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fantería deshonraria el triunfo cuyos laureles debe cojer desde a caballo.

Paz, es por el contrario, el hijo lejítimo de la ciudad, el representante mas cumplido del poder de los pueblos civilizados. Lavalle, La Madrid, i tantos otros son arjentinos simpre, soldados de caballería, brillantes como Murat, si se quiere; pero el instinto gaucho se abre paso por entre la coraza i las charreteras. Paz es militar a la europea; no cree en el valor solo sino se subordina a la táctica, la estratejia i la disciplina; apénas sabe andar a caballo; es, ademas, manco i no podria manejar una lanza. La ostentacion de fuerzas numerosas le incomoda; pocos soldados, pero bien instruidos. Dejadle formar un ejército, esperad que os diga: ya está en estado, i concededle que escoja el terreno en que ha de dar la batalla, i podeis fiarle entonces la suerte de la República. Es el espíritu guerrero de la Europa hasta en el arma en que ha servido; es artillero i por tanto matemático, científico, calculador. Una batalla es un problema que resolverá por ecuaciones, hasta daros la incógnita, que es la victoria. El jeneral Paz no es un jenio, como el artillero de Tolon, i me alegro de que no lo sea; la libertad pocas veces tiene mucho que agradecer a los jenios. Es un militar hábil, i un administrador honrado, que ha sabido conservar las tradiciones europeas i civiles, i que espera de la ciencia lo que otros aguardan de la fuerza brutal; es, en una palabra, el representante lejítimo de las ciudades, de la civilizacion europea, que estamos amenazados de ver interrumpida en nuestra patria. Pobre jeneral Paz! Gloríate en medio de tus repetidos contratiempos! Contigo andan los Penates de la República Arjentina! Todavía el destino no ha decidido entre ti i Rosas, entre la ciudad i la pampa, entre la banda celeste, i la cinta colorada! Teneis la única cualidad de espíritu que vence al fin la resistencia de la materia bruta, la que hizo el poder de los mártires! Teneis fe. Nunca habeis dudado! La fe os salvará i en tí la civilizacion!

Algo debe haber de predestinado en este hombre. Desprendido del seno de una revolucion mal aconsejada como la del 1.o de diciembre, él es el único que sabe justificarla con la victoria; arrebatado de la cabeza de su ejército por el poder sublime del gaucho, anda de prision en prision diez años, i Rosas mismo no se atreve a matarlo, como si un ánjel tutelar velara sobre la conservacion de sus dias. Escapado como por milagro en medio de una noche tempestuosa, las olas ajitadas

del Plata le dejan al fin tocar la ribera oriental; rechazado aquí, desairado allá, le entregan al fin las fuerzas estenuadas de una provincia que ha visto sucumbir ya dos ejércitos. De estas inigajas que recoje con paciencia i prolijidad, forma sus medios de resistencia, i cuando los ejércitos de Rosas han triunfado por todas partes i llevado el terror i la matanza a todos los confines de la República, el jeneral manco, el jeneral boleado, grita desde los pantanos de Caguazú: la República vive aun! Despojado de sus laureles por la mano de los mismos a quienes ha salvado, i arrojado indignamente de la cabeza de su ejército, se salva de entre sus enemigos en el EntreRíos, porque el cielo desencadena sus elementos para protejerlo, i porque el gaucho del bosque, Montiel, no se atreve a matar al buen manco que no mata a nadie. Llegado a Montevideo, sabe que Rivera ha sido derrotado, acaso porque él no estuvo para enredar al enemigo en sus propias maniobras. Toda la ciudad consternada se agolpa a su humilde morada de fujitivo a pedirle una palabra de consuelo, una vislumbre de esperanza. "Si me dieran veinte dias, no toman la plaza, es la única respuesta que da sin entusiasmo, pero con la seguridad del matemático. Dale Oribe lo que Paz pide, i tres años van corriendo desde aquel dia de consternacion para Montevideo.

Cuando ha afirmado bien la plaza i habituado a la guarnicion improvisada a pelear diariamente, como si fuese esta una ocupación como cualquiera otra de la vida, váse al Brasil, se detiene en la Corte mas tiempo que el que sus parciales desearan, i cuando Rosas esperaba verlo bajo la vijilancia de la policía imperial, sabe que está en Corrientes disciplinando seis mil hombres, que ha celebrado una alianza con el Paraguai, i mas tarde llega a sus oidos que el Brasil ha invitado a la Francia i a la Inglaterra para tomar parte en la lucha; do manera que la cuestion entre la campaña pastora i las ciudades, se ha convertido al fin en cuestion entre el manco matemático, el científico Paz, i el gaucho bárbaro Rosas; entre la pampa por un lado, i Corrientes, el Paraguai, el Uruguai, el Brasil, la Inglaterra i la Francia por otro.

Lo que mas honra a este jeneral, es que los enemigos a quienes ha combatido no le tienen ni rencor ni miedo. La Gaceta de Rosas, tan pródiga en calumnias i difamaciones, no acierta a injuriarlo con provecho, descubriendo a cada el respeto que a sus detractores inspira; llámale manco boleado, castrado, porque siempre ha de haber una brutalidad

paso

i una torpeza mezclada con los gritos sangrientos del caribe. Si fuese a penetrarse en lo íntimo del corazon de los que sirven a Rosas, se descubriria la afeccion que todos tienen al jeneral Paz, i los antiguos federales no han olvidado que él era el que estaba siempre protejiéndolos contra el encono de los antiguos unitarios. ¡Quién sabe si la Providencia, que tiene en sus manos la suerte de los Estados, ha querido guardar este hombre, que tantas veces ha escapado a la destruccion, para volver a reconstruir la República bajo el imperio de las leyes que permiten la libertad sin la licencia, i que hacen inútil el terror i las violencias que los estúpidos necesitan para mandar! Paz es provinciano, i como tal presenta ya una garantía de que no sacrificaria las provincias a BuenosAires i al puerto, como lo hace hoi Rosas, para tener millones con que empobrecer i barbarizar a los pueblos del interior; como los federales de las ciudades acusaban al Congreso de 1826.

El triunfo de la Tablada abria una nueva época para la ciudad de Córdova, que hasta entónces, segun el mensaje pasado a la Representacion Provincial por el jeneral Paz, "habia ocupado el último lugar entre los pueblos arjentinos; "recordad que ha sido, continúa el mensaje, donde se han cruzado las medidas i puesto obstáculo a todo lo que ha tenido tendencia a constituir la nacion, o esta misma provincia, ya sea bajo el sistema federal, ya bajo el unitario."

Córdova, como todas las ciudades arjentinas, tenia su elemento liberal, ahogado hasta entónces por un gobierno absoluto i quietista, como el de Bustos. Desde la entrada de Paz, este elemento oprimido se manifiesta en la superficie, mostrando cuánto se ha robustecido durante los nueve años de aquel gobierno español.

He pintado ántes en Córdova la antagonista en ideas a Buenos-Aires; pero hai una circunstancia que la recomienda poderosamente para el porvenir. La ciencia es el mayor de los títulos para el cordovez; dos siglos de Universidad han dejado en las conciencias esta civilizadora preocupacion, que no existe tan hondamente arraigada en las otras provincías del interior, de manera que no bien cambiara la direccion i materia de los estudios, pudo Córdova contar ya con un mayor número de sostenedores de la civilizacion, que tiene por causa i efecto el dominio i cultivo de la intelijencia. Ese respecto a las luces, ese valor tradicional concedido a los títulos universitarios, desciende en Córdova hasta las clases inferio

J. F. Q.

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res de la sociedad, i no de otro modo puede esplicarse cómo las masas cívicas de Córdova abrazaron la revolucion civil que traia Paz, con un ardor que no se ha desmentido diez años despues, i que ha preparado millares de víctimas de entre las clases artesana í proletaria de la ciudad, a la ordenada i fria rabia del mazorquero. Paz traia consigo un intérprete para entenderse con las masas cordovezas de la ciudad: Barcala! el coronel negro que tan gloriosamente se habia ilustrado en el Brasil, i que se paseaba del brazo con los jefes del ejército; Barcala, el liberto consagrado durante tantos años a mostrar a los artesanos el buen comino, i a hacerles amar una revolucion que no distinguia ni color ni clase para condecorar el mérito; Barcala fué el encargado de popularizar el cambio de ideas i miras obrado en la ciudad, i lo consiguió mas allá de lo que se creia deber esperarse. Los cívicos de Córdova pertenecen desde entónces a la ciudad, al órden civil, a la civilizacion.

La juventud cordoveza se ha distinguido en la actual guerra por la abnegacion i constancia que ha desplegado, siendo infinito el número de los que han sucumbido en los campos de batalla, en las matanzas de la mazorca, i mayor aun el de los que sufren los males de la espatriacion. En los combates de San-Juan quederon las calles sembradas de esos doctores cordoveces, a quienes barrian los cañones que intentaban arrebatar al enemigo.

Por otra parte, el clero, que tanto habia fomentado la oposicion al Congreso i a la Constitucion, habia tenido sobrado tiempo para medir el abismo a que conducian la civilizacion defensores del culto esclusivo de la clase de Facundo, Lopez i demas, i no vaciló en prestar adhesion decidida al jeneral Paz.

Así, pues, los doctores como los jóvenes, el clero como las masas, aparecieron desde luego unidos bajo un solo sentimiento, dispuestos a sostener los principios proclamados por el nuevo órden de cosas. Paz pudo contraerse ya a reorganizar la provincia, i a anudar relaciones de amistad con las otras. Celebróse un tratado con Lopez, de Santa-Fe, a quien don Domingo de Oro inducia a aliarse con el jeneral Paz; Salta i Tucuman lo estaban ya ántes de la Tablada, quedando solo las provincias occidentales en estado de hostilidad.

CAPÍTULO VI

GUERRA SOCIAL.-ONCATIVO

¿Que cherchez vous? Si vous ètes jaloux de voir un assemblage effrayant de maux et d'horreurs, vou l'avez tronvé.

Shackespeare.

¿Qué habia sido de Facundo entretanto? En la Tablada lo habia dejado todo: armas, jefes, soldados, reputacion; todo, escepto la rabia i el valor. Moral, gobernador de la Rioja, sorprendido por la noticia de tamaño descalabro, se aprovecha de un lijero pretesto para salir fuera de la ciudad, dírijiéndose hácia Los Pueblos, i desde Sañogasta dirije un oficio a Quiroga, cuya llegada supo allí, ofreciéndole los recursos de la provincia. Antes de la espedicion a Córdova, las relaciones entre ambos jefes de la Provincia, el gobernador nominal i el caudillo, el mayordomo i el señor, habian aparecido resfriadas. Facundo no habia encontrado tanto armamento como el que resultaba de los cómputos que podian hacerse sumando el que existia en la provincia en tal época, mas el traido de Tucuman, de San-Juan, de Catamarca, etc. Otra circunstancia singular agrava las sospechas que en el ánimo de Quiroga pesan contra el gobernador. Sañogasta es la casa señorial de los Doria Dávila, enemigos de Facundo, i el gobernador, previendo las consecuencias que el espíritu suspicaz de Facundo deducirá de la fecha i lugar del oficio, lo data de Uanchin, punto distante cuatro leguas. Sabe, empero, Quiroga que es de Sañogasta de donde le escribia Moral, i toda duda queda aclarada. Bárcena, un instrumento odioso de matanzas que él ha adquirido en Córdova, i Fontanel salen con partidas a recorrer Los Pueblos i prender a todos los vecinos acomodados que encuentren. La batida, sin embargo, no ha sido feliz; la caza ha husmeado a los lebreles, i huye despavorida en todas direcciones. Las partidas volvieron con solo once vecinos, que fueron fusilados en el acto. Don Inocencio Moral, tio del gobernador, con dos hijos, uno de catorce años

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