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EL REPARADOR

Ó CONTINUACION

de la Voz de la Relijion.

EPOCA PRIMERA.

Clama, ne cesses, quassi tuba
exalta vocem tuam.......

ISALE, cap. LVIII, Vers 1.

TOMO V.

MADRID, 1842.

IMPRENTA DE CRUZ GONZALEZ.

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LA RELIGION Y LA POLITICA.

ARTICULO III.

Una idea se ha fijado profunda y fuertemente en nuestra imaginacion y nos persigue dia y noche, y no nos deja un momento, ni en el campo, ni en la ciudad, ni en el bullicio, ni en la soledad; es la idea encantadora de la paz. Y esta idea enjendra un deseo en el corazon, un deseo de anhelo y de inquietud por su logro. Y este deseo y aquella idea son la preocupacion de todos nuestros conciudadanos. A todos, por todas partes, donde quiera les oimos decir fatigosos, nos preguntan y se preguntan unos á otros, nos urjen, nos interpelan dy cuándo tenemos paz La nacion hambrienta por ella, y desesperada para obtenerla peleó animosa seis años, hecha, en uno y otro bando, una nacion de héroes, se unió sin vencer ni ser vencida, capituló, se abrazó por lograr la paz, ¿y la logró ? Ah!.. perspectiva halagüeña, sueño alegre, mentira real!

Sí, un engañoso ardid, astutamente urdido fue, y no otra la causa de tan celebrado suceso, como los hechos posteriores lo demuestran: si ni un solo rasgo de moralidad se trazó en sus preliminares, porque los

autores jamás la han conocido; si la buena fé, si el fin recto, si la sana intencion no acompañaron á la ejecucion del plan gigante; si, sobre todo, no entró como fin primario y previlegiado la religion, su fomento, sosten y desagravio, cual se ha visto, engañadores y engañados todos han quedado como antes, enemigos declarados ó encubiertos, mas confundidos y amalgamados que antes, mas en contacto y próximo roce, y en guerra sin tregua y sin fin. Los hechos hablan.

¿Dudaráse ya que la política es el arte de engañar para perder á las naciones? A esta política preside hoy, por mal hado, en casi todo el mundo esa nacion infeliz de isleños, con quienes el mundo tampoco tendrá paz, ni puede tenerla jamás. Ellos y solo ellos son, han sido y serán los que por todas partes llevan la tea incendiaria de la guerra fratricida, pero invocando siempre con insultante ironía y tono hipócrita la palabra encantadora de paz, paz, y no es paz, sino confusion éinfelicidad lo que hay en ellos y con ellos para todos. Sin religion, porque no tienen ninguna, ¿traerian á la católica España el don precioso de la paz? Latet anguis; sus gritos son los del cocodrilo, los lanzaron, hicieron una significacion, en opuesto sentido al que los indicára el Autócrata, y logrado su objeto, hubo paz para ellos; para la España mayores desastres, mayor ruina, mas cruda guerra.

Pero la nacion quiere paz, la nacion se la debe dar, el modo es sencillo, propuesto está. Los hombres -de la filantropía, de la mansedumbre y caridad evangélica, los nuevos apóstoles de las reformas son harto conocidos por desgracia. Sus hechos, desenfreno y descaro han tenido lugar á la luz del sol. No son ellos los que han de dar al pueblo la paz; viven en el desórden, y del desórden medran con la guerra de todos, y esta es su paz, mas no la del pueblo. Este no se alimenta de quimeras, ni vive con esas ponposas promesas, con cuyo clamoreo y algazara se le piensa y pretende aluginar; vive y se alimenta con hechos de prosperi

dad, de ventura y de positivo bienestar, y estos ni los ha obtenido, ni los puede obtener de esos vichos, de esas sutiles sabandijas que le chupan su sangre, que le corroen sus entrañas, que le pierden y le arruinan para siempre. Son muy conocidos, demasiado conocidos.

Busquemos otros, sí, otros. ¿Pues qué, no hay ya en España hombres? ¿Estamos reducidos miserablemente á ese pequeño círculo de los Argüelles, Calatravas, Lujanes, Heros y Rabinos? Siempre estos en las Córtes, en los ministerios, en los tribunales, en los altos puestos, en los destinos lucrativos. ¿Siempre se han de formar de ellos las candidaturas? ¡Desgraciado pais tan escaso de hombres! Pero no es eso, no. Los hay, y mil veces mas sábios, mas honrados, mas patriotas. Búsquense. ¿No queremos la paz? pues la paz es amiga de la justicia y del órden; estos son hijos de la revolucion y del desórden; la revolucion y el desórden personificados. Hagamos por traer otros, y es indudable que tendremos paz.

En esta morada de desdicha y de funesta transicion, nos puso la mano creadora del Omnipotente para que por nosotros mismos, auxiliados de sus divinos dones y gracias, nos anticipásemos la felicidad y eterna paz de la gloria. Su ley santa nos señala los medios de ser felices, aun aqui mismo; la virtud y su ejercicio es solo el medio de conseguirlo; por esto los que ninguna virtud ostentan, los que se conducen por el solo camino del egoismo, los que no tienen mas Dios que su vientre y los goces materiales, aunque sea á costa de la general desdicha de los demas, es imposible que nos proporcionen ventajas de ningun género, todas son para ellos.

Si los viéramos generosos, desinteresados, huma➡ nos, virtuosos, podriamos creer en sus palabras, acaso nos atreviéramos á esperar mas tarde de ellos algo de lo bueno que han prometido y que podrian haber hecho. Pero ese esclusivismo.... Ese orgullo.... Ese amor

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