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Pero estas publicaciones se hicieron, como se habrian podido hacer las de los hechos mas indiferentes o insignificantes. No fueron acompañadas de ningun aplauso, de ninguna demostracion simpática, de ninguna aplicacion al estado de Chile, de ningun comentario de cualquiera especie que fuera.

Las producciones que Camilo Henríquez daba a luz eran por cierto mui interesantes, i particularmente en una nacion atrasada, que iba a estrenarse en la vida pública; pero todas ellas versaban sobre temas abstractos o jenerales, estraños a la gran cuestion que Quirino Lemachez habia puesto en discusion. Basta recorrer sus títulos para convencerse de ello: Nociones fnndamentales sobre los derechos de los pueblos.-El espíritu de imitacion es mui dañoso a los pueblos.-Idea del grande objeto de la sociedad i de la administracion.-Observaciones sobre la poblacion del reino de Chile.-Policia.-Necesidad del ejército.-De la relijion cris· tiana considerada con respecto a los cuerpos políticos. -Civilizacion de los indios.-De la influencia de los escritos luminosos sobre la suerte de la humanidad. -Causas del atraso de la minería.-Nociones fundamentales de derecho público.-De las diversas formas de gobierno.

Vivia entonces en Santiago un abogado distinguido, que ocupaba una posicion modesta si se atendia a los bienes de fortuna, pero culminante si se tomaba en cuenta la influencia que habia sabido granjearse, gracias al donaire de su injenio poético i al ejercicio de un civismo ardiente.

Se llamaba don Bernando Vera i Pintado. Estaba destinado a ser el poeta de la revolucion, como Camilo Henríquez habia de ser su periodista.

Vera habia comenzado a darse a conocer en la política, siendo uno de los principales promotores de la oposicion contra el desacertado presidente don Antonio García Carrasco.

A causa de semejante conducta, Carrasco le hizo prender el 25 de mayo de 1810 junto con otros dos respetables ciudadanos, enviándolos sin pérdida de tiempo a Valparaíso, para ser conducidos del mismo modo al Perú en un barco que estaba listo para dar la vela.

Vera consiguió ser dejado en el puerto so pretesto de una enfermedad verdadera o simulada.

Al cabo de algunos dias, viéndose Vera bajo el peso de una acusacion de traicion, encerrado en un calabozo, i guardado por centinela de vista, esperimentó un terrible decaimiento de ánimo; percibió mui sombrío el porvenir, i se estremeció.

Entónces, dirijió con fecha 13 de junio a un magnate de la capital una carta para disculparse e implorar su patrocinio.

Despues de haber dado esplicaciones sobre los hechos que, a lo que suponia, habian motivado su prision, terminaba con los siguientes trozos oratorios en que se pinta la ansiedad que le atormentaba.

"Oh Dios inmortal que me oyes, i ves mi corazon poseído de los sentimientos mas dignos del mas fiel vasallo! ¡oh rei mio a quien amo e imito en la prision no merecida! ausiliadme i confortad mi espíritu para que no desespere o pierda la razon!

"Me contentaré con una providencia que salve mi honor, i la nota a mi hija de serlo de un reo de estado. ¡Oh Dios! ¡reo de estado! Haced, señor, que conozcan mi inocencia, i que no me consuma la contemplacion de ser sin culpa el objeto de los

juicios arbitrarios del vulgo, i de la posteridad, que me confundirá con los delincuentes.

"Señor, yo no sé lo que escribo; mi cabeza se desvanece; son ya las tres de la mañana; acuérdese Usía de quién es, de quién soi, i despues de tener la gloria de salvar a un inocente, tendrá en él un esclavo de su agradecimiento, o un amigo sin la infamia que hoi le cubre i horroriza."

Vera supo purgar aquel momento de flaqueza con la conducta enérjica que desplegó en el curso de la revolucion.

En 1812 desempeñaba en Chile el cargo de representante o diputado de las provincias del Plata, donde estaba su patria.

Era jefe de círculo i uno de los directores de la opinion pública.

Aunque amigo de Camilo Henríquez, no podia perdonarle la marcha circunspecta hasta la debilidad que habia adoptado en los primeros números de la Aurora.

No hacía misterio de su reprobacion, que manifestaba sin embozo en las conversaciones i en las notas al gobierno de Buenos Aires.

Su censura subia hasta los gobernantes de Santiago, de quienes decia que Henríquez era obediente servidor.

Afortunadamente, estos motivos de crítica no tardaron en desaparecer.

Camilo Henríquez escribió con letras de molde por primera vez en Chile la gran palabra Independencia el 4 de junio de 1812, en el número 17, tomo 1.o de la Aurora.

Aquel dia, salió al frente del periódiɔo un editorial titulado: Ejemplo Memorable.

Era el que habian dado las colonias inglesas, separándose de la metrópoli.

Henríquez, que habia vuelto a tomar la pluma de Quirino Lemachez, terminaba su artículo como sigue:

"Comencemos declarando nuestra independencia. Ella sola puede borrar el título de rebeldes que nos da la tiranía. Ella sola puede elevarnos a la dignidad que nos pertenece, darnos aliados entre las potencias e imprimir respeto a nuestros mismos enemigos; i si tratamos con ellos, será con la fuerza i majestad propia de una nacion. Demos en fin este paso ya indispensable; la incertidumbre causa nuestra debilidad, i nos espone a desórdenes i peligros."

Camilo Henríquez continuó sosteniendo, ya en prosa, ya en verso, la justicia i la necesidad de la independencia.

Le prestaban para esto su cooperacion don Bernardo Vera i Pintado i don Antonio José de Irisarri, los cuales insertaban en la Aurora artículos firmados con sus iniciales, o con nombres supuestos.

En el número 37, tomo 1.o, fecha 22 de octubre, salió uno, que por el estilo parece ser de Vera, en el cual se estimulaba a Camilo Henríquez para que predicase a los chilenos la enerjía en las resoluciones i la prontitud en la ejecucion, «no ya con tanta contemplacion i política como hasta entónces su prudencia le habia dictado, i habia bien practicado segun las circunstancias ocurrentes, sino en tono de maestro político-civil jeneral del reino, como lo era por su empleo de redactor."

Como para responder a esta invitacion, la Aurora, número 39, tomo 1.° fecha 5 de noviembre, publicó un artículo en que se combatia decididamente la soberanía de Fernando VII, i aun se trataba de ridiculizarla.

Aquel artículo estaba firmado por Patricio Leal. ¿Quién era su autor?

¿Henríquez, Vera o Irisarri?

Creo que ya es casi imposible averiguarlo de un modo bien positivo.

Irisarri fundó en agosto de 1813 un periódico denominado Semanario Republicano.

El título por sí solo era sumamente significativo, El tema constante, i mui bien desenvuelto, de los principales artículos fué la pronta declaracion de la independencia.

Don Bernardo Vera i Pintado dió a luz en el número 4, fecha 28 de agosto de 1813, bajo el seudónimo, indudablemente suyo, de David Parra i Bedernoton, un comunicado en que se esplanan ideas análogas a las del artículo de Patricio Leal.

Su objeto era demostrar que Fernando VII, era «un rei solo en el nombre», «un rei sin reino»> «un rei inexistente.»

"Fuera embustes! decia; si no queremos alucinar a los de casa, tampoco estamos en aptitud de engañar a los estraños.>>

Por lo que acaba de leerse, se ve que David Parra i Bedernoton tenia el mas pleno derecho para escribir en una carta dirijida a su amigo Cayo Horacio (Camilo Henríquez), i publicada en el Semanario Republicano, fecha 11 de diciembre de 1813, la siguiente frase: «Nosotros no adoramos a otro monarca que al supremo Autor de la libertad.>>

IV.

He ensayado en lo que precede un lijero bosquejo del modo como fué desenvolviéndose la teoría de la independencia; pero es preciso observar que mientras las ideas seguian su curso lójico, los chi

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