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CAPÍTULO II

ORIJINALIDAD I CARACTERES ARJENTINOS EL RASTREADOR

-EL BAQUEANO-EL GAUCHO MALO-EL CANTOR

Ainsi que l'occean, les steppes remplissent l'esprit du sentiment de l' infini.

Humboldt.

Si de las condiciones de la vida pastoril tal como la ha constituido la colonizacion i la incuria, nacen graves dificultades para una organizacion política cualquiera, i muchas mas para el triunfo de la civilizacion europea, de sus intituciones, i de la riqueza i libertad, que son sus consecuencias; no puede por otra parte negarse que esta situacion tiene su costado poético, fases dignas de la pluma del romancista. Si un destello de literatura nacional puede brillar momentáneamente en las nuevas sociedades americanas, es el que resultará de la descripcion de las grandiosas escenas naturales, i sobre todo, de la lucha entre la civilizacion europea i la barbarie indíjena, entre la intelijencia i la materia; lucha imponente en América, i que da lugar a escenas tan peculiares, tan caraterísticas, i tan fuera del círculo de ideas en que se ha educado el espíritu europeo, porque los resortes dramáticos se vuelven desconocidos fuera del pais donde se toman, los usos sorprendentes, i orijinales los caracteres.

El único romancista norte-americano que haya logrado hacerse un nombre europeo, es Fenimore Cooper, i eso, porque trasportó la escena de sus descripciones fuera del círculo ocupado por los plantadores, al límite entre la vida bárbara i la civilizada, al teatro de la guerra en que las razas indíjenas i la raza sajona están combatiendo por la posesion del terreno. No de otro modo nuestro jóven poeta Echeverría ha logrado llamar la atencion del mundo literario español con su poema titulado La Cautiva. Este bardo arjentino dejó a un lado a Dido i Arjea, que sus predecesores los Varelas trataron con maestría clásica i estro poético, pero sin suceso i sin con

secuencia, porque nada agregaban al caudal de nociones europeas, i volvió sus miradas al desierto, i allá en la inmensidad sin límites, en las soledades en que vaga el salvaje, en la lejana zona de fuego que el viajero ve acercarse cuando los campos se incendian, halló las inspiraciones que proporciona a la imajinacion el espectáculo de una naturaleza solemne, grandiosa, inconmensurable, callada; i entónces el eco de sus versos pudo hacerse oir con aprobacion aun por la península española.

Hai que notar de paso un hecho que es mui esplicativo de los fenómenos sociales de los pueblos. Los accidentes de la naturaleza producen costumbres i usos peculiares a estos accidentes, haciendo que donde estos accidentes se repiten, vuelvan a encontrarse los mismo medios de parar a ellos, inventados por pueblos distintos. Esto me esplica por qué la flecha i el arco se encuentran en todos los pueblos salvajes, cualesquiera que sean su raza, su oríjen i su colocacion jeográfica. Cuando leia en El Último de los Moicanos de Cooper, que Ojo de Alcon i Uncas habían perdido el rastro de los Mingos en un arroyo, dije: "van a tapar el arroyo.!! Cuando en La Pradera, el Trampero mantiene la incertidumbre i la agonia mientras el fuego los amenaza, un arjentino habria aconsejado lo mismo que el Trampero surjiere al fin, que es limpiar un lugar para guarecerse, e incendiar a su vez, para poderse retirar del fuego que invade sobre las cenizas del que se ha encendido. Tal es la práctica de los que atreviesan la pampa para salvarse de los incendios del pasto. Cuando los fujitivos de La Pradera encuentran un rio,i Cooper describe la misteriosa operasion del Pawnie con el cuero de búfalo que recoje, "va a hacer la pelota, me dije a mí mismo; lástima es que no haya una mujer que la conduzca, que entre nosotros son las mujeres las que cruzan los rios con la pelota tomada con los dientes por un lazo. El procedimiento para asar una cabeza de búfalo en el desierto, es el mismo que nosotros usamos para batear una cabeza de vaca o un lomo de ternera. En fin, mil otros accidentes que omito, prueban la verdad de que modificaciones análogas del suelo traen análogas costumbres, recursos i espedientes. No es otra la razon de hallar en Fenimore Cooper descripciones de usos i costumbres que parecen plajiadas de la pampa; así, hallamos en los hábitos pastoriles de la América, reproducidos hasta los trajes, el semblante grave i hospitalidad árabes.

Existe, pues, un fondo de poesía que nace de los acciden

tes naturales del pais i de las costumbres escepcionales que enjendra. La poesía, para despertarse, porque la poesía es como el sentimiento relijioso, una facultad del espíritu humano, necesita el espectáculo de lo bello, del poder terrible, de la inmensidad de la estension, de lo vago, de lo incomprensible; porque solo donde acaba lo palpable i vulgar, empiezan las mentiras de la imajinacion, el mundo ideal. Ahora, yo pregunto ¿qué impresiones ha de dejar en el habitante de la República Arjentina el simple acto de clavar los ojos en el horizonte, i ver... no ver nada? porque cuanto mas hunde los ojos en aquel horizonte incierto, vaporoso, indefinido, mas se le aleja, mas lo fascina, lo confunde, i lo sume en la contemplacion i la duda. ¿Dónde termina aquel mundo que quiere en vano penetrar? No lo sabe! ¿Qué hai mas allá de lo que ve? La soledad, el peligro, el salvaje, la muerte. He aquí ya la poesía. El hombre que se mueve en estas escenas, se siente asaltado de temores e incertidumbres fantásticas, de sueños que le preocupan despierto.

De aquí resulta que el pueblo arjentino es poeta por carácter, por naturaleza. ¿Ni cómo ha de dejar de serlo, cuando en medio de una tarde serena i apacible, una nube torba i negra se levanta sin saber de dónde, se estiende sobre el cielo mientras se cruzan dos palabras, i de repente el estampido del trueno anuncia la tormenta que deja frio al viajero, i reteniendo el aliento por temor de atraerse un rayo de dos mil que caen en torno suyo? La oscuridad se sucede despues a la luz; la muerte está por todas partes; un poder terrible, incontrastable, le ha hecho en un momento reconcentrarse en sí mismo, i sentir su nada en medio de aquella_naturaleza irritada; sentir a Dios, por decirlo de una vez, en la aterrante magnificencia de sus obras. ¿Qué mas colores para la paleta de la fantasía? Masas de tinieblas que anublan el dia, masas de luz lívida, temblorosa, que ilumina un instante las tinieblas i muestra la pampa a distancias infinitas, cruzándola vivamente el rayo en fin, símbolo del poder. Estas imájines han sido hechas para quedarse hondamente gravadas. Así, cuando la tormenta pasa, el gaucho se queda triste, pensativo, serio, i la sucesión de luz i tinieblas se continúa en su imajinacion, del mismo modo que cuando miramos fijamente el sol, nos queda por largo tiempo su disco en la retina.

Preguntadle al gaucho, a quien matan con preferencia los rayos, i os introducirá en un mundo de idealizaciones morales i relijiosas, mezcladas de hechos naturales pero mal com

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prendidos, de tradiciones supersticiosas i groseras. Añádase que si es cierto que el fluido eléctrico entra en la economía de la vida humana, i es el mismo que llaman fluido nervioso, el cual excitado subleva las pasiones i enciende el entusiasmo, muchas disposiciones debe tener para los trabajos de la imajinacion el pueblo que habita bajo una atmósfera recargada de electricidad hasta el punto que la ropa frotada chisporrotea como el pelo contrariado del gato.

¿Cómo no ha de ser poeta el que presencia estas escenas imponentes?

"Jira en vano, reconcentra

Su inmensidad, i no encuentra
La vista en su vivo anhelo
Do fijar su fugaz vuelo,
Como el pájaro en la mar.
Doquier campo i heredades
Del ave i bruto guaridas;
Doquier cielo i soledades
De Dios solo conocidas,
Que el solo puede sondar 1;",

o el que tiene a la vista esta naturaleza engalanada?

"De las entrañas de América
Dos raudales se desatan;

El Paraná, faz de perlas,
I el Uruguai, faz de nácar.
Los dos entre bosques corren
O entre floridas barrancas,
Como dos grandes espejos
Entre marcos de esmeraldas.
Salúdanlos en su paso
La melancólica pava,
El picaflor i el jilguero,
El zorzal i la torcaza.
Como ante reyes se inclinan
Ante ellos scibos i palmas,
I le arrojan flor del aire,
Aroma i flor de naranja;

1 Echeverría, La Cautiva.

Luego en el Guazú se encuentran,
I reüniendo sus aguas,
Mezclando nácar i perlas,

Se derraman en el Plata 1...

Pero esta es la poesía culta, la poesía de la ciudad; hai otra que hace oir sus ecos por los campos solitarios, la poesía popular, candorosa i desaliñada del gaucho.

Tambien nuestro pueblo es músico. Esta es una predisposicion nacional que todos los vecinos le reconocen. Cuando en Chile se anuncia por la primera vez un arjentino en una casa, lo invitan al piano en el acto, o le pasan una vihuela, i si se escusa diciendo que no sabe pulsarla, lo estrañan, i no le creen, "porque siendo arjentino," dicen, "debe ser músiCo. Esta es una preocupacion popular que acusa nuestros hábitos nacionales. En efecto, el jóven culto de las ciudades toca el piano o la flauta, el violin o la guitarra; los mestizos se dedican casi esclusivamente a la música, i son muchos los hábiles compositores e instrumentistas que salen de entre ellos. En las noches de verano se oye sin cesar la guitarra en la puerta de las tiendas; i tarde de la noche, el sueño es dulcemente interrumpido por las serenatas i los conciertos ambulantes.

El pueblo campesino tiene sus cantares propios.

El triste, que predomina en los pueblos del norte, es un canto frijio, plañidero, natural al hombre en el estado primitivo de barbarie, segun Rousseau.

La vidalita, canto popular con coros, acompañado de la guitarra i un tamboril, a cuyos redobles se reune la muchedumbre i va engrosando el cortejo i el estrépito de las voces; este canto me parece heredado de los indíjenas, porque lo he oido en una fiesta de indios en Copiapó en celebracion de la Candelaria, i como canto relijioso, debe ser antiguo, i los indios chilenos no lo han de haber adoptado de los españoles arjentinos. La vidalita es el metro popular en que se cantan los asuntos del dia, las canciones guerreras; el gaucho compone el verso que canta, i lo populariza por las asociacion que su canto exije.

Así, pues, en medio de la rudeza de las costumbres nacionales, estas dos artes que embellecen la vida civilizada i dan desahogo a tantas pasiones jenerosas, están honradas i fa

1. Dominguez.

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