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que éste se vió empeñado desde su instalacion; i en 1813, época en que se publicó, habian progresado ya bastante las ideas para poder conocer que las bellas teorías, la sabiduría i erudicion de aquella obra carecian de un plan realizable, porque su autor no tenia el tino práctico, las miras profundas que se necesitan para constituir una nacion.

Las dos piezas que hemos examinado nos dan pues una idea luminosa sobre la cultura de los autores de nuestra revolucion, sobre sus principios, sus propósitos i acerca de la manera cómo pretendian constituir el pais que nos legaron libre de la dominacion estranjera, aunque no de los defectos i de las aberraciones sociales que se mantuvieron a pesar de la reforma, a causa del carácter conciliador i conservador que señala i distingue a nuestra revolucion.

asegurase lo contrario, i en el testimonio de varias personas que consultó, como los señores jenerales Pinto i Lastra, i el mismo don Mariano Egaña que le refirió que el Proyecto de Constitucion habia sido encarpetado, porque no lo entendian, i que el Congreso solo habia discutido, sin aprobar, algunas ideas del otro proyecto de Declaracion de Derechos, lo que coincide con el testimonio del señor Elizondo. El señor Egaña agregaba que, segun sus recuerdos, no habia sido su padre, D. Juan, el autor del artículo 3. ° de la Declaracion, i por eso el autor opinó, en la pájina 202, asegurando que la Declaracion habia sido presentada tambien, como el Proyecto de Constitucion, al Congreso, que tal artículo 3. no se contenia en la forma primitiva de la Declaracion.

El autor del Bosquejo no reveló estas indagaciones, como no reveló las infinitas que practicó para descubrir la verdad de los hechos mas sustanciales que éste, porque su tarea no era la de discutir los detalles de los acontecimientos, sino la de estudiar las ideas e intereses que los habian producido. Por eso tomó los acontecimientos en su conjunto, con la seguridad de que eran ciertos en jeneral, sin referir los pormenores que habian ilustrado su criterio, al adquirir tal seguridad.

MISC. H. I L.

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Pero no debemos hoi estrañar sus teorías ni admirarnos de la estravagancia de sus doctrinas, ni despreciarlos por su falta de tino para constituirse; no solo porque se educaron en una época de tinieblas i en un pueblo que no les ofrecia medio alguno de ilustrar su entendimiento i formar su esperiencia, sino tambien porque figuraron en un tiempo de ensayos en que los principios que ellos tendian a realizar apenas acababan de aparecer en la esfera de la ciencia i se veian combatidos por la humanidad entera. ¿Hicieron por ventura otra cosa los que rejeneraron la sociedad en Francia a fines del último siglo? ¿Procedieron con mejor acierto los que en el resto de la América i en la España misma han acometido la empresa de desquiciar los fundamentos de la sociedad antigua para fundar la civilizacion moderna? ¡Ah! no; admiremos sus conocimientos, porque son dignas de admiracion las intelijencias privilejiadas que bajo el dominio colonial español alcanzaron a divisar la luz de la filosofía! Agradezcamos sus esfuerzos i veneremos su memoria aun en los errores que cometieron! Pero jamas confundamos a los hombres que merecen esta veneracion, a esos pocos varones ilustrados que se esforzaban por consumar la revolucion, con la gran mayoría que no hizo jamas otra cosa que entorpecerla, si no por sus sordos i disimulados esfuerzos, a lo ménos, con su cobardía i su ignorancia.

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CAPITULO TERCERO.

Constitucion del Gobierno en 1812 i 1813.

Desde la disolucion del Alto Congreso, verificada en 2 de diciembre de 1811, hasta el 27 de octubre de 1812, la junta soberana que ejercia toda la suma del poder público no recibió modificacion alguna en su constitucion (1). Ella gobierna i representa al Estado con entera independencia; se muestra activa i laboriosa, lo constituye i organiza todo, no hai reforma que no acometa; restituye a Chile su antigua unidad, sometiendo sin lucha ni estrépito a la provincia de Concepcion, que se habia separado del gobierno jeneral bajo la direccion de don Juan Martinez de Rozas: establece una absoluta libertad de imprenta, declarando que el hombre tiene derecho de examinar cuantos objetos esten a su alcance; decreta la formacion de una bandera nacional, distinta de la española que hasta entónces se habia tremolado; en varios de sus documentos oficiales proclama abiertamente la causa de la independencia, llama tiránico el sistema español, recuerda con dolor la ominosa dominacion de tres siglos, excecra a sus mandatarios i deslinda la causa americana de la causa de los reyes católicos

(1) Pero en enero de 1812 hicieron su dimision los señores Cerda i Manzo, i fueron reemplazados por don José Santiago Portales i don Pedro Prado.

aprisionados por Napoleon. La prensa, dirijida por el esforzado i sabio Camilo Henriquez, guardando un perfecto acuerdo con estos procedimientos, inculca las doctrinas revolucionarias i zanja los primeros cimientos de una nueva civilizacion, de una rejeneracion completa en las ideas.

En agosto se dirijia a los pueblos americanos aquel escritor hablándoles de sus derechos i usando este lenguaje:

"Si conocieseis la ignominia de vuestras cadenas, la miseria de vuestra situacion actual! ¿Inmensas rejiones han de depender de una pequeña comarca de la Europa? ¿En vano la naturaleza puso entre ella i vosotros la inmensidad del Océano? ¿Habreis de surcar los mares para mendigar favores, para comprar la justicia de las impuras manos de unos ministros perversos?"

Este es el tono de la prensa periódica: el disimulo ha desaparecido de sus columnas, asi como de los actos de la administracion; los revolucionarios se han apoderado de los primeros resortes de la sociedad i la harán marchar en la nueva senda; a lo ménos tal es la esperanza de los que han aceptado cordialmente la revolucion.

Con todo, los amigos de la metrópoli no desmayan en su esperanza de conservar estos dominios para el rei Fernando, i cuentan en su favor el interes, las simpatías que despiertan en el ánimo de los chilenos las recientes desgracias del jóven monarca, i sobre todo el imperio de las preocupaciones i de las costumbres. Mas la reaccion no es aparente, sino sorda i disimulada, porque mejor vale, que un proce

der enérjico, el tentar la pusilanimidad de los unos, alhagar el espíritu conservador de los otros i sublevar disimuladamente las preocupaciones de todos. Una opinion principia a prevalecer entre las jentes de mas nota, una opinion que reclama algo de mas seguro i estable en el sistema de la administracion i que aconseja guardar por lo menos alguna deferencia, algun respeto, aunque sea simulado, hácia los derechos de la corona de España, para no traer al pais las calamidades de una guerra, ni esponerlo a caer bajo el cetro de Napoleon o del Brasil, que lo amenazan. Esta era la inspiracion del miedo, que era el sentimiento que daba mas fuerza a la reaccion, i que debilitaba el poder de la revolucion.

El gobierno i la prensa principian a cejar, porque no se atreven a combatir de frente esa opinion, que ha llegado a hacerse robusta i poderosa. El mismo Camilo Henriquez revela con cierta amargura, en setiembre de aquel año, el influjo letal de esa reacciou. "La revolucion americana, dice, lleva en todas partes como dos años; i en las mas de ellas ofrece un aspecto no mui diferente del que tuvo en sus principios: riesgos que pudieron haberse aniquilado; una marcha lenta e incierta; fluctuacion entre esperanzas i temores: irresolucion i a las veces frialdad." En otro pasaje del mismo escrito reconoce con su certero tino filosófico las causas de esta reaccion, i aconseja al gobierno que use mas enerjía. "La naturaleza de las cosas, esclama, presajiaba a la revolucion un progreso lento i difícil. Un gobierno indolente i tenebroso; una corte corrompida; una larga série de tiranos subalternos; tres centurias de ignorancia, de indiferen

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