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nueva órden, no entregase varias cartas que traia para diferentes personas.

Tomada esta precaucion, mandó que la audiencia se reuniera apresuradamente.

A las tres i media de la tarde, habian acudido a la sala ordinaria de sesiones el doctor don Nicolas Polanco de Santillana i el licenciado don Pedro de Hazaña Solis i Palácios, oidores; i don Antonio Ramírez de Laguna, protector fiscal de los indios i fiscal interino de la audiencia.

Eran estos tres los individuos del tribunal residentes a la sazon en Santiago, porque el otro don Juan de Huerta Gutiérrez andaba desempeñando en la ciudad de Concepcion el cargo de juez de visita de veedor, oficios reales i otras personas.

Procedióse a leer las cartas dirijidas a la audiencia i al señor Polanco de Santillana, cuyo autor era nada menos que el presidente don Antonio de Acuña i Cabrera.

Lo que segun ellas habia sucedido en Concepcion era realmente inaudito.

¡El presidente don Antonio de Acuña i Cabrera habia sido depuesto por el cabildo i el pueblo de Concepcion, los cuales habian colocado en su lugar al veedor jeneral don Francisco de la Fuente Villalóbos!

"Estando en mi palacio, referia a la audiencia el presidente Acuña i Cabrera, se entró el pueblo i cabildo de la ciudad con voces i estruendo diciendo: ¡Viva el rei, i muera el mal gobierno!; i entrando de por medio los relijiosos i el provisor, escomuniones i protestas, sosegó el tumulto, pero me depusieron del gobierno".

"Tambien el señor doctor Huerta, agregaba el presidente, corrió borrasca, pues entraron en su casa gritando: ¡Muera este ladron!, escapóse, i sa

queáronle lo que tenia, i los papeles de la visita, i rompieron algunos; i habiendo acudido el tesorero, les pidió que importaba que no se rompiesen, i a su ruego los dejaron".

El presidente encontró en el colejio de los jesuitas un asilo contra el furor popular; i el ministro visitador, a quien suponian consejero del presidente, i contra quien estaban irritados por las investigaciones que hacía, se refujió en el convento

de San Juan de Dios.

Los dos obraron mui cuerdamente en ocultarse, porque si los toman, los matan.

Los amotinados anduvieron discordes sobre a quién elejirian de gobernador en reemplazo de Acuña i Cabrera; los unos proponian al maestre de campo don Juan Fernández de Rebolledo, oficial de mérito; i los otros al veedor jeneral don Francisco de la Fuente Villalobos, que estaba ya decrépito por la avanzada edad, teniendo noventa años, segun afirma un cronista (1).

Los mas se decidieron por el segundo. ¿Sabeis por qué?

Porque era querido de los indios, a quienes siempre habia defendido.

Los vecinos de Concepcion despacharon inmediatamente dos correos a la tierra de Arauco para anunciar a los indíjenas sublevados el nombramiento de Villalóbos, esperando que se aquietasen con esta medida.

Podian quizá disculpar la vergüenza de un paso tan humillante las angustias del hambre que eran muchas.

El nuevo gobernador, tomando a lo serio su eleccion, nombró de maestre de campo a don Antonio

(1) Quiroga, Compendio Histórico.

de Urra i de sarjento mayor a don Jerónimo de Molina, personas influentes, que habian contribuido a su elevacion.

Para proveer el cargo de maestre de campo, tuvo que desairar a don Juan Fernández de Rebolledo, que lo estaba desempeñando, a quien convirtió en implacable enemigo.

El presidente Acuña i Cabrera concluia la dolorosa relacion de lo ocurrido en Concepcion, suplicando a la audiencia en jeneral, i a don Nicolas Polanco de Santillana en particular, que le enviasen cuánto ántes alguna embarcacion en que poder escapar de la aflictiva situacion en que se encontraba, "porque cada hora tenia sustos, cuantos entran a verle de que le han de matar”.

X.

Las precedentes noticias, de que se impusieron los oidores reunidos estraordinariamente en la tarde del 2 de marzo de 1655, no podian ser mas alarmantes, ni mas inusitadas.

¡Un presidente nombrado por Su Majestad habia sido depuesto en medio de un tumulto por el cabildo i pueblo de Concepcion, que, como si lo dicho no fuera ya mas que suficiente escándalo, no habian retrocedido ante darle un sucesor!

Una de las primeras cuestiones que se ofreció a la audiencia fué la de resolver sí comunicaria lo que acontecia al cabildo de Santiago, i a una junta de guerra que se habia organizado despues del alzamiento jeneral de los araucanos, o sí lo mantendria en la mas estricta reserva.

Previa madura deliberacion, decidió poner el suceso en conocimiento de las dos corporaciones men

cionadas, para oír sus dictámenes; pero no de un modo llano i sencillo.

Las condiciones que se acordaron para esto pue den leerse en el siguiente voto del oidor don Nicolas Polanco de Santillana.

-"Me conformo con el señor licenciado Pedro de Hazaña, dijo, en que se dé cuenta a la ciudad de todo, i a la junta de guerra, encargándoles el secreto de la materia; i con toda cautela se les pondere el delito en que han incurrido los del cabildo de la Concepcion; i se les exajere gravemente el sentimiento que hará Su Majestad i la demostracion que se espera de Su Excelencia (el virrei del Perú); porque es de malas consecuencias el ejemplar en tierras tan remotas; i que en esta parte, todo este acuerdo sea de un labio i un parecer; i se diga a la ciudad escriba en esta razon a la de Penco cuán mal medio tomaron, i que amigablemente se tome su parecer de todos, i con él se proceda a determinar los demas puntos, pues conforme al semblante que hicieren, i medios que propusieren, i la demostracion que hicieren, podrá esta audiencia gobernarse mejor en caso donde mas que las leyes es menester la cordura i prudencia".

Sin pérdida de tiempo, se hizo llamar a la sala del tribunal a los individuos del cabildo i a los de la junta de guerra.

Luego que todos estuvieron presentes, i se les hubo informado de lo que ocurria, el oidor Polanco, segun el libro de votos de la audiencia, "encareció el sentimiento del desacierto del cabildo de la Concepcion, el lunar que habia puesto en la lealtad, fidelidad i calidad de vasallos tan principales como tiene Su Majestad en este reino; i ponderó esta materia por todos los visos que tiene de injusta i temeraria; i dijo diesen su parecer i votos co

mo juzgasen convenir en el punto de qué se haria acerca de haber depuesto al señor gobernador, tomando el gobierno el veedor jeneral, i haber hecho las elecciones que referia el señor presidente; i que este era uno de los negocios mas graves que podian acontecer, ni hubiesen acontecido en reino tan fiel".

Los individuos del cabildo, como hombres prudentes, suplicaron a los oidores, que antes de dar su opinion, les permitiesen oír lo que pensaban los militares que componian la junta de guerra.

Habiéndose accedido a esta peticion, comenzaron los oficiales a dar sus dictámenes en el órden i la forma que a continuacion se espresa:

El jeneral don Diego González Montero, "que acababa de gobernar a Valdivia, i que gobernaba las armas de Santiago"-"Deben despacharse provisiones reales en que se pondere a los de Concepcion el error que han hecho para que sin inconvenientes se reduzcan a lo que esta audiencia juzgare conveniente. Hallo inconvenientes en que quede el señor gobernador en la Concepcion por lo poco afectos, i el jeneral sentimiento que tengo entendido que toda la tierra tiene de su gobierno. Debe quedar la persona que el señor presidente nombrare en el gobierno de las armas".

El maestre de campo don Francisco de Carrasco.-"Me conformo con lo que diga el cabildo".

El comisario jeneral de la caballería capitan reformado de Arauco, don Juan Polanco de Guzman. -"Debe despacharse provision en que se restituya al señor don Antonio de Acuña i Cabrera, gobernador de este reino; i si no se obedeciere, se procederá a todos los apremios de su ejecucion hasta ponerlo en posesion, ejecutando las reales cédulas i título que le dió Su Majestad".

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