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CONGRESO DE WASHINGTON.

Aceptada por el Gobierno la invitacion de los Estados Unidos para enviar Delegados á la Conferencia Internacional de Washington, con fecha 27 de Febrero de 1889, nombró con ese carácter al E. E. y M. P. en los Estados Unidos, Dr. D. Vicente G. Quesada, al E. E. y M. P. en la República Oriental del Uruguay, Dr. D. Roque Saenz Peña y al E. E. y M. P. en mision especial, Dr. D. Manuel Quintana.

Oportunamente se expidieron á los Delegados las instrucciones á que debían ajustarse en el desempeño de su delicada Comision, como asimismo las credenciales de su nombramiento.

De los tres Delegados solo concurrieron los doctores Quintana y Saenz Peña, por hallarse ausente de su Legacion el Dr. Quesada.

Del resultado de la Conferencia Internacional de Washington, donde la República ha sido dignamente representada, se instruirá V. H. por los documentos anexos. Van tambien publicados en esa parte los refe

rentes á la nueva invitacion que ha recibido el Gobierno para hacerse representar en la Comision de Ingenieros, que consecuente con una resolucion de la Conferencia Internacional debía reunirse en Washing. ton para tratar de la construccion de un ferro-carril internacional americano, llamado á cruzar de Norte á Sur los principales Estados del Continente.

Tambien se ha nombrado un Delegado para que concurra á la Conferencia Monetaria, convocada por el Gobierno de los Estados Unidos en virtud de otra resolucion de la referida Conferencia Internacional.

Delegacion Argentina en Washington.

Delegacion Argentina.

Washington, Octubre 11 de 1889.

Señor Ministro:-Tenemos el honor de poner en conocimiento de V. E. que el Congreso americano ha quedado constituido en esta capital federal, el dia dos del corriente mes de Octubre, acordándose la presidencia al Secretario de Estado, Mr. Blaine, y debiendo turnarse la Vice-presidencia pcr sorteo, entre los demás Estados invitados.

Al llevar estos informes á conocimiento del señor Minis. tro, creeríamos dejarlos incompletos, sino explicáramos los antecedentes que han precedido á la constitucion de la mesa y las posiciones que en ellos hemos asumido.

Invitados á una sesion preparatoria que tuvo lugar el dia 1.o manifestamos, que con arreglo á los usos de la cortesía diplomática, la presidencia debía ser ejercida por uno de los Delegados del Gobierno invitante.

No conociendo personalmente á los miembros de la Dele gacion americana (pues ésta funcionaba, hasta aquel momento en sesion privada é independiente de los demás Estados), comprenderá V. E. que nos fuera indiferente la persona elejida y que aceptáramos de antemano la que viniera designada por los invitantes; desgraciadamente surgieron desidencias en su seno, proponiendo unos, al General Henderson, del partido republicano y otros á Mr. Trescott, de la fraccion democrática.

Por nuestra parte vimos en aquel conflicto, meros actos de política interna, á la que nos mantenimos agenos, como debió mantenerse el Congreso mismo; pero no pensamos ni procedimos de la misma manera cuando se trajo una can li datura extraña al cuerpo, como era á no dudarlo, la del Ministro Secretario de Estado.

Manifestamos entonces, que la eleccion no podía ser más acertada, dadas las condiciones que prestigiaban la personalidad de Mr. Blaine; pero que la cortesía que nos hacía delegar en la Nacion invitante la indicacion del Presidente, no podía llevarnos hasta aceptar un miembro extraño á la delegacion, y que no formaba parte del Congreso, segun la misma Ley de convocatoria que limitó á diez miembros la representacion de esta República.

Omitimos para no ser extensos, los detalles de aquella discusion que duró tres sesiones cslebradas en el mismo dia con pequeños intervalos; en ellas mantuvimos nuestras opiniones, recordando todos los Congresos, en que los Ministros de Estado habían ejercido la Presidencia no por derecho propio, ni por su posicion gubernativa, sino por ser miembros de la Conferencia ó del Congreso, y por haber merecido cortesmente sus sufragios.

En el curso de la discusion insistimos mucho en declarar, que ésta era para nosotros una cuestion de principios y de ningun modo de personas, toda vez que deseábamos contar á Mr. Blaine como miembro del Congreso para acordarle nuestro voto; mucho menos podía entrañar el incidente, una cues ion de nacionalidad, desde que habíamos sido los primeros

en ofrecer la presidencia á los Estados Unidos, dentro de su delegacion.

Consecuentes con estas declaraciones y á objeto de confirmarlas, propusimos una presidencia honoraria para Mr. Blaine, y otra efectiva que recaería en los mismos delegados norte americanos. Este temperamento, consultaba á nuestro juicio, la autonomía del Congreso, y si bien ofrecíamos dos presidencias en vez de una, el hecho era tan legal como factible, desde que todo cuerpo puede acordar honores á personas agenas á su composicion; pensábamos además que no debíamos economizar cortesías con el Gobierno invitante, por lo mismo que, llegado el momento, no estaríamos dispuestos á que la Conferencia internacional á que asistíamos, resultara dirijida administrativamente por el Gobierno de los Estados Unidos.

V. E. no dejará de extrañar que este acto conciliador y amistoso, fuese rechazado por la Delegacion Americana, la que nos hizo saber además, que era necesaria la unanimidad de los Delegados, para que el Secretario de Estado aceptara la presidencia efectiva del Congreso. Llegadas las discusiones á este punto, manifestamos, que muy apesar nuestro, nos veíamos obligados à rehusar nuestros votos al Secretario de Estado.

Sea resultado de nuestra actitud, sea efecto de la discusion que nos fué favorable por la bondad misma de la causa, los Delegados americanos concluyeron por darnos la razon. comunicándonos la renuncia de uno de ellos, para que Mr. Blaine, de acuerdo con la ley, recibiera su plenipotencia; manifesta. mos que el Secretario de Estado, podía desde luego contar con nuestro voto; pero designado Mr. Flint como miembro saliente, no creimos conveniente á nuestra representacion, ejercer acto de tenacidad, llevando hasta el estremo la resistencia, que fatalmente nos vino impuesta por los hechos; propusimos entonces que la Delegacion quedara íntegra, y que si los demás Estados no sentian inconveniente en dar su voto á Mr. Blaine, apesar de no tener plenipotencia, por nuestras partes nos bastaba salvar el propio voto, escusán

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