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Examinad las revoluciones, abrid la historia, y vereis el espectáculo imponente de la elevacion ó destruccion de las sociedades. La causa principal de la lucha que las mina y las consume, no es otra, sino la existencia encontrada de las instituciones con el desarrollo del pueblo. En la esfera política, sobre todo, que es el núcleo, el punto dominante de la marcha de las sociedades, es donde la variacion progresiva de la humanidad debe hallar una cabida mas fácil á las reformas que el tiempo va anunciando.

Los pueblos van saliendo lentamente de la tutela de la ignorancia, sus necesidades varían y se aumentan, y sus intereses van ocupando el primer puesto en la escala de la sociabilidad; entonces es cuando las instituciones chocan y retardan esa marcha, y entonces empieza el clamor del que sufre, la invocacion por nuevas ó mejoradas leyes.

Los que se consagran al estudio social, ó sienten primero la voz de la dolencia; los espíritus ilustrados, aquellos que con su pensamiento van ála vangaardia de la humanidad, son los primeros en pronunciar la palabra innovacion. La publicacion de sus ideas es un hecho necesario porque cada uno cree que deben adoptar todo lo que considera verdadero. Pero los formados en el réjimen antiguo, se resisten, porque su vida como individuos públicos y privados está basada en las instituciones que pretenden remover; y porque sus costumbres y el círculo de sus ideas no pasan mas allá de lo que su interés les tiene señalado.

De aqui nace la lucha entre el poder inteligente del representante de las reformas y el poder basado en la organizacion pasada.

Esto es poco mas o menos lo que ha sucedido entre nosotros. He creido que el resultado de mis estudios sociales y de aplicaciones á mi patria, no era armónico: he visto una distancia inHe procurado segun mis creencias, hacer cesar esa distancia, acercando á las teorias que profeso las instituciones de mi patria.

mensa.

La idea que ocupa la cumbre de la sociabilidad, es el pueblo. La idea mas grande del pueblo es la del pueblo soberano.-Realizar pues esta idea en todas sus ramificaciones y bajo todos sus aspectos; hé aquí mi objeto.-Veamos ahora en esta idea el carácter sedicioso que encontramos.

La soberania del pueblo, ese testamento sacrosanto que nuestros padres nos legaron en los campos de batalla, es el principio fundamental de nuestra organizacion social, es decir, política y relijiosa, y como nacion en sus relaciones estrañas. Este es el principio ante el cual vamos á calificar nuestras demás instituciones y aplicarles el fallo de su existencia lójica.

La realizacion de la soberanía del pueblo, implica la existencia de las leyes que desarrollan el elemento democrático, como único y esclusivo elemento politico.

El desarrollo del elemento democrático, es el libre ejercicio de todas las facultades en todos los individuos para que alcancen la misma esfera de libertad. Ahora si las leyes secundarias, si la organizacion de los poderes, si los elementos de desarrollo no pueden llegar á todos, y si contrarian alguna facultad en algun individuo, no puedo menos que calificarlas de injustas é ilegales. Cuando observo que las facultades legales del poder autorizan el despotismo y puede ahogar con ellas el desarrollo de nuestra civilizacion, las califico del mismo modo. Y aqui me refiero á la organizacion del poder ejecutivo y provincial. Si hay leyes que impiden el desarrollo de la mas importante de nuestras facultades, el pensamiento y la conciencia; - si hay leyes que impiden el desarrollo industrial, segun lo exijen las leyes económicas del dia. Si la organizacion de nuestra propiedad contraría y evita el complemento material del elemento democrático y esclaviza el individuo proletario en la degradacion moral y material;-si la constitucion organiza poderes que autorizan este estado desigual; digo con confianza, apoyándolo en nuestra revolucion y en nuestro principio fundamental: leyes opresivas, leyes que deben reformarse. - Hé aqui, señores, un procedimiento verdaderamente constitucional. He aplicado la soberanía del pueblo á las demás leyes subalternas; he mostrado su existencia ilejitima. Luego la lójica solo las destruye. Si quereis. Ilamad á esto sedicion.

La sedicion! señores, no la he invocado. He proclamado el ataque violento? He dado el grito de ataque? He dicho: pueblo, levantáte, destroza las cadenas que te oprimen? Le he llamado al combate, he alzado la bandera sediciosa? No, señores, no he hecho ni dicho semejantes cosas. Esto si seria verdaderamente sedicioso. Pero mostrar la imperfeccion de las leyes, señalar el lugar del mal, preludiar una reforma, escitar á que se haga

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esto, se llama sedicion? si semejante acusacion fuese justa y mereciese castigo, acusaríais à la humanidad en las reformas que ha conseguido y que prosigue,

Cuando se escuchan los lamentos del que padece, cuando se vé el retardo que sufrimos, cuando podemos evitar las lágrimas de la humanidad doliente mejorando sobre todo nuestras leyes penales, cuando se puede decir que palpamos los resultados morales que traerian la variacion de muchas leyes y costumbres, entonces, señores, el que levanta su voz para proclamar el mal es el enemigo de la sedicion. Si, señores, enemigo de la sedicion. Los trastornos violentos vienen regularmente de la exasperacion de los pueblos por las leyes é instituciones opresivas. En este caso el que procura variarlas, procura evitar el trastorno. Esto es lo que he querido, lo que he buscado. El elemento democrático crece, es el único lejítimo y no se le dá una entrada proporcional en nuestra organizacion. He dicho con la historia, que la ruina de los pueblos tiene en esta oposicion su causa principal; he procurado, pues, evitarla haciendo entrar el elemento democrático. He querido pues evitar la sedicion. He dicho.

(El Sr. Fiscal tomó entonces la palabra.)

Señores Jurados:

«Se han tomado por el reo los pasajes de mas benéfica inter» pretacion, para hacer esplicaciones sobre ellos; pero se ha prescindido de presentarlos como son en si. Yo tomaré á mi » cargo esta tarea y os los leeré en el impreso de que no debeis >> ni podeis separaros.» En seguida volvió á leer los trozos citados, haciendo fijar la atencion de los jueces en aquello de que yo combatia la indisolubilidad del matrimonio, que establece claramente el «rito católico» y que autorizaba el adulterio, pues decia que en el pasado era espantoso. Siguió leyendo lo demás que ya queda citado y concluyó advirtiendo «á los jueces que >> quedaban igualmente signadas y dobladas las fojas, para » que las leyesen y revisasen de nuevo en el acuerdo.-He di» cho. » (*)

(El acusado pide entonces definitivamente la palabra).

(*) Esto es lo que dijo el señor Fiscal, segun lo dijo la publicacion de su réplica en el Progreso, y lo que nosotros r cordamos.

Señores:

El señor fiscal no ha combatido ninguno de los agumentos en que he apoyado mi defensa. Quedan pues intactos. No ha hecho sino repetir la acusacion sin tomarse en cuenta lo que he dicho y ha vuelto á leer los trozos ya citados, haciendo fijar su atencion en varios puntos.

Señores:

No encuentro nada de inmoral en los trozos en que el señor Fiscal, hace que se fije la atencion-Como he dicho, he pintado el estado pasado de nuestra familia, como resultante de las ideas y civilizacion de entonces. Ese resultado he probado que era lójico; si los hechos espuestos, si su esposicion es inmoral, acusad á los principios que los han producido-Por otra parte los hechos son verdaderos, los conocemos todos, y manifestarlos no puede ser inmoralidad-Es conocida la influencia que ejerce la familia en el porvenir del hombre y por consiguiente en el de las sociedades, y es por esto que he procurado presentar un cuadro de la familia tal cual era, como resultado de las antiguas ideas, para que conociésemos su imperfeccion y procurásemos atacar en su orijen el mal que podia resultar. La familia pasada imponia su sello imborrable al individuo, por lo que, para reformar la sociedad, era preciso mostrar esa fuente autoritaria-Veiamos allí la separacion, el aislamiento, el empeño arraigado de hacer permanecer todo, tal cual era, para que fuese siempre Y al decir que el matrimonio era indisoluble, y el adulterio espantoso, no he combatido la indisolubilidad del matrimonio; ni yo puedo decir que tengo una creencia cierta á este respecto. Esperamos á la marcha de la civilizacion, á los progresos continuados de la ciencia para que resuelva la cuestion. Entre tanto no hago sino esponer el estado actual para que sepamos como vivimos y no nos engañen las esperiencias.

El adulterio espantoso! Y à la verdad era un hecho, una consecuencia moral en la opinion, de la idea limitada y represi. va bajo la cual se miraba el matrimonio-El estado de amantes y de espontaneidad de corazon, era perseguido; se le impedia su espancion hacia el objeto preferido y los padres designaban los esposos. Habia aislamiento, reclusion, falta de sociabilidad.

Esto es la verdad, y á la esposicion de esta verdad se llama inmoralidad. La sociabilidad que mejora tanto las costumbres, que fomenta la fraternidad, que lo hace conocer y enciende sus nobles ambiciones, no existia y se miraba como perjudicial. La separacion de los secsos era estricta y no se conocia su importancia por la moralidad. Ah! cuando en las circunstancias penosas de esta vida miserable; cuando agoviados bajo el dolor ó la indeferencia, encontramos unas miradas que levantan nuestro ser que doblegaba, entonces conocemos el amor y la naturaleza sublime de su esencia. El amor! el amor vive de libertad y la. opresion adultera sus leyes inviolables. Así, cuando vemos costumbres, leyes y preocupaciones que lo desconocian, no podemos dejar de atacarlas apoyados en la naturaleza y de procurar elevarlo, restituirlo á su dignidad. Como dice un filóso fo «el que sabe amar es casto, el que sabe amar es fuerte, lo puede todo y lo alcanza todo (1).» He queriao pues hacer cimentar el matrimonio en el amor. Si la comunicacion de dos almas que se han podido encontrar y comprenderse, forma una muralla contra la adversidad, y un anillo misterioso que Dios como ser de amor se complace en contemplar, si esa comunicacion era perseguida, la atacamos á nombre de la constitucion humana y á nombre de la nobleza del alma que busca otra semejante para unirse.

Esto es lo que he hecho, la familia pasada era enteramente contraria al desarrollo moral. Lo hemos probado, y esa prueba no puede llamarse inmoralidad. He querido, pues, preparar con el amor la felicidad de los esposos y cimentar su estado futuro en la permanencia de sus condiciones eternas.

Acaba de decir el Sr. Fiscal que yo atacaba el rito católico que establecia la ley del matrimonio: y yo le pregunto si el rito solo constituye el matrimonio. ¿No vemos en diferentes paises católicos una distinta organizacion matrimonial? Las leyes civiles no tienen la mayor parte en la formacion del matrimonio? Y ahora las leyes civiles son invariables? no vemos que reciben contínuamente las modificaciones del tiempo? No las vemos adaptarse contínuamente á la civilizacion, admitiendo las luces de la ciencia? No las vemos dando continuamente su entrada á la libertad por todas partes innovada? Sí: esto no me negará el

(1) Aimé Martin.

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