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Segun él, los chilenos formaban un pueblo miserable; podian ser uno poderoso.

Dios habia hecho por esta tierra cuanto era deseable; el hombre, nada!

Sálas tenia el candor de creer que aquel cúmulo de males innecesarios podia remediarse con provecho de los intereses de la metrópoli, sin menoscabar las prerrogativas reales, sin ofender las preocupaciones del pueblo español, que consideraba a la América como dominio conquistado, como tierra de esplotacion. Era, pues, un reformador radical, pero vasallo leal i sincero que habria retrocedido espantado si álguien le hubiera demostrado que sus proyectos filantrópicos podian, andando el tiempo, hacer concebir a los chilenos planes de trastornos políticos.

I sin embargo, era sin pretenderlo un gran revolucionario. La opinion de que Chile no era nada i podia serlo todo, que propagaba de palabra i de obra, halagaba naturalmente a los criollos, infundiéndoles esperanzas i deseos imposibles de realizar bajo el réjimen español. Las trabas del sistema colonial i la satisfaccion de tales aspiraciones eran incompatibles.

Como mi propósito al escribir el presente libro ha sido que los personajes de esta historia sean retratados, no por mí, sino por los documentos contemporáneos, me parece interesante copiar aquí algunas de las elocuentes pájinas en que don Manuel de Sálas desenvolvia una idea que en mi concepto contribuyó sobre manera a ir preparando la concepcion del pensamiento de independencia, o por lo ménos, de una reforma política radical.

Los trozos que voi a citar ofrecen ademas un cuadro acabado de lo que era Chile al comenzar

la revolucion, debido a la pluma de un testigo presencial i mui fidedigno.

En una Relacion sobre el estado de la agricultura, industria i comercio del reino de Chile, que don Manuel de Sálas dirijió en 10 de enero de 1796 como síndico del consulado al ministro de hacien da don Diego de Gardoqui, se espresa así:

"El reino de Chile, sin contradiccion el mas fértil de la América, i el mas adecuado para la humana felicidad, es el mas miserable de los dominios españoles. Teniendo proporciones para todo, carece aun de lo necesario, i se traen a él frutos que podria dar a otros. Su estension desde Atacama a la Concepcion, que es la parte ocupada por los españoles, encierra nueve mil leguas en área, que participan de todos los climas, ya por su situacion jeográfica (pues empezando en 24°, latitud meridional, termina en 37°), ya por hallarse bañada por un costado de doscientas sesenta leguas del mar, i por otro igual bordada de las altas sierras nevadas de los Andes, como por otras diversas causas subalternas que concurren a variar el temperamento en una misma altura. En este espacio, en que jamas truena, ni graniza, con unas estaciones regladas que rarísima vez se alteran, sembrado de minas de todos los metales conocidos, con salinas abundantes, pastos copiosos, regado de muchos arroyos, manantiales i rios que a cortas distancias descienden de la cordillera, i corren superficialmente, donde hai buenos puertos i fácil pesca; en un terreno capaz de todas las producciones i animales de Europa, de que ninguno ha dejenerado i algunos mejorado, donde no se conocen fieras, ni insectos, ni reptiles venenosos, ni muchas enfermedades de otros países, i en donde se han olvidadado los estragos de la viruela por medio de la

inoculacion; en este suelo privilejiado, bajo un cielo benigno i limpio, deberia haber una numerosa poblacion, un comercio vasto, una floreciente industria i las artes que son consiguientes: mucho mas si se considera inmediatamente colocado cerca del rico Perú, esterilizado por el terremoto que desde fines del siglo anterior lo hace depender de Chile para su subsistencia.

"A pesar de todas estas proporciones, la poblaeion, segun los mejores cómputos i razones que se han tomado ántes i ahora, no pasa de cuatrocientas mil almas. Siendo capaz cada legua de mantener mil personas segun el mas moderado cálculo, tiene este reino cuando mas la vijésima parte de jente que admite; i esta despoblacion asombrosa, verdadero termómetro del estado de un país, dará una justa idea de su miseria. Es a la verdad de admirar que esté desierta una tierra que corresponde con prodigalidad al cultivo, donde la fecundidad de las mujeres es grande, en que continuamente se establecen forasteros, siendo raro el natural que sale, donde ni la guerra ni la marina consumen los hombres; pero es aun mas portentoso que entre los habitantes de un país tal, cuyo moderado trabajo alimenta a otros pueblos, se hallen muchos cercados de necesidades, pocos sin ellas, i raros en la abundancia. Nada es mas comun que ver en los mismos campos que acaban de producir pingües cosechas, estendidos para pedir de limosna el pan los brazos que las recojieron, i talvez en el lugar donde acaba de venderse la fanega de trigo a ínfimo precio en la era" (1).

(1) Representacion sobre el estado de la agricultura, industria i comercio del reino de Chile, hecha al ministro de hacienda por el síndico del Consulado don Manuel de Sálas, en 10 de enero de 1796.

Don Manuel de Sálas completó esta pintura tan triste de lo que era Chile, i tan halagüeña de lo que podia ser en una presentacion que dirijió en 1804 al presidente don Luis Muñoz de Guzman la diputacion o junta directiva del hospicio de la Ollería, de que Sálas era miembro, sobre asuntos del establecimiento, siendo de notar que tales ideas aparecian ya patrocinadas, no por un solo individuo, sino por una corporacion.

"La pobreza estrema, la despoblacion asombrosa, los vicios, la prostitucion, la ignorancia i todos los males que son efecto necesario del abandono de tres siglos, hacía decir Sálas a la diputacion del hospicio en aquel documento, hacen a este fértil i dilatado país la lúgubre habitacion de seiscientas mil personas, de las que los dos tercios carecen de hogar, doctrina i ocupacion segura, cuando podrian existir diez millones, sobre mas de diez mil leguas cuadradas de fácil cultivo.

"La preferencia esclusiva que se dió a las minas, i que hizo tanto mal a la Península como a este continente, fué causa del olvido de la agricultura que debió abastecer a la metrópoli de las materias que compra a sus enemigos; orijinó el desprecio del arte mismo con que deberian estraerse estos metales, único objeto de la codicia, i cuya abundancia i permanencia los hace cada dia representar ménos en el comercio, al paso que la tosquedad en su estraccion i la ignorancia de su beneficio hacen mas difícil i ruinosa su adquisicion.

"La limitada esportacion de los frutos propios sostiene apénas un lánguido cultivo; i las ocupaciones temporales que exije éste son mucho mas limitadas que en otras partes donde la naturaleza de las producciones requiere preparaciones que

añadiéndoles valor emplean en las estaciones muertas a las mujeres, niños i aun a los mismos labradores. El comercio esterior, que se reduce al cambio de un millon de pesos, valor del oro, plata i cobre que anualmente produce el reino, por efectos de Europa, i el de los granos que lleva a Lima para solo pagarse de la azúcar i tabaco i otros cortos artefactos no presentan ocupacion sino a mui pocos; i el jiro interior que lo constituye la reventa, las segundas compras, las usurarias anticipaciones, hacen la escasa fortuna de algunos, i la ruina de muchos, especialmente de los mas recomendables, de las únicas manos criadoras, del labrador, el artesano, el minero, el jornalero. Estos brazos privilejiados destilan un sudor o sangre que despues de mejorar algo la suerte de tal cual, los estenúa, i hace aborrecer un trabajo sin esperanza, que no alcanzando a sus míseras familias, les hace mirar con horror el matrimonio, i los hijos como carga insoportable; i solo reproducen unos efímeros herederos de su triste vida, de su mal ejemplo i de los vicios que se procuran para atolondrarse, i suspender una existencia insufrible para otros cualesquiera en quienes la misma estupidez i el no conocer mejor destino no contribuyese a hacerles tolerable el suyo. La facilidad de satisfacer de cualquier modo las primeras necesidades les priva de aquel vehemente estímulo que hace al hombre laborioso, i le conduce gradualmente a apetecer la comodidad, i despues la distincion. Los excesos a que los conduce la perversa o ninguna crianza, i la carencia de recursos para vivir, los familiariza con los crímenes que en vano intenta reprimir una justicia severa que con penas inútiles acaba de degradarlos, i abatir aquellos resortes que sostienen la virtud, i que

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