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sadas de los caballos de Facundo vinieron luego a hollar estos retoños vigorosos de la civilizacion, i el Fraile Aldao hizo pasar el arado i sembrar de sangre el suelo durante diez años. ¡Qué habia de quedar!

El movimiento impreso entonces a las ideas no se contuvo aun despues de la ocupacion de Quiroga; los miembros de la Sociedad de Minería emigrados en Chile, se consagraron desde su arribo al estudio de la química, la mineralojía i la metalurjia. Godoi Cruz, Correa, Villanueva, Doncel i muchos otros, reunieron todos los libros que trataban de la materia, recolectaron de toda América colecciones de metales diversos, rejistraron los archivos chilenos para informarse de la historia del mineral de Uspallata, i a fuerza de dilijencia lograron entablar trabajos allí, en que con el ausilio de la ciencia adquirida sacaron utilidad de la escasa cantidad de metal. útil que aquellas minas contienen, porque el mineral de Uspallata es un cadáver. De esta época data la nueva esplotacion de minas en Mendoza, que hoi se está haciendo con ventaja. Los mineros arjentinos, no satisfechos con estos resultados, se desparramaron por el territorio de Chile, que les ofrecia un rico anfiteatro para ensayar su ciencia, i no es poco lo que han hecho en Copiapó i otros puntos en la esplotacion i beneficio, i en la introduccion de nuevas máquinas i aparatos. Godoi Cruz, desengañado de las minas, dirijió a otro rumbo sus investigaciones, i con el cultivo de la morera creyó resolver el problema del porvenir de las provincias de San Juan i Mendoza, que consiste en allar una produccion que en poco volúmen encierre mucho valor.

La seda llena esta condicion impuesta a aquellos pueblos centrales, por la inmensa distancia a que están de los puertos i el alto precio de los fletes. Godoí Cruz no se contentó con publicar en Santiago un folleto voluminoso i completo sobre cultivo de la morera, la cria del gusano de seda i de la cochinilla, sino que distribuyéndole grátis en aquellas provincias, ha estado durante diez años ajitando sin descanso, propagando la morera, estimulando a todos a dedicarse a su cultivo, exajerando sus ventajas ópimas; mientras que él aquí mantenia relaciones con la Europa para instruirse de los precios corrientes, mandando muestras de la seda que cosechaba, haciéndose conocedor práctico de sus defectos i perfecciones, aprendiendo i enseñando a hilar. Los frutos de esta grande i patriótica obra han correspondido a las esperanzas del noble artífice; hasta el año pasado habia ya en Mendoza

algunos millones de moreras, i la seda recojida por quintales habia sido hilada, torcida, teñida i vendida a Europa en Buenos-Aires i Santiago a cinco, seis i siete pesos libra; porque la joyante de Mendoza no cede en brillo i finura a la mas afamada de España o Italia. El pobre viejo ha vuelto al fin a su patria a deleitarse en el espectáculo de un pueblo entero consagrado a realizar el mas fecundo cambio de industria, prometiéndose que la muerte no cerrará sus ojos ántes de ver salir para Buenos-Aires una caravana de carretas cargadas en el fondo de la América con la preciosa produccion que ha hecho por tantos siglos la riqueza de la China, i que se disputan hoi las fábricas de Leon, Paris, Barcelona i de toda la Italia. ¡Gloria aterna del espíritu unitario, de ciudad i de civilizacion! Mendoza, a su impulso, se ha anticipado a toda la América española en la esplotacion en grande de esta rica industria! Pedidle al espíritu de Facundo i de Rosas una sola gota de interes por el bien público, de dedicacion a algun objeto de utilidad; torcedlo i esprimidlo, i solo destilará sangre i crímenes!

Me detengo en estos pormenores, porque en medio de tantos horrores como los que estoi condenado a describir, es grato pararse a contemplar las hermosas plantas que hemos visto pisoteadas del salvaje inculto de las pampas; me detengo con placer, porque ellos probarán a los que aun dudaren, que la resistencia a Rosas i su sistema, aunque se haya hasta aquí mostrado débil en sus medios, solo la defensa de la civilizacion europea, la de sus resultados i formas, es la que ha dado durante quince años tanta abnegacion, tanta constancia a los que hasta aquí han derramado su sangre, o han probado las tristezas del destierro. Hai allí un mundo nuevo que está a punto de desenvolverse, i que no aguarda mas para presentarse cuan brillante es, sino que un jeneral afortunado logre apartar el pié de hierro que tiene hoi oprimida la intelijencia del pueblo arjentino. La historia, por otra parte, no ha de tejerse solo con crímenes i empaparse en sangre; ni es por demas traer a la vista de los pueblos estraviados las pájinas casi borradas de las pasadas épocas. Que siquiera deseen para sus hijos mejores tiempos que los que ellos alcanzan; porque no importa que hoi el caníbal de Buenos-Aires se canse

(1) El éxito final no ha justificado tan alhagüeñas esperanzas, la industria de la seda languidece hoi en Mendoza, i desaparecerá por falta de fomento. (Nota de la edicion de 1851.)

de derramar sangre, i permita volver a ver sus hogares a los que ya trae subyugados i anulados la desgracia i el destierro. Nada importa esto para el progreso de un pueblo. El mal que es preciso remover es el que nace de un gobierno que tiembla a la presencia de los hombres pensadores e ilustrados, i que para subsistir necesita alejarlos o matarlos; nace de un sistema que, reconcentrando en un solo hombre toda voluntad i toda accion, el bien que él no haga, porque no lo conciba, no lo pueda o no lo quiera, no se sienta nadie dispuesto a hacerlo por temor de atraerse las miradas suspicaces del tirano; o bien porque donde no hai libertad de obrar i de pensar, el espíritu público se estingue, i el egoismo que se reconcentra en nosotros mismos, ahoga todo sentimiento de interes por lo demas. Cada uno para sí, el azote del verdugo para todos: he ahí el resúmen de la vida i gobierno de los pueblos esclavizados.

Si el lector se fastidia con estos razonamientos, contaréle crímenes espantosos. Facundo, dueño de Mendoza, tocaba para proveerse de dinero i soldados, los recursos que ya nos son bien conocidos. Una tarde cruzan la ciudad en todas direcciones partidas que están acarreando a un olivar cuantos oficiales encuentran de los que habian capitulado en Chacon; nadie sabe el objeto, ni ellos temen por lo pronto nada, fiados en la fe de lo estipulado. Varios sacerdotes reciben, empero, órden de presentarse igualmente; cuando ya hai suficiente número de oficiales reunidos, se manda a los sacerdotes confesarlos; lo que efectuado, se les forma en fila, i de uno en uno empiezan a fusilarlos, bajo la direccion de Facundo, que indica al que parece conservar aun la vida, i señala con el dedo el lugar donde deben darle el balazo que ha de ultimarlo. Concluida la matanza, que dura una hora, porque se hace con lentitud i calma, Quiroga esplica a algunos el motivo de aquella terrible violacion de la fe de los tratados. Los unitarios, dice, le han muerto en Chile al jeneral Villafañe, i usa dė represalias. El cargo es fundado, aunque la satisfaccion sea un poco grosera. Paz, decia otra vez, me fusiló nueve oficiales, yo le he fusilado noventa i seis, estamos a mano." Paz no era responsable de un acto que él lamentó profundamente, i que era motivado por la muerte de un parlamentario suyo. Pero el sistema de no dar cuartel seguido por Rosas con tanto teson, i de violar todas las formas recibidas, pactos, tratados, capitulaciones, es efecto de causas que no dependen del carácter personal de los caudillos. El derecho de jentes que ha

suavizado los horrores de la guerra, es el resultado de siglos de civilizacion; el salvaje mata a su prisionero, no respeta convenio alguno siempre que halla ventaja en violarlo, ¿qué freno contendrá al salvaje arjentino, que no conoce ese derecho de jentes de las ciudades cultas? ¿Dónde habrá adquirido la conciencia del derecho? ¿En la pampa? La muerte de Villafañe ocurrió en territorio chileno. Su matador sufrió ya la pena del talion, ojo por ojo, diente por diente. La justicia humana ha quedado satisfecha; pero el carácter del protagonista de aquel sangriento drama, hace demasiado a mi asunto para que me prive del placer de introducirlo. Entre los emigrados sanjuaninos que se dirijian a Coquimbo, iba un mayor del ejército del jeneral Paz, dotado de esos caracteres orijinales que desenvuelve la vida arjentina. El mayor Navarro, de una familia distinguida de San-Juan, de formas diminutas i de cuerpo flexible i endeble, era célebre en el ejército por su temerario arrojo. A la edad de diez i ocho años montaba guardia como alférez de milicias en la noche en que en 1820 se sublevó en San-Juan el Núm. 1 de los Andes. Cuatro compañías forman en frente del cuartel e intiman rendicion a los cívicos. Navarro queda solo en la guardia, entorna la puerta, i con su florete defiende la entrada; catorce heridas entre golpes de sable i bayoneta, lo franquean, i el alférez, apretándose con una mano tres bayonetazos que ha recibido cerca de la ingle, con el otro brazo cubriéndose cinco que le han traspasado el pecho, i ahogándose con la sangre que corre a torrentes de la cabeza, se dirije desde allí a su casa, donde recobra la salud i la vida despues de siete meses de una curacion desesperada i casi imposible. Dado de baja por la disolucion de los cívicos, se dedica al comercio, pero al comercio acompañado de peligros i aventuras. Al principio introduce cargamentos por contrabando en Córdova; despues trafica desde Cordova con los indios; i últimamente se casa con la hija de un cacique, vive santamente con ella, se mezcla en las guerras salvajes, se habitúa a comer carne cruda i beber la sangre en la degolladera de los caballos, hasta que en cuatro años se hace un salvaje hecho i derecho. Sabe allí que la guerra del Brasil va a principiar, i dejando a sus amados salvajes, sienta plaza en el ejército en su grado de alférez, i tan buena maña se da i tantos sablazos distribuye, que al fin de la campaña es capitan graduado de mayor i uno de los predilectos de Lavalle, el catador de valientes. En Puente Marquez deja atónito al ejército con sus azañas, i despues de todas aquellas correrías, que

da en Buenos-Aires con los demas oficiales de Lavalle. Arbolito, Pancho el ñato, Molina, i otros bandidos de la campaña eran los altos personajes que ostentaban su valor por cafées i mezones. La animosidad con los oficiales del ejército era cada dia mas envenenada. En el Café de la Comedia estaban algunos de estos héroes de la época, i brindaban a la muerte del jeneral Lavalle; Navarro que los ha oido, se acerca, tómale el vaso a uno, sirve para ambos, i dice: tome usted a la salud de Lavalle!" Desenvainan las espadas i lo deja tendido. Era preciso salvarse, ganar la campaña, i por entre las partidas enemigas, llegar a Córdova. Antes de tomar servicio, penetra tierra a dentro a visitar a su familia, a su padre político, i sabe con sentimiento que su cara mitad ha fallecido. Se despide de los suyos, i dos de sus deudos, dos mocetones, el uno su primo i su sobrino el otro, le acompañan de regreso al ejército.

De la accion de Chacon traia un fogonazo en la sien que le habia arreado todo el pelo i embutido la pólvora en la cara. Con este talante i acompañamiento, i un asistente ingles tan gaucho i certero en el lazo i las bolas como el patron i los parientes, emigraba el jóven Navarro para Coquimbo; porque jóven era, i tan culto en su lenguaje i tan elegante en sus modales, como el primer pisaverde; lo que no estorbaba que cuando veia caer una res, viniese a beberle la sangre como un salvaje. Todos los dias queria volverse, i las instancias de sus amigos bastaban apéñas a contenerlo. Yo soi hijo de la pólvora, decia con su voz grave i sonora, la guerra es mi elemento." "La primer gota de sangre que ha derramado la guerra civil, decia otras veces, ha salido de estas venas, i de aquí ha de salir la última." "Yo no puedo ir mas adelante, repetia parando su caballo, echo de ménos sobre mis hombres las paletas de jeneral... En fin, esclama otras veces, qué dirán mis compañeros, cuando sepan que el mayor Navarro ha pisado el suelo estranjero sin un escuadron con lanza en ristre?",

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El dia que pasaron la cordillera hubo una escena patética. Era preciso deponer las armas, i no habia forma de hacer concebir a los indios que habia paises donde no era permitido andar con la lanza en la mano. Navarro se acercó a ellos, les habló en la lengua; fuése animando poco a poco; dos gruesas lágrimas corrieron de sus ojos, i los indios clavaron con muestras de angustia sus lanzones en el suelo. Todavía despues de emprendida la marcha, volvieron sus caballos i

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