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referencias a la intervencion de Chile en los acontecimientos de los últimos cuatro años, hacian temer que ese levantamiento tuviese conexion con Santa Cruz. Aquel estado de cosas, sin embargo, no se prolongó mucho tiempo. Vivanco, despues de esperimentar algunas defecciones, fué batido en Cuevillas (departamento de Puno) el 30 de marzo (1841), por el jeneral don Ramon Castilla, i obligado a asilarse en Bolivia.

El triunfo del gobierno sobre los revolucionarios no facilitó la marcha de las negociaciones pendientes con Chile. El jeneral Gamarra tenia su atencion fija en otros asuntos, el mantenimiento del órden interno, las medidas de defensa contra las asechanzas de Santa Cruz, i los preparativos bélicos contra Bolivia; i se preocupaba mui poco de las relaciones con su aliado de ayer, o mas propiamente queria desentenderse de él. El plenipotenciario chileno promovió de palabra o por escrito la discusion de las cuestiones pendientes de tiempo atras, i de otras que se iban suscitando; i solo obtuvo contestaciones dilatorias, i muchas veces no obtuvo contestacion alguna. Es cierto que habiendo anunciado el propósito de liquidar las cuentas del empréstito de millon i medio de pesos que Chile hizo al Perú, designó el gobierno de este país una comision encargada de entenderse sobre este particular con el plenipotenciario chileno; pero esa comision se reunia pocas veces, demoraba el estudio de cada accidente, i dejaba pasar los meses sin resolver nada. Hai un documento importante que da una nocion clara e incontestable de aquel estado de cosas. En 23 de diciembre de 1841, teniendo Lavalle que ausentarse de Lima en desempeño de una comision de que hablaremos mas adelante, dejaba al ministro de relaciones esteriores del Perú un memorandum de los asuntos que quedaban pendientes. Ese memorandum es un índice o catálogo de las numerosas notas que desde el 3 de febrero de ese año habia pasado a ese ministerio sin haber obtenido contestacion (24). Por

(24) Esta nota de que Lavalle mandó copia a Chile en justificacion de su conducta, ha sido publicada por don Ricardo Montaner Bello, en el libro citado, páj. 82 i 83.

lo demas, el desgobierno en casi todos los ramos de la administracion pública, era entónces un mal endémico en el Perú.

Ingaví.

6. Guerra entre el Perú 6. La situacion interna de Bolivia i Bolivia: gran victoria de esta última en no presentaba mejor aspecto. Santa Cruz tenia allí muchos parciales i ajentes movedizos i empeñosos, que excitaban la opinion, i que en medio del desórden jeneral, encontraban adeptos. En noviembre de 1840 habia estallado en Oruro un motin que proclamaba a Ballivian, i que fué sofocado sin gran esfuerzo. El presidente Velasco, aunque revestido de facultades estraordinarias, no pudo mantener el mando contra otro motin militar que estallaba el 10 de junio de 1841, en Cochabamba, en su propio palacio, encabezado por el teniente coronel don Gregorio Goitía, uno de sus edecanes. Reducidos a prision Velasco i sus ministros, fué Santa Cruz proclamado jefe supremo de la República, i depositario provisorio del gobierno el coronel don Sebastian Agreda (25). Aquel movimiento, secundado en algunas provincias, dió orijen a otros levantamientos con distintos caudillos i con distintos propósitos, o mas propiamente a la mas desordenada anarquía.

Seria tan largo como estraño a nuestro objeto el referir aunque sea sumariamente aquellos acontecimientos que durante unos tres meses mantuvieron en Bolivia el mas espantoso desórden, i que la historia no ha podido aun estudiar con todos sus accidentes. La proclamacion de Santa Cruz no habia encontrado el eco que se esperaba; i ademas hacia temer las complicaciones esteriores que ella podia suscitar por parte de Chile i del Perú. Mientras tanto, el jeneral don José Ballivian, fujitivo de Bolivia desde dos años atras, despues de la tentativa revolucionaria que hemos recordado ántes i proclamado traidor por el congreso constituyente (12 de julio de 1839) habia vuelto a la patria, i asumido el poder público con el apoyo de muchos de los caudillos de aquellas revueltas. Por un decreto espedido el 27 de setiembre (1841) Ballivian declaraba derogada la reciente constitucion de 1839, i

(25) Los documentos relativos a esta sublevacion, están recopilados en El Araucano de 27 de Agosto de 1841.

tomaba el mando provisorio de la República hasta que una convencion nacional le diese un gobierno estable. Ese documento, i los actos todos del gobierno que se estaba asentando en Bolivia, demostraban que no se trataba ya de la restauracion de Santa Cruz.

A pesar del establecimiento de la navegacion a vapor que habia facilitado considerablemente las comunicaciones en las costas del Pacífico, las noticias de Bolivia, que debian dar la vuelta por el Perú, llegaban a Chile con un gran retardo. Así, solo en la última semana de agosto (1841) se supo en Santiago el levantamiento ocurrrido en Cochabamba el 10 de junio, en que se habia proclamado la restauracion de Santa Cruz. Esa noticia confirmaba las que el gobierno tenia de Guayaquil. Se le habia anunciado. que el antiguo protector de la confederacion, empeñado siempre en recuperar el mando, hacia los aprestos para volver a Bolivia, favorecido por un movimiento revolucionario que debia estallar allí. Se anunciaba, ademas, que para distraer la atencion de los gobernantes del Perú, se preparaba una invasion por el norte de este país que debia efectuar un cuerpo de emigrados peruanos. Santa Cruz, a fin de alentar a sus parciales, hizo imprimir en Quito una proclama para esparcirla en Bolivia, en que anunciaba a aquellos que se disponia a embarcarse con rumbo a Cobija.

Estos informes indujeron al gobierno de Chile a intervenirde una manera que consideraba eficaz. Mandó aprestar apresuradamente la fragata Chile (26), que en marzo anterior, como ya dijimos, habia sido puesta en estado de desarme, i con la pequeña goleta Colocolo la hizo salir (2 de setiembre de 1841) en desempeño de una delicada comision encomendada al comandante jeneral de marina don Ramon Cavareda. El objeto de la espedicion era apoderarse de Santa Cruz al desembarcar en Cobija o en

(26). La fragata Chile, buque nuevo de 46 cañones, estaba mandado por el capitan de fragata don Santiago Jorje Bynon, marino intrépido i esperimentado que servia en la armada de Chile desde las guerras de la independencia. El bergantin goleta Colocolo, de 6 cañones, tenia por comandante al capitan de corbeta don Leoncio Señoret, incorporado a la marina chilena en 1836.

otro puerto, o tomarlo en el buque en que venia de Guayaquil siempre que no hubiera motivo para temer que la nacionalidad de ese barco pudiese dar orijen a complicaciones internacionales. El gobierno estaba resuelto a retener a Santa Cruz en Chile rodeado de todas las comodidades imajinables, pero en absoluta imposibilidad de seguir perturbando la paz de estas repúblicas, i a no dejarlo en completa libertad sino para ir a establecerse a Europa. La fragata Chile fué a situarse en Cobija, mientras la Colocolo avanzó hasta el Callao, i aun llegó a Guayaquil. En este puerto se creyó posible sorprender a Santa Cruz al tomar una embarcacion; pero éste, apesar de las promesas hechas a sus parciales en cartas i en proclamas, se mantuvo cautelosamente en tierra esperando el triunfo de la revolucion que en su favor se habia iniciado en Bolivia. La goleta Colocolo estuvo de vuelta en Valparaíso el 22 de noviembre (1841), i un mes mas tarde (el 24 de diciembre) volvia la fragata Chile. Fueron mui pocas las personas que entónces conocieron el verdadero objeto del viaje que acababan de hacer aquellos buques.

Si esa espedicion no habia producido el resultado que se esperaba, el comisario del gobierno i los comandantes de los buques traian a Chile la noticia segura de que los sucesos del Perú i de Bolivia habian tomado un rumbo que frustraba todos los planes de Santa Cruz (27). Pero

(27) Como se comprenderá fácilmente, es estraño al objeto de estas pájinas el contar con todos sus pormenores la ejecucion de los planes de Santa Cruz para recuperar el poder; pero debemos recordar algunos hechos e incidentes. En junio de 1841, dos ajentes de Santa Cruz, nombrados Angulo i Céspedes, enviados del Ee ador, intentaron en vano sublevar el departamento peruano de Piura. En diciembre de 1841, cuando la goleta chilena Colocolo se habia retirado hacia tiempo de Guayaquil, Santa Cruz completó allí la organizacion i equipo de una pequeña columna de emigrados peruanos, compuesta de mui pocos soldados, i de 19 oficiales, uno de los cuales, el coronel don Justo Hercelles, debia man darlos. Su equipo, destinado a armar tropas en el Perú, era compuesto de mas de mil fusiles, abundantes municiones i otros elementos bélicos. Hercelles i sus compañeros desembarcaron en Paita, i avanzaron hasta un pueblo cercano llamado La Guaca. Antes de haber enrolado alguna jente, los invasores fueron alcanzados por una columna de mas de doscientos hombres mandados por el coronel don Juan José Arrieta. No se legó, sin embargo, a un rompimiento. Los dos jefes celebraron una conferencia i llegaron a un acuerdo. Hercelles desistió de todo intento bélico, i por un convenio firmado el 19 de enero de 1842 depuso i entre

en cambio, se desarrollaban los acontecimientos mas estraordinarios, que ahondaban la perturbacion jeneral en esos dos países, i que inquietaban al gobierno de Chile. La guerra tanto tiempo prevista, habia estallado sin causas que la justificasen, acompañada de ferocidades que horrorizan, i con un éxito que nada hacia esperar.

Gamarra i los hombres dirijentes del Perú, habian visto en la insurreccion de Cochabamba de junio de 1841 i en la proclamacion de Santa Cruz un motivo para llevar a Bolivia la guerra tanto tiempo deseada. El 7 de julio, el consejo de estado que funcionaba en Lima, declaraba la patria en peligro, i autorizaba al presidente de la República para hacer la guerra a Santa Cruz donde se le proclamase, facultando a aquel para aumentar el ejército, celebrar alianzas, levantar empréstitos, restrinjir la libertad de imprenta, i trasladar de un punto a otro o hacer salir del país a las personas que dieren motivo para recelar de que simpatizaban con el enemigo (28). Gamarra, encargado del mando del ejército, i facultado para salir del territorio, si lo exijiesen las operaciones militares, partió de Lima hacia el sur, puso en movimiento las tropas, i excitó por todas partes el espíritu guerrero. Don Ventura Lavalle, testigo de todo esto, trazaba al gobierno de Chile, el cuadro de la lastimosa situacion del Perú, en nota de 14 de julio, en los términos siguientes: «La penuria del erario peruano se aumenta cada dia con los exhorbitantes gastos que demanda la creacion i conservacion de un ejército numeroso, con el constante trasporte de tropas de un punto a otro de la República, i con el desgreño de todos los ramos de la hacienda pública. Todos los empleados permanecen a medio sueldo, i éste mismo, mal pagado; de modo que, fuera de la inclinacion que jeneralmente se nota en la mayor parte de ellos de defraudar siempre que

gó las armas, municiones i pertrechos; pero recibió 19 000 pesos como importe de ellas. Los documentos relativos a este incidente están reproducidos en un alcance a la Gaceta del comercio de Valparaíso, de 17 de febrero de 1842. A principios del año siguiente esos sucesos tuvieron sangrienta repercucion.

(28) La resolucion del consejo de estado de Lima de 7 de julio de 1841, de que hablamos en el testo, está publicada en El Araucano número 575, de 27 de agosto de ese año.

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