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PRELIMINARES

1836-1841

CAPÍTULO PRIMERO

1. Situación política de Chile a mediados de 1836: omnipotencia del ministro Portales: conservacion del réjimen represivo.-2. Graves acontecimientos de los últimos meses de ese año: el gobierno se reviste de facultades omnimodas, i crea los consejos de guerra permanentes: primer ensayo de éstos en Curicó.-3. Motin de Quillota: es vencido en los contornos de Valparaíso: fusilamiento del ministro Portales por los insurrectos: tremendos castigos de éstos; proceso del senador don Diego José Benavente.--4. Primeros actos de una reaccion política ménos restrictiva, conservando sin embargo el gobierno la suma del poder público.-5. Ojeada jeneral de la guerra contra la confederacion perú-boliviana: desafortunada campaña de 1837.-6. Segunda campaña contra la confederacion perú-boliviana: victoria definitiva de Yungai.-7. Antecedentes de una negociacion diplomática con España para obtener el reconocimiento de la independencia: nombramiento de un ministro plenipoten-iario por parte de Chile.-8. Celebracion de dos tratados internacionales.-9. Ereccion de la arquidiócesis de Santiago i de dos obispados sufragáneos.-10. Fomento prestado a las misiones de infieles sin ningun resultado.

tro Portales: conserva

1. Situación política de Chi- 1. El año 1836 se verificó por le a mediados de 1836: primera vez en Chile, dentro del omnipotencia del minis órden constitucional, una eleccion cion del réjimen repre- de presidente de la República, que revestia todas las formas legales, i que, por esas formas, a lo menos, no era la obra de la revolucion i de la violencia.

sivo.

Esta eleccion llamaba por un segundo período al gobierno, al hombre que acababa de ejercerlo como fruto de una trascendental revolucion.

Era éste el jeneral don Joaquin Prieto, militar formado en una carrera de servicios relativamente modestos durante la guerra de la independencia, en que tuvo sin embargo la fortuna de batir i dispersar en 1821 las últimas bandas realistas que mandaba el feroz caudillo Benavides. Elevado a la presidencia de la República a consecuencia de la revolucion de 1829 i 1830, que él habia capitaneado sin ser su verdadero autor, Prieto habia demostrado en el gobierno un notable buen sentido, gran moderacion de carácter, resistencia en cuanto le era posible a las medidas violentas o de injustificada persecucion (1), sin conseguir siempre evitarlas; i habia prestado desde el supremo puesto que ocupaba, una cooperacion utilísima i eficaz a la pacificacion efectiva del país, i a la organizacion discreta i vigorosa de un gobierno sólido, honrado i con autoridad, cuya plantificacion dirijian otros hombres mejor preparados para darle cima.

El mas conspicuo de éstos era don Diego Portales, personaje de condiciones verdaderamente estraordinarias de intelijencia i de carácter. Estraño en su primera juventud a las manifestaciones de la vida pública, i consagrado a especulaciones mercantiles, el espectáculo penoso del desgobierno que imperaba en su patria desde que dejó el mando el jeneral O'Higgins en 1823, hirió el alma de Portales, i lo arrastró de lleno a la contienda revolucionaria con el propósito de cooperar a la estirpacion de la

(1) En la guerra del sur, i desde que tuvo el mando de una division o de todo el ejército, Prieto, rompiendo con la práctica seguida, i aun desobedeciendo las instrucciones del ministerio, se habia empeñado en evitar las ejecuciones capitales de prisioneros, o a lo ménos en reducir su número, prefiriendo atraerse a los caudillejos enemigos por medio de negociaciones i de perdon. Vicuña Mackenna ha dado noticia de estcs procedimientos en algunas pájinas de su interesante libro La guerra a muerte (Santiago, 1868).

En 1831, una partida de chilenos emigrados en el Perú, preparó allí una espedicion contra el gobierno establecido en Chile. Habiendo desembarcado en Colcura el 31 de marzo, no tardaron en caer prisioneros, i fueron sometidos a juicio. El jeneral Prieto, que debia rever i poner el cúmplase a la sentencia como jeneral en jefe, resistió a las sujestiones de Portales que queria que se les aplicase la pena de muerte; i por sentencia dada el 8 de agosto condenaba a los invasores del territorio a la pena de destierro fuera del país o de relegacion a Juan Fernández o a Chiloé. Véase sobre esto nuestra Historia jeneral de Chile, tomo XVI, páj. 47-9.

anarquía i al afianzamiento de un réjimen estable. Por la fuerza de su voluntad i por la claridad luminosa de su juicio, se impuso desde el primer momento como jefe de la evolucion pacificadora del país. Sin ser militar ni letrado, con mui escasas nociones de ciencias políticas i administrativas, dominó a los militares i a los letrados, llegó a comprender i a manejar fácilmente todos los resortes del gobierno, i a todas partes llevó su actividad i su mano, para acometer reformas útiles i para cimentar un gobierno regular, respetable i respetado. El gobierno de paz i de órden, de rigorosa economía i de administracion efectiva que imperaba en 1836, era, puede decirse así, la obra de don Diego Portales. Sin duda él no lo habia hecho todo, ni habria podido hacerlo ningun hombre; pero él era el creador del plan, el que trazó las grandes líneas que sirvieron de base a la organizacion del gobierno, i el inspirador de muchos de los detalles de aquella obra laboriosa i compleja.

Sus colaboradores mas útiles eran don Mariano Egaña i don Andres Bello. El primero, jurisconsulto laborioso, mui conocedor de la lejislacion civil entónces vijente, i de la administracion colonial, que en gran parte era la nuestra todavía, i ademas amigo decidido de los gobiernos fuertes, servia mui bien al poderoso ministro Portales para dar forma de decreto o de lei a las medidas que éste queria imponer. Bello, en una esfera diferente, era el consejero discreto e ilustrado en todas las cuestiones internacionales, algunas de ellas mui complicadas, i el defensor majistral de nuestros derechos i de nuestra dignidad de nacion soberana, contra la arrogancia de los ajentes diplomáticos de las grandes potencias en sus relaciones con las nuevas repúblicas hispano-americanas. En otro órden prestaba sus servicios el ministro de hacienda don Joaquin Tocornal, antiguo empleado de aduanas, dotado de cierta práctica en negocios administrativos, i que en el gobierno mantenia el réjimen de órden i de estricta economía que en los años anteriores habia planteado el hábil financista don Manuel Renjifo, el verdadero organizador de nuestra hacienda pública.

Portales habia llegado entónces a la cima del poder, mas que por la importancia de los altos cargos que desem

peñaba, por el predominio que se habia conquistado, i que le reconocia todo el elemento oficial de la República. En realidad, en sus manos estaba el gobierno del estado en casi todas sus manifestaciones. Con el modesto título de teniente coronel, pero con el mas trascendental de ministro de guerra i marina, tenia bajo su dependencia efectiva. el ejército, las milicias i los dos buquecillos que constituian la armada nacional. Portales era ademas ministro del interior i de relaciones esteriores (ámbos ramos formaban entónces un solo ministerio, que comprendia tambien la justicia, el culto i la instrucción pública); i como tal era el jefe jerárquico i eficaz de toda la administracion interna, a la vez que el director titular de lo que podia llamarse nuestra diplomacia. El congreso nacional, constituido por una forma de eleccion en que los adversarios del gobierno no tomaban parte, demostraba habitualmente la mas absoluta deferencia a la voluntad de éste.

Toda la República estaba al corriente de la supremacía incontestable del omnipotente ministro Portales. Todo el que tenia algo que pedir o que representar al gobierno, recurria reverentemente a él, va fuera en persona o por intermediario, seguro de obtener resoluciones rápidas, con frecuencia inspiradas por un sentimiento de justicia, i por razon de la conveniencia pública, casi siempre espresadas con la franqueza del gobernante que tiene la conciencia de su mision i de su deber, i que no trata de eludir u ocultar su responsabilidad. Ningun alto funcionario público, ni siquiera el ministro de hacienda, i ni siquiera el presidente de la República, se habria decidido a tomar medida alguna, aun de limitada importancia, sin consultarla previamente con el poderoso ministro, i sin obtener su aprobacion. Solo en los tribunales de justicia, preciso es recordarlo en honor de la patria chilena, habia encontrado el todopoderoso ministro, algunos hombres que, en nombre de la lei, se resistian a condenar a los reos políticos a las altas penas que aquel queria aplicarles. Para evitarse esas contradicciones, Portales se preparaba a sustraer a esos reos de los tribunales ordinarios, i a crear una justicia especial, con jueces que por su carácter i por sus condiciones, debian ser dóciles instrumentos del poder. La República de Chile disfrutaba desde 1830 de una

paz desconocida hasta entónces en los otros estados del mismo orijen, i que por su duracion no tenia precedente en nuestra historia desde los primeros dias de la revolucion de la independencia. Esa paz interior, fruto en gran parte de la actitud vijilante i vigorosa del gobierno, lo era mui principalmente de los hábitos arraigados de órden i de trabajo en un pais jeneralmente pobre i apático, donde las revueltas inquietaban a pocos, i ofrecian mui pocas probabilidades de lucro. Es verdad que en esos siete años se habian descubierto varias tentativas de revolucion mas o ménos insensatas, i que se habian esperimentado dos amagos de invasion preparada en el estranjero para venir a derrocar el gobierno; pero la misma facilidad con que fueron dominadas esas amenazas de trastorno, probaban su poca base en la opinion del pais.

Tenian ellas principal i casi esclusivamente por estimulante la sueite precaria, miserable, podria decirse así, de los militares dados de baja en 1830 porque defendian un gobierno que, con mui buenos fundamentos, ellos creian legal. La prudencia aconsejaba hacer cesar esa situacion injusta, i ademas peligrosa, i reincorporar al ejér cito a los militares recomendables así por sus buenos servicios anteriores, como por su conducta posterior, tranquila i alejada de motines. Portales se manifestó inflexible a este respecto, empeñado en mantener léjos del ejército a militares distinguidos, entre los cuales habia algunos que eran verdaderas glorias de la patria. En un exámen detenido de los documentos concernientes a este particular, no hemos hallado mas que una escepcion a aquel propósito gubernativo, i ella fué hecha en favor de un oficial cuyos servicios consideraba indispensables el jeneral que tenia a su cargo la defensa de la frontera del Biobio (2).

(2) El oficial de que se trata era ei sarjento mayor don Luis Salazar, que habia combatido en la batalla de Lircai (17 de abril de 1830), en la caballería del jeneral Freire, i que por este motivo habia sido dado de baja. Salazar, por su esperiencia en la guerra contra los indios, por su conocimiento de las costumbres i de la lengua de éstos, i por su gran sagacidad, era tenido por indispensable en el servicio militar de la frontera del Biobio El jeneral don Manuel Búlnes, que mandaba allí el ejército nacional, habia pedido con instancia la reincorporacion de Salazar; i ésta fué decretada el 21 de agosto de 1834.

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