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3. Carrasco se recibe del mando i toma por secretario pri

vado al doctor Rozas.

3. La situacion en que Carrasco iba a asumir el mando se presentaba entónces perfectamente tranquila. En esas condiciones, aquel habria podido desempeñarse como muchos otros gobernadores que, sin poseer dotes relevantes, llenaron su mision sin dificultades ni tropiezos i fueron favorecidos por la tradicional veneracion de sus gobernados; pero ni por su intelijencia ni por su carácter estaba preparado para salir airoso en la primera tempestad que se levantase. Hijo de un oficial de la guarnicion española de Ceuta, Carrasco habia nacido en esa plaza en 1743, i a la edad de dieziseis años sentaba plaza de cadete en el rejimiento fijo de ella. Allí mismo, en el cuartel, en el tiempo que le dejaban libre el servicio militar i las espediciones que por tierra i por mar era preciso hacer contra los moros, hizo algunos estudios de matemáticas i llegó a ser profesor de los oficiales i agregado al cuerpo de injenieros militares, mereciendo que se le encargara la direccion de algunas construcciones de escasa importancia. Destinado en 1785 a continuar prestando sus servicios en el virreinato de Buenos Aires, Carrasco estuvo ocupado algun tiempo en la construccion de las fortificaciones de Montevideo; i en 1796, teniendo ya el título de teniente coronel, fué enviado al reino de Chile. Comisionado primero para revisar las cuentas de la obra de la casa de Moneda, encargado despues de estudiar ciertas modificaciones en los fuertes de Valparaiso, Carrasco, segun contamos en otra parte, desempeñó el cargo de gobernador interino de ese puerto. La captura a mano armada de un buque contrabandista norte americano, dió motivo para que el rei aprobara su conducta en una real órden, i tal vez fué causa de que pocos meses mas tarde, cuando ya contaba cuarenta i siete años de modestos pero no interrumpidos servicios militares, se le elevara al rango de brigadier (12). Por fin, Muñoz de Guzman le habia encargado la inspeccion de los fuertes de la frontera; i esta comision,

veremos cómo se suscitaron esas competencias, i sobre quién pesa la responsabilidad; pero desde ahora avanzamos que ambas autoridades se miraban con desconfianza desde el primer dia del gobierno de Carrasco.

(12) En el § 7, capítulo 23 de la parte V hemos contado sumariamente estos hechos. La real órden en que fué aprobada la conducta de Carrasco por la captura de ese buque, tiene la fecha de 23 de enero de 1806, i su ascenso a brigadier fué decretado el 23 de noviembre del mismo año.

Aunque habia en Chile otros injenieros mucho mas intelijentes i que ejecutaron trabajos de alguna importancia, como don Agustin Caballero, don Miguel María de Atero i don Juan de Ojeda, por razon de antigüedad i de mayor graduacion, Carrasco habia sido nombrado comandante de este cuerpo en Chile por real órden de 12 de febrero de 1798, en que se fijaban las obligaciones de ese cargo.

en que no ejecutó trabajo alguno de mediana importancia, lo retenia en Concepcion en 1808, cuando por los hechos que hemos recordado mas atras, se vió llamado inesperadamente al mas alto puesto de la administracion. Si se hubieran de creer las pomposas alabanzas que en esos dias le tributó el adulo cortesano que se usaba en los documentos administrativos i en los discursos de aparato que se dirijian a los gobernadores en los actos públicos, Carrasco era el conjunto mas acabado i armonioso de todas las virtudes i de todos los talentos. Sin embargo, como vamos a verlo en la relacion de los sucesos siguientes, esos elojios hiperbólicos estaban tan distantes de la verdad como el retrato que despues de su gobierno se forjó la opinion popular presentándolo como una especie de monstruo que reunia la mas absoluta perversion moral a una completa falta de intelijencia i de luces. Un escritor estranjero, que lo conoció en dias mas tranquilos, lo ha caracterizado con mas imparcialidad. "Era Carrasco, dice, hombre de agradables maneras, de aspecto que imponia a su favor i aparentemente de benévola disposicion; pero de carácter indeciso, de mente estrecha, inflado de vanidad i pronto a exaltarse contra el que se atreviese a no cumplir una órden dada en nombre de su rei" (13). La posicion subalterna que siempre habia ocupado, su falta de relaciones i de trato con personas de consideracion, lo habian reducido a vivir en un medio social inferior al que correspondia al puesto que iba a ocupar, i a mantener relaciones de amistad que debian alejar de su lado a las jentes aristocráticas.

(13) Richard J. Cleveland, A narrative of voyages etc., vol. I, chap. 12. En la nota 30 del capítulo 23, parte V, hemos reproducido todo este pasaje del viajero norte americano.

Como fuente de informaciones sobre la vida del brigadier Carrasco hasta que se recibió del gobierno de Chile, conviene conocer el elojio académico escrito por el doctor don Juan Egaña i leido por el doctor don José Gregorio Argomedo, en presencia del mismo Carrasco, en la sesion de claustro pleno que celebró la universidad de San Felipe el 15 de noviembre de 1809. Allí, en medio de las mas pomposas i altisonantes alabanzas que se usaban en esas piezas, i en medio de reminiscencias históricas i mitolójicas, se hace la biografía prolija i completa de Carrasco sobre datos i noticias que sin duda alguna habia suministrado él mismo. Ese elojio se halla publicado íntegro en La Crónica de 1810 por don Miguel Luis Amunátegui, tomo I, capítulo 12, pájs.' 360–78.

El mismo Carrasco ha hecho la reseña de sus servicios en un memorial que desde Lima dirijió al rei para darle cuenta de su separacion del gobierno de Chile, i para pedirle que estando inhabilitado para todo servicio por su vejez i sus enfermedades, se le asigne una pension de retiro que le permita vivir con decencia. Este curioso memorial fué publicado por don Benjamin Vicuña Mackenna en el apéndice del libro ántes citado, El Coronel don Tomas de Figueroa, pájs. 120-34.

Cuando quedaron arregladas las dificultades a que habia dado orijen la designacion del gobernador interino, i cuando la audiencia se. manifestó dispuesta a entregar ese cargo al brigadier Carrasco, salió éste de Concepcion en marcha para Santiago. Reconociendo sin duda su incompetencia para dirijir los negocios administrativos, i queriendo tener a su lado a un hombre que a la vez que fuera un consejero hábil i esperimentado, diera prestijio a su administracion, solicitó del doctor Rozas que lo acompañara con el carácter de secretario privado. Rozas, por su parte, aficionado a la vida pública, i hastiado del alejamiento en que habia vivido los últimos años, aceptó esa modesta posi cion, que podia, sin embargo, convertirlo en árbitro del gobierno de la colonia. Se ha supuesto mas tarde que inspirado por ideas revolucionarias, vió en ese nombramiento la coyuntura favorable para envolver a Carrasco en complicaciones i dificultades que excitasen los ánimos a la resistencia i a la revuelta (14). El desenvolvimiento de los sucesos posteriores, i la parte activa que en ellos tomó el doctor Rozas parecen justificar esta suposicion. Pero es lo cierto que en marzo de 1808, nadie en Chile, ni aun los que se hallaban mas quejosos del réjimen existente i los que con mas vehemencia anhelaban las reformas políticas i administrativas, podian presumir la proximidad del sacudimiento revolucionario.

En Santiago, se esperaba a Carrasco desde mediados de marzo. Cuando se trató en el cabildo del recibimiento que debia hacérsele, se suscitaron dudas nacidas de que el ceremonial últimamente establecido no prevenia nada respecto de los gobernadores interinos; i en consecuencia, se acordó consultar al gobierno. El rejente Ballesteros, que seguia desempeñando provisionalmente el mando, comisionó al parecer de mui mala gana, a dos miembros del cabildo, un alcalde i un reji dor, para que salieran a Rancagua a esperar al brigadier Carrasco; pero ambos se escusaron de hacerlo alegando motivos de salud. Por tin, el cabildo, no queriendo faltar a una costumbre inveterada, en que creia ver una prerrogativa de la corporacion, dió aquel encargo al otro alcalde i a otro rejidor, i tomó las demas disposiciones para la ceremo· nia. No era difícil descubrir en todo esto una mal disimulada antipatía de parte del rejente i de los miembros de la audiencia, en que los

(14) Esta es la opinion de los mas caracterizados escritores realistas que han refe rido estos sucesos, el padre franciscano frai Melchor Martinez, en su Memoria histórica de la revolucion de Chile, pájs. 17, 19 i 22; i don Mariano Torrente en su Historia de la revolucion hispano-americana, t. I, cap. 8, páj. 95.

secundaban sus amigos i parciales que con secreto desagrado veian llegar a la presidencia del reino a un militar oscuro i poco prestijioso (15). Carrasco, sin embargo, llegó a Santiago el 22 de abril i se recibió del mando con las solemnidades de estilo, pero sin obtener las manifestaciones de contento popular que solian hacerse sentir en tales actos. El dia siguiente fué recibido por la audiencia en el carácter de presidente del supremo tribunal.

4. Ruidosa cues. tion a que da orijen la eleccion de rector

de la universidad.

4. En esos momentos reinaba en Santiago cierta excitacion con motivo de un asunto en que la mas vulgar prudencia aconsejaba a Carrasco no tomar parte alguna. El 30 de abril debian reunirse los doctores de la real universidad en claustro pleno para elejir rector. Aquella corporacion casi de puro aparato, en que no se cultivaban las ciencias ni las letras, i en que solo se daba una enseñanza mezquina, atrasada i rutinera, dispensaba, en cambio, títulos pomposos a costa de mui pocos estudios, de tal suerte que de los ochenta i nueve doctores de que entónces constaba, casi todos miembros de las mas altas familias de la colonia, habria sido difícil sacar diez que pudieran considerarse hombres medianamente instruidos (16). Las elecciones universitarias, ya que no la ciencia que hacia falta en sus claustros, preocupaban sobre manera no solo a los miembros de la corporacion, sino a toda la ciudad. La de ese año tenia una importancia particular por las circunstancias que pasamos a esponer.

En abril de 1805 habia sido elejido rector de la universidad el doctor

(15) Constan estos hechos de los acuerdos celebrados por el cabildo de Santiago en aquellos dias i de sus comunicaciones con el rejente Ballesteros que desempeñaba provisionalmente el gobierno. Los miembros del cabildo que, despues de comisionados por el rejente, se escusaron de salir a recibir a Carrasco, fueron el alcalde don Santos Izquierdo i el rejidor don Nicolas Matorras. Los que desempeñaron esta comision por encargo del cabildo, fueron el otro alcalde doctor don José Teodoro Sanchez i el rejidor doctor don Francisco Aguilar de los Olivos.

(16) El doctor don Juan Egaña, que con razon podia ser tenido por el individuo mas ilustrado de la universidad, conocia perfectamente aquel estado de atraso de la corporacion i de los demas establecimientos de enseñanza que habia en Chile. En el elojio ántes citado del brigadier Carrasco, i con motivo de pedir a éste su cooperacion para algunas obras de utilidad pública, decia lo siguiente: "Es cierto, señor, que la literatura i las ciencias que siempre han necesita lo de estímulos en nuestros paises, hoi, mas que nunca, es necesario su fomento. Digolo con sumo dolor, es deplorable en el dia el estado en que se hallan los institutos de educacion pública, i V. S. sabe mejor que yo que sin letras no puede haber sólida felicidad en los pueblos..

don Juan José del Campo Lantadilla, abogado intelijente i ambicioso. Sus funciones debian durar un año; pero podia ser reelejido por una sola vez, i lo fué en efecto. Sin embargo, en 1807 el presidente Muñoz de Guzman, invocando en su apoyo otros casos análogos, prorrogó con un simple decreto administrativo el título i las atribuciones del doctor Campo por un año mas. Como no parecia posible pensar en la reeleccion del mismo funcionario, la mayoría de los doctores estaba empeñada por el triunfo de otro candidato.

Contra todo lo que debia esperarse, el presidente interino fué arras. trado a intervenir en este negocio con perjuicio de su propia dignidad i con atropello de las constituciones universitarias. El doctor Campo, que desempeñaba ademas el cargo de ajente fiscal, tenia un poderoso protector, al cual Carrasco no podia negar cosa alguna. Era éste el baron de Juras Reales, el fiscal de la real audiencia i ardoroso sostenedor de las prerrogativas de los militares para la sucesion en el mando supremo, i al cual creia Carrasco deber la posesion del gobierno. Por influencia de este alto personaje, el presidente interino, sin comprender los complicados embarazos que se creaba, resolvió administrativamente la cuestion universitaria (17).

El dia de la eleccion (30 de abril) una fuerte guardia de tropas de caballería cerraba las calles que daban entrada a la plazuela de la uni· versidad, i no dejaba pasar mas que a los miembros de la corporacion.

(17) La parte que el baron de Juras Reales tomó en este negocio consta de una larga i curiosa representacion que el escribano de gobierno doctor don Antonio Garfias, dirijió a don José Antonio Caballero, ministro de Cárlos IV, con fecha de 10 de junio de 1808. En esa representacion, en que Garfias demuestra estar al corriente de todo el movimiento administrativo i de los resortes mas misteriosos i secretos, trata de justificarse de las acusaciones que se formulaban en contra suya i de la hostilidad del presidente Carrasco que veia asomar.

El baron de Juras Reales don José Antonio de Moxó, era hermano de don Benito María de Moxó, eclesiástico mui prestijioso i a la sazon arzobispo de Chárcas. La intervencion i la influencia de aquél no se hizo sentir mas que en los primeros dias del gobierno de Carrasco. El baron de Juras Reales, hombre anciano i valetudina. rio, cayó gravemente enfermo en el mes de mayo de 1808, i no pudo volver a de sempeñar la fiscalía de la real audiencia. Falleció en Santiago el 6 de abril de 1810. Entre las muchas personas que solicitaron ese puesto, fué una de ellas el asesor de la presidencia de Chile don Pedro Diaz de Valdes, que dirijió dos memoriales a la junta o consejo de rejencia central de España, con fecha de 22 de diciembre de 1809 i de 10 de abril de 1810. El destino, sin embargo, fué dado a un hijo del baron de Juras Reales, heredero de este título, llamado don Luis de Moxó, de quien tendremos que hablar en el capítulo 6 de esta misma parte de nuestra Historia.

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