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cubrir los autores i cómplices de una supuesta conspiracion.

......Sin razon ni fundamento
Prendió algunos caciques principales
Con otros muchos bárbaros leales.
En ásperas prisiones los metia,
De donde uno a uno los sacaba;
Con grandes amenazas les hacía
Decir lo que jamas se imajinaba;
I a quien confesar cosa no queria
Con horrenda crueldad tormentos daba,
De las partes secretas i viriles
Colgándolos con látigos sutiles.

Al uno de los indios principales
En aquestos tormentos tan crueles,
Las binzas i los miembros jenitales
Le arrancó retorciendo los cordeles;
Sin merecer, señor, aquestos males,
Que, como tengo dicho, eran fieles.
A los demas domésticos services,
Les cortaba los piés i las narices.

Aquestas i otras hórridas crueldades,
Cual las que voi tratando aquí al presente,
Hizo mudar las firmes amistades
En aborrecimiento i odio ardiente.
Han sido tan infandas las maldades
De la española cruel i airada jente,
Que como el cielo de ellas es testigo,
Justamente al exceso envió el castigo (1).

¿No es cierto que esto horroriza?

Por vituperables que fuesen estos atentados, al cabo las víctimas eran hombres, que sabian o podian dar la muerte en caso oportuno, i que cuando a ellos les tocaba, la sufrian con serenidad; pero lo que habia abominable era que no se perdonase sexo ni edad, que se matase a las mujeres, que se matase a los niños.

(1) Alvárez de Toledo, Puren Indomito, canto 14.

"Aseguro a Vuestra Señoría, decia en 16 de marzo de 1601 don Francisco del Campo al gobernador don Alonso de Rivera, que despues que entré en este pueblo (Osorno) son mas de mil doscientos indios los que se han muerto; i al principio se mataban mujeres i niños por parecerme que con este rigor darian la paz".

"Fuí a Arauco, decia al rei en 12 de abril de 1607 Alonso García Ramon, de donde hice una correduría a la mas fragosa sierra de este reino; i aunque se tomó poca jente, la cual se pasó a cuchillo sin reservar mujer ni niño, fué de mucha consideracion respecto de que por la fragosidad jamas españoles habian entrado en ella".

El mismo gobernador escribia al rei: "Pronuncié auto mandando a todos los ministros de guerra pasasen a cuchillo todo cuanto en ella se tomase sin reservar mujer ni criatura, lo cual se puso en ejecucion jeneralmente, i se pasaron a cuchillo mas de cuatrocientas almas.-Los obispos, i jeneralmente 'todas las órdenes, han dicho i predicado sobre esto, i dado su parecer por escrito, grandes cosas; i dicen no ser justo hacer la guerra tan cruelmente.-Por lo que he sobreseído esta causa, llevando adelante mi intento solo en los hombres, que de esos ninguno escapa que no sea pasado a cuchillo, hasta le informara a Vuestra Majestad, a quien suplico se sirva mandar consultar esta causa; i consideradas las maldades i traiciones, ofensas grandes que han hecho a Nuestro Señor estos bárbaros, mandar lo que acerca desto se hubiera de seguir para que en todo acertemos a servir a ambas Majestades".

No sigo con mas citas, porque no es mi ánimo componer unas tablas de sangre, sino tan solo pintar el carácter de la guerra.

Los cristianos se portaban tan bárbaros como los mismos salvajes contra quienes combatian, siendo por lo tanto doblemente criminales.

Lo mas triste para los perpetradores de tantas crueldades es que ellas fueron inútiles; o mas bien produjeron un resultado diametralmente opuesto del que se esperaba. El terror solo sirvió para separar mas i mas a los indios, para infundirles tanto odio contra los españoles, que, segun la espresion de un conquistador, nacian aborreciéndolos.

La intimidacion no cabia en el pecho de hombres semejantes a los que describe un testigo presencial: "Digo que he visto justiciar una infinidad dellos, i cuando los llevan a ahorcar, piden, señalando con la mano, los ahorquen de la rama mas alta del árbol que mas les cuadra; i cuando se les manda cortar las manos, apénas se les derriba la una, cuando de su voluntad, sin decírselo, ponen la otra. En tiempo de don Alonso de Sotomayor, se prendió un indio del Estado en la provincia de Catirai, el cual era sobrino de un cacique, i por notar don Alonso que era el indio hombre de entendimiento i soldado, se informó dél de muchas particularidades, i entre otras deseoso de saber cuál era el castigo que mas sentian los indios de guerra, le pidió se lo dijese, refiriendo don Alonso todos los que en aquel tiempo se les hacian, que eran muchos i bien crueles. Le respondió el prisionero que cualquiera de aquellos castigos sentian los indios de guerra; pero el que mas sentian i les lastimaba el corazon era el servir a los españoles. I mandando un dia el gobernador Martin García de Loyola castigar unos indios que se prendieron en la ciudad de Santa Cruz por ser famosos ladrones de hurtar caballos del cuartel i alojamiento del cam

po, donde entraban de noche al efecto, llevándolos a ajusticiar, dijo uno de ellos a un soldado nacido en aquella tierra: di al gobernador que yo muero contento, porque no será el postrer gobernador que matará indios de guerra, ni yo seré el postrero que moriré por sustentarla" (1).

Esta entereza estraordinaria de los altivos araucanos los hizo formidables.

De cuando en cuando eran vencidos i forzados a someterse al yugo; pero solo por temporadas, aprovechando cualquiera oportunidad para volver a levantarse.

V.

Al cabo de medio siglo de tanto afanarse, de tanto batallar, de tanto gastar, de tanto matar, los conquistadores habian tenido que pasar por la humillacion de ver arrasadas por los indios todas las ciudades que habian fundado ultra Biobio, i de ser obligados a tener este rio por límite de su dominacion en Chile.

I mientras tanto, ¿aquella larga, costosa i sangrienta lucha producia alguna ventaja a los conquistadores?

Sí; les proporcionaba una, que en su concepto era de alta importancia: la adquisicion de indios para llenar las bajas cada dia mas numerosas que hacía en sus encomiendas el mal tratamiento que daban sin misericordia a los infelices indíjenas.

Los españoles siempre fueron mui codiciosos de indios; pero naturalmente lo fueron siendo mas a medida que estos iban escaseando.

Lo cuerdo habria sido procurar conservarlos

(1) Olaverría, Informe sobre el reino de Chile, sus indios i sus gue

rras.

apartando la causa principal de su espantosa mortandad, esto es, desplegando ménos dureza para hacerlos trabajar; no obstante, los encomenderos no entendian de este modo su interes.

He manifestado ántes en el precedente capítulo con documentos contemporáneos cuán rápida i terrible fué en Chile, como en otras partes de América, la destruccion de la raza indíjena; pero ya que he tenido que volver a tocar la materia, voi a agregar un nuevo testimonio, que contiene datos curiosos sobre el particular.

"En lo que toca a los indios, decia al rei en carta de 6 de enero de 1610 el oidor don Gabriel de Zelada, han quedado mui pocos lugares de ellos, porque casi todos están despoblados, i los indios divididos en diversas estancias i otras partes, fuera de sus naturales i tierras; i habiendo sido este reino uno de los mas poblados de todas las Indias, no hai de presente encomienda que pase de cien indios, i casi todas son de a cuarenta, cincuenta, sesenta indios; i se han apurado i consumido de modo que no han quedado en todo el distrito de esta ciudad (Santiago) dos mil i ochocientos indios tributarios, i de éstos mas de los mil son aucáes (araucanos) cojidos en la guerra; i las demas ciudades que están de esta parte de la cordillera no tienen todas otros tantos indios."

Una de las causas que apuntaba el oidor Zelada para tan espantosa despoblacion era "el servicio personal de los indios, de que se habia usado en el reino de Chile con tanta tiranía, que se habian servido de todos sin distincion, así de los hombres como de las mujeres, grandes i pequeños, sacándolos de sus naturales, privándolos, no solo de sus tierras i bienes de que no solo no gozan, pero tampoco de sus hijos."

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