Imágenes de páginas
PDF
EPUB

la indisolubilidad del matrimonio. Concederé que el Gobierno y la mayoría de las Cortes han refrenado tan infernales tentativas, pero esto mismo manifiesta tanto que mis aserciones son verídicas, como que sin salir de la esfera de la disciplina interpretada á su modo se pueden intentar las referidas novedades, reservadas acaso por los revoltosos para cuando sus planes estén mas adelantados.

Aun concretándome á la Iglesia de Occidente, las dificultades de su disciplina infunden el mayor respeto á la personas instruidas amantes de la religion y de la patria. Distinguimos una con el nombre de general, que abraza todas las Iglesias, procedente ya de los tiempos apostólicos, como el ayuno cuadragesimal, la abstinencia, &c., ya de una constante tradicion, ya de los Concilios generales ó de los Papas, como el precepto de la Misa, la comunion pascual, el rezo de los clérigos, el idioma latino adoptado en la liturgia, &c.; todo lo que, admitido prévio el juicio de la Iglesia, está sujeto esclusivamente á su autoridad divina. Me abstendré de llamar su atencion sobre esta clase á los novadores para escusarles un vergonzoso compromiso. Pero sin darla tanta latitud, y entrando en el pensamiento que conocidamente les ocupa, me ceñiré á la que está reservada á los Pontífices. Pregunto ahora, ¿intentan trasladársela al Gobierno? Pues en tal caso vulnerarian las prerogativas de la Santa Sede, proclamadas espresamente en el Concilio Tri

dentino; y por consecuencia sus decantados proyectos de ley para reducir y suprimir obispados, impedir las apelaciones á los tribunales pontificios, extinguirlos ó subrogarlos, procesar á los Obispos, &c., &c., atacan arbitrariamente el derecho canónico, ultrajan la autoridad divina de la Iglesia, y rompen con el centro de la unidad católica. No me he espresado bien: constando de lo susodicho que depende de la prevaricacion de los Obispos la consumacion de un cisma, tenemos igualmente investigado que si el Gobierno, cediendo á los falsos consejos de los turbulentos, se precipitase á introducir á la fuerza semejantes planes, compareceria ante la cristiandad perseguidor violento de la Iglesia. Sin duda la persuasion íntima de estos principios religiosos detuvo la pluma de V. M. para no mancillar con su sancion la ínclita corona de Recaredo, la mas ilustre, singularmente en lo tocante á fe, de todas las del globo. El angel del reino, que ha preservado la estirpe de San Fernando del error por espacio de quince siglos, velaba sobre V. M. en el acto; pero no temo el decir que si se hubiera deslizado, entonces saldrian en seguida las fiestas, los ayunos, &c., &c., pues estas materias tambien pertenecen á la disciplina, y son de las que los revolucionarios reservan al Gobierno. Corramos un velo sobre este gran escándalo que nos amenazaba, y del que nos ha libertado la conciencia entonces resuelta de V. M., y prosigamos nuestro intento.

5.° Además de la disciplina general hay otra particular privativa de los diocesanos, contra la que deberian conspirar menos los novadores, si la justicia y el pundonor les inspirasen respeto. Los Obispos, como constituidos por el Espíritu Santo para regir la grey de Jesucristo, gozan una autoridad divina que nadie puede usurparles sin incurrir en anatemas, provocar cismas, y conjurar la piedad alarmada de los fieles. Procuradores natos de los pobres y menesterosos, los pueblos los han mirado siempre como el refugio de sus necesidades en el curso ordinario de los tiempos, y mas especialmente en las pestes, sequías y calamidades públicas: los establecimientos de beneficencia y de hospitalidad descansaban en su apoyo y vigilancia, los órdenes religiosos los miraban como escudos, y las esposas de Jesucristo no tenian mas consuelo. En concurrencia de unas consideraciones tan recomendables que coincidian en su pro, media la particular circunstancia de que no milita contra su categoría ninguna de las razones aparentes que se inventan respecto á los Sumos Pontífices, calificados de estrangeros; no les eran aplicables las declamaciones calumniosas á la curia romana, ni menos la estraccion del dinero de los dominios de España. Príncipes venerables de la Iglesia, compatricios de los ricos, abogados de los pobres, reunian en su dignidad todos los antecedentes de prestigio que podian interesar á la nacion. Sin embargo, á pesar de tantos privilegios y distinguidas recomen

daciones, los Obispos son tal vez los que han padecido mas humillaciones, sufrido mas insultos, y apurado mas el cáliz de la amargura. ¿Qué linage de aflicciones se conoce que no haya traspasado sus entrañas? Ellos podrán ocultar al público los raudales de lágrimas que han bañado sus rostros al ver derrocados los asilos de la penitencia, sacrificadas las esposas de Jesucristo, y puestas las escalas sobre el muro sagrado de Sion para dejarla entregada al saco de las gentes; pero ahí está patente el arreglo del clero del año 36, no tan olvidado como comunmente se piensa, y en el que se extinguen los institutos religiosos de ambos sexos, se abolen los diezmos, se reducen las mitras, se impiden las órdenes, se usurpan las propiedades de la Iglesia, y se anuncian otros muchos atropellos, sin haber preguntado ni menos pedido dictamen á los Obispos. ¿Qué concepto se ha formado de la Iglesia de Dios para profanar asi sus mas sólidos derechos? ¿Qué destino tendrian en el mundo los centinelas de Israel, y para qué los hubiera establecido el Espíritu Santo, si el Gobierno pudiera prescribir tales medidas sin su audiencia ni dictamen? ¿De qué servirian en sus sillas si, incomunicados con el centro de la unidad, á merced del poder civil, se viesen obligados á suscribir planes tan odiosos y opuestos á la doctrina canónica? Los legisladores modernos de España son los únicos del mundo que se han colocado al frente de la Iglesia para reformarla siendo seglares, y bla

sonando al mismo tiempo de católicos; y lo singular es, que ellos son tambien los mismos que han adoptado las máximas mil veces proclamadas por los novadores, defendiendo la potestad de los Obispos tan estensa y plena como la del Papa. En su boca el testo de Jesucristo: "Tú »eres piedra, y sobre esta piedra edificaré mi » Iglesia," no consigna ningun privilegio á San Pedro que no comprenda tambien á los demás Apóstoles. Las palabras: "Yo te daré las llaves » de los cielos, &c.," deben entenderse igualmente de los Obispos, en cuyos términos se esplican siempre, aunque se los reconvenga con otros mil irrecusables testimonios.

En general, á V. M. consta por el contenido de esta esposicion, que me ha sido preciso ir inquiriendo de siglo en siglo los documentos y cánones de los Concilios nacionales para dejar incontestable la supremacía de los Papas, acatada siempre por la Iglesia hispana. V. M. sabe tambien que en esta pugna incesante no ha habido género de argucias de que los novadores no se hayan valido; y que habiéndolas desvanecido todas y rebatido los sofismas, nos encontramos por fin con los concordatos, escritura propiamente nacional y de primer orden, que parecia la mas á propósito para imponer silencio y fijar decisivamente la opinion. Con todo, nada ha bastado, para convencerles, pues á pesar de los testos de la Biblia, de la autoridad de los Concilios, de una tradicion constante y del concordato, siempre han insistido

« AnteriorContinuar »