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carnado en una generación entera, á las opuestas orillas del Plata, á los términos del Atlántico y á las playas hospitalarias y hermanas del Pacífico. La libertad como el fluído etéreo de los dioses de Homero discurre por las arterias de la civilización argentina, y Buenos Aires es el corazón, á cuyo través circula esa sangre, que deja de vivificarla, cuando Buenos Aires deja de latir en las ardientes emociones de la soberanía popular. En el virreinato comenzaban á determinarse las formas de un nuevo estado, y cada fracción y cada detalle, cada elemento de la nacionalidad, entraba en la amalgama del conjunto, delineando el hecho, la pasión, el sentimiento y la ley tradidicional, en que había de estribar en lo porvenir su suerte y su organización política.

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CONFERENCIA XIV "1.

EL VIRREINATO (1784-1800): Virreinato del marqués de Loreto. Vi

rreinato del general Arredondo. Gobiernos de don Pedro Melo, de don Antonio Olaguer y de don Gabriel Avilés.— Demarcación de límites. Política portuguesa. Operaciones infructuosas. El Uti possidetis.

SEÑORES:

Abraza el período, que nos ocupará en esta noche, el gobierno de cinco virreyes, el primero de los cuales fué don Nicolás del Campo, mar

(1) Suprimimos aquí la Conferencia XIII porque con muy pocas variaciones está ya publicada en el curso completo de 1868, Lección VI; tiene el siguiente sumario: ORGANIZACIÓN DEL VIRREINATO: La unidad argentina en la centralización rentística. Carácter intimo de la sociedad político-colonial. Acción de la metrópoli. Reacción sobre los fueros municipales. Su razón y su evidencia, De la DIVERSIDAD en el gobierno centralista y absoluto. Antecedente constitucional.-Condiciones generales del problema hispano-americano.-Véase OBRAS COMPLETAS tomo II (1.° de la Historía Argentina) página 191.

También hemos suprimido la última parte de esta Conferencia que

qués de Loreto, supremo mandatario del Río de la Plata desde 1784 hasta 1789.

El doctor Funes trazando su retrato ha perdido con un análisis inseguro la unidad moral de su carácter y hay más verdad, acaso, de lo que el autor imaginó, cuando dice que sus rasgos contienen el anverso y reverso de una conciencia.

Yo creo, por mi parte, que aquel personaje tiene un colorido fuerte, y que su efigie puede burilarse con líneas vigorosas. El noble espíri tu de Vertiz, templado en el más puro patriotismo, se había arrojado á pendón herido en un camino vasto y auspicioso, constituyéndose en punto de arranque para elevadas reformas interiores, y de apoyo para la dignificación del hombre criollo, postergado por la vanidad peninsular. Su gobierno fué eminentemente americano. Bajó del mando, que ilustró con su presencia, rodeado de honores y de respeto porque la superabundancia de sus méritos, de su gloria y de su honradez, lo escudaban contra celos retrógrados y funestos; pero era forzoso que la tenden

orma la Lección VII del curso de 1868, en que se desarrollan los siguientes puntos: Problema económico, Establecimiento del Consulado, su carácter y sus luchas: los liberales y los retrógrados Belgrano, Escalada, Fernández, Castelli y Cerviño. Comercio exterior, industria interior, Genio de estos combates. Gérmenes revolucionarios.-Véase OBRAS COMPLETAS, tomo II (1.o de la Historia Argentina), página 223.

Ténganse presente las consideraciones que hacemos en la Advertencia que precede á este volumen.-El Editor.

cia impresa por él á la política colonial, tuviera una solución de continuidad.

El gobierno americano debía ser neutralizado con un gobierno español, y el marqués de Loreto fué su agente.

Hombre de carácter duro y de una voluntad de acero, le bastaba para satisfacer á la vez sus convicciones y su destino, y acaso no hubiera querido plegarse a otra línea de conducta, sostener las regalías del trono, fomentar sus intereses, y resguardar la legislación de la metrópoli, con una severidad que rayaba en temeraria pertinacia: odiosa como todo fanatismo, y que colorea su alma con las tintas sombrías del despotismo, porque era esencialmente despótica la deidad, cuyo gran sacerdote se constituía.

Su gobierno ha dejado pocos rastros, porque no vino á crear.

No obstante, toda vez que servía á los intereses españoles con el celo de un fanático, no debía escapársele el problema de los indígenas, y en este sentido pensó con seguridad y obró con acierto.

Hostilizadas sin tregua las fronteras de Córdoba y las campañas del sud de Buenos Aires, los pueblos y los pastores vivían en perpetua alarma, y aun eran á veces derrotados en los campos de batalla por la furia de los salvajes.

El marqués pensó entonces en reducirlos á la armonía, ligándolos con los cristianos por medio de relaciones mercantiles. Tales relaciones seguramente carecían de la complicación de las

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