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para que el 28 del presente saluden el dia feliz en que Chile dió el primer majestuoso paso de su libertad."

Conviene que se sepa que el año de 1819 se postergó algunos dias la celebracion del aniversario de la instalacion de la primera junta guberna. tiva.

El mismo 20 de setiembre, el director O'Higgins promulgó el precedente acuerdo del senado, ordenando, entre otras cosas, "que al teatro se pasaran cuatro ejemplares para que al empezar toda representacion se cantase primero la cancion nacional."

El ministro de estado dirijió al autor la siguiente felicitacion:

"La cancion patriótica cuya composicion encargó Su Excelencia el Supremo Director a Usted ha ocupado un distinguido lugar en la fiesta nacional del 18 de setiembre, habiendo primero merecido el título de cancion nacional por sancion de los poderes lejislativo i ejecutivo. Su Excelencia tiene la mayor satisfaccion de que haya Usted desempeñado su encargo, manifestando un entusiasmo i brillantez propios de su acendrado patriotismo i acreditado talento. De órden suprema, tengo el honor de comunicarlo a Usted para su satisfaccion. Dios guarde a Usted muchos años. Ministerio de estado, octubre 2 de 1819.-Joaquin de Echeverría. -Señor Doctor Don Bernardo Vera."

La música con que al principio se cantaron los versos de Vera fué la del himno nacional arjentino. Solo algunos meses mas tarde, tuvo una música especial, obra del compositor chileno don Manuel Róbles, la cual se estrenó el 20 de agosto de 1820 en la apertura del teatro que hubo en la antigua plazuela de la Compañía, hoi de O'Higgins.

El himno patriótico de Vera siguió cantándose con la música de Róbles hasta el 23 de diciembre de 1828, en que se usó por primera vez, en una funcion del mismo teatro, una nueva música, que el maestro español don Ramon Carnicer habia dedicado al ministro de Chile en Londres don Mariano de Egaña.

La música de Carnicer para la cancion nacional chilena hizo caer, no solo en desuso, sino tambien en olvido, la de Róbles, la cual, únicamente en este último tiempo, i mui rara vez, ha vuelto a ser tocada.

La letra escrita por Vera corrió mejor suerte que la música de Róbles.

Cuando se aplacaron los odios enjendrados por la guerra de la independencia, varios de los españoles residentes en nuestro país manifestaron que no les parecian propias de la concordia restablecida entre hombres por cuyas venas circulaba la misma sangre i que hablaban el mismo idioma, ciertas espresiones demasiado violentas u ofensivas que habia en el himno patriótico.

Estos votos fueron benévolamente acojidos.

El popular poeta moderno don Eusebio Lillo recibió en 1847 el encargo de trabajar para la cancion nacional una nueva letra inspirada por un espíritu conciliador.

Efectivamente, desempeñó con acierto la comision; pero aunque sus versos son superiores a los de Vera por la métrica i el sentido, los del último son por lo comun cantados con preferencia.

La obra de Vera, cualesquiera que puedan ser sus defectos, tiene el mérito irremplazable de haber sido compuesta en medio de la revolucion de la independencia por uno de los principales actores de tan grandioso acontecimiento.

El gobierno de 1819 fijó la atencion en el escudo de armas de la República, al mismo tiempo que en la cancion nacional.

En el lugar oportuno, he hablado del escudo que don José Miguel Carrera adoptó de hecho en 1812.

El senado i el director supremo dieron en 1819 una existencia legal, por decirlo así, al mencionado escudo, introduciendo en él algunas modificaciones.

"En la ciudad de Santiago de Chile, a 23 dias del mes de setiembre de 1819, hallándose el Excelentísimo Senado en su sala de acuerdos i en sesiones ordinarias, se tuvo en consideracion la necesidad de colocar las armas nacionales sobre las puertas del palacio de gobierno, que se mandaron aprestar por el Excelentísimo Señor Supremo Director, i acordó Su Excelencia que en honor del país se ejecute este acto con la decoracion que exije el grande objeto a que se encamina, teniéndose por las armas de la Patria el escudo formado en campo azul oscuro, ubicada en su centro una columna de órden dórico sobre su pedestal de mármol blanco, encimada del mundo nuevo americano, submontada de un letrero que dice así: Libertad; i sobre éste, una estrella de cinco puntas representante de la provincia de Santiago, presentándose a los lados de la columna otras dos estrellas iguales por Concepcion i Coquimbo, orlado todo de dos ramas de laurel, atados sus cogollos con una cinta i rosa tricolor, apareciendo en su circuito toda armería por el órden de caballería, dragones, artillería i bombardería, con los demas jeroglíficos alusivos a la vil cadena de esclavitud que supo romper la América: i mandando comunicar la aprobacion al Supremo Director, firma

!

ron los señores con el infrascrito secretario.-Pérez.-Alcalde.-Rózas.-Cienfuegos.-Fontecilla

Villarreal, secretario.

"Santiago, setiembre 24 de 1819.-Hágase en todo como dice el Excelentísimo Senado, e insértese en la Gaceta Ministerial.-O'Higgins.-Echeverría."

Segun puede leerse en el Telégrafo, número 37, las nuevas armas fueron trasportadas con gran pompa el 25 de setiembre de aquel año desde la casa del escultor nacional don Ignacio Andía i Varela, que las habia trabajado en madera, hasta el palacio de gobierno, sobre cuya puerta principal fueron colocadas en medio de estrepitosos i repetidos Viva la Patria!

"La colocacion de las armas, escribia en el periódico citado don Juan García del Rio, hará época en la historia de Chile; i lo bien trabajado de ellas asigna un lugar a su autor en la de sus artistas célebres i de sus hombres ilustres."

La obra de Varela realizaba la descripcion del senado-consulto, o mejor dicho, éste se habia limitado a describirla.

La única agregacion que se notaba en ella era un indio que sostenia sobre los hombros el escudo, teniendo a sus piés un caiman que devoraba furioso al leon de Castilla, humillado i con la corona caída.

El presidente de la república jeneral don Joaquin Prieto i el ministro don Joaquin Tocornal dirijieron al congreso el siguiente mensaje:

"La República debe tener un escudo de armas que la simbolice conforme al uso casi inmemorial de todos los pueblos i naciones. No puede considerarse como tal el que se introdujo en los primeros tiempos de la revolucion, porque a mas de ha

ber carecido de la sancion de autoridad competente, no contiene pieza alguna alusiva al objeto que debe representar. Ha creído, pues, el gobierno que no debiéndose tolerar por mas tiempo ese escudo insignifiante i abortivo, se sancionase de una vez el que reuna a la legalidad de su oríjen la propiedad de la alusion. Al efecto, se ha hecho presentar varios diseños, i entre los que parecen haberse acercado mas a desempeñar el asunto, es el que tiene la honra de adjuntar.

"En él observará el congreso un campo de dos esmaltes cuyos bien conocidos atributos cuadran perfectamente con la naturaleza del país i el carácter de sus habitantes. Alude tambien al antiguo distrito colonial de Chile, i al territorio de Arauco, importante adquisicion de la República. La estrella de plata es el blason que nuestros aboríjenes ostentaron siempre en sus pendones, i el mismo que representa ese caro pabellon a cuya sombra se ha ceñido la Patria de tantos i tan gloriosos laureles; puede tambien referirse a nuestra posicion jeográfica, la mas austral del orbe conocido.

"La insignia que se ve por timbre es la que adorna el sombrero del presidente de la República, como característico de su dignidad suprema.

"Los soportes representan un huemul i un cóndor; éste, el ave mas fuerte, animosa i corpulenta que puebla nuestros aires, i aquel el cuadrúpedo mas raro i singular de nuestras sierras, de que no hai noticia que habite otra rejion del globo, i de cuya piel notable por su elasticidad i resistencia hacen nuestros valientes naturales sus coseletes i botas de guerra.

"Por último, la corona naval que supera la cabeza de ambos animales será el monumento que

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