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las actuaciones al comisario de la órden i al consejo de Indias para que tomasen las providencias convenientes. Dispuso por último que no se molestase al padre frai Jerónimo Hilario de Quintanilla por haber ido a España en nombre de sus compatriotas oprimidos a manifestar los males i perjuicios que padecian, i a promover los oportunos remedios.

Vino a Chile de delegado frai Francisco Javier Ramírez, el cual hizo i deshizo todo lo que se le antojó como enviado que era del rei; persiguió a los frailes americanos, levantó procesos contra ellos, obligó a uno a buscar un refujio en el convento de Santo Domingo, i colocó a los europeos en todos los cargos de la comunidad franciscana.

La indignacion que estos procedimietos levantaron contra los peninsulares fué tan grande, que ellos mismos se asustaron.

En 8 de enero de 1803, dirijieron al rei una representacion en que negaban la comision que como apoderado suyo se habia atribuido el padre Quintanilla, sostenian que todo lo que éste habia aseverado era una falsedad, i pedian que se repusiesen las cosas al estado que tenian ántes de que viniese Ramírez, o que se delegasen al obispo de Santiago las facultades que Ramírez habia traído para que el prelado oyera a todos en justicia, i se celebrara un nuevo capítulo, dando por nulo todo lo hecho hasta entónces.

Esta solicitud fué apoyada por otras tres firmadas por los americanos i tendentes al mismo fin; pero el rei declaró por cédula espedida en San Lorenzo a 26 de noviembre de 1803, que todas ellas eran "enteramente despreciables, suversivas del buen órden, infundadas, intempestivas i orijen de nuevas discordias, con que se pretendia ofuscar la

verdad i envolver la provincia en perpetua confusion;" ordenó que se cumpliera puntual i exactamente su cédula anterior, que al efecto volvió a trascribir; i conminó a los relijiosos que de cualquier modo se opusiesen a su ejecucion con que serian espulsados de Chile como perturbadores de la paz, dando sobre esto las mas estrechas instrucciones al obispo i al presidente.

VI.

Puede colejirse por los anteriores ejemplos, que solo son unos de tantos de la misma especie, cuál era el tenaz e incansable encono que dividia a los frailes peninsulares i criollos, los cuales con sus denuncios exajerados i contradictorios, hacian vacilar el ánimo del soberano en favor ya de los unos, ya de los otros.

La larga lucha frailesca de las alternativas, dos de cuyos variados i numerosos episodios acabo de referir, fué únicamente una de las muchas formas que tomó la profunda rivalidad que comenzó a aparecer desde los primeros tiempos de la conquista entre los naturales de España i sus descendientes en América, i que de dia en dia fué exacerbándose mas i mas.

Todo el que examine este hecho con la mas estricta imparcialidad no podrá ménos de declarar que la causa principal de esta division fué la insoportable soberbia de los peninsulares.

Sin ir mas léjos, la contienda de los frailes domínicos poco ántes mencionada nos suministra una prueba de ello.

No habia en la provincia monástica de Santo Domingo en Chile mas que cuatro padres europeos de misa i dos coristas; i sin embargo, alzaban

la pretension de que habian de alternarse en los cargos de la comunidad con los frailes criollos, que componian la casi totalidad de la órden; i esa desmedida pretension daba oríjen a una larga serie de jestiones que duraba años, i en la cual los pobres frailes chilenos no salieron siempre bien parados.

I no vaya a creerse que este era un hecho casual ocurrido en Chile.

En la obra ántes citada del fraile europeo Párras, se encuentra el siguiente dato mui significativo:

"Oí decir en estos últimos años que viví en la corte, espone este señor, a quien su oríjen no puede hacer sospechoso de parcialidad en favor de los americanos, que en cierta provincia habia solos tres relijiosos europeos, i que el reputado por mas digno habia entrado i vivido muchos años en la provincia en la clase de los legos, i pasado en su mayor edad al estado de corista, i que no obstante esto, los precisaban a la alternativa" (1).

Para que se comprenda mejor cuanto habia de irritante en esta práctica, léase la siguiente descripcion que hace el mismo autor de lo que eran jeneralmente los frailes sus paisanos que venian a América:

"Son allí, dice, algunos muchachos i mozos europeos, que visten el hábito de todas las relijiones respectivamente en las provincias de Indias. Unos de éstos pasaron a ellas con plaza de marineros, otros en calidad de pajes, escribientes, ayudas de cámara o agregados i recomendados para imponerlos en el vasto comercio que por allí se hace.

(1) Párras, Gobierno de los Regulares de la América, parte 2, capítulo 28, número 720.

Determínanse despues a variar de destino. Tuvieron algunos de ellos unos cortos principios de gramática; i con ellos i alguna aplicacion para perfeccionarse, piden el hábito de esta o aquella relijion. Dejo la circunstancia de la vocacion al cuidado de quien tiene la obligacion de examinarla i digo únicamente que admitidos en los noviciados, ya ántes de profesar, están en la intelijencia de que con sola la suerte de haber nacido en Europa contraen en su profesion un derecho indeleble a todos los empleos; i fijándoseles la especie de que no necesitan de estudiar para obtenerlos, pierden el tiempo que consumen en la calidad í clase de estudiantes, i aun se burlan de algunos pocos que cumplen exactamente con su obligacion. La verdad es esta: ellos lo saben, i todos ven que en cuatro dias se ve un marinero trasformado en un novicio, en fraile profeso, en guardian o prior, i luego en un hombre que lo manda todo" (1).

VII.

La escasa literatura colonial, particularmente la de los siglos XVII i XVIII, comprende numerosos escritos contra el monopolio de los altos empleos i honores establecido en favor de los peninsulares, i contra la desconsideracion con que eran tratados los criollos a pesar de lo que ordenaban distintas i repetidas leyes.

El jesuita José de Acosta i frai Juan Zapata ponderan en dos tratados latinos que escribieron, Îa mucha pobreza i desventura a que por la causa indicada habian venido gran número de hijos i

(1) Párras, Gobierno de los Regulares de la América, parte 2, capítulo 28, número 724.

nietos de los mas beneméritos i antiguos conquistadores i pobladores, i las quejas que proferian al verse en su propio país olvidados i necesitados, cuando los naturales de otros gozaban todos los provechos de la conquista i poblacion de América (1).

El licenciado Antonio de Leon, en un tratado De Confirmatione Reale, sostiene categóricamente que los criollos en los bienes i emolumentos de las Indias deben ser tenidos por hijos lejítimos, ocupando el primer lugar; i los nacidos en España solo por adoptivos o lejitimados, cuya participacion en ellos nunca podia llegar hasta perjudicar a los lejítimos.

Tengo noticias de que dirijieron en diversos tiempos al rei i al consejo de Indias largos i esforzados memoriales sobre la materia, varios jurisconsultos americanos, entre otros, el oidor de la audiencia del Nueva Reino de Granada licenciado Juan Ortiz de Cervantes, el inquisidor del Perú don Luis de Betancur i Figueroa, el oidor de la audiencia de Panamá don Sebastian de Sandoval i el maestre escuela de la catedral del Cuzco doctor Velasco de Contréras Valverde.

Todos estos escritos, que fueron dados a la estampa, i tuvieron alguna circulacion, merecieron muchos aplausos de los interesados, como es de concebirse.

Iguales reclamaciones se encuentran en los escritos del obispo Villarroel, quien en la dedicatoria de sus sermones i en sus comentarios las apoya segun su costumbre en citas de los libros sagrados i profanos, recordando, entre otros, para cen

(1) Acosta, De Procuratione Indiorum Salutis, libro 3, capítulo 11.Zapata, De Justitia Distributiva, parte 3, capítulo final.

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