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¡Ya lo veis, Córdova protesta i clama al cielo contra la revolucion de 1810!

En 1820 un ejército se subleva en Arequito, i su jefe, cordovez, abandona el pabellon de la patria, i se establece pacíficamente en Córdova, que no ha tomado parte en la revolucion, i que se goza en haberle arrebatado un ejército. Bustos crea un gobierno, español, sin responsabilidad, introduce la etiqueta de corte, el quietismo secular de la España, i así preparada, llega Córdova al año 25 en que se trata de organizar la república i constituir la revolucion i sus consecuencias.

Examinemos ahora a Buenos-Aires. Durante mucho tiempo lucha con los indíjenas que la barren de la haz de la tierra, vuelve a levantarse, cae en seguida, hasta que por los años 1620 se levanta ya en el mapa de los dominios españoles lo suficiente para elevarla a capitanía jeneral, separándola de la del Paraguai a que hasta entónces estaba sometida. En 1777 era Buenos-Aires ya mui visible, tanto que fué necesario rehacer la jeografía administrativa de las colonias, para ponerla al frente de un virreinato creado exprofeso para ella.

En 1806, el ojo especulador de la Inglaterra recorre el mapa americano, i solo ve a Buenos-Aires, su rio, su porvenir. En 1810 Buenos-Aires pulula de revolucionarios avezados en todas las doctrinas anti-españolas, francesas, europeas. ¿Qué movimiento de ascension se ha estado operando en la ribera occidental del Rio de la Plata? La España colonizadora no era ni comerciante ni navegante; el Rio de la Plata era para ella poca cosa; la España oficial miró con desden una playa i un rio. Andando el tiempo, el rio habia depuesto su sedimento de riquezas sobre esa playa; pero mui poco del espíritu español, del gobierno español. La actividad del comercio habia traido el espíritu i las ideas jenerales de Europa; los buques que frecuentaban sus aguas traian libros de todas partes, i noticia de todos los acontecimientos políticos del mundo. Nótese que la España no tenia otra ciudad comerciante en el Atlántico. La guerra con los ingleses aceleró

J. F. Q.

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el movimiento de los ánimos hácia la emancipacion, i despertó el sentimiento de la propia importancia. Buenos-Aires es un niño que vence a un jigante, se infatúa, se cree un héroe, i se aventura a cosas mayores. Llevada de este sentimiento de la propia suficiencia, inicia la revolucion con una audacia sin ejemplo; la lleva por todas partes, se cree encargada de lo Alto de la realizacion de una grande obra. El Contrato Social vuela de mano en mano; Mably i Reynal son los oráculos de la prensa; Robespierre i la Convencion los modelos. Buenos-Aires se cree una continuacion de la Europa, i si no confiesa francamente que es francesa i norte-americana en su espíritu i tendencías, niega su oríjen español, porque el gobierno español, dice, la ha recojido despues de adulta. Con la revolucion vienen los ejércitos i la gloria, los triunfos i los reveses, las revueltas i las sediciones. Pero Buenos-Aires en medio de todos estos vaivenes, muestra la fuerza revolucionaria de que está dotada. Bolívar es todo, Venezuela es la peaña de aquella colosal figura; BuenosAires es una ciudad entera de revolucionarios, Belgrano, Rondeau, San-Martin, Alvear i los cien jenerales que mandan sus ejércitos, son sus instrumentos, sus brazos, no su cabeza ni su cuerpo. En la República Arjentina no puede decirse: el jeneral tal libertó el pais; sino la junta, el directorio, el congreso, el gobierno, de tal o tal época mandó al jeneral tal que hiciese tal cosa, etc. El contacto con los europeos de todas las naciones es mayor aun desde los principios, que en ninguna parte del continente hispano-americano; la desespañolizacion i la europeificacion se efectúan en diez años de un modo radical, solo en Buenos-Aires se entiende. No hai mas que tomar una lista de vecinos de Buenos-Aires para ver como abundan en los hijos del pais los apellidos ingleses, franceses, alemanes, italianos. El año 1820 se empieza a organizar la sociedad segun las nuevas ideas de que está impregnada, i el movimiento continúa hasta que Rivadavia se pone a la cabeza del gobierno. Hasta este momento Rodriguez i Las Heras han estado echando los cimientos ordinarios de los gobiernos libres. Lei de olvido, seguridad individual, respeto a la propiedad, responsabilidad de la autoridad, equilibrio de los poderes, educacion pública, todo en fin se cimenta i constituye pacíficamente. Rivadavia viene de Europa, se trae a la Europa; mas todavía, desprecia a la Europa; Buenos-Aires, i por supuesto, decian, la República Arjentina, realizará lo que la Francia republicana no ha po

dido, lo que la aristocracia inglesa no quiere, lo que la Europa despotizada echa de ménos. Esta no era una ilusion de Rivadavia; era el pensamiento jeneral de la ciudad, era su espíritu, su tendencia.

El mas o el ménos en las pretensiones dividia los partidos, pero no ideas antagonistas en el fondo. ¿I qué otra cosa habia de suceder en un pueblo que solo en catorce años habia escarmentado a la Inglaterra, correteado la mitad del continente, equipado diez ejércitos, dado cien batallas campales, vencido en todas partes, mezcládose en todos los acontecimientos, violado todas las tradiciones, ensayado todas las teorías, aventurádolo todo, i salido bien en todo; que vivia, se enriquecia, se civilizaba? ¿Qué habia de suceder, cuando las teorías de gobierno, la fe política que le habia dado la Europa, estaba plagada de errores, de teorías absurdas i engañosas, de malos principios; porque sus políticos no tenian obligacion de saber mas que los grandes hombres de la Europa, que hasta entonces no sabian nada en materia de organizacion política? Este es un hecho grave que quiero hacer notar. Hoi los estudios sobre las constituciones, las razas, las creencias, la historia en fin, han hecho vulgares ciertos conocimientos prácticos que nos aleccionan contra el brillo de las teorías concebidas a priori; pero ántes de 1820, nada de esto habia trascendido por el mundo europeo. Con las paradojas del Contrato Social se sublevó la Francia; Buenos-Aires hizo lo mismo; Voltaire habia desacreditado al cristianismo, se desacreditó tambien en Buenos-Aires; Montesquieu distinguió tres poderes; i al punto tres poderes tuvimos nosotros; Benjamin Constant i Bentham anulaban al ejecutivo, nulo de nacimiento se le constituyó allí; Smith i Say predicaban el comercio libre, libre el comercio, se repitió. Buenos-Aires confesaba i creía todo lo que el mundo sabio de Europa creía i confesaba. Solo despues de la revolucion de 1830 en Francia, i de sus resultados incompletos, las ciencias sociales toman nueva direccion, i se comienzan a desvanecer las ilusiones. Desde entónces empiezan a llegarnos libros europeos que nos demuestran que Voltaire no tenia mucha razon, que Roussean era un sofista, que Mably i Reynal unos anárquicos, que no hai tres poderes, ni contrato social etc., etc. Desde entónces sabemos algo de razas, de tendencias, de hábitos nacionales, de antecedentes históricos. Toqueville nos revela por la primera vez el secreto de Norte-América; Sismondi nos descubre el vacío de las constituciones; Thierry, Miche

let i Guizot el espíritu de la historia; la revolucion de 1830 toda la decepcion del constitucionalismo de Benjamin Constant; la revolucion española, todo lo que hai de incompleto i atrasado en nuestra raza. ¿De qué culpan, pues, a Rivadavia i a Buenos-Aires? ¿De no tener mas saber que los sabios europeos que los estraviaban? Por otra parte, ¿cómo no abrazar con ardor las ideas jenerales el pueblo que habia contribuido tanto i con tan buen suceso a jeneralizar la revolucion? ¿Cómo ponerle rienda al vuelo de la fantasía del habitante de una llanura sin límites, dando frente a un rio sin ribera opuesta, a un paso de la Europa, sin conciencia de sus propias tradiciones, sin tenerlas en realidad; pueblo nuevo, improvisado, i que desde la cuna se oye saludar pueblo grande? ¡Al gran pueblo arjentino salud!

Porque estas palabras que nuestra cancion nacional recuerda, i con las que se nos ha mecido desde la cuna, no las inventó la vanidad del autor; las tomó de Pradt i de la prensa de Europa, de las gacetas i comunicaciones oficiales de los demas estados americanos. Todos le llamaban grande, todos se habian complotado a impulsarlo a las grandes cosas.

Así educada, mimada hasta entónces por la fortuna, Buenos-Aires se entregó a la obra de constituirse ella i la República, como se habia entregado a la de libertarse ella i la América, con decision, sin medios términos, sin contemporizacion con los obstáculos. Rivadavia era la encarnacion viva de ese espíritu poético, grandioso, que dominaba la sociedad entera. Rivadavia, pues, continuaba la obra de Las Heras en el ancho molde en que debia vaciarse un grande estado americano, una república. Traia sabios europeos para la prensa i las cátedras, colonias para los desiertos, naves para los rios, interes i libertad para todas las creencias, crédito i Banco Nacional para impulsar la industria; todas las grandes teorías sociales de la época para modelar su gobierno; la Europa, en fin, a vaciarla de golpe en la América, i realizar en diez años la obra que ántes necesitara el trascurso de siglos. ¿Era quimérico este proyecto? Protesto que nó. Todas sus creaciones subsisten, salvo las que la barbarie de Rosas halló incómodas para sus atentados. La libertad de cultos, que el alto clero de Buenos-Aires apoyó, no ha sido restrinjida; la poblacion europea se disemina por las estancias, i toma las armas de su motupropio para romper con el único obstáculo que la priva de las bendiciones que le ofreciera aquel suelo; los rios están pidiendo a gritos que se rompan las cataratas

oficiales que les estorban ser navegados; i el Banco Nacional es una institucion tan hondamente arraigada, que él ha salvado la sociedad de la miseria a que la habria conducido el tirano. Sobre todo, por fantástico i estemporáneo que fuese aquel gran sistema, a que se encaminan i precipitan todos los pueblos americanos ahora, era por lo menos lijero i tolerable para los pueblos, i por mas que hombres sin conciencia lo vociferen todos los dias, Rivadavia nunca derramó una gota de sangre, ni destruyó la propiedad de nadie; i de la presidencia fastuosa descendió voluntariamente a la pobreza noble i humilde del proscrito. Rosas, que tanto lo calumnia, se ahogaria en el lago que podria formar toda la sangre que ha derramado; i los cuarenta millones de pesos fuertes del tesoro nacional i los cincuenta de fortunas particulares que ha consumido en diez años, para sostener la guerra formidable que sus brutalidades han encendido, en manos del fatuo, del iluso Rivadavia, se abrian convertido en canales de navegacion, ciudades edificadas, i grandes i multiplicados establecimientos de utilidad pública. Que le quede, pues, a este hombre inútil para su patria, la gloria de haber representado la civilizacion europea en sus mas nobles aspiraciones, i que sus adversarios cobren la suya de mostrar la barbarie americana en sus formas mas odiosas i repugnantes; porque Rosas i Rivadavia son los dos estremos de la República Arjentina, que se liga a los salvajes por la pampa i a la Europa por el Plata.

ya

No es el elojio sino la apoteósis la que hago de Rivadavia i su partido, que han muerto para la República Arjentina como elemento político, no obstante que Rosas se obstine suspicazmente en llamar unitarios a sus actuales enemigos. El antiguo partido unitario, como el de la Jironda, sucumbió hace muchos años. Pero en medio de sus desaciertos i sus ilusiones fantásticas, tenia tanto de noble i grande, que la jeneracion que le sucede le debe los mas pomposos honores fúnebres. Muchos de aquellos hombres quedan aun entre nosotros, pero no ya como partido organizado; son las momias de la República Arjentina, tan venerables i nobles como las del imperio de Napoleon. Estos unitarios del año 25 forman un tipo separado, que nosotros sabemos distinguir por la figura, por los modales, por el tono de la voz, i por las ideas. Me parece que entre cien arjentinos reunidos yo diria: este es unitario. El unitario tipo, marcha derecho, la cabeza alta; no da vuelta, aunque sienta desplomarse un edificio; habla con arrogancia; completa la frase con jestos desdeñosos i adema

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