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Es de reconocida importancia para determinar el oríjen de los nombres hereditarios, el conocimiento de los nombres jeográficos primitivos porque de ordinario, suelen ser comunes unos i otros.

La dificultad para resolver estas cuestiones con criterio científico proviene en gran parte del desaparecimiento o corrupcion de vocablos antiguos, que tenian una significacion sustantiva, acreciéndola todavía la diferente manera como figuran escritas.

Así, para no citar sino uno que otro caso en el mismo espediente inédito acerca de los primeros pobladores de Mendoza, a que hace poco nos referimos, al tratarse de la encomienda de 4,000 cuadras al capitan José de Villégas, se solicitan las que están en las demasías de « Oco, que se dicen Llacorantum», limitándolas con la cordillera llamada Chesmaulejed i Paltaututa i Remaututi, i rio del Faljalmati. Las encomiendas de otros capitanes (Gregorio de Morales i Juan Flores de Osorio) eran en el valle Corontun i en tierras llamadas Pejemuuta.

Las oscuridades que se advierten para el desciframiento de esos nom bres indíjenas nacen de la circunstancia de no existir estudios etimolójicos de nombres jeográficos que aclararian de golpe su sentido.

Hoi ha pasado a ser un lugar comun el hecho de que por el exámen de las raices de las palabras se ha podido conocer la historia mas remota de pueblos que no habian dejado mas huella que unos cuantos nombres. El lingüista puede i ha solido ya prestar este gran servicio a la investigacion histórica, i no seria raro que en menor escala el hecho se pudiera repetir tratándose de la onomatolojía indíjena.

Tarea es ésta de especialistas que han de hallar de seguro en las fuentes primitivas de nuestra historia, material suficiente para reconstituir el capítulo de sociolojía relativo a la onomástica indíjena que acaso mereceria un estudio especial.

En otros autos, relativos a los primeros pobladores de Mendoza' figuran algunos caciques ante Antonio Bello, escribano de la ciudad, a 28 de agosto de 1574. Usan algunos nombre i apellido i otros nó. Así declaran qué tierras habia vacas en Aincat, Peipolota i Tantaiguen, los caciques Felipe Esteme, Hernando Goaimaye, Diego Anato, Aillallao, el principal Ulitian i Acmayen; hácese mencion de un indio Goazap, de los caciques Pilectay i Coyo, i de la india Estepe. De los parentescos relacionados en el documento resulta que Goazap es tio de Esteme; que Pilectay i la Estepe son los padres de Goaimaye. Una acequia es denominada «Goazap Mayu». Del estudio de este antiguo documento en que consta que las tierras de Goaimaye fueron dadas en merced por Rodrigo de Quiroga al célebre capitan Alonso de Reinoso, resulta que entre los indios de Mendoza era costumbre usar apellidos, o presumiblemente que despues de la conquista al nombre indíjena hereditario agregaban otro del santoral romano, convir tiéndose así el primero en apellido.

Como quiera que sea, es un dato propio de la onomástica chilena que los caciques, dueños i señores de las tierras que los españoles fueron repartiéndose, se asimilaron pronto la costumbre hispánica de añadir nombres personales a los nombres hereditarios con que señalaba su tribu, o bien la comarca, el valle, la tierra o la simple acequia que era de su propiedad.

La onomástica chilena primitiva tiene fuentes variadas en el siglo XVI: en primer lugar los nombres que proceden de yanaconas peruanos (elemento quechua); en segundo, los que se refieren a los indios mapuches que po blaban i eran aboríjenes del valle de Chile (o sea de Aconcagua hasta Santiago); en seguida, los nombres provenientes de la lengua atacameña; luego las procedencias millcayac i allentiac que se hablaban al otro lado de los Andes en la provincia de Cuyo; i por último, la influencia indíjena mas difícil de determinar de las rejiones de nuestro pais en que hubo mezclas procedentes de dialectos desaparecidos totalmente.

Como lo tenemos dicho, i se comprende, este es problema de lingüística, i obra de un trabajo especial que no estamos preparados para abordar. Un estudio de esta naturaleza comprende forzosamente la etimolojía comparada.

1 Real Audiencia, vol. 1892, en nuestra Biblioteca Nacional.

carácter i apostura. Cita el mismo autor el que jentes socarronas ponen los sobrenombres antifrásticamente; i habla de haber visto en Andalucía a un hombre achaparrado, que era conocido por Juan Inmenso, sobrenombre que habia hecho olvidar su apellido, i que trasmitió a sus hijos, fundando una dinastía de Inmensos.

Don JOSÉ AMADOR DE LOS RIOS, en su erudita obra sobre los Judíos de España i Portugal, dice que aquellos no eran conocidos por otro nom. bre que el de puercos, marranos, cochinos. Da a conocer que 300 familias en 1782, en el reino de Mallorca, de estirpe hebraica, eran llamadas con el vergonzoso apodo de Chuetas (vol. III, páj. 639).

La supervivencia del apodó es cosa conocida, i tan estendidísima que no han podido dejarla olvidada los conquistadores hispánicos que vinieron a América.

Factores de no escasa importancia para el estudio de la onomástica chilena son los apodos.

Varios historiadores i cronistas nos han trasmitido los motes con que algunos de los primeros hombres de la conquista eran individualizados.

Así a aquel socio capitalista-el clérigo Fernando de Luque-que pres tó su concurso pecuniario a la heróica empresa de adueñarse del imperio de los Incas, se le llamó por las jentes de Panamá Fernando el Loco.

Almagro, nombre hereditario del descubridor de Chile, era el de la ciudad donde habia nacido, i su hijo, su homónimo, es llamado Almagro el Mozo.

El nombre jenérico con que fueron llamados en el Perú los espedicionarios que acá vinieron en 1535-36 fué el despectivo de los de Chile. A una mujer que residia en la morada del primer obispo de Chile, Rodrigo González, los vecinos la designaron la obispa». En los viejos rejistros de la capital figura tambien «La negra del obispo», que se ha supuesto fuera alguna esclava del mismo Rodrigo González, i a la cual en el reparto de los solares le tocó uno en situacion no mui alejada de la plaza principal.

En el proceso de Pedro de Valdivia (1548), se hace figurar a Ines Suárez con motes despectivos para señalar la amistad íntima que la ligaba al conquistador. Al alarife Gamboa en el mismo proceso apellidaban el «tuerto, i por eso, se sabe que perdió un ojo en Chile.

A un Núñez, hortelano, le llaman «el Viejo», i de ahí se colije su edad. Como Valdivia le exijiera fondos i si no se los daba le quitaria el pellejo, respondióle el viejo Núñez, «no tengo sino 300 pesos, porque el pellejo es overo i viejo.» (Proceso, N.o 43 del acta de acusacion).

Uno de los mas célebres conquistadores-Villagra - por desamparar a Concepcion despues de la derrota de Marihueno fué llamado el hombrecillos; mote que le puso nada menos que una mujer, pero una mujer heróica, doña Mencia de los Nidos, inmortalizada en la epopeya de Ercilla.

Un gobernador del pais, de quien se decia rezaba siete horas diarias, fué apellidado el Santo Garro». A otro, Menéses, de orijen portugués, perpetrador de mas de un desaguisado, le pusieron el mote de «Barrabás».

De vez en cuando hasta en las actas del Cabildo suele aparecer la tendencia innata del sobrenombre. Así en la de 5 de noviembre de 1556 en un corto rol de socorros para subvenir a gastos de la guerra, aparece «El viejo de nota, cinco pesos». Al pregonero de la ciudad, Domingo, que era negro, le pusieron «Negrete», i con este apellido quedó oficialmente (julio 1.o de 1549); otro fulano declara que sus amigos le cambiaron el apellido por Galan; él aceptó la sustitucion, i siguió firmándose con el apodo. 1 A muchos personajes históricos, con sus puntas de jenio, se les ha solido dar como a Luque, el apodo de Locos.

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Es conocido en los últimos años un Presidente de Chile que se caracterizó por su aficion a poner sobrenombres, i es fama que no hubo ninguno de sus Ministros a quien no se los pusiera.

En Santiago, como en las capitales de provincia, ha habido jente aficionada a estos entretenimientos que son una verdadera enfermedad; la que ha cundido de los círculos íntimos, a la prensa, al parlamento.

El uso de los apodos lo considero mui jeneralizado en Chile. He tenido oportunidad de admirarme en una pequeña poblacion de campo, de la circunstancia de que todos—sin esceptuar ninguno de los habitantes-deje de

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Ignoramos si procede de este sujeto el Juan Galan, que fué rejidor de Santiago por 1557. Las calles tambien tienen motes, i uno de éstos es el que recuérda i conserva una de las de la capital: la calle del Galan (de la Burra).

2 No se olvide, a propósito, de este apodo, que lo han cargado personas de la mas soberana alcurnia. Ejemplo: D. Juana La Loca.

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tener sobrenombre, i nadie los designa sino así, i que cuando llega un forastero, lo primero que se hace ahí es bautizarlo con un mote.

Nadie escapa: ni autoridades ni propietarios ni particulares, ni simples lecheros. Los nombres a veces denotan una circunstancia especial; así al oficial civil, le han dado el apodo de Civilico, i sus hijos todos (que son unos 6 o 7) se llaman los civilicos. Hai una familia entera que desde tiempo inme. morial es llamada de los Chincoles, i este apodo se conserva hasta ahora. Otra que obedece a la alcuña de Choclo; hermanos, hijos o parientes de ellos se llaman todos los choclos. Otra entera es designada de los Cachudos, i hasta las mujeres de esta estirpe, son cachudas. Ni falta otra que es llamada de las once mil virjenes...

Conozco una familia en que todos los hermanos son llamados gatos. Por lo demas, el novelador Pérez Galdós ha escrito una escelente novela: Miau, mote que encajaron a todos los de la familia tanto a la abuela como a las tías que por relamidas i tener fisonomías de gatos, cuando iban al teatro, toda la jente del público decia:—«Ahí están ya las Miau».

En el emocionante romance El hijo de la parroquia, el célebre Dickens dice que a los huérfanos del hospicio se les daba nombre «guardando siempre un riguroso órden alfabético: el último a quien correspondia la letra S fué inscrito con el nombre de Swuble; el de ahora tocaba a la T, i por eso se le puso Twist, el siguiente se llamaria Unwin, el otro Vilkent i así suce sivamente. Habia nombres preparados desde el principio hasta el fin del albeto, i al llegar a la Z, se vuelve a empezar.» (Cap. II. páj. 15).

Costumbre que entendemos no inventa el autor inglés, sino fué tomada de alguna práctica de las Casas de Huérfanos de Inglaterra.

Un obispo en Chile (Francisco de Salcedo en 1654) ha bautizado a la familia de los Flores con el apodo de Las Encantadoras (las brujas). Este mote de brujo se ha dado en Chile a mucha jente; i algunos que en la épo ca colonial lo cargaron, tambien cargaron con las consecuencias. En el archivo de la Real Audiencia hai procesos seguidos a pretendidos «brujos». Familias hai que han llevado la designacion de los Ochocientos, a cau

sa de lo opulento de sus projenitores. Nadie ignora que ya Pedro de Val

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