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CAPITULO II

SUS ESTUDIOS EN EL INSTITUTO Y SU APARICION COMO

REFORMISTA.

A principios de 1839, Francisco Bilbao entraba al «<Instituto Nacional » á seguir la profesion de abogado. Cursó el Latin, Filosofia, Derecho Natural, Literatura, Derecho público constitucional y de jentes. De todos ellos rindió exámen distinguido. Se encontraba cursando el Derecho Romano cuando fué espulsado del colegio por razones que pronto se verán.

Inter hacia estos estudios escribió varios artículos en los periódicos «Guerra á la Tiranía» y «El Liberal.» Tradujo y dió á luz la obra de Lamennais «De la Esclavitud Moderna» prece diéndola de un breve prólogo.

Consagrado á seguir la profesion que sus padres le indicaban sucedió que la familia de Bilbao pasó á intalarse en Valparaiso, quedando Francisco en Santiago.

Por ese tiempo se esperaba en Chile un movimiento desconocido. Ocupada la sociedad hasta entonces por las facciones políticas no habia habido lugar de pensar en las ciencias. La juventud habia consagrado sus vijilias á las cuestiones en que campeaban las facciones politicas sin acordarse del abandono que hacia del desarrollo de su inteligencia. Con la elevacion del General Bulnes á Presidente de la República habia cesado esa lucha encarnizada de los odios peculiares à hombres que acababan de salir del funesto circulo que se forma entre perseguidores y perseguidos, entre vencedores y vencidos. Cerrado el palenque de las parcialidades, de los partidos, la juventud que entraba á ocupar la ecsena pública sintió un estímulo nuevo, divisó un teatro superior en que podia campear con gloria y en bien de la patria. Entró entonces una sed devoradora por el estudio y de allí nació el movimiento literario tan desconocido hasta entonces en la civilizacion chilena.

Primeros efectos de esa revolucion intelectual fué la organizacion é instalacion de la «Sociedad Literaria de Santiago» com

puesta de todas las jóvenes inteligencias que irradiaban á la civilizacion, y de todos los corazones ardientes que aspiraban al desarrollo moral del pais. Organos de esa asociacion fueron los periódicos ó revistas que se publicaban con los nombres de «Semanario» y «El Crepúsculo»

Francisco Bilbao, fué uno de los promotores de la «Sociedad Literaria» y se consagró á ella con la fé que jamás le faltó.

Fué entonces que principiaron los estudios scrios, el amor por la literatura en todas sus manifestaciones.

En medio de la agitacion orijanida por el estudio, por las producciones de la juventud, ocurrió un incidente que vino á despertar la lucha contra los avances del clero católico.

Principiaba á correr el año de 844 y una de las figuras mas notables de la revolucion de la Independencia bajaba al sepulcro. Era D. José Miguel Infante enemigo del clero, volteriano ca ideas y tenido en la opinion por hereje ó atco, que es lo mismo para los imbéciles. Este hombre dotado de las cualidades del tribuno popular era de una inflexibilidad á toda prueba. En corroboracion de la fuerza de carácter que le distinguió, podemos referir un hecho entre los muchos que adornaron su existencia.

Infante encontrándose al frente del Poder Ejecutivo ordenó la espulsion del Obispo Rodriguez, gefe de la Iglesia en Santiago, por connivencias que se le descubrieron con los sostenedores del poder colonial. Rodriguez hizo un llamado á su grei, para que le ayudase á desobedecer la órden de la autoridad civil. El pueblo acudió á la plaza de armas donde estaba el palacio episcopal amenazando con un tumulto y pidiendo la permanencia del pastor. Infante, avisado de lo que ocurria, sin apelar á la tropa se dirijió solo y en persona á hacer respetar la órden de destierro. Penetró en el tumulto, dirigió algunas palabras al pueblo y entró en seguida á ver al Obispo. Sin dar lugar á reflexiones le intimó obedecer y salir en el acto á embarcarse. Una actitud tan resuelta obligó al Obispo á ceder. Rodriguez fué desterrado y el pueblo vencido en sus escrúpulos por la presencia del hombre que representaba la autoridad.

El clero católico no habia olvidado esta derrota y á la muerte de Infante quiso vengarse. Durante el letargo que precedió á su desaparicion, trató de arrancarle un acto de debilidad. Infante terminó volteriano. No se confesó ni aceptó las pantominas del catolicismo.

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El pais vistió de luto por la muerte de tan grande hombre y
los honores que el pueblo le rindió no los hemos vuelto á presca.

ciar.

Francisco Bilbao iba en el cortejo fúnebre, y fué ese dia en

que por vez primera hablára en público. Al pasar el féretro por

las puertas del Cementerio, Bilbao lo detuvo y le dirijió estas

palabras:

« Antes de pasar los umbrales de la muerte, Infante! recibid.

» el bautismo de la inmortalidad, »

Los incidentes espuestos, las biografias que del hombre se

publicaron y las manifestaciones que se siguieron, ocasionó una

polémica animada entre la juventud que defendia la memoria de

Infante y el clero que la anatematizaba. De aquí la alarma en

los espíritus.

Hasta entonces los que se decian liberales en ideas relijiosas

no habian traspasado los limites trazados por las creencias ca-
tólicas. Los dogmas cran respetados y a nadie se le habia
ocurrido consagrarse al estudio de los principios en que se ba-
saba el catolicismo. Todo el ataque era dirijido al abuso que el
clero cometia en la práctica de su ministerio. Observando es-
tas escaramuzas, Bilbao, creyó llegado el momento de lanzarse ála
vida pública, presentándose como el iniciador de la reforma ra-
cionalista, es decir, remover los cimientos de la vieja sociedad.
presentando el dualismo de la civilizacion moderna, la incompa-
tibilidad del catolicismo con la libertad, y aplicar este exámen á
la historia politica de Chile. Pensamiento audaz, porque iba a
ser la primera palabra, que en el pais mas católico de la Amé-
rica, atacaria de frente la causa de su atraso. No se ocultaba
á nadie la situacion del pais: La sociedad fanatizada hasta la
médula de los huesos. El clero dueño absoluto de las concien-
cias. Una masa compacta de intolerancia bas: da en la estupi-
dez mas craza. Bilbao previó lo que se le esperaba, pero no
trepidó en su propósito. Un voz interior le decia: posees la
verdad y tu deber es decirla. El corazou le animaba demos-
trándole por la pureza del sentimiento, que sin abnegacion no
hay heroismo.

Escribió y dió á luz La Sociabilidad Chilena. >>

Los que se hayan encontrado en un cataclismo volcánico;
Los, que layan presenciado el derrumbe súbito de una poblacion;
Los que hayan sentido caer á sus piés un rayo, esos solo pue.

den tener idea del efecto que produjo la aparicion de la « Sociabilidad Chilena » en la capital de Chile.

Atacar el catolicismo en Chile y en aquella época, despertar esa sociedad aletargada por el dominio idiotizador de un clero numeroso, sacudir ese mónstruo que trescientos años vejetaba en las delicias de una omnipotente dominacion, era un heroismo. El que á esto se atrevia era un jóven de 21 años de edad.

La conmocion fué general, y la sociedad, el clero y los poderes civiles se pusieron á la altura de la barbárie.

El clero fulminó anatemas. La sociedad maldijo al escritor y el poder civil lo entregó al dominio de las leyes católicas. Desatóse la prensa empleando la calumnia y promoviendo la escitacion del fanatismo. Creáronse publicaciones especiales. Solo un diario se atrevió a defender á Bilbao--« El Siglo » redactado por D. Francisco Matta. Las iglesias abrieron sus puertas y tanto en ellas como en las plazas y calles se hacia la propaganda contra el « hereje, el ateo, el corrompido, el inmoral, el » que ardia en los profundos infiernos y para quien la sociedad >> solo debia alzar el arma del exterminio como una ofrenda á » Dios. >> Este era el tema de los sermones.

Los padres de familia prohibieron á sus hijos el ver á Bilbao y de aquí el abandono que de él hicieron una gran parte de sus amigos.

Los liberales en politica creyeron ver arruinarse la causa si dejaban una plaza en sus filas al que atacaba los dogmas:-lo renegaron y lo declararon una calamidad. (1) Los conservadores fueron lójicos escomulgándolo ante la patria.

Los ánimos se encontraban en tal grado de enajenacion mental y de loca demencia, que las jentes al pasar por las ventanas de las habitaciones de Bilbao se santiguaban y atravesaban la calle.

Solo faltaba á este desamparo el que los padres del escritor se manifestasen en contra; pero no. Ellos pertenecian á otra especie, es decir, no á la especie católica de la sociedad chilena. Alarmado Don Rafael Bilbao con las noticias que se le trasmitian de Santiago, escribió de Valparaiso con fecha 15 á su

(1) Véase el manifiesto que el señor Don Pedro Félix Vicuña publicó en Lima en 1846, à nombre de la oposicion liberal. Es la comprobacion de este hecho.

hijo una carta de consejos, en que le pedia esplicase las ideas que habia dado á luz, tratando de desvirtuar la impresion que dominaba al público; y al propio tiempo le decia:

<< No te trato

» de blasfemo, sino que á mi juicio serás demandado como tal » ante el jurado. Sea como fuere no hay que abatirse. El im>> preso está en el dia en comision para que dictaminen los se»ñores Eizaguirre y Danozo, y segun sus dictámenes publicar censuras contra el autor. Seria conveniente consultáras el >> artículo 12 de la Constitucion, por el cual, segun mi juicio, »> ninguna autoridad fuera del jurado puede injerirse en los impresos; y la censura que se piensa es un castigo. Nunca dejaré de considerarte como hijo, pues te conozco. Repito » que no hay que abatir el ánimo. Primero preferiria sucumbir » que aconsejarte una bajeza. »

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El padre se encontraba al corriente de cuanto pasaba por cartas del vicario capitular D. Bernardino,su hermano. Al siguiente dia de escribir la anterior, sabe que su hijo ha sido acusado por el fiscal de la Corte de Apelaciones ante el Jurado; entonces el anciano demócrata, alzándose con todo el orgullo de su conciencia, con el conocimiento que tenia de su hijo, indignado por la actitud de la sociedad, dando con el pié à sus correlijionarios que le pedian influyese para que el hijo se retractara, se alzó cual un jigante y se presentó cual ningun padre lo ha hecho hasta hoy en tales circunstancias.

Sin poder salir de Valparaiso por la postracion en que se encontraba su esposa á causa de la reciente muerte de su hija Dolores, escribió a su hijo la carta que este llevaba siempre consigo, que no la separó de su pecho y que nos la leyó como una reliquia tierna de amor.

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Héla aquí:

<«< Valparaiso, Junio 16 de 1844.

« Querido hijo: Hoy he sabido que tu escrito ha sido acusado. Es necesario ahora pensar solamente en la defensa, que » sea lucida y fundada cuanto se pueda. No importa el que seas >> condenado. Desde luego te encargo muy mucho la serenidad, » la moderacion, tranquilidad de tu espíritu, decencia en todas >> tus espresiones, VALOR Y MUCHO.

» No vas á comparecer como un criminal sino como un hom>>bre que no ha creido ofender á nadie, sino al contrario, favo » recer á la humanidad oprimida.

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