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Santa Cruz, se ponian en secuestro las propiedades de éste, i se conminaba con penas a los que mantuviesen comunicacion con él. A pesar de todo, el antiguo protector de la confederacion contaba con un partido numeroso en Bolivia,como conservaba muchos parciales en el Perú.

El nuevo gobierno de Bolivia, entre tanto, manifestó la mayor deferencia por Chile, i por cuanto concernia a esta República. Sus comunicaciones al jeneral Búlnes, inspiradas por los sentimientos mas amistosos, tenian por objeto manifestarle a él i al gobierno chileno la gratitud de Bolivia por los jenerosos i eficaces servicios prestados a la causa de América, i en especial a las dos Repúblicas que formaron la estinguida confederacion. En esas comunicaciones, le anunciaba que ya tenia nombrado un plenipotenciario que viniese a Chile a espresar a su gobierno esos mismos sentimientos de gratitud, i a renovar las relaciones de amistad entre las dos Repúblicas (12).

En efecto, el 13 de junio era recibido por el presidente de Chile, con todas las solemnidades de estilo, don Manuel Molina, en su carácter de ministro plenipotenciario de Bolivia. En su discurso de recepcion, anunciaba que venia a Chile a estrechar los lazos de confraternidad, de que este país habia dado pruebas tan inequívocas en la penosa situacion de que acababa de salir Bolivia. Sin dificultad de ningun jénero, arribó a firmar el 6 de agosto dos convenciones con el gobierno de Chile, una de ellas de alianza i comercio, i la otra sobre ajuste i liquidacion de los gastos de la reciente guerra. El espíritu de esos pactos, a lo ménos por lo que respecta a Chile, está clara

(12) Nota de don Manuel María Urcullu, ministro de relaciones esteriores de Bolivia, al jeneral Búlnes, Chuquisaca, 21 de marzo de 1839, publicada en El Araucano de 28 de junio de ese mismo año. El Araucano, periódico oficial de la República de Chile, dirijido con tanto acierto por don Andres Bello, publicaba, junto con los documentos chilenos que sin inconveniente podian darse a luz, todos los que, impresos en otras partes, se referian a esos asuntos. De esta manera, la coleccion de aquel periódico forma un precioso archivo histórico que nosotros esplotamos al escribir estas pájinas, sin poder entrar en todos los pormenores, que solo vendrian bien en estudios especiales. Por lo demas, don Andres Bello reunia en ese periódico con mucho dicernimiento noticias i documentos mui abundantes sobre los demas estados de América, sobre los sucesos contemporáneos de Europa, i sobre el movimiento científico i literario en las naciones mas adelantadas.

mente espuesto en la memoria que el ministro de relaciones esteriores presentaba al congreso nacional quince dias despues. «Las bases de esta alianza se presentan por sí mismas: una recíproca garantía de la independencia i soberanía de cada uno de los aliados, contra toda agresion de un estado vecino que quisiese destruirlas o menoscabarlas; i la estipulacion de ausilios contra toda tentativa directa o indirecta del jeneral Santa Cruz, dirijida al restablecimiento de su dominacion en el Perú o en Bolivia. »

Ese mismo dia 6 de agosto, en que firmaba aquellos pactos, el ministro de relaciones esteriores, aprobaba en los términos mas esplícitos otro proyecto de alianza que proponia el gobierno provisorio del Perú. «Las bases de esta alianza, decia el ministro chileno, parecen presentarse por sí mismas; ausilios mútuos contra toda tentativa que se haga por el jeneral Santa Cruz o sus ajentes para restablecer su dominacion, o para exitar disturbios interiores, i recíproca garantía de independencia contra los ataques de cualquiera estado o estados vecinos, dirijidos a destruirla o a menoscabarla... Sobre estas bases ha ajustado mi gobierno con el de Bolivia un tratado que va a someter al congreso nacional, i no solo está dispuesto a celebrar otro semejante con el Perú, sino que desearia que las Repúbicas peruana i boliviana se ligasen con iguales estipulaciones recíprocas, formándose de esta manera un pacto triple de alianza i garantía que pudiera estenderse sucesivamente a otras Repúblicas, con las modificaciones convenientes, i llegaria talvez a establecer en el derecho público de los estados del sur, cimientos mas sólidos que los que han tenido hasta ahora.»

El gobierno chileno, ademas, habia demostrado por otros actos la sinceridad de sus amistosos propósitos. En 1832, acosado por la persistente hostilidad que de parte del Perú era objeto el comercio de Chile, el gobierno de este país, competentemente autorizado por el congreso, habia dictado, con fecha 16 de agosto de ese año, un de creto que imponia un derecho de tres pesos por arroba a las azúcares i chancacas peruanas (13). Despues de los úl

(13) Véase Historia jeneral de Chile, tomo XVI, páj. 212.

timos acontecimientos debia desaparecer, si era posible, él recuerdo de aquellas dificultades. El gobierno de Chile dió el primer paso. Por un decreto de 13 de abril de 1839, dado con fuerza de lei en virtud de las facultades estraordinarias de que estaba investido, derogó aquella disposicion, imponiendo a los productos peruanos los derechos «establecidos por la lei de internacion a iguales efectos procedentes de cualesquiera otras naciones». Natural parecia que el gobierno del Perú se hubiese apresurado a dictar medidas análogas respecto de los productos chilenos. No lo hizo así, sin embargo. En los mejores términos posibles, dió las gracias por aquella concesion; pero anunció que tomaria medidas análogas cuando se celebrase con Chile un tratado de comercio.

3. Alarmas producidas por 3. Como se ve, Santa Cruz, .a la permanencia de Santa

Perú i Bolivia.

Cruz en el Ecuador: in pesar de su tremendo desastre, sefructuosas dilijencias guia inspirando alarmas i temores. para obtener su espul- Se habia asilado en la República sion de ese país: temores de guerra entre el del Ecuador, i habia establecido su residencia en Guayaquil. A no caber duda, gozaba allí del favor del presidente jeneral don Juan José Flores, i tenia a su alrededor hombres dispuestos a servirlo o a defenderlo. Entre éstos se contaba don Antonio José de Irisarri, el plenipotenciario que por parte de Chile habia negociado en noviembre de 1837 el célebre tratado de Paucarpata. Desde allí, Santa Cruz hacia preparar un estenso manifiesto destinado a referir a su manera los hechos de su gobierno como fundador i protector de la confederacion, i a justificar su conducta con mas artificio que verdad. Mantenia, ademas, comunicaciones con numerosos amigos i parciales en el Perú i en Bolivia, con cuya ayuda esperaba recuperar en todo o en parte el poder perdido. Entre sus parciales, era creencia casi corriente que Santa Cruz no aguardaba mas que el regreso a Chile del ejército que mandaba el jeneral Búlnes, para invadir el Perú en las mejores condiciones para alcanzar buen éxito.

De esa conspiracion constante, Chile no tenia nada que temer directamente. Fuerte por su poder militar, como lo habia probado en la reciente guerra, lo era mas aun por la solidez de sus instituciones, i por la paz interior de

que disfrutaba. Santa Cruz no podia emprender ataque alguno contra este país, pero sí podia invadir i perturbar el Perú i Bolivia, creando un conflicto embarazoso para los estados vecinos. Sus trabajos persistentes, en que no le faltaban colaboradores, iban dirijidos a la ejecucion de este propósito.

La situacion de aquellas dos Repúblicas era favorable para alentar a Santa Cruz en la elaboracion de esos planes. En ambas, la paz interior era mui precaria. Cualquier observador podia descubrir que en el Perú el poder de Gamarra no tenia base sólida, i que en torno de él se ajitaban los ambiciosos que querian arrebatárselo. En Bolivia, el jeneral don Jose Ballivian, vicepresidente de la República, i ademas, ministro de la guerra, se habia alzado con las tropas de su mando contra el presidente Velasco (6 de julio de 1839); i si bien no tardó en ser batido i obligado a buscar un asilo en el Perú, era indudable que el órden público estaba en aquel país a merced de cualquier caudillo inescrupuloso.

Pero habia otra circunstancia mas favorable todavía para facilitar una empresa como la que preparaba Santa Cruz. Los acontecimientos de 183 a 1836, por mas que prepararon la reunion de esas dos Repúblicas en un solo cuerpo que recibió el nombre de confederacion, crearon odios profundos entre ellas, ya por el despecho producido por la derrota de los peruanos, ya por el rencor que inspiraron las ejecuciones capitales cometidas por los vencedores durante la dominacion boliviana», palabras con que se designaba al gobierno de Santa Cruz. Gamarra i sus mas autorizados consejeros estaban persuadidos de que no era posible mantener relaciones o celebrar cualquier pacto con Bolivia, sin hacerle sentir el agravio del Perú por aquellos acontecimientos. Tratando de esos asuntos con don Eusebio Gutiérrez, ministro residente de Bolivia en el Perú, Gamarra habia espuesto como primeras bases para un arreglo amistoso entre las dos Repúblicas, las siguientes: 1.0 Entrega de los soldados peruanos que servian en el ejército de Bolivia; 2.o Devolucion aparatosa en las márjenes del Desaguadero de las banderas tomadas al Perú por el ejército boliviano en la campaña de 1835-1836; 13.0 Pago por Bolivia de una indemnizacion

por los perjuicios ocasionados por aquellos acontecimientos, que el Perú estimaba en sesenta millones de pesos, pero que por jenerosidad reducia a solo tres millones. Ei congreso de Bolivia rechazó indignado las dos últimas bases en las sesiones de 27 i 28 de junio (14).

Pero el gobierno boliviano queria evitar un rompimiento. Su representante don Eusebio Gutiérrez llegó hasta firmar en el Cuzco, residencia entónces de Gamarra, el 14 de agosto, un proyecto de tratado que no podia tener buen éxito. Se exijia de Bolivia que diera al Perú las mas esplícitas i solemnes satisfacciones por las ofensas hechas a la libertad e independencia de este país por la intervencion de 1835. Se le comprometia, ademas, a pagar una indemnizacion por los perjuicios causados por esos acontecimientos, cuyo monto se estipularia en un pacto definitivo. La fijacion de límites entre ámbas Repúblicas seria materia de otro tratado. Todo dejaba presumir que el Perú reclamaria entónces un ensanche territorial como parte de la indemnizacion que cobraba, i que Bolivia no podia pagarle en dinero. El congreso boliviano desechó resueltamente ese pacto. El negociador Gutiérrez se retiró de ese cargo, i en su lugar fué nombrado plenipotenciario don Hilarion Fernandez.

La tirantez de relaciones entre aquellas dos Repúblicas, las exijencias desmedidas del Perú, i la firmeza de Bolivia para rechazarlas, hacian temer en todas partes un estrepitoso i fatal rompimiento. En Chile, sobre todo, se seguia con la mas marcada inquietud el desenvolvimiento de estos sucesos. Al corriente de esa delicada situacion así por los informes del ministro de Bolivia en Santiago, como por las comunicaciones enviadas del Perú por don Ventura Lavalle, habia encargado a éste, de acuerdo con la recomendacion de las dos cámaras chilenas, que emplease sus buenos oficios en favor de un arreglo amistoso de aquellas desavenencias (24 de junio). Aunque el gobierno del Perú dió contestaciones tranquilizadoras a Lavalle, éste pudo convencerse de que la guerra a Bolivia era cuestion

(14) La noticia detallada de esas sesiones del congreso boliviano está publicada en El Araucano de 4 de o tubre de 1839.

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