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dula de 24 de enero de 1770 (que pasó a ser la lei 7, título 8.° libro 8.o de la Novtsima Recopilacion), reglamentó prolijamente la concesion de grados universitarios, mandando que en ningun caso pudieran darse sino despues de estudios i exámenes. Algunas de esas disposiciones se hicieron estensivas a las Universidades de América por real órden de 24 de agosto de 1788; i por real cédula de 25 de marzo de 1801, se dispuso tambien que en éstas no se pudieran dar titulos sin previo exámen i a esto se debe, segun creo, que la Universidad de San Felipe no siguiera vendiendo títulos despues de los que negoció para recibir en agosto de 1802 a don Luis Muñoz de Guzman en el rango de vice-patrono.

Recuerda Ud. i censura mui oportunamente esas ceremonias de recibimiento de los gobernadores a quienes se les prodigaron en prosa i verso los mas estupendos i absurdos elojios, actos i ceremonias idénticos a los de las otras Universidades de la América en igualdad de circunstancias. En las pájinas 26 i 27 de su libro dice Vd. que desde Amat hasta Muñoz de Guzman, i con la sola escepcion de don Ambrosio O'Higgins, recibieron esos honores. Habria convenido recordar tambien al presidente don Ambrosio Benavides, que tampoco los recibió. I puesto que el período histórico comprendido en su libro alcanza hasta 1810, habria convenido recordar que el gobernador García Carrasco tambien fué recibido en la Universidad el 15 de noviembre de 1809, haciendósele oir un elojio biográfico preparado por don Juan Egaña. Esta práctica se renovó despues del primer período de la revolucion, durante la reconquista, i el último que recibió tales honores fué el malaventurado Marcó del Pont, que fué tambien el último gobernador español.

Con razon se esplica Ud. la ignorancia i el abatimiento intelectual i moral de aquella época como el resultado lójico del atraso de la enseñanza. Ud. ha tenido sobrada razon para pintar con sombrío colorido aquella situacion, agrupando un buen número de hechos para darla a conocer. Pero a veces Ud. parece vacilar para acojer ciertas revelaciones de los documentos que Ud. parece creer demasiado recargados de colorido. Tal es, por ejemplo, lo que se refiere a ciertos informes en que el presidente Jáuregui i el obispo Maran, califican de iliterato al canónigo Roa i Alarcon, apreciacion al parecer inaceptable por cuanto se refiere a un hombre que fué luego obispo de Concepcion. Yo le suplico a Ud. que abra la Memoria Histórica del padre frai Melchor Martínez (publicada en Valparaiso en 1848) i que allí en las pájinas 182-3, lea las siguientes líneas: La costumbre ordinaria de la provision de toda clase de empleos para la América, ha sido la causa orijinaria i principal de las revoluciones actuales. Pudiera escribir un largo tratado sobre esta materia con solo lo que he visto en 31 años

EVOLUCION

II

que resido en este reino... Referiré un solo caso por ser mas notable. La casualidad me obligó a oir la misa de un sacerdote de tan pocas letras que no podia juntarlas ni pronunciarlas en las palabras mas comunes i trilladas del misal, i mucho menos entender lo que significaban, segun su propia confesion; de lo que escandalizado i admirado pregunté: ¿cómo se permitia tal desórden siendo tan notoriamente inepto? Pero luego creció mi admiracion viéndolo obispo, i sabiendo que los informes que fueron a la Corte para pretender la mitra fueron tan falsos como bien apoyados por un deudo poderoso que tenia en ella». El individuo de que allí se trata era don Tomas Roa i Alarcon, que sin saber siquiera leer corrientemente el misal i mucho menos entenderlo, fué diez años obispo de Concepcion de 1795 a 1805.

A la misma causa atribuye Ud. el hecho de que al estallar la revolucion de la independencia se pusieran de parte de la metrópoli i del despotismo la inmensa mayoría del clero i casi la totalidad de los obispos. Ud. ha tratado de este punto con alguna estension; i en la pájina 295 ha intentado formar una lista de los prelados que se señalaron por su ardor en la contienda contra los independientes. Nada le habria sido mas fácil que completar esas noticias o resumirlas en un rasgo sintético.

En 1810 habia en toda la América española seis arzobispos i treinta i dos obispos. De esos treinta i ocho prelados, solo dos, el obispo don José de Cuero i Caicedo de Quito, i el obispo don Rafael Andreu i Guerrero, en Chile, se pronunciaron en favor de la patria. El iracundo historiador realista don Mariano Torrente ha dejado constancia de este hecho en el tomo I, pájina 274 en los términos siguientes: «El espíritu de imparcialidad, que dirije nuestra pluma, nos obliga a presentar dos escepciones a la benemérita clase de los prelados de América; el uno fué el señor Caicedo, obispo de Quito, i el otro el obispo auxiliar Guerrero. Dicho venerable cuerpo no debe sufrir la menor mengua por que en él se hayan hallado dos miembros corrompidos. Todos los demas han desempeñado con honor i lustre sus altas funciones». Antes de recordar cómo desempeñaron éstos sus funciones en aquella crísis conviene anotarse que Andreu i Guerrero era un hombre desequilibrado, que simple obispo auxiliar, abrazó la causa de la revolucion sin darse cuenta de lo que esto significaba, fué víctima de las burlas de don José Miguel Carrera, i dominado por el temor, resolvió regresar a España, esperando que no se le llamaria a cuentas, i que allí fué confinado en un convento por órden del rei i falleció en un penoso desamparo en 1819.

Los otros treinta i seis prelados, los que segun el historiador Torrente

<desempeñaron con lustre sus altas funciones», se alzaron como furias i como movidos por un resorte eléctrico en contra de todo lo que significara libertad e independencia, lanzaron pastorales i escomuniones contra los patriotas, pidieron para éstos persecusiones i castigos tremendos, i en sus escritos i en sus predicaciones empleaban los mas destemplados ultrajes contra los Bolívar, los Sucre, los San Martin, los O'Higgins, etc., etc., es decir contra lo mas grande i lo mas noble que ha producido la América. Como todo aquello fué ineficaz para impedir las victorias de los independientes i para detener o retardar la emancipacion de estos paises, comenzaron desde entónces a perder su prestijio las pastorales i las escomuniones que lanzaron los obispos.

En muchas pájinas de su importante libro consigna Ud. tales o cuales accidentes que son mui útiles para apreciar las ideas, creencias o preocupaciones de los tiempos pasados. Así en la pájina 448, en la nota, hace Ud. una referencía a la astrolojia aplicada al ejercicio de la medicina. Creo que habria convenido estenderse un poco mas, i demostrar que tales estravagancias fueron mui jenerales en otros siglos en casi todos los pueblos europeos. En España, la medicina astrolójica subsiste hasta tiempos relativamente recientes.

En una pájina de mi Historia de Chile (tomo III, páj. 147) he copiado testualmente un acuerdo de las Cortes de Castilla, en 1579, para pedir al rei que no permitiese practicar la medicina a quien no hubiera estudiado la astrolojía; i conozco un tratado de patolojía astrolójica publicado con las licencias civiles i eclesiásticas que contiene reglas seguras para diagnosticar cualquiera enfermedad segun la fase de la luna.

Hai algunos incidentes de su importante libro que me habrian proporcio nado observaciones; pero como ya es tiempo de poner término a esta larga carta, me reservo para tratarlos la primera vez que tengamos un rato de conversacion. Por ahora, mi estimado amigo, concluyo estos borrones espresándole mis deseos de que su valioso libro tenga ante el público ilustrado la favorable acojida que merece, que ella sea el premio de la laboriosidad que Ud. ha desplegado, i que le sirva de estímulo para completar su trabajo publicando la segunda parte que Ud. tiene preparada, es decir, la historia del desenvolvimiento intelectual de Chile despues de la independencia.

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CAPÍTULO PRIMERO

LA ONOMÁSTICA CHILENA

I

SUMARIO.-Componentes de la raza chilena.-Las indíjenas i el español conquistador constituyen nuestra base étnica.—La influencia estranjera. Los

negros; medios

con que se detuvo su perpetuacion. -El levo araucano.-Los nombres hereditarios entre los mapuches.-Caciques e indios atacameños; apellidos cunzas. —La onomástica mapuche.-Apellidos aborfjenes.-Nombres poéticos de las mujeres i varoniles de los hombres.-Procedencias Millcayac o Allentiac.-Algunos indijenas de Mendoza en el siglo XVI.-La lingüística al servicio de la onomatolojía chilena.

Uno de los problemas mas interesantes que solicitan la atencion de los pensadores modernos, es buscar la jénesis de cada pueblo, a fin de determinar, por el proceso de la evolucion, los rasgos distintivos de la psicolojía moral de cada uno.

Con referencia a Chile es un hecho inconcuso que la masa de la pobla cion llegó a constituirse con dos elementos cardinales i predominantes: la mujer indíjena i el conquistador español. De su cruza procedió la raza chilena con caractéres uniformes.

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