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"¿Cuál debe, con tales antecedentes, ser el motivo del gobierno nacional al llevar adelante la guerra en la Rioja? El buen sentido debiera indicarle que no puede ser otro que dar garantías a las vecinas provincias de que en adelante no serán robadas de sus propiedades, invadidas por los aventureros, sus compañeros de Ud. en atentados; i habiéndose Ud. rebelado contra toda autoridad constituida i declarádose jeneral en jefe de un ejército del centro, para una proyectada reaccion, capturarlo, para someterlo al rigor de las leyes. Ese es al ménos su deber. Como son jefes del ejército nacional los que han penetrado en la Rioja con tropas disciplinadas a quienes no se permite o tolera el robo, como lo hace Ud. por impotencia quizá para reprimir el desórden, me creo autorizado a negar los cargos que Ud. hace a su conducta, sin entrar en otros menores que seria ridículo discutir con Ud.

por

"Muchos mas daños puede Ud. inferir todavía a estas pobres provincias, retardando indefinidamente la época de restablecerse de los quebrantos que los desórdenes de Ud. i demas malvados que le acompañan han causado.

"Seria vergonzoso que Ud. solo contra la voluntad de las jentes honradas, obre, a fuerza de destruir propiedades, paralizar el comercio i mantener la alarma, un cambio de la situacion política en el pais. Ningun gobierno puede reposar sobre tan desdorosa base, i el gobierno nacional abdicaria todo sentimiento de deber i de honor si consintiese en que por ahorrar sacrificios, prevaleciese ese sistema de irrupciones a las otras provincias, acaudilladas por el primero que lo intente.

"Seguro de que Ud. no tiene de qué quejarse del gobierno de San-Juan, que ningun mal le ha inferido ni exijido nada de Ud., tengo el honor de suscribirme su S. S.-Domingo F. Sarmiento."

La dignidad del gobierno estaba por lo ménos salvada, i siempre es bueno poder decir: todo se ha perdido ménos el honor.

EL CHACHO EN SAN-JUAN

Habíase mandado en comision a Buenos-Aires al jefe de policía para solver los reparos que la contaduría pudiera ha

cer a las cuentas de las sumas gastadas en la guerra i anticipadas por el gobierno provincial al nacional. Su intelijencia i probidad, el ser primo carnal de uno de los ninistros, circunstancia atendible para ser oido con simpatía, i el haber sido encargado de recibir i entregar caballos, mulas, i ganados, lo que constituia el principal ítem de la deuda, hacia de este individuo el mas adecuado para llenar su mision. Llegaba, en efecto, a tiempo de que la contaduría volvia las cuentas con numerosos reparos, concentrados en un largo informe en que se suponia existentes en San-Juan numerosas partidas de animales; pero habiendo el señor Rojo presentado los recibos de los jefes del ejército i otros comprobantes, la contaduría declaró en nuevo informe que las cuentas de San-Juan estaban comprobadas con superabundancia, aconsejando su pago. Para no volver mas sobre este asunto, añadiremos que despues de concluida la guerra, por un deplorable olvido de lo obrado, se dirijió una nota en nombre del presidentes, estrañando que no hubiese en San-Juan caballos de propiedad nacional.

Pero del viaje del jefe de policía a Buenos-Aires queda otro documento que muestra las impresiones de entonces, aun despues de hablar con los ministros. En 25 de octubre escribia don Camilo Rojo desde Buenos-Aires al gobernador de San-Juan: "He recibido sus cartas del 24 i 30 del pasado. Por cuanto en ellas me dice comprendo perfectamente cual es la situacion de San-Juan. No puede ser peor, sobre todo desde que el egoismo se atrinchera en las decantadas garantías contitucionales, i son mui capaces de que con ellas den al Chacho la provincia i la misma constitucion, para que él las interprete como sabe hacerlo. Todo ello es lamentable, i Ud. sabrá dejar a un lado las mezquindades de los constitucionalistas de nuevo cuño, i salvarlos, para que vean que con la constitucion escrita no se defienden las garantías i el honor de los pueblos. Se necesitan ganados, caballos i otros elementos de guerra, i esos que se esconden detras de las doctrinas constitucionales, deben salir los primeros. Esta será siempre la manera de hacerse acreedor a pedir, en estado normal, el respeto i privilejios que la constitucion acuerda a los ciudadanos i la propiedad...

El jeneral Paunero en carta del 14 de octubre, como si en todas partes se presintiesen los estragos que estaba produciendo la circular, i mas el folleto desapiadado que la confirmaba dos meses mas tarde, escribia desde Córdova: "No creo

que ante la inminencia del peligro los sanjuaninos se dejen saquear inconstitucionalmente por el Chacho, por no dar a Ud. todos los recursos del modo mas constitucional posible; pero si dan lugar a que aquello suceda, que con su pan se lo coman. Mas, la historia i la República le harán a Ud. un cargo tremendo por no haber salvado a San-Juan por salvar las formas... El unitario!"

El lector necesita un antecedente para comprender este cargo de unitario. En la Vida de Quiroga, de que es complemento este último episodio de la montonera, el autor habia hecho el retrato político del antiguo unitario, cuyos rasgos describia así: "el antiguo partido unitario, como el de la Jironda, sucumbió hace muchos años. Pero en medio de sus desaciertos i de sus ilusiones fantásticas, tenia tanto de noble i de grande que la jeneracion que le sucede le debe los mas pomposos honores fúnebres.

Me parece que entre cien arjentinos reunidos yo diria: este es unitario. El unitario tipo marcha erguido, la cabeza alta; no da vuelta aunque sienta desplomarse un edificio;.. tiene ideas fijas, invariables; i a la víspera de una batalla se ocupará todavía de discutir en toda forma un reglamento, o de establecer una nueva formalidad legal; porque las fórmulas legales son el culto esterior que rinde a sus ídolos, la constitucion, las garantías individuales... Es imposible imajinarse una jeneracion mas razonadora, mas deductiva, i que haya carecido en mas alto grado del sentido práctico...

¿Era por ventura el que habia escrito veinte años antes esto, quien estaba estableciendo en circulares i folletos nuevas fórmulas legales en favor de las garantías individuales? Era él quien carecia de sentido práctico? Léjos de eso, apénas vió que el gobierno nacional insistia en su inoportuna idea, tragándose sus razones, que las tenia mui buenas, salió por donde le permitieron escurrirse, ahorrando al pais un feo espectáculo, como seria el de dos funcionarios empleando las formas oficiales para lucir sus habilidades i ciencia, con detrimento de la autoridad que investian. Hizo mas, i fué alentar a otros gobiernos a soportar la desairada situacion que se les hacia, i sacrificarlo todo en aras del deber. En 31 de agosto escribia al gobernador de Mendoza: "He recibido su estimable del 28, anunciándome los esfuerzos que hace para responder a las exijencias de la situacion. Grima da ver al gobierno nacional, como unos chiquillos, metiendo bulla con el estado de sitio, mientras que nos deja aquí en las astas del

toro, esperando nuestros actos i sacrificios para aprobarlos o desaprobarlos. I sin embargo, necesitamos ser superiores a todo, o reventar. Le aplaudo su ecuanimidad i su resignacion. Es imposible que la República toda no le haga justicia i a mí tambien.

"Por la nota que adjunto al comandante Segovia, verá la situacion crítica en que supongo al coronel Arredondo; i si Ud. recuerda el trabajo que nos ha dado la reaccion, batida en todas partes, imajínese lo que sucederá si obtiene una ventaja sobre el ejército de línea que es el único freno que la contiene. Si Arredondo es vencido por falta de caballería, los progresos de la montonera serán incontrastables...

Pero mucho antes de llegar las dos primeras cartas en que se empujaba al gobernador de San-Juan a dar coces contra el aguijon, habia este convocado a los principales capitalistas i ciudadanos influentes, para esponerles la situacion i la necesidad de conjurarla por un último i supremo esfuerzo. El mal era irreparable sin embargo. El pueblo estaba agotado de recursos, ya cansado de guerra que todos los dias se daba por terminada para principiar de nuevo i exijir nuevos sacrificios, i las circulares habian destruido en el gobierno toda autoridad, en el gobernador toda influyencia i respeto. Era aquel una nave sin gobernalle; a este se le podian ver bajo la banda celeste, las impresiones del látigo de la polémica que habia humillado su suficiencia. Su voz al dirijirse a aquella asamblea habia perdido la vibrante enerjía que da là conviccion i el derecho. Ahora hablaba como un amigo a otro, con la desconfianza de quien está leyendo en los semblantes la réplica i la incredulidad.

Espuso, sin embargo, el objeto de la convocacion: Peñalosa estaba interpuesto entre San-Juan i el coronel Arredondo; a pié este, sin poder moverse. Esperaba mandarle unos pocos caballos de Jachal i quizá le llegarian mas de Mendoza; pero no habia momento seguro mientras tanto; el cura actual del Valle-Fértil, les diria lo que habia oido al Chacho en persona, cuando con imponente fuerza habia tomado aquella villa; podia el gobernador defender la ciudad con infantería hasta esperar ausilios de afuera; pero no podia salvar los departamentos rurales por falta de caballería; i un dia solo que fuesen ocupados por la montonera, medio millon de pesos costarian las desvastaciones, i la guerra se prolongaria indefinidamente con los recursos i hombres que allí tomarian; no habia esperanzas de socorro de afuera, habiendo agotado

todos los esfuerzos para procurarlos, i era preciso improvisar medios propios de defensa. Pedia, pues, no al patriotismo sino al interés de cada uno, un empréstito para levantar soldados, pagar los pocos en actual servicio i salvar las propiedades.

Nombráronse comisiones, propusiéronse espedientes, indicóse un empréstito de treinta mil pesos garantido por el tesoro nacional i a mas por la provincia; hubo reuniones tres dias consecutivos; bajó el empréstito a diez i siete mil; discutióse de nuevo i bajó últimamente a siete, lo que el gobernador aceptaba, recordándoles lo de las caperuzas del sastre de D. Quijote, por cuyo sistema podria hacer una defensita, decia, de valor de mil pesos. Convenido en siete mil, al cobrarlos, algunos se negaron a enterar sus cuotas, i todo quedó en nada. No habia gobierno!

¿Era este el caso de seguir las indicaciones del jeneral Paunero, o del señor Rojo, de tomar los recursos donde los hallase i salvar al pais? Pero el gobierno nacional en su segundo escrito habia establecido que los damnificados podian entablar demanda ante juez, i recuperar con costas lo tomado. Si el Chacho no venia, el gobierno nacional protestaba la deuda hija del miedo ridículo, i el juez la mandaba pagar al que la contrajo.

El 12 de octubre antes de cruzar los brazos, i confiar esclusivamente en la Providencia, comunicando al de Mendoza las últimas noticias recibidas, decia: "Una batalla en Patquia que está a sesenta leguas de San-Juan, tendrá lugar en dos o tres dias de la fecha.... Seria, pues, en buena estratejia, llegado el caso de hacer avanzar el rejimiento de línea hasta SanJuan i en último caso hasta Jocoli siquiera, en donde estaria en franquía al primer aviso....

Era lo que ya habia aconsejado, aproximar a las Lagunas el mismo rejimiento en vida de Sándes, cuando Arredondo marchaba a Mendoza i debia librarse batalla a Clavero. Como es prohibido avanzar sin dejarse retirada, nunca debe contarse con la victoria para la continuacion de la resistencia. Si Arredondo era vencido o paralizado en los Llanos, SanJuan caia en manos del Chacho, i la guerra continuaba sin término probable.

Una esperanza brilló al fin. El gobierno de Mendoza anunció que el 20 de octubre salian de Mendoza los quinientos caballos pedidos para el coronel Arredondo, convoyados por 140 hombres, mitad de línea al mando del mayor Irrazábal,

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