Imágenes de páginas
PDF
EPUB

nente se chocan dos corrientes contradictorias, que luchan un momento, se mezclan, se modifican y se combinan más tarde, -y el espíritu político transige entre las tendencias descentralizadoras de la barbarie y las tendencias sociales de la civilización, viniendo lógicamente á predominar el elemento superior, es decir, el más culto. Idéntico fué su origen en América, con las diferencias que entrañan la pasión de los conquistadores, una de sus causas determinantes. Dominaba entre las valerosas filas de los conquistadores el interés personal y la ambición de los particulares, sentimiento evidentemente antisocial; y necesitando el gobierno valerse de su brazo, se vió precisado, para mantenerlo expedito y dispuesto á maniobrar en su favor, á saciar su codicia, poniendo en juego el único móvil, que podría dirigirlos. De ahí que el feudalismo americano no revistiera el poético carácter caballeresco de las leyendas europeas, y que los nobles varones del viejo mundo tuvie ran apenas pálidos reflejos de su genio, en señores, que imitaran sus vicios, pero no sus virtudes. El Cid encierra en su vida un poema; pero los encomenderos de América carecían del resorte, que animó su vida. Por eso eran tanto más temibles para la monarquía del presente, que transigía con el espíritu señorial, perteneciente al pasado: transacción, que no vencía los límites de América, y de la cual no separó un momento los ojos hasta su completa extinción.- * De esta manera se encadenan las causas en la

historia. Pretendióse al principio comenzar la civilización del Río de la Plata, partiendo del grado de progreso, que alcanzaba por entonces la política. Las circunstancias obligaron á Carlos V á retroceder un paso y hacer una concesión municipal (1). Irala comprendió después que

(1) Siendo la cédula de Carlos V, no sólo la clave de los procedimientos observados en toda esta época, para la provisión de gobernadores, sino además una arma de que se valieron los partidos así en la cuestión de Cárdenas durante el siglo XVII, como en el siguiente en la revolución de los Comuneros paraguayos, hemos creido conveniente transcribirla aquí, según la incluye Rui Díaz, (Lib. I. cap. XVI), respondiendo de su autenticidad. Dice así:-‹Don »Carlos, por la divina clemencia, emperador semper Augusto, rey de Alemania y doña Juana su madre, y el mismo don Carlos por >la misma gracia de Dios, rey de Castilla, de León, etc. Por cuanto vos Alonso Cabrera, nuestro veedor de fundaciones de la provin >cia del Río de la Plata, vais por nuestro capitán en cierta armada »á la dicha provincia en socorro de la gente que allá quedó, que >proveí en Martín de Orduña y Domingo de Sorroza, que podría ser »que al tiempo que allá llegasedes fuese muerta la persona que dejó por su teniente general don Pedro de Mendoza nuestro gobernador de las dichas provincias, ya difunto; y éste al tiempo >de su fallecimiento ó antes, no hubiere nombrado gobernador, ó los conquistadores y pobladores no lo hubiesen elegido, vos mandamos que en tal caso, y no en otro alguno, hagáis juntar los dichos pobladores, y los que de nuevo fueren con vos, para que. >habiendo primeramente jurado de elegir persona cual convenga á >nuestro servicio y bien de la tierra, elijan por gobernador en >nuestro nombre, y capitán general de aquella provincia la perso»na que según Dios y sus conciencias pareciere más suficiente >para el dicho encargo; y al que así eligieren todos en conformi»dad, ó la mayor parte de ellos, use y tenga el dicho cargo, al cual >por la presente damos poder cumplido para que lo ejecute cuanto > nuestra merced y voluntad fuere: y si aquél falleciere, se torne á >proveer en otro por la orden susodicha, lo cual vos mandamos que >así se haga con toda paz, y sin bullicio ni escándalo algunos; >apercibiéndose que de lo contrario nos tenemos por deservidos, y »lo haremos castigar con todo rigor: y mandamos que en cual

[ocr errors]

aún era poco, y tuvo que retroceder hasta el feudalismo (1),—y entonces surge en la historia de una situación análoga á la de la Europa latina bajo la presión de las razas del norte, una institución análoga, lógica con los acontecimientos y fecunda para el continente, á quien Dios no había condenado á la esterilidad.

Si de la plenitud del despotismo personal

>quiera de los dichos casos, que hallaredes en la dicha tierra 'persona nombrada por gobernador de ella, le obedezcáis y cum>pláis sus mandatos, y le deis todo favor y ayuda. Y mandamos á »los nuestros oficiales de la ciudad de Sevilla, que asienten ésta nuestra carta en nuestros libros, que ellos tienen, y que den orden >como se publique á las personas, que llevaredes con vos á dicha armada.-Dada en la Villa de Valladolid, á 12 días del mes de >Setiembre de 1537 años.-Por la reyna, el doctor Sebastian Bel>tran. Licenciado Juanes de Carbajal.-El doctor Bernal.-El licenciado Gutiérrez Velázquez.-Yo, Juan Vázquez de Molina, >secretario de su cesárea y católica majestad, la fize escribir por >su mandado, con acuerdo de los de su consejo.-Hist. de la Prov. de Misiones, cap. X.

(1) Las provisiones reales, autorizándole para hacer encomiendas, le vinieron á Irala en 1555 en la Armada de Martín Urue, que condujo al primer Obispo del Paraguay, D. Fray Pedro de la Torre; pero según se infiere de Guevara, ya había hecho repartimientos unos diez años antes, cuando á poco de la caída y prisión de Cabeza de Vaca, se revolucionaron los indios vecinos de la Asunción y fueron vencidos en el sitio de Carobia. Opina el mismo historiador, que con esta medida contuvo los grandes desórdenes, la disolución y desgarro de costumbres» que perturbaban el centro de la Conquista. Otro cronista, el P. Bautista (Parte I, § IV) hablando de Irala, dice: «De su gobierno y acertados proyectos fué informado «el emperador, y por haber muerto en Sevilla Don Juan de <Sanabria... etc., etc... Lo que concurre para indicar que la cédula mencionada, no coincidió casualmente con sus ideas y anteriores determinaciones, sino que al revés, sus ejemplos pronto inspiraron al monarca el pensamiento de dar una organización á la Conquista trabajada por las dificultades exteriores y la anarquía interior.

hubieran caído los pueblos en la plenitud del despotismo legal, les habría cabido á todos idéntica suerte: la de los pueblos, cuya historia escribimos. Al decir despotismo legal, no entendemos hablar del despotismo político, en que sin duda cayeron, sino de la negación del personalismo, establecido como doctrina absoluta, en que incuestionablemente habría incurrido la sociedad, pasando sin escala ni matiz de la tribu á la monarquía triunfante recién en definitiva. La América siguió los pasos de la Europa. Cuando se hablaba al salvaje del derecho divino y de la majestad inviolable, encontró la dolorosa iniciación del poder personal y la fecundidad del hombre aislado, en sus vuelos libres, regidos por la voluntad, que campea soberana en su constitución intrínseca,-y reconcentrado dentro de sí mismo en los tremendos días de la esclavitud, pudo á la luz del cristianismo, que se le inoculaba y que hablaba á su alma con amor y abría en su mente el raudal de la dignidad racional,-concebir las primeras nociones del hombre y la elevación de su creencia, como sér dueño de sí, y entidad relacionada con la realidad superior á través de la naturaleza y del infinito. Amargo era el acento de la revelación: pero el alma se empapa en las amarguras, por la permanente simpatía del dolor, y las más útiles experiencias de la vida aislada se ligan con la tribulación, así como las lecciones más fecundas de la historia, se mezclan con el llanto de los pueblos y penetran en su corazón, franco

y abierto como el del hombre, siempre que llora.

Extirpado el servicio personal en 1611, ya estaba iniciada la América en la lección, que del feudalismo surge, y como además del principio de la fuerza personal aislada, entraña aún otra doctrina, que el raciocinio inmanente de las sociedades desprende del seno de sus males y desgracias,-la erección de sus pequeños centros de poder y en cierto modo de soberanía, incorporándose á la doctrina deducida de los privilegios municipales, había familiarizado á los pueblos con la noción de la autonomía local, que después de profundos y prolongados letargos,después de una disipación absoluta de todo ideal, merced al quietismo práctico que enfermaba todos los pueblos en aquella época: á la consagración del hecho, al maquiavélico respeto por el éxito,-veremos un siglo más tarde agruparse una tormenta y estallar inflamada y amenazante,-para dar lugar á que sobre sus cenizas asentara victorioso el realismo, engendrando con la latente actividad del pensamiento público encubierto bajo la igualdad absoluta de un despótico nivel, los grandes y definitivos progresos de la civilización en el Río de la Plata.

Por manera, que colocado el sistema de Irala en el mecanismo directo y trascendental de la civilización nacional,-aparece lógico y fecundo, como lo son siempre para los pueblos los diversos grados de desarrollo, que obtiene el espíritu político. El progreso es lento, pero es cons

tante.

« AnteriorContinuar »