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Esta jestion fué sostenida por el gobierno de los Estados Unidos durante mas de veinte años con la mas porfiada persistencia. Chile tuvo durante algunos años una legacion en Washington casi sin otro objeto que debatir esa cuestion. Se cambiaron notas i memoriales, se acumularon documentos, certificados i declaraciones de numerosas personas que fueron testigos de aquellos acontecimientos. Por fin, el 10 de noviembre de 1858 se firmó en Santiago una convencion segun la cual la cuestion seria sometida a arbitraje, i se designaba por árbitro a Leopoldo I, rei de los belgas. El fallo de éste fué dado el 15 de mayo de 1863. Aceptando que los reclamantes. norte americanos tenian realmente parte en la negociacion de cuyos capitales se habia apoderado Lord Cochranne, la sentencia mandaba pagarles la cantidad de 42 240 pesos por capital, i 19 698 por interes. Ese fallo que no está justificado a la luz de los documentos presentados en el juicio, fué cumplido puntualmente por el gobierno de Chile, que se consideraba descargado de una manera honrosa de una reclamacion que habia producido desagrados de todo órden (9).

2. Primeras negociaciones diplomáticas entre Chile

2. Las relaciones internacionales

i las Repúblicas del Perú con las otras Repúblicas hispanoi Bolivia despues de di- americanas, si bien no tenian el suelta la confederacion. sello de insaciable codicia de las que acabamos de recordar, ofrecian dificultades i embara

discutieron en los años a que se refiere este libro. Las memorias del ministerio de relaciones esteriores pasan jeneralmente de carrera sobre esos asuntos, como si se sintiera repugnancia al recordarlos, i solo se detienen en el último para justificar la actitud del gobierno. Nuestros archivos contienen abundantes documentos sobre todos esos reclamos, que pue den ser estudiados por quien se proponga escribir la historia de ellos. Nosotros los hemos examinado con bastante detenimiento, pero no entraba en el plan de este libro el contar esos hechos con todos sus incidentes.

(9) Don Manuel Carvallo, que en su calidad de ministro plenipotenciario de Chile en Béljica, fué el abogado chileno en este litijio, publicó en Bruselas, en 1861, con el título de Pièces principales de la correspondance, etc., un volúmen de 500 pájinas de memoriales i documentos indispensables para estudiar i conocer la cuestion, pero que no están espuestos con el método i claridad que habria convenido. La sentencia del árbitro fué publicada en la memoria del ministerio de relaciones esteriores correspondiente al año 1863.

zos de mui diverso órden, que imponian igualmente desagrados, i que exijian una constante atencion. El Perú i Bolivia, aun despues de disuelta la confederacion, no habian hallado la paz interior, vivian entre sí en un estado de desconfianza precursor de un rompimiento, i obligaban a Chile, que solo queria vivir en paz interior i esterior, a observar atentamente esos acontecimientos que podian atraerle complicaciones.

Como se recordará, el 25 de agosto de 1838, a los cuatro dias de ocupada Lima por el ejército chileno, se habia organizado allí un gobierno provisorio que tuvo por jefe al jeneral don Agustin Gamarra. Cerca de él fué enviado don Mariano Egaña, con el cargo de ministro plenipotenciario de Chile; pero éste regresaba poco mas tarde (10), i la representacion de nuestro país fué confiada de nuevo a

(10) Don Mariano Egaña ocupaba en Chile el ministerio de justicia, i estaba ocupado en preparar la reforma de algunas leyes, aprovechando las facultades estraordinarias de que el gobierno estaba investido, cuando llegó la noticia de la ocupacion de Lima por el ejército chileno, i la organizacion del gobierno provisorio de Gamarra. Egaña fué entonces nombrado ministro plenipotenciario cerca de aquel gobierno (por decreto de 3 de octubre), i sin la menor tardanza se ponia en viaje, llevando por secretario a don Miguel de la Barra. Desembarcó en Chorrillos el 20 de octubre, i ántes de mucho promovió sin resultado alguno ciertas negocia ciones con el jeneral don Luis José Orbegoso, que seria largo e inoficioso referir aquí. Egaña asistió tambien a la junta de 8 de noviembre, en que se decidió la retirada de Lima por el gobierno de Gamarra i por el ejército de Búlnes. Poco despues se resolvió su regreso a Chile, dejando a don Miguel de la Barra, como secretario del jeneral en jefe. Egaña debia dar cuenta al gobierno de Santiago de la crítica situacion del ejército chileno en el Perú, i de la necesidad de enviarle prontamente refuerzos para evitar un desastre que parecia inminente. Ya sabemos que el gobierno preparaba esos refuerzos cuando llegó la noticia del espléndido triunfo de Yungai.

Si la mision de Egaña no correspondió en todas sus partes al propósito del gobierno de Chile, fué debido a causas que éste no podia prever, i entre ellas a la actitud de Orbegoso, que declarándose en contra de Santa Cruz, no queria tratar con Chile, colocándose así en una situacion insostenible. La mision de Egaña habia sido inspirada por un alto propósito de honradez política en las relaciones con las dos repúblicas que formaban la confederacion. Las instrucciones dadas a Egaña el 5 de octubre, i que, segun parece, fueron escritas por este mismo, interpretando el pensamiento del gobierno, honran al presidente Prieto i a sus ministros. Durante el desempeño de su mision, Egaña se empeñó en asentar la cordial i sincera amistad de que se habla en ese documento. El lector puede verlo publicado por don Ricardo Montaner Bello, en su libro Negociaciones diplomáticas entre Chile i el Perú (Santiago, 1905) páj. 17-19.

don Ventura Lavalle que conocia mucho el Perú, que habia intervenido en los accidentes que prepararon la guerra, i que iba a seguir prestando sus servicios en situaIciones bien delicadas.

Lavalle venia de Quito, a donde habia ido a solicitar en vano la alianza de ese gobierno contra Santa Cruz, desembarcaba en Malabrigo (un poco al norte de Trujillo) dos dias despues de la victoria de Yungai, i el 29 de enero se presentaba en Huaras a los jenerales Búlnes i Gamarra. En el momento se hizo cargo con toda claridad de la situacion del país; i dirijiéndose al gobierno de Chile con fecha de 29 de febrero, al paso que le daba cuenta de la deplorable miseria a que estaba reducido el ejército chileno, i de la moralidad de que daba pruebas a pesar del desamparo en que se le tenia, le anunciaba su prevision le que la reciente victoria, la reciente victoria, cuyos resultados no podian medirse con exactitud, iba a poner término definitivo a la confederacion. Santa Cruz que habia creido poder reponerse de su desastre, despues de las mas accidentadas i penosas peripecias, corrió a asilarse al puerto de Islai, donde el vice cónsul ingles Thomas Crompton lo embarcó en un buque de guerra de su nacionalidad, la Samarang, que lo llevó a Guayaquil. La plaza del Callao, i los cuerpos de tropas de la confederacion que quedaban en pié, se sometieron sin gran dificultad. En Bolivia, como lo veremos en seguida, el poder de Santa Cruz habia caducado estrepitosamente.

Pero, ni el Perú ni Bolivia tenian condiciones de paz interior. En el Perú, el tesoro público pasaba por dias de la mas absoluta carencia de recursos; i la no interrumpida série de revoluciones i de trastornos habian empobrecido el país de una manera deplorable. Las revueltas incesantes habian creado ambiciones de todo órden, i la mas profunda desmoralizacion en todos los servicios. Gamarra i sus consejeros mas íntimos i mas fieles, no podian tener mucha confianza en las mismas tropas que acababan de organizar; i deseando consolidar su gobierno, insinuó la idea de distribuir algunos cuerpos chilenos en varios puntos, Arequipa, el Cuzco, Lima i Huancayo, donde habrian sido los sostenedores del órden público. Búlnes i Lavalle, sometiéndose rigorosamente al plan político a que se ha

bia ajustado toda la campaña, no aceptaron ese pensamiento que habria presentado a las tropas chilenas como encargadas de imponer un gobierno al Perú. Léjos de tales propósitos, el jeneral Búlnes reclamaba, en virtud de las estipulaciones mas claras i mas autorizadas, el pago de sus soldados i de sus marinos, i recursos para regresar con ellos a la patria.

Esa actitud era el cumplimiento rigoroso del plan que el gobierno de Chile se tenia trazado. «Si aun pudiese quedar alguna duda en espíritus prevenidos contra el desinteres de nuestras miras, decia el presidente de Chile en la apertura del congreso nacional de 1839, la conducta que observa actualmente, i a que siempre será fiel el gobierno, la disipará del todo. No hemos intervenido de modo alguno en los negocios internos del Perú. Cualquiera que hubiese sido la persona en quien depositase el pueblo peruano la autoridad suprema, hubiéramos respetado su eleccion. Esta ha sido nuestra política respecto de los estados americanos, i lo será respecto de Bolivia, i de cualquiera otro que se halle en igual caso.» En términos análogos se espresaba el gobierno de Chile al aprobar los procedimientos que sus representantes estaban observando en el Perú. La conducta de nuestro ejército en el Perú i su pronto regreso a Chile, decia a Lavalle nuestro ministro de relaciones esteriores con fecha de 25 de junio, acabarán de acreditar ante la América i el mundo toda la pureza de nuestras intenciones, i el verdadero patriotismo con que principiamos i hemos concluido una obra verdaderamente americana.» Ya hemos contado ántes como el jeneral Búlnes, habiendo obtenido los socorros mas premiosos que necesitaba, i a que estaba obligado el gobierno del Perú, sacaba su ejército en dos grandes porciones, i con él volvia a Chile, donde lo esperaba un recibimiento triunfal (11).

(11) Véase parte Preliminar cap. II, § 6.

Cuando Búlnes reclamaba del gobierno peruano los recursos que necesitaba para el regreso de su ejército, i que aquel estaba obligado a suministrarle en virtud de convenciones solemnes, se suscitó una contradiccion que nadie esperaba. El cónsul jeneral de la Gran Bretaña en el Perú, Bedford H. Wilson, gran partidario de la confederacion perú-boliviana, i enemigo irreconciliable de Chile i de todos los que habian concu

En Bolivia, el poder de Santa Cruz, mucho ménos sólido de lo que éste creia, tambien habia desaparecido. Al salir a campaña contra el ejército de Chile, Santa Cruz habia confiado el mando de las tropas que dejaba en el sur de Bolivia al jeneral don José Miguel Velasco, que era su amigo personal, i que habia sido vice-presidente de la República. Esto no impidió que Velasco, aprovechando aquellas complicaciones, i esplotando el descontento de muchas jentes, iniciara un movimiento revolucionario el 18 de enero de 1839, que encontró eco en muchos pueblos, i que acabó por acentuarse cuando se tuvo noticia del desastre que Santa Cruz habia sufrido en Yungai. En las actas de la revolucion, Velasco era proclamado presidente provisorio. Un congreso constituyente convocado poco despues en la ciudad de Sucre, dictaba el 1.o de noviembre (1839), una lei cuyo primer artículo decia lo que sigue: «Se declara a don Andres Santa Cruz, presidente que fué de Bolivia, insigne traidor a la patria, indigno del nombre de boliviano, borrado de las listas civil i militar de la República, i puesto fuera de la lei desde el momento en que pise su territorio.» Por otras resoluciones del mismo congreso se declaraban nulas i de ningun valor todas las leyes dictadas bajo el gobierno de

rrido a derribarla, no podia tolerar que el gobierno del Perú reuniera fondos para suministrarlos al ejército de Búlnes. Por notas de 15 i de 27 de abril (1839) se dirijió al «jefe de seccion del ramo de relaciones esteriores del Perú», reclamando en términos inconvenientes i hasta conminatorios contra aquella decision, i sosteniendo que esos fondos debian destinarse al pago de los intereses de la deuda que esa República habia contraido en Londres, i cuyo servicio estaba suspendido desde años atras, i que el Perú no habría podido atender en medio de la crísis tremenda en que estaba envuelto. Esa jestion, promovida con el propósito de suscitar embarazos i provocar contestaciones que pudiesen perturbar i talvez interrumpir las relaciones, no produjo ningun resultado práctico.

La deuda esterna del Perú, fuera de millon i medio de pesos que debia a Chile desde 1823, i de otra suma debida a Colombia, montaba a 1816 000 libras esterlinas, solo de capital al 6 por ciento, i tenia por orijen tres empréstitos contratados en Londres en 1822, 1824 i 1825. Don Juan García del Rio, que como ajente del Perú habia contratado en Londres el primer empréstito, i que en 1837 era ministro de hacienda en esa República, apreciaba en 1842 la deuda esterior peruana (solo en Inglaterra, i sin tomar en cuenta lo que se debia a Colombia i a Chile en 1816 000 libras esterlinas; i los intereses corridos desde octubre de 1825 en que se habia suspendido el servicio de la deuda, en 1 852 320 libras esterlinas. Museo de Ambas Américas, tom. III, páj. 397.

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