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LEGACION DE BOLIVIA.

Pocas gestiones ha hecho en estos últimos tiempos la Legacion de Bolivia con cuya República mantenemos las más cordiales relaciones.

Ultimamente ha sido recibido y ejerce en la actualidad las funciones de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario el Dr. Don Mariano Baptista, diplomático distinguido que en diferentes ocasiones ha desempeñado en su país la cartera de Relaciones Exteriores.

Entre los asuntos presentados por esta Legacion considero digno de llevar á conocimiento de V. H. el que se relaciona con el arresto sufrido por el Cónsul de Bolivia en la Provincia de Jujuy. Como las versiones que corrieron sobre este incidente no se ajustaban á la verdad, la publicacion de los documen. tos de la referencia pondrá de manifiesto la regularidad del proceder de las autoridades de aquella Provincia, así como el asentimiento del señor Encargado de Negocios, expresado oficialmente en su nota de 16 de Octubre último.

Documentos referentes al arresto del Cónsul de Bolivia en la Provincia de Jujuy.

Legacion de Bolivia

en la

República Argentina.

Buenos Aires, Agosto 30 de 1890.

Señor Ministro: - El Sr. Uladislao Ortega, Cónsul de Bolivia en Jujuy, me dirije con fecha 22 del corriente el oficio que en copia legalizada me permito acompañar á V. E. por todo informe, à fin de que en posesion de los datos que contiene, se sirva incitar al Sr. Gobernador de la Provincia de Jujuy quiera dar al señor Cónsul de Bolivia las explicaciones suficientes á satisfacer, procurando además la terminacion del sumario á que se refiere dicho Sr. Cónsul.

No dudo que V. E. teniendo en cuenta las cordiales relaciones que vinculan á nuestros respectivos países, y á fin de dar término á este incidente, se dignará acojer con benevolencia esta insinuacion.

Con tal motivo, tengo el honor de saludar á V. E.. renovándole las protestas de mi alta y distinguida consideracion.

POLIANDRO Moscoso.

A S. E. el Sr. Doctor D. Eduardo Costa, Ministro Secretario de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores.

Legacion de Bolivia

en la

República Argentina.

(COPIA).

Consulado de Bolivia en Jujuy, 22 de Agosto de 1890.

A S. E. el Señor Ministro de Bolivia.

Buenos Aires.

Señor Ministro:- Tengo el honor de dirijirme á V. E. en cumplimiento del penoso pero ineludible deber de llevar á su conocimiento un hecho ocurrido en esta ciudad, capital de la Provincia, que no dudo excitará su reconocido celo en el desempeño de la mision que le está confiada.

Honrado por el Gobierno de Bolivia con la patente de Cónsul de esta Provincia y reconocido por la autoridad nacional desde Junio de 1887, me contraje á velar por los intereses de mis connacionales en la esfera de mis facultades, manteniéndome alejado de todos los círculos y partidos políticos que pudieran alguna vez servir de pretexto para entorpecer el desempeño de mi mision.

La movilizacion de esta guardia nacional en los últimos dias del mes ppdo. me puso en el caso de dedicar todos mis esfuerzos para salvar á los bolivianos residentes en esta Provincia del servicio de las armas, á que fueron llamados con motivo de los sucesos desarrollados en la capital de la República. Mis gestiones, debo declararlo en honor de la verdad, no fueron estériles. Reconocido en el carácter de Cónsul de Bolivia que invisto, conseguí puerta franca en los cuarteles para todos los que tenían acreditada su calidad de bolivianos Ꭹ aún á los que solo la alegaban, se les permitió su comprobacion por los medios ordinarios.

No era otra mi preocupacion en esos dias, cuando el 27 de Julio á las 10 p. m. y cuando me retiraba á mi domicilio acompañado del Sr. Angel Quiroz, de Salta, que se hallaba

alojado en mi hotel, fuimos sorprendidos por un destacamento de diez soldados armados de sable y remington, comandados por el señor Intendente de Policía, quien en el acto nos intimó órden de prision. Estrañando que esta temeraria conducta se extendiese á mi persona, pregunté al señor Intendente si tambien era extensiva dicha órden á mí, habiéndome contestado afirmativamente. En este montento mi hijo abría la puerta y salía de la habitacion con un sirviente de la casa, quienes tambien recibieron la misma intimacion, apenas tuvimos tiempo de tomar un pequeño abrigo y se nos mostró el camino de la comisaría, donde fuimos conducidos escoltados por la guardia de los soldados.

Una vez llegados à la Intendencia se nos ordenó pasar adelante y colocados en el patio de ese local que está destinado para los famosos criminales, se dió principio á la reparticion de los diferentes calabozos, aislados cada uno del otro, y que cada uno debía ocupar, no sin elejir para mí el más oscuro y sucio, con la prohibicion de que nadie se comunique conmigo ni se me permita luz, cama ni nada de lo que se podía necesitar en tal situacion.

De este modo se me mantuvo hasta h. 2 a. m. del 28 de Julio, hora en que el señor Jefe me hizo comparecer á su presencia para ponerme en libertad sin hacerme conocer la causa de tamaña arbitrariedad y limitándose tan solo á pedir disculpa, manifestándome que por efecto de chismes ó cuentos se había obrado así, y que él mismo, siendo contrario á ejecutar esas disposiciones y muy á pesar suyo tenía que cumplir como subalterno órdenes superiores.

A h. 5 p. m. del mismo dia se volvió ȧ exijir mi presencia en el departamento de policía no ya como criminal, sino como testigo. Habiendo contestado á todas las interrogaciones que me dirijió el Jefe, tuve ocasion de hacer constar en el acta que se labró de mi declaracion, la formal protesta contra las violencias cometidas en mi persona, sin tomar siquiera en consideracion el carácter de Cónsul de una nacion hermana, cuycs privilejios é inmunidades habían sido tan vilmente violados.

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