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Ese sistema de represion se hacia sentir en todos los actos del gobierno, sin que se divisara indicio alguno que permitiera presumir cuándo tendria aquella término, o cuándo esperimentaria la mas lijera modificacion. Del mismo modo, el gobierno parecia resuelto a mantener i desarrollar la reaccion contra todos los impulsos liberales i democráticos que se habian hecho sentir en los años anteriores, i a robustecer i prestijiar el espíritu viejo de la colonia con sus preocupaciones de todo órden i con el fanatismo relijioso. Las fiestas de este jénero, con concurrencia de los mas altos funcionarios públicos, bajo apercibiento de penas pecuniarias a los inasistentes, tomaron un gran desarrollo por su frecuencia i por su ostentacion (3). Es verdaderamente inconcebible que un hombre dotado de un talento efectivo, i abierto a la luz del progreso, i que personalmente profesaba i practicaba la mas absoluta indiferencia en materias relijiosas, estimulase esas demostraciones de ideas i de prácticas de otra edad, buscando en ellas un apoyo para el afianzamiento de su política.

Salazar acompañó a don Claudio Gay en sus esploraciones en la Araucanía cuando éste preparaba su Historia física i política de Chile. Gay que ha contado una buena parte de la historia de la guerra contra los indios, apoyándose en las informaciones que recibió de Salazar, consagra a éste un amistoso recuerdo en la pájina 278 i siguientes del tomo VIII (parte política).

3) Véase nuestra Historia Jeneral de Chile, parte IX, cap. XXXVI, $ 6, tomo XVI, p. 145.

Todas estas deferencias en favor del clero, no llegaban a renunciar una sola de las prerogativas del estado. Un solo rasgo bastará para dar a conocer las ideas de Portales a este respecto.

En 1835 el gobierno convino en la separacion del seminario que desde la creacion del Instituto Nacional estaba unido a éste; pero el gobierno se reservó i usó el derecho de entender en los nombramientos de empleados del seminario, i en sus planes de estudios. El obispo Vicuña, a quien el gobierno, por los motivos que espondremos mas adelante, no le reconocia mas que el título de vicario apostólico, hizo pintar arriba de la puerta del seminario (situado entonces en la manzana comprendida entre las calles de Agustinas, Riquelme, Moneda i Colejio) algo con que se queria representar el escudo de armas del papa, es decir dos llaves cruzadas encima de las cuales estaba la tiara pontificia. Don Diego Portales no toleró esto, e impartió la órden siguiente: «Al vicario apostólico-Santiago, enero 5 de 1836–El presidente me ordena decir a V. S. I. que debe hacer colocar el escudo de armas de la Repú blica en el frontispicio de la casa del seminario conciliar-Dios guarde V. S. --Diego Portales».

Las órdenes de Portales no admitian replica, i ésta fué cumplida puntualmente

El ejercicio de un poder que puede llamarse absoluto, la ausencia de todo síntoma de contradiccion de parte de los hombres que lo rodeaban, dando a Portales una posicion de superioridad de que no habia otro ejemplo en la historia de nuestras revoluciones, no podian dejar de perturbar de alguna manera el equilibrio de su razon normal. «El espíritu del hombre, dice un distinguido publicista moderno (Lord Rosebery), no está suficientemente lastrado para permitirle ejercer o sostener largo tiempo un poder absoluto i sin contrapeso. En otros términos, la omnipotencia es incompatible con la naturaleza huma na». Por causa de esta lei fatal e ineludible, a que no han podido sustraerse los mas grandes hombres, el juicio de Portales, tan claro i sólido en los primeros años de su carrera política, habia comenzado a perturbarse, creándole una situacion mas i mas embarazosa. Resuelto a mantener, i aun a reforzar el réjimen de vigorosa represion, Portales habia visto con ánimo lijero alejarse de su lado a aquellos de sus amigos que no aprobaban ese sistema, i entre ellos a tres hombres realmente distinguidos por su intelijencia i por sus servicios, don Diego José Benavente, don Manuel José Gandarillas i don Manuel Renjifo, que antes habian dado prestijio al gobierno, i que habrian sido sus discretos i útiles consejeros. Otros hombres de posicion ménos espectable, comenzaban tambien. a comprender los inconvenientes de la omnipotencia del gran ministro, i se mostraban amigos ménos ardorosos. El círculo que rodeaba a Portales, léjos de ensancharse con nuevos adherentes, se reducia lenta pero efectivamente. Sin embargo, él parecia no darse cuenta de esa situacion, i habituado a imponer siempre su voluntad i a dominar todas las resistencias, no se cuidaba mucho de afianzar las adhesiones de los suyos, ante quienes no disimulaba su superioridad, haciéndolos con frecuencia objeto de una desdeñosa descortesía, i a veces de una burla mas o ménos hiriente (4).

(4) Mas que por la arrogancia que debia inspirarle el convencimiento de su superioridad i de la sumision de que se veia rodeado, Portales, por vivacidad de carácter, que habia demostrado desde su primera juventud i que se creia heredada de sus mayores, se complacia en hacer

2. Graves acontecimientos de los últimos meses de ese año: el gobierno se

reviste de facultades om nimodas, i crea los con sejos de guerra perma,

2. El 18 de setiembre de 1836, al inaugurarse el segundo período de la presidencia del jeneral Prieto, la República de Chile se hallaba envuelta en complicaciones esteriores e internas de la mayor gravedad; i si bien fué posible dominarlas mas o menos prontamente, otras nuevas debian preocupar la atencion de los gobernantes, i distraer los recursos de la nacion.

nentes: primer ensayo de estos en Curicó

El capitan jeneral don Ramon Freire, desterrado de Chile des le 1830, habia organizado en el Perú una pequeña espedicion que embarcada en dos buques armados en guerra, venia a Chile en la seguridad de que el país se levantaria para secundar una revolucion que cambiase el gobierno del estado. La historia de esa empresa, conocida por la publicacion de numerosos documentos, i de relaciones de verdadero valor, no entra en el cuadro de nuestro

burla de muchas personas, sin detenerse en ofender a hombres de ventajosa posicion, algunos de los cuales se alejaron definitivamente del poderoso ministro. Los contemporáneos contaban sobre este particular las mas variadas anécdotas. Don Benjamin Vicuña Mackenna, en su interesante libro Don Diego Portales Valparaíso, 1863), ha reunido a este respecto algunos rasgos que contribuyen a caracterizar a ese personaje. De esas chanzas de Portales no se escapaban las mas altos funcionarios, i ni siquiera el presidente de la República don Joaquin Prieto. En 1832 presentó éste al congreso el proyecto que creaba un nuevo escudo de armas de la nacion, sostenido por dos animales indíjenas de Chile, el cóndor i el huemul, i segun un diseño formado por el jeneral don José Ignacio Zenteno. Portales, que se hallaba en Valparaíso, se rió mucho entre sus amig de aquel proyecto, preparado, decia, por el «escriba, apodo con que designaba a Zenteno porque en su juventud habia sido escribano. Aludiendo a los animales que debian colocarse en el escudo, Portales dijo: «El verdadero huemul es el presidente de la República», palabras que dieron mucho que reir, i que como otras bromas del mismo jénero, contribuían a hacer creer entre el comun de las jentes que el jeneral don Joaquin Prieto era un hombre rudo, de limitada intelijencia i de modales vulgares, cuando, por el contrario, tenia éste un sólido buen sentido, i un trato agradable i amistoso, sin que le faltase discrecion i reserva cuando hablaba de los negocios públicos. Prieto, por lo demas, no avanzaba opinion sobre estas materias antes de haber oído las opiniones i consejos de algunas personas que con razon merecian su confianza.

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Los contemporaneos que estuvieron en intimidad con Portales, contaban que, tan inclinado a hacer burlas a todo el mundo, solo respetaba a dos hombres cuyo saber estimaba en mucho, i cuyos servicios eran irremplazables, don Andres Bello i don Mariano Egaña, apesar de las jenialidades singulares i a veces candorosas de éste último,

libro (5). Nos bastará recordar que la espedicion de Freire tuvo un lastimoso desenlace; que sin necesidad de combates, caian en poder del gobierno los dos buques espedicionarios con todos sus tripulantes, i que Freire i sus compañeros eran entregados a la justicia militar para que los juzgase por el delito de alta traicion.

Antiguas complicaciones internacionales con el Perú nacidas sobre todo por resistencias de éste para el esta blecimiento de relaciones comerciales sobre bases equitativas, habian tomado un carácter mucho mas grave con motivo del establecimiento de la Confederacion perúboliviana, i de accidentes graves o nó, pero encaminados a preparar un rompimiento. Portales, con esa fijeza de propósitos que caracteriza a los verdaderos hombres de estado, hizo declarar la guerra por el congreso de Chile (26 de diciembre de 1836), sin arredrarse por la poquedad de nuestros recursos, ni por las dificultades al parecer insubsanables de aquella empresa (6). Esa guerra, laboriosamente preparada por Portales, i cuyo desenlace no alcanzó éste a ver, le granjeó sin embargo una buena parte del renombre de que ha gozado ante la posteridad, por el lustre que dió a Chile la victoria.

Las preocupaciones de órden interno no eran ménos inquietantes. El descontento de una buena parte del pú

5) Vicuña Mackenna, Don Diego Portales, cap. XII, i Sotomayor Valdes, Historia de Chile bajo el gobierno del jeneral Prieto, tomo II, cap. XXI i XXII, tomo II.

(6) Los antecedentes de esta guerra se hallan bastante bien espuestos en las dos obras que acabamos de citar, i en unos escritos de revista de don Gonzalo Búlnes. Pero conviene sobre todo conocer una nota de 18 de marzo de 1839 firmada por el ministro de relaciones esteriores de Chile, don Joaquin Tocorual, i dirijida al cónsul jeneral de S. M. B. en Santiago, que estaba empecinado en poner embarazos a la accion de Chile en la guerra contra la Confederacion perú-boliviana, aun despues que ésta habia sido destruida por la victoria de Yungai. Esa nota, escrita por don Andres Bello, es, como la jeneralidad de las comunicaciones diplomáticas que salieron de la mano de éste, notable por su claridad, por su lójica i por su moderación, i espone con verdad i con trasparencia las causas de aquella guerra. El lector puede hallarla reproducida en un libro reciente, Negociaciones entre Chile i el Perú por don Ricardo Montaner Bello (Santiago, 1904, cap. I, nota 8. La esposicion de esos antecedentes i la crónica de la guerra, no entran en el cuadro, en cierto modo sumario, que estamos trazando, de los últimos años del gobierno del jeneral Prieto, i en él no contaremos los acontecimientos que ya han sido referidos ordenada i claramente por otros historiadores.

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blico habia intentado hacerse representar en tres distintas hojas periódicas que tuvieron mui escasa circulacion, ique desaparecieron prontamente. En vez de esas manifestaciones de carácter legal, se descubrieron planes de conspiracion jeneralmente mui mal preparados, que dieron orijen a prisiones i a procesos, con una recrudecencia de las medidas represivas. El gobierno fué provisto por el congreso (el 9 de noviembre de 1836) de facultades estraordinarias para trasladar de un punto a otro de la República a cualquier ciudadano; pero, antes de muchos dias, esperimentaba su poder un estrepitoso rechazo ante otro alto cuerpo del estado. El 18 de noviembre, la corte de apelaciones, constituida en sala marcial con la concurencia de dos coroneles, i encargada de juzgar en segunda instancia al jeneral Freire i a sus compañeros, revocaba por mayoría de votos la sentencia de pena capital impuesta por un consejo de guerra, 1 los condenaba solo a destierro. La corte marcial no apoyaba su resolucion en lei alguna; i en vez de aplicar las penas tremendas establecidas por la ordenanza militar, habia contemplado los brillantes servicios de Freire, i creia que no era posible enviar al patíbulo al hombre que podia ostentar gloriosos títulos al respeto de sus conciudadanos. Ese fallo, pronunciado en aquellas circunstancias, importaba una provocacion audaz a la omnipotencia del ministro Portales, al que éste contestó con medidas de una destemplada enerjía, que iban a hacer mucho mas violenta esa situacion.

El dia siguiente de dada esa sentencia, ordenaba Portales al fiscal de la corte suprema que entablase acusacion criminal contra los jueces que la habian firmado. Aceleró atropelladamente la partida del jeneral Freire al destierro en las islas de la Oceanía, i a la confinacion al presidio de Juan Fernandez de los demas presos políticos. En contra de todos ellos, Portales hizo aprobar por el congreso una lei, promulgada el 27 de enero de 1837, que ordenaba a todas las autoridades hacer pasar por las armas, en cualquier punto de la República, i dentro de veinticuatro horas, sin mas proceso que el necesario para comprobar la idoneidad de la persona, i sin que de sus procedimientos se pudiera imponer recurso alguno, a cualquier individuo que sin autorizacion del gobierno, regresase del

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