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llamando su real atencion hácia las causas memorables que las produjeron, para que enseñoreándose por el vasto teatro de las hazañas de sus augustos progenitores, se complaciesè ahora en ver á San Fernando, habilitado con el fondo de las tercias reales, caer sobre Baeza, Córdoba, Jaen, Sevilla, &c., caminando toda su vida de victoria en victoria, y sorprendido por la muerte cuando se preparaba para trasJadar á Marruecos el campo de batalla: luego á su augusto descendiente D. Alfonso XI, enriquecido con los caudales del diezmo y la Cruzada, dejar vengada en la batalla del Salado la afrenta del nombre español en Guadalete; y en seguida ofrecer á la admiracion de V. M. el campo de los Reyes Católicos á vista de las almenas de Granada, en el que observaria resplandecer el genio de Isabel, abasteciendo con el producto de las regalías eclesiásticas y las suyas propias las numerosas huestes del bloqueo, hasta rendir aquel último baluarte del imperio sarraceno. Pero aunque me clama la necesidad de corroborar todas las pruebas con el brillo de la historia, para desvanecer el equivocado concepto formado generalmente sobre la influencia del poder temporal de los Papas ejercido en España en aquellos tiempos, me apremian tantos y tan diferentes puntos suscitados por los adversarios de la Iglesia, que me es preciso contentarme con estas indicaciones luminosas, confiando á la penetracion de V. M. el suplemento que hubiera podido prome

terme de una completa esplanacion de la materia.

9. No obstante, la última regalía con que termina la carrera política de los Reyes Católicos es tan preciosa y trascendental, aun considerada esclusivamente con respecto á mi propósito, que no la podria pasar en silencio sin debilitar notablemente la causa que defiendo. Hablo de la agregacion de los maestrazgos, concedidos á sus augustas personas en 1493; privilegio memorable, con el que la perspicacia de Cisneros desplegó el vuelo de su fama. Los estrangeros mismos, instruidos en la historia de España, han conocido que la adquisicion de los maestrazgos, no solo llenó de riquezas permanentes á la Corona, sino que la libertó de la odiosa clientela en que la habian constituido los poderosos maestres de las Ordenes militares. Todos ellos, altivos por su independencia, dueños y poseedores de fortalezas y castillos у de riquezas inmensas, y señores de vasallos armados que estaban en todo trance á su devocion, hacian tanta sombra al trono que casi le eclipsaban, cuando no cenia la diadema un Rey · como San Fernando, Alonso XI ó Isabel 1; y por lo mismo su existencia casi era incompatible con la magestad de los monarcas, y tanto mas, cuanto que si el orgullo pudiera ser justificado por alguna causa, ninguna historia del mundo presentaria unos títulos mas recomendables que los adquiridos por aquellos valerosos caballeros. Todos ellos se gloriaban, y podian

gloriarse en realidad, de que cuando los mo narcas, entregados al rencor y animosidades de sus familias, habian dejado tomar pujanza á los moros y vuelto á poner al borde del precipicio á la nacion, los maestres, entusiasmados de patriotismo y celo religioso, sostuvieron la guerra con valor heróico, y levantaron aquel plantel de bizarros adalides, cuyas hazañas dieron fin al considere aquella poyugo sarraceno. El que sicion crítica de España, y compare además las revoluciones de Francia é Inglaterra, en donde los magnates, sin tantos motivos para entrar en competencia con sus reyes, los deponian y dominaban con el mayor desprecio, y reflexione despues que los Reyes Católicos libertaron para siempre de esta insolencia á sus sucesores con la bula de un Pontífice, es imposible que desconozea las ventajas políticas y morales qué resultaron á la nacion de tan memorable privilegio. La monarquía se consolidó, y fue elevándose rápidamente desde entonces á aquel grado de esplendor que la ha ilustrado en todo el orbe. Las ventajas politicas que alcanzó por medio de las regalías son incalculables.

que

Mas quién podrá sumar los beneficios ¿ consiguió la religion de mano de los reyes? Solo Jaime el Conquistador se dice que levantó mas de dos mil templos. ¿Cuántos restauraba y levantaba al mismo tiempo el glorioso San Fer nando? ¿Pues qué diré de los Reyes Católicos? ¿Quién es capaz tampoco de contar los sacrificios heróicos hechos á la Iglesia por otros mu

chos inclitos monarcas? ¿Quién los paises por donde estendieron la luz del Evangelio? Los Papas se han gloriado de publicarlo una y mil veces en sus alocuciones, lo espresan en sus bulas, y han tributado como Vicarios de Jesucristo los mayores elogios á la Corona real de España. Pero por lo mismo que los Obispos se complacen en memorias tan gratas al nombre español, se honran de reconocer tambien en la Santa Sede el origen de las regalías eclesiásticas de España, y de que la influencia temporal de los Pontífices en esta parte ha sido la mas venturosa para nuestra nacion. Se dirá acaso que en otros puntos han producido las falsas decretales graves perjuicios y fatales consecuencias; pero á esa objecion responderé, que no pertenecen en España á las épocas que llevo recorridas, y he tratado separadamente con el particular intento de no complicar cuestiones diferentes, reservando este examen para las sucesivas, en que voy á entrar á continuacion, y nos conducirán insensiblemente á los concordatos.

CAPÍTULO IV.

Şigue la materia.—Patronatos.

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1. Las regalías eclesiásticas adquiridas por Fernando é Isabel la Católica en los últimos años del siglo XV, exigen de justicia una acla

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racion particular por la distinta naturaleza que las califica, y la estensa idea que dan del ascendiente de los Papas, no sea que confundiéndolas con las precedentes perdamos de vista el poderoso influjo que gozaron en lo sucesivo nuestros monarcas, y los efectos prósperos é infaustos que causaron las falsas decretales. Ya va observado anteriormente que la preponderancia de los Papas desde Gregorio VII fue un manantial fecundo de prerogativas y de gracias para la corona, pues habiendo sujetado á una prueba práctica el origen de su adquisicion, se las ha visto dimanar todas de Bulas Pontificias, sin que haya ofrecido margen á dudar ni uno siquiera de aquellos derechos oscuros y ambiguos tan comunes en los litigios de esta clase, conocidos con el nombre de prescripcion ó posesion inmemorial, constando de su relacion que cada una de las regalías eclesiásticas antes mencionadas, se halla corroborada con el competente Breve.

Sin embargo, aunque la política y perspicacia de nuestros augustos monarcas, escudándose con el poder pontificio de aquella edad, consiguió estender paulatinamente de este modo sin estorbo alguno los derechos reales, esta ventaja no pudo verificarse sino con respecto á los de origen moderno ó de reciente creacion, tales como las Tercias, la Cruzada, maestrazgos, &c., &c., que radicaban primitivamente en la Santa Sede. No sucedia lo mismo en cuanto á los de otros títulos comprendidos en

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