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ADVERTENCIA.

Instruidos todos de la conducta del señor Fiscal en el dia del jurado y leida la acusacion, no parecerá inoportuno el lenguaje del señor BILBAO en la introduccion de su defensa. El majistrado puede ceder al mandato de una ley que le impone un deber, pero en el momento en que abusando de su autoridad se constituye no solo encarnizado defensor de esa ley, al parecer violada, sino enemigo personal del acusado; en este momento el majistrado no tiene ningun derecho al respeto, porque ha perdido su dignidad. Un fiscal puede apoyar su acusacion sin recurrir á medios indecorosos y de esta manera han procedido en otras ocasiones fiscales que comprendian su deber y no carecian de talento. Puede sin duda aparecer convencido de los crimenes que acusa, pero nunca hacer empeño para llevar esa conviccion al corazon de los jurados trazándoles el camino que deben seguir para pronunciar su fallo, porque à mas de ser esta una pretension ridícula que degrada, se revela no menos con tal conducta una intencion innoble altamente reprensible. La acusacion del fiscal es la opinion de un individuo, y un número de jueces suficiente va á decidir de la justicia de esa acusacion despues de escuchada la defensa del acusado. Y no puede ser errónea esa opinion? ¿No es susceptible de error un majistrado? Nada mas comun, y por tanto nada mas vituperable que cuando majistrados de esa categoría se empeñan en preocupar á los jueces con una acusacion torpe à mas de exajerada. Muy presente tenemos estas palabras del señor Fiscal.

Jurados, estas son las leyes que condenan el escrito acusado: « con sofismas solamente se os puede contestar, etc., etc.>>

Estas palabras bastan para calificar la parcialidad ó imparcialidad de un juez: en primer lugar; los jurados que son jueces de hecho y que solo forman su juicio por la impresion que les causa la palabra del acusado, que no tienen mas guia que su razon independiente y lo que en tal momento les dice su corazon, son llamados por el señor Fiscal à tomar conocimiento de las leyes para fallar como abogados. Los jurados que corrijen en cierto modo la imperfeccion de la ley, tienen que ceñirse á ella por el llamamiento del señor Fiscal. Los jurados en fin, ya no son libres y necesitan ser abogados para fallar porque asi lo exije un ilustrado fiscal. En segundo lugar.

CON SOFISMAS SOLAMENTE se os puede RESPONDER. ¿Un fiscal puede decir estas palabras? ¿Está en el órden de la acusacion? ¿Una inteligencia basta para autorizar el crímen, formar la conciencia de los jueces y prevenirlos en contra de una defensa que aun no se ha escuchado? ¿Es noble este proceder, es justo, es lejítimo? Dígalo el mismo señor Fiscal ó cualquier hombre de un sentido comun ó medianamente racional.

Creemos que estas lijeras advertencias serán mas que sufi. cientes para justificar la dureza y acritud que se puede notar en la introduccion de la defensa. El fiscal precipitó al acusado, y el juez de derecho con sus torpezas, lo exasperó. Nada estrano es pues, que el señor BILBAO haya variado en ese momento el rumbo que debia dar á su defensa.

Necesario es tambien advertir que si no hay fidelidad en las palabras de la defensa pronunciada en el dia del jurado, hay por lo menos fidelidad en las ideas, que es cuanto se puede exijir en una redaccion sin estenógrafos. La introduccion y el final son los mismos.

JURI.

DEFENSA DEL ARTÍCULO SOCIABILIDAD CHILENA.

Señores Jurados:

De su pro

La sociedad ha sido conmovida en sus entrañas. funda conmocion hemos salido hoy à su superficie: vos Sr. Fiscal, acusador; yo, St. Fiscal, el acusado.

El lugar en que nos hallamos y la acusacion que se me hace, revela el estado en que nos encontramos en instituciones y en ideas.

Ahí está el Sr. Fiscal que procura cubrirme con el polvo de las leyes españolas; aqui tambien está el jurado que detiene ese polvo con su aliento.

Aquí se presenta una mano que levanta 14 siglos que se hunden, para derribar una frente bautizada en el crepúsculo que se alza. Esa mano es la vuestra, Sr. Fiscal, esa frente es la mia.

Allí teneis la boca por donde me maldicen los écos subterráneos que se pierden; aquí la conciencia que arrastra su anatema.

Aquí dos nombres, el de acusador y el de acusado; dos nombres enlazados por la fatalidad histórica y que rodarán en la historia de mi patria.

Entonces veremos, Sr. Fiscal, cual de los dos cargará con la bendicion de la posteridad.

Si señores, definamos estos nombres, digamos quienes somos, y despues veremos la acusacion punto por punto.

El Juez. No viene vd. á definir personas, Sr. acusado.

El acusado. No defino la persona, si es grande ó pequeña, buena ó mala, sino las ideas que representamos, las ideas encarnadas en nosotros.

Decis, ó se deduce de lo que decis, que ataco creencias arraigadas, instituciones fijas, inmortales segun vos, Sr. Fiscal: decis que señalo males y errores; que analizo cosas que no deben analizarse; que esplico cosas que no deben esplicarse; que niego la autoridad antigua; que critico, que analizo Jas costumbres pasadas; que quiero, que pido, que invoco la mudanza, la sedicion, el trastorno....

Pues bien, Sr. Fiscal, en todo lo que maldecis, en todo lo que habeis aglomerado no hay sino la innovacion. Hé aquí mi crí

men.

Ahora, Sr. Fiscal, ¿quién sois, vos que os haceis el éco de la sociedad analizada; que os oponeis á la innovacion, parapetado en las leyes españolas, qué crímen cometeis?

El juez (campanillazo) Señor. vd. no viene à acriminar al Sr. Fiscal.

El acusado. No acrimino, Sr. Juez, clasifico solamente.

La filosofia tiene tambien su código, y este código es eterno. La filosofia os asigna el nombre de retrógado. Eh bien! innovador, hé aquí lo que soy, retrógrado, he aquí lo que sois.

El jues. Al órden; no insulte Sr. acusado.

El acusado. No insulto, señor Juez. Diga lo que es el Sr. Fiscal: ¿señor Fiscal, se cree, vd. insultado por haberle dicho la verdad?

El Fiscal, (sonriéndose). Usted es un ente: usted no es capaz de insultar.

El acusado. La ignorancia responde siempre con el sarcasmo de la impotencia.

Abora, cual de los dos tenga razon para gloriarse de este nombre ante los hombres; lo dirá la historia. La historia nos presenta siempre à los innovadores como idolos: á los retrogrados, nos lo pinta como la serpiente que muerde el pié del viajero en su camino.

Cual de los dos tenga razon para gloriarse de ese nombre ante la divinidad, tambien lo dirá la historia que nos enseña las leyes que Dios ha impuesto á la humanidad: leyes de ínnovacion y de desenvolvimiento.

Oponerse al desarrollo de esas leyes es la retrogradacion. Yo las sigo con la escasa luz de mi razon. Ahora señor Fiscal, vos sois el que me llamais blasfemo, á mi que obedezco y procuro realizar aquellas leyes. Pero á vos que llamais la autoridad á su socorro para detener su marcha, no os llamo blasfemo sino ignorante.

El aspecto varía, Sr. Fiscal, y esto es que tan solo escaramuso en la cuestion. Vereis luego a quien habeis llamado blasfemo, vereis el motivo que he tenido, el objeto que he buscado, el fin que he querido.

Siempre he sentido la actividad en mi conciencia, y la aplica

cien razonada de esa actividad, siempre ha atormentado mi existencia humana. El estudio y la observacion me mostraron la ley del deber; esa ley, relativa en sus relaciones y relativa á la vida de los pueblos. Sumerjido mi pensamiento en la averigua ̈ ̄ cion de la mision humana, me encontré al despertar en el siglo XIX, y en Chile mi patria.

Quise en mi creencia; llamadme insensato si quereis, tomar en mi mano débil á esta patria tan querida, y darle el empuje que el siglo me comunicaba; . . . .quise en la audacia de mi vuelo, clavar el tricolor en la vanguardia de la humanidad....pero una mano me sujeta, con su tocamiento, me advierte la realidad que queria remover, y procura anonadarme acumulando anatema sobre anatema....Esa mano es la vuestra, Sr. Fiscal. El órgano que la mueve es la sociedad analizada....Aquí me teneis pues, ante el tribunal, pronto á ser sentenciado como el innovador peligroso......

Me habeis señalado ante la turba fanática,....habeis precipitado sobre mi cabeza la furia del vulgo ignorante,....hal eis dado alas á la calumnia,....me presentais como un criminal;-os perdono, Sr. Fiscal.

Me haceis encarar con ese pasado como representante aunque débil del porvenir;-gracias, Sr. Fiscal.

Quereis arrodillarme para hacerme digno de que Galileo me tienda una mano para levantarme;....gracias, Sr. Fiscal.

Haceis que me ponga en la situacion de recibir una corona, aunque humilde de martirio-gracias, Sr. Fiscal.

El Juez. A la cuestion, señor acusado, Vd. no viene á burlarse del Sr. Fiscal.

El acusado. Señor, estoy dando gracias al Sr. Fiscal.

Habeis empujado el torrente que amenaza sumerjir mi porvenir Chileno,....mis ilusiones juveniles....mi entusiasmo puro como el juramento del honor;....os perdono, Sr. Fiscal.

El juez y el fiscal. A la cuestion, señor acusado.

El acusado. Voy á ella, señores.

Señores: la acusacion es de todo el artículo, por consiguiente es vaga. El Sr. Fiscal particulariza algunos puntos, los exami naremos, pero antes quiero leer mi introduccion. "En las épocas transitorias de la civilizacion...

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