Imágenes de páginas
PDF
EPUB

CAPITULO III.

Hombres marcantes de la revolucion.-Juan Martinez de Rosas.- José Antonio Bernardo O'Higgins.-Manuel Salas, etc.

Prieto.

Si Carrasco hubiese sido encargado del gobierno de Chile en una época algo anterior, es decir, cuando la América, desprovista de todo espíritu público, se hallaba aun sumerjida en el anonadamiento de intereses puramente materiales, es probable que con su carácter apacible y humano hubiese podido terminar su carrera administrativa con la paz y tranquilidad que caracterizaban en tan alto grado á los diferentes estados de aquel nuevo mundo; pero, por desgracia, le habia caido en suerte un período mucho mas difícil y turbulento, á saber, el de aquellos grandes acontecimientos que trastornan toda sociedad, dándole una direccion enteramente desconocida.

Las dos violentas revoluciones de Francia y de los Estados-Unidos habian dislocado, como ya se ha dicho, los tronos absolutos de la antigua Europa, y habian despertado los ánimos mostrándoles la importancia de los derechos y de la dignidad de pueblos por tantos años envilecidos. Este movimiento político social propagó sus causas secretas, é inició en ellas á las Américas, en donde, ya habia algun tiempo, se manifestaban ideas liberales, atrevidas y de naturaleza que inquietaba al espíritu meticuloso de los gobernadores y de todos los que tenian apego á la monarquía española.

Una sorda ajitacion empezaba á comunicarse á todas

las colonias. Se oian opiniones enteramente estrañas al país, espresadas sin rebozo, por manera que se puede asegurar que si Nueva Granada fué la primera que levantó el estandarte de la insurreccion, no hizo realmente mas que preceder el movimiento espontáneo que iba á poner en problema la vida ó la muerte de aquel vasto continente, su nueva servidumbre ó su emancipacion.

A Chile no le fué estraño este ruido, aun confuso, de reforma, ni fué uno de los últimos á aderir á ella. Aunque muy atrasado, en puntos de instruccion y de derecho, poseia, sin embargo, algunas cabezas privilejiadas que no tardaron en identificarse con aquellas benéficas ideas y se apresuraron á esparcerlas y cultivarlas. La provincia de Concepcion fué endonde se empezó á notar la ajitacion de los espíritus, y allí tambien se produjo el principal fermento simbólico de la libertad, el cual se alzó y creció á influjo de don Juan Martinez de Rosas que puede ser mirado como alma de aquella grande revolucion.

Nacido en Mendoza de padres bastante ricos, Martinez de Rosas habia ido á Córdova á estudiar, Y habia pasado á acabar su carrera en Santiago, en donde se recibió de bachiller y de doctor en leyes. Poco tiempo despues, fué á establecerse en la ciudad de Concepcion, y por sus grandes conocimientos, el intendente le nombró su asesor, empleo muy delicado que le ocasionaba continuamente choques con los enemigos del buen órden y de la justicia, y que, noobstante, supo desempeñar con una habilidad consumada. Afecto á la provincia que habia adoptado por inclinacion natural y por deber, procuró serle útil dirijiendo sus miras y su autoridad á objetos de primera necesidad. La limpieza de la ciudad

fué uno de sus principales y constantes cuidados, y así consiguió desterrar la insalubridad de su clima secando las lagunas que la avecindaban. Tambien contribuyó mucho á poner los caminos en buen estado.

Pero en lo que se distinguió sobremanera fué en la guerra que declaró á los ladrones que infestaban aquella provincia, y que por su perseverancia y enerjía consiguió aniquilar ó espulsar. Su estatura alta y robusta le constituia atleta de la justicia antes de serlo de la libertad pública. Su cabeza, proporcionada á su cuerpo, era grande; su rostro, espresivo y blanco, respiraba una estremada animacion, debida á la mucha viveza de sus ojos, que parecian siempre irritados; de suerte que su mirar no tenia nada de halagueño, y, en efecto, era ríjido, austero, y anunciaba una fuerza y una voluntad, relevadas tambien por la voz sonora, verdadero trueno, con que la naturaleza le habia dotado. Su carácter afable y sensible daba, noobstante, un desmentido á este esterior, y le valió la simpatía de una de las mas ricas y mas recomendables familias de la ciudad, y, á consecuencia, la de la señorita doña María de las Nieves Mendiburu, con quien tuvo la dicha de casarse.

Este casamiento y la reputacion de hombre de tanto mérito le hicieron consejero confidencial de una numerosa parentela, rica y poderosa, cuyos miembros procuró iniciar en sus sueños de glorioso porvenir, inculcándoles sus ideas, y demostrándoles cuan absurda é injusta era la administracion española ; en una palabra, haciendo cuanto podia para comunicarles el jenio revolucionario que lo devoraba. Ademas de estos, otros muchos sujetos habian tambien adoptado las ideas luminosas de aquel gallardo Americano, y se habian confiado

con celo y perseverancia á la suerte política que él les profetizaba (1). Siempre le acompañaban á paseo, iban á sus tertulias y oian con gusto y satisfaccion las felices profecías que su profunda penetracion le dictaba acerca de la rejeneracion de su hermoso país.

Entre estos sujetos, figuraba el jóven José Antonio Prieto, abcgado muy hábil, y fuertemente imbuido de las ideas de aquella época. Su imajinacion viva y fecunda le hacia olvidar muchas veces las máximas de la prudencia, y se mostraba intolerante en sus opiniones, aun delante de empleados los mas disimulados. A pesar de los avisos del intendente, no tenia reparo en hablar públicamente de la decadencia del poder español, y, mas de una vez, se espuso á ser desterrado á la isla de Juan Fernandez, debiendo el no haberlo sido al grande influjo de su familia. Sus primeras ideas le habian venido de D. Juan Rosas, y las exajeraba con exaltacion; pero á la arribada del Guampu fué encargado de la defensa de aquel buque anglo-americano, apresado como contrabandista, y este negocio lo puso en relacion con el sobrecargo Hœvel, que se hizo uno de sus mas íntimos amigos. Esta amistad no solo fué debida al carácter franco y social de aquel estimable sueco, sino tambien á la conformidad de opiniones y principios de los dos nuevos amigos. La mansion que habia hecho Hoevel en lacuna de la libertad le habia dado una idea exacta de aquel gobierno demo

(1) « Es notorio que pará la seduccion, perdicion, y ruina de la ciudad y >> provincia de Concepcion, contribuyó mucho la doctrina impía del doctor » Rosas á una partida de jóvenes de distincion de dicha ciudad, que se jun>> taban en su casa con el objeto de instruirse, y esparcian aquellas semillas >> entre sus amigos y compañeros. »

Informe de Fr. Juan Ramon sobre las causas de la revolucion de Chile. Mss.

crático, y se complacia en instruir à su jóven amigo, que cada dia se mostraba mas atento à sus lecciones, porque cada dia se aumentaba el interes de sus conversaciones, sumamente instructivas. Estas conversaciones se componian de preguntas de Prieto y de respuestas claras y convincentes de su preceptor, preguntas y respuestas de las cuales resultaban para ellos presentimientos félices para aquel rico país, que, en la prevision de Hævel, íba á ser su segunda patria.

Desgraciadamente, no quiso la Providencia que aquel jóven Chileno pusiese en práctica los principios de filosofía social, muy bien meditados por él, y estudiados, ademas, en el Contrato social de Rousseau, que su amigo le había dado con mucho sijilo; atormentado, ya mucho tiempo había por una enfermedad complicada, y que parecia incurablé, se vió obligado á ir á buscar fuera de su clima natal su salud, tan interesante para su patria. Su digno hermano don Joaquin Prieto, que acababa de llegar de un largo viaje á Pampas y á Buenos-Aires hecho bajo la conducta del jeneral Cruz, se fué á reunir con él en Piura, y le halló en un estado desesperanzado, pero siempre imbuido de sus ideas de una suerte risueña, invectivando, en él delirio, á la despótica España, ý regocijándose con los últimos acontecimientos revolucionarios que acababan de estallar en Quito, y que él consideraba como preludio de la grande rejeneracion, con que soñaba continuamente, despues de tanto tiempo.

Mas a pocos dias le abandonó su hermosa alma entre los brazos de su hermano, el cual recibió sus últimas inspiraciones, y se sirvió de ellas para tomar una parte tan activa como brillante en todas las guerras de la independencia y llenar una de las más bellas pajinas de su

« AnteriorContinuar »