviesen de norma á la nacion y los monarcas,

Pues bien, resuelto el problema ya de esta manera, ¿quién había de pensar que despues de haberse calificado la palabra regalía en la acepción propia de su significado, y esplicádose segun la filosofía del lenguage cuando la aplicaban á la parte política y civil, se construiria respecto de la Iglesia en una acepcion vaga, bárbara, escolástica, y con frases abstractas é ininteligibles? ¿Quién menos imaginar que algunos políticos que habian escatimado, por decirlo asi, las regalías, y reducido el trono al mas estrecho círculo, las elevarian despues tratándose de las eclesiásticas por cima de las estrellas? Cómo llamaré á unos adversarios ¿ que no observan las reglas de gramática en el lenguage, las de moral en la legislacion, las de religion en sus relaciones con la Iglesia, las de pacto social cuando se habla de ciudadanos católicos? Guardan consecuencia en sus princi¿ pios los que, á renglon seguido de haber despojado al trono del antiguo prestigio y esplen

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dor que le rodeaba, y haberle sujetado á ciertas leyes formadas por la autoridad humana, pretenden introducirle en el santuario y darle el gobierno de la Iglesia? Guardan consecuencia, aparentan siquiera pundonor los que; habiendo encadenado el cetro en materias civiles y políticas, solicitan revestirle del poder de la tiara pontificia y usurpar la autoridad, divina? Pregunto mas: ¿tienen derecho para reclamar las prerogativas inherentes de la Corona, y recordárselas al clero, los revolucionarios que desde el año 12 han estado vociferando siempre contra los eclesiásticos, pintándolos como apologistas del absolutismo? Pues qué no sería mas que absoluto y despótico, un rey que impusiese leyes á la Iglesia? ¿No sería un Dios sobre la tierra? Pues cómo los altivos revolucionarios se permiten un lenguage tan abatido y tan infame? No envuelve una abierta con¿ tradiccion con sus axiomas? ¿Qué misterio es este? Qué arcano en la política? Yo le reve¿ laré, Señora, porque de otro modo, ni se podria continuar la cuestion de regalías, ni comprenderse el método que me he propuesto, y á que me obliga el mismo desorden en que están envueltos los enemigos de la Iglesia, Si, están envueltos en un completo desorden, y con esta observacion se descifra el arcano de su política. Los corifeos de los pronunciamientos de España, imitadores serviles de la asamblea francesa, se lanzaron á la arena, no dudando que iban á llenarse de laureles, y á trasmitir sus

nombres á la posteridad con una gloria memorable; y trazando sus planes por el mismo estilo, contaban las horas de lucir sus declamaciones. Ya aproveché la ocasion de observar an tes, que en punto á la libertad política nacional han debido avergonzarse comparando su miserable sistema con el de la union americana, enteramente opuesto á las logias clandestinas; pero en materia de religion tenian que llevar un golpe mas trascendental, y de la mano que menos se pensaba.

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La Francia, suscitada por la Providencia para reparar los escándalos que habian conju rado sus enciclopedistas, vuelta súbitamente de su vértigo revolucionario, difunde los rayos lu minosos de las ciencias en proporcion de como habia esparcido sus errores, y levanta a la reli gion monumentos eternos de grandeza, que formarán una de las épocas, mas ilustres en los anales del universo. No solamente los arcanos físicos y naturales, auxiliados de la antigüedad, proclaman el triunfo de la Religion, sino que la elocuencia y poesía francesa, abriéndose comunicacion en toda clase de entendimientos, la dan brillo con las galas mas hermosas de la imaginacion y del buen gusto; y por una con secuencia natural, traducidas sus producciones en todos los paises civilizados, acaba de coronar la reaccion religiosa y asegurar su imperio. En tal estado, la imitacion servil del antiguo jacobinismo no podia comparecer con libertad en la palestra. Cuando los franceses proclamaron

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